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DIARIO DE COSTA NICA.
Del océano sin límites Que contempla el pensamiento, que cruzan aguas mansas En vez de mares inmensos, Que goce con el presente Que, aunque malo, siempre es bueno, no intente revolver Las cosas del tiempo viejo.
Sonrien mundos y cielos, Será la Eva cristiana, Hermosa como un lucero, Une grandísima mona Que al pie del árbol funesto Al mono de sus amores Atrae con sus contoneost De esta manera resalta De un modo, aunque triste, cierto, Que una monada de Eva Nos cuesta un castigo eterno. de esa manera Darwin Nos trasforma en un momento En un grupo de machangos Más o menos imperfectos.
Pensando en esto, cualquiera Se chifla se vuelve un memo.
Dejemos que siga siempre El hombre con el misterio; Que no caiga de sus ojos Ese sonrosado velo; Que el ideal le sonreía mire hacia arriba atento; Que acaricie lo imposible, Porque lo imposible es bello; Que el ideal es quien crea el ideal es el genio, es en vano revolver Las cosas del tiempo viejo.
Desde que afición tributo las cosas de otros tiempos, como en mar proceloso Se engolfa mi pensamiento En el caos profundísimo De la vida y su misterio, me dió la chifladara Por leer autores griegos, estudiar la Romanzana, en alas del pensamiento Al Himalaya elevarme, oir del Ganges el estruendo; Desde que en una balamba De hipótesis me sumerjo; como Sócrales oigo La Voz del familiar genio; con Platón me idealizo on sus dos sustancias creo; pienso con Aristóteles en su lógica me pierdo, Como gota de rocío En el océano inmenso De ideas tan metafisicas Que apenas si las entiendo, Que enseñan lo que enseñar Pudiera el Maestro Ciruelos, Porque son formulas vagas Que envuelve impalpable velo, Que solo amontonan sombras En el humano cerebro; el hombre, siempre lo mismo, Siempre vagando en lo incierto, Siempre esclavo de la duda, Siempre envuelto en el misterio; Desde que me di pensar En Thaber y Araximeno, medito en Epicuro, en Antistenes me embebo; en esa turba de. locos Se pierde mi pensamiento; No entiendo lo que me pasa, No distingo lo que creo, Ni sé dónde está mi alma, Ni si es agua, oi si es fuego; todo porque he querido Sor tan loco como ellos; Por traspasar ese límite En donde empieza el misterio, meterme revolver Las cosus del tiempo viejo.
Cuando oigo un viejo contando Las hazañas de otros tiempos, largo una carcajada de cansancio me duermo.
No hay quien no haya sido listo Ni haya sido bien apuesto; Todos han hecho conquistas han tenido lances serios, á viuditas y casadas.
Le han tenido el juicio vuelto.
Si es un poemn un petate Que se ha quedado soltero, Cuenta novias por docenas, Novias de puro recreo, De esas novias ventaneras Que roban horas al sueño, De eras novias vivarachas Que hacen decir al más lelo, Que no hay amor más sabroso Que el amor de ventaneo: La vieja siempre nos habla De algún gallardo mancebo, Del alférez que solia Pusar estirando el cuerpo, haciendo con el charrasco Más ruido que un regimiento: Se acuerda que la llamaba Su refulgente lucero, rosa de Alejandría, hermosa virgen de Lesbos. es fea como la noche Que envuelve huracán violento, más que el amanecer De un cesante de Gobierno; Tonta como capirote estropeada como un cuero; tuvo grandes partidos. Por el eje, por supuesto. brillaba en los salones Como la estrella en el cielo, Como en el jardín las flores, Como el amor en mis versos.
Mas ay! que a veces saspira En el fondo de su pecho, es que cruzan por ku mente Los moribundos reflejos De aquel sol esplendoroso De juventud, casi hoy yerto; Que nada, nada en el mundo Es immutable y eterno, es la realidad abismo Que sepulta nuestros sueños, Sutiles y trasparentes! la juventud se acaba, Si las ráfugas ardientes apenas queda el recuerdo, De la esperanza dorada no vuelven nunca, nunca, Fulguran en tu mirada, Las cosus del tiempo viejo.
Por qué al dolor te abandonasi Hay una niña en el mundo, Tú! que conquistas coronas quien con el alma quiero, Con la lira y con la espada!
Casta como la azucena ¡Recuerdas donde la mano Su dulce cáliz abriendo, Nos dimos por voz primera Cuyos perfumes me llenan Fué en la rica, en la lechicera El alma de santo anhelo.
Reina del grande ocendo! su mirar, desparecen El cielo californiano Las torturas de mi pecho, Cuajado en astros ardia, á influjos de su sonrisa su reflejo fingia Todo en derredor es bueno.
Sobre las olas flexibles No sé qué es lo que hay en ella Flores y espigas movibles De gracioso ni de bello; De brillante orfebreria.
Sólo só que me subyuga ¡Noche cual las orientales! sólo sé que la quiero; De anhelos, que nos abrasan Que cuando baja sus ojos, Cuando de la mente pasan Del rubor al suave peso, Por los pintados cristales: Me parece que en la tierra Sonrisas angelicales Hay ángeles de los cielos.
Que plegan labios bermejos, Cuando me encuentro aburrido Música dulce lo lejos De leer autores griegos, Que rueda en ondas de amores, De pensar con Aristóteles, luces multicolores Con Thaber Araximeno; Quebrándose en los espejos, Cuando en miles conjeturas alzaban su limpia frente Sobre la vida me pierdo, De amor en aquella corte, cuando la duda quiere La helada virgen del Norte, Aherrojar mi pensamiento, Del Sur, la virgen ardiente!
Voy verla, y si sonrie Como envuelta en un ambiente El ángel de mis ensueños, Do una atracción infinita, Si baja sus ojos tímidos, Allí estaba tu Espírita, Entonces. entonces creo!
Blanca como una camelia, Pienso sólo en el presente Espiritual como Ofelia, Que embellece el amor tierno, Tieroa como Margarita. me olvido de las penas, Su recuerdo aún to enagena. ya de nada me acuerdo, oyes la voz argentina me importan un comino.
De su boca purpurina Las cosas del tiempo viejo.
Do gracias y aromas llena.
EL CAUTIVO. Ella, candorosa y buena, Te rinde su amante anhelo, amor es todo consuelo, MI DISTINGUIDO AMIGO Manantial que no se agota, Hils invisible que flota El juven poeta y General don Ramón Entre la tierra y el cielo.
Ulloa Pero yól. que en noche horrenda merced del torbellino, Aguila que alzas tu vuelo Busco, errante peregrino, Lejos de las cumbres verdes, Una estrella y una senda! subes, y allá te pierdes Dónde plantaré mi tiendal Entre las nubes del cielo; Dónde hallar la suave calma Al traspasar ese velo De una fuente y una palma Que el misterio eterno sella, Que alivie mi pesadumbret De tu mente rica y bella, Donde una estrella que alumbre Mándame un recuerdo hermoso, En las tinieblas del almal En el rayo luminoso No tengo patrial. entre brumas lánguido de una estrella.
Allá la miro lejana. Será bello esas regiones Como una chinampa indiana Cruzar con alas brillantes Mecida en copos de espumas; Entre sutiles, radiantes Le dan airones de plumas irisados pabellones!
Lo indicos palmerales. Sentir las palpitaciones Frescura sus manantiales, Del éter que centellea Cadencias el arroyuelo, En la mente que vaguea, Diadema de astros el cielo, escuchar en dulce calma, el mar, trono de corales.
Todas las notas del alma, Todo el ritmo de In idea!
Mas, iqué valen las extrañas ¡Oh poeta! Erato quiso Joyas que su frente ciñet Ungir tu labio discreto, Ni la luz vaga que tiño Con las mieles del Himeto, De oro y azul sus montañas Con aromas del Paniso!
Ni aquel gemir de sus cañas, Música del paraiso Tan agreste y tan canoro!
Vibra en tu lira sonora, Ni aquel ambiente sonoro Lánguida y arrulladora, Que entre las selvas se pierdet Que finge, al rodar liviana, Ni su manto siempre verde El ay! de la quena indiana, Senbrado de abejas de orot La voz de la gusla mora.
De qué valent. Si en su pecho Dudasl. y aún los besos sientes Quo destrozan las pasiones, De tus abriles risueños!
Todas las prostituciones te adormecen los sueños Hallan adúltero lechot El hombre! Cuán misterioso Es su origen, santo cielo!
De dónde vienet Qué traet dónde va? Es un efecto su causa, dónde existe!
Será su origeo el fuego o el agual. La virgen pura De ojos claros como el cielo, De mejillas encendidas Como el clavel entreabierto, Será el ángel que adoramos De amor, de delirio ciegos, el calamar la ostra Que han hecho un cambio tan bellot Será, como dice Darwin, Ese soñador moderno, Que no somos otra cosa Que el mono ya más perfecto! Eva la del Paraíso, Aquel divino modelo cuya suave sonrisa Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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