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DIARIO DE COSTA RICA orem Selecciones del Diario de Costa Rica ALA mon Bebé elocuente La Noche Amanece. La vida nocturna de las calles, ar1 ficial, insalubre, tiene en esa bora el cabecear Trresistible y fatigoso del que se sumeege inerte mnendente en el sueño. Se hizo el silencio universal: un abiquilamiento del mundo. Deja de olrse el ipdarnoctambulo de los cartuajes. Des tro de alginos minutos resonará el grito de la primera golondrina: frescura ideal de musica en a la ideal froçura del aire.
Compás de reposo. Se puede escuchar el si lencio, pesaco, casi concreto. Anda a lo lejos, tenuisimo, imponderable, algo nis! como un de tramamiento de vapores en una exhalación de asomas. La borada tiene un impe tiz blanco, goreó si la albura de unas cuantas goras de leche se hubiese disuelto y arrastrado lasgo dál Oriente.
Un débil murmurio canta en el ambiente la sordina nisterios de la savia y de la tierra que entra en la sagrada faena de crear. El rumor de un paisaje que despierta al día con vacilaciones adorables derramase en la albura del crepúsculo.
En sus nidos las aves despiertan, desperexando las alas y haciendo balancear los árboles. El picotato de un pajarito en un castaño derrama en el espacio un ring ling musical de gotas de rocio rebotando entre el follaje. Una hoja de aca cia, maera durante la noche en los brazos de su madre, cae al romper el dia sobre la tierra, que tiene hasta los confines del horizonte un cabecear de toro amarrado por las astas. Des pierta el mundo, y parece que en el aire sentimos dilirse en pålidas vibraciones la dulce penumbra de un formidable mugido.
que forjan a fuerza de brazo, sudando. adeante, una idea. Bebé va a descubrir, en un rasgo de ingenio, la incógnita de aquel problema formidable. Las pupilas, los labios toda su fisonomia, expresan la concentración de la energia en una voluntad fija, la gestación sagrada del ideal. Repite bajito, muy bajito, en secreto, como para establecer una concatenación de terminos. Pal.
Oh, sil pesar de toda su mudez, aquella es la primera nota de indsica que Bebé sente cantar en un rincón de su memoria, muy lejos, como esas canciones que se reflejan desde la infancia en el cerebro de los viejos, a través de los afios que las apagaron. Bebe redobla su CONcentración. Casi podria cogerse a flor de su frente, tan limpida como un alabastro, la vibración de una cuerda aprisionada de arpa. de repente, bajito, muy bajito, en secreto. Pal.
Triunfa súbitamente con un grito. Papál en todos los tonos cantantes, en un escándalo que hace revolotear al jilguero sorprentdido, Bebé repite. Papál Papál Papal. el papá despierta de pronto ante aquel cla mor delicioso que se funde en el sol ya radiante.
Bebe se le ha abrazado al cuello. Que feliz despertando en pleno sucho de rosal Hay besos en sus labios y una nube de lágrimas en sus ojos, como si aquella palabra. Papá, papil, acuhase en el oro fino de su música todo el amor y toda. la vida de su alma EDUARDO DE BARROS LOBO del ventanaje tienen reflejos del arco iris. En cada postigo hay pintadas yasijas con flores rojas; delante de cada isba hay un poyo pe.
queño y bien aschtado. Delante de las ventanas, en una especie de escalón de adobc, ce agrupan los gatos irguiendo una tras otra sus. pequenas prejas trasparentes; detras de los altos umbrales, la fresca oscuridad de los pasillos.
Muy cerca del barranco me encuentro rumbado encima de la manta de un caballo. Ea torno mio, grandes montones de heno verde recien cegado, que causa vértigos con tanto roma. Han puesto alli el heno delante de las isbas. para que se seque un poco bajo los mayos del sol; y después de seco, a la granja con él Qué bien sabrá dormir encima!
Detras de cada montón asoman cabezas de niflos, hechas una marafia. Un perrito cachorro, con los belfos blancos aun, brega torpemente en medio de las briznas entrelazadas; gallinas monudas andan a caza de los mosquitos.
Mozos de pelo castaño, limpia camisa, cebidos los lomos por un cinturón, con pesadas botas de forro encarnado, puestos de pecho contra una telega desenganchada, se dirigen riéndose dimes y diretes picarescos y agudos.
Una joven aldeana carirredonda mira por una ventana y se rie. Será de lo que dicen los mozos. Será de los juegos de los niños por entre el henol Otra joven con mano robusta, saca del pozo un gran cubo mojado. Tiembla y oscila el cubo pendiente de la soga, derramando a manca de largas gotas de fuego.
Ante mi se halla de pic mi vieja patrona, envuelta en amglio delantal de cuadros, y con los pies metidos en unos grandes mapatones nueVOS.
De su cuello rugoso y obscuro cuelga una triple sarta de gruesas perlas de vidrio. Recubre su gris cabeza un pañuelo encarnado con circulos amarillos, que desciende por delante hasta sus marchitos ojos.
Mas esos dulces ojos envejecidos se sonrien afables, todo aquel rostro arrugado se está son riendo. La anciana camina ya para los setenta años, y aun se ve que en sus tiempos era una mujer muy guapa. Pasó crudas y maduras, peco los sofrimientos no la han quebrantado. Esparrancando los dedos costados de la mano derecha, sostiene una jarra de leche fresca sin desnatar, recién traida de la cueva. Las paredes de la jarra están cubiertas de gotitasjon tas, que se parecen a perlas de aliofar.
Sobre la palma de la mano izquierda, me ofrece una ancha rebanada de pan de centeno, rodavía caliente. Comelo a tu salad, huésped de pasoj De pronto se pone un gallo a cantar, batiendo con ruido las alas, un ternero encerrado Je contesta con un berrida indolente; y se pye la voz de mi cochero que exclama. Que estoy pidiendo avenaj. Oh contento, ob tranquilidad, bienestar de una aldea rusa hecha libre, oh paz y satisfac cioni deciame yo. Para que vale aquello de la cruz en la cúpula de Santa Sofia y todo lo que apetecemos lograr con tanto ardor, nosotros los hom bres de las ciudades El Espino El espino prende a una roca su coloquecida contorsión y es el espíritu del yerno.
retorcido de angustia y sol La encina. es bella como Júpiter y es un narciso el mirto en flor; a el lo hicieron como a Vulcano, el horrible dior forjador. ello hicieron sin el encaje del claro álamo temblador, porque el alma del caminante ni aun le conozca. la afliccion De las greñas le nacen flores. Ast el verso le nació a Job. como el salmo del leproso es de agudo su intenso olor.
Pero aunque llene el ardiente de las siestas su exhalación, nunca sintió en la greſia obscura temblarle un nido turbador.
Me ha contado que me conoce, que en una noche de dolor en su espeso milión de espinas magallaron mi corazón.
Lo he abrazado como una hermana cual si Agar abrazara a Job en un nudo que no es ternura, porquc es más desesperación.
GARIELA MISTRAL La noche es la suprema aristocracia. La te che es una dama misteriosa como Ligeia, como Eleonora, las mujeres litúrgicas, transparentes y ultraterrenales de Edgardo Poe. El dia es un poco plebeyo con tanto escándalo del sol, con tants gregueria ramplona Nochel Viciosa querida bohemia, como una alta dama, que va a la busca de emociones the ras entre los humpones y las busconas. Todos tenemos una querida ideal, cuya mascarilla en vano buscamos entre las mujeres de la tierra.
Un alma de mujer, como un caliz de oro, donde verter el licor musical de nuestro corazón, en esas horas tristes en que la emoción se desbordal.
Lo Musa de la Noche tiene para mi todos los magos prestigios de esa amante suprema. En las altas horas, las sombras tejen torbellinos de alucinación en torno a mis pobres ojos, que se emborrachan de misterio. La Musa de la Noche adquiere corporeidad para mí, y se apoya en mi brazo, en mis sonambulas paseatas por la ciudad desierta, que tiene algo de cementerio, con sus balcones cerrados, como nichos inquio tances.
Lo siento levemente reclinada, muy levemente, como si llevase en mi brazo a un for Casma. Va vestida con un amplio ropóa de ter ciopelo negro y su cabeza es pálida, como cf mistico lirio de la luna. Sus ojos son verdes, como pequeños océanos tumultuosos, y tienen. ojeras verdes, como el licor emponzoñado con que la luna hace cantar a sus ahijados, en los tragicos manicomios. Los ojos de la Nochet ¡Los ojos de la Musa de la Noche! Ellos le dan su trágica llamarada de lujuria esos ros.
tros de clownesa, que muequean en las cuero.
cijndas del pecado. La Dama de la Noche es voluptuosa y trágica, y junta el placer y el crimen en una onda de sensualidad. Tiene el at. mna de Lucrecia Borgia, exquisita y abominable.
Ella aconseja a his rufianes que asesine a las rameras, después de aniarse dolorosamente, co las zahordas tenebrosus, para que ris el Diablo, padre de las rameras y de los asusinos.
La Dama de la Noche entiende las palabras misteriosas que susurran en el fondo de mi al.
ma, sin asomar jamas al labio. Son palabras de un Lulioma llena de amor y de eternidad, y ella me dicta versos en ese lenguaje divino, con símbolos imperecederos. La Mosa de la Noche sabe la cifra del ainar, del dolor y del misterio, y me inicia en sus rius sobrehus anos, ir tras los otros hombres los hombres sanos que viven de dia, duermen en un grotesco amorro tonamiento de carnaza, como cansadas bestias sin horizontes en el pensamiento. también sin el exquisito tormento de la Poesía.
La Bobemia Nocturns lleva una corona de estrellas sobre el cabello negro, negro como el alma del Dolor de las almas. Sus manos son de marfil transparente, como los dedos de niebla de las Parcas, y toda ella tiene un perfume vago de azahar, y de adelfas y de incienso E!
Amor, el Dolor y el Misterio.
La querida del Misterio me ofrece la Abr dz.
locura de su boca, cuando todos duermen Rey va la hostia de la luna, como un florón lume noso, sobre su cabellera de sombras. Es la mul sa galante que dio el brazo al pobre Paul Ver laine, cuando iba por las calles del viejo Pre como un pierrot destrozado, borracho de ajen jo y de melancolia. Ella es la que hace sont las viejas campanas con una solemne afmoni orquestal, las campanas magnificas de voce oró, que tiene un alma antigua y misteriosk cantan el poema de las vidas que empiezah, de las vidas que acaban, de la alegría y del dolor de los hombres En torno a los viejos campa narios, que parecen de plata bruida en el ple nilunio, la Noche dirige la danza de las Horas, virgenes inquietantes, en cuya danza intervie ne, como concertador irónico y dramático, el Destino que cambia el compás de las vidas vulgares de una manera trágica o grotesca.
La Dama de las Sombras coquetes con los siete Mancebos del Pecado, que, por sus ojos verdes andan estocadas, en las desiertas ca llejuelas. Pero ella me prebere mi, pobre poeta nocturno y lopático, y me da su boca amarga y sus senos magnificas de dogaresa at: tista, sejisual y dramatica. Ella me ama, por que sus palabras, preñadas del sentido de 1a Vida y de la Muerte, rimao muy bien con armonia secreta de mi corazón en las ent crucijadas del horror, de la duda, donde ace chan ſos buitres de la Estupidez y de la Igpos.
rancia, ella alumbra mi pobre caane triste sensual con la lámpara celeste de oleos aromiz ticos que lleva en su diestra marfilina. Porques la Musa de la noche enciende en puestros epis ralamios el lampadario inmortal de la Belleza la pobre carne se transfigura cuando ella traka en la mano el lirio del más alta, el lirio de Misterio y de la Poesía, como una celeste anunca ciación para el espiritu hundido en la carron igual que en un abismo.
EMILIO CARRERE.
Entonces Bebt, madrugador y sano como un ſayo. de sol, despierta al arrollo amoroso de una tóriola que en los aleros del tejado capta su amor al cielo que empieza a anaranjarse. de espaldas, iomóvil, muy abiertos los grandes ojos negros y húmedos, escucha atentamente. Enirenre, en el hueco de las cortinas de la ventana, la jaula azul y blanca de su jilguero pende como una esfera armilar invertida. El pajarito duerme con trabeza ocula en las alas. Bebé mira.
profundamente interesado por aquel espectáculo, que duerne mientras el vela. En ese momento u resplandor, en el que relucen al mismo Tiempo el ore, el rosa y la plata, incendia crito de la ventana. El jilguero despierta, desespereza alternativamente las alas, sostenido en un solo pie.
Bebé se siente acompañado en aquella alcoba darde hasta entonces velara solo, entre dos res.
pitaciones que le humedecian las mejillas. Su pecho, que aún no abulta en las ropas, Janza un suspiro de satisfacción: cl jilguero es su proDastor, un hermano mis viejo. blandamente, sin mover el cuerpo, vuelve txabeza hacia la derecha. Su mirada sonrie; su burca sobric. Dice para He ahí a momd! bubucea bajito, may bajito, en secreto: Mama No sabe aún otra palabra: por eso la repite sin descanso. Mas en su pequeño cerebro de nove meses fulgura de pronto la claridad de ww idea. Toda su fisonomia toma de repente Buaite grave y atento! He aqui Quién. Ahl Bebé no sabe decirlo Bebé sufre, sofre por aber. Vuelve todo el cuerpo con un gran esfuerzo para no estremecer el lecho; sería para él el despertar de un mundo! Mira henchido derara reflexión que arruga su frente y contrae sys labios. Siéntese lleno de una inmensa afección orgullosa por aquella fuerte criatura de grandes bigotes que todos los dias de besa yle soarison Jabla con entonaDo son entona apenas sonrie.
alguna palabra salir de sus la lamores de juExtiende mane para en mi.
tión inocente, faz de hombre go, atravesado.
suncian de recuerda, como si en su memo.
gito, en secreto: Joluntad. No se silaba muda que como un beso da victoria, cae en un piéntese consternado, a, sa boquita se afila Apados hay una titilación de todo Bebé se rehace, Acabar de recordar.
ja su iomovilidad, a su emdelante de aquel rostro de me a su lado, y al que tantas Ne. Se forma en su cerebro inbricloppo go pociones vagas, IVAN TURGUENIEFF Mi corazón och de La Aldea Ultimos dias del mes de junio. mil verse a en contorno, Rusia, el solar nativo, la patria.
El cielo está azul; en el cielo sobrenada o se konde una nubecilla. No hay viento; el aire tibio como leche. Todo está suaye, acariciador; nada duerme ni quiere sor. Chillan las alondras, las golondrinas pasan, y vuelven a pasar en silencio; arrullau as papmas con el cue llo ahuecado; los caballos ahitos relinchan de vez en cuando; los perros no ladran, permane cen tranquilos moviegdo lo poco la cola.
Huele a humo, Abierba, a fresa, un poco a brea, otro poco a cuers. Ya luz crecido el china mo y difunde también su plor pesado, pero agradables Un profundo barranco, do suave pendiente; a lo largo de sus bordes vanas hileras de sauces, de mucha copa y tronco resquebrajado; por el fondo de la quebrada corre un arroyuelo mormorador, planos guijarritos parecen tem blar a través del claro hervidero del agua; lejos muy lejos, donde se confunden el cielo y la tierra, la linea azulada de caudaloso no. un lado del barranco, granjas muy pulcras yacabañitas con las puertas cerradas, al Orro, cinco o seisisbas de madera de abeto, con techumbre de tablas; encima de cada caballete, una peruga ala con un pido para los es torninos, sobre todas las puertas de ingreso, un caballito de hierro, hecho de chapa, con larga cola y cervia eparcada. Los desiguales vidrios SOBRE EL TORRENTE.
Sobre el picacho erecto veinte buitres deben tener el nido vertical, porque en las tardes con sus gritos quiebran, como un remanso, el aire de cristal tal locura prendeles la sangre que cuando en púrpura se muere el gol, tienden los picos y las garras tensos, como si fuera entraña, al arrebol. tal placer da el rojo a la pupils que con la res saben al pedernal, porque más arda el sol en las entrañas, por ver la garra vuelta manantial.
Les renderé mi corazón desnudo, sobre el picacbo, como un recental. SOBRE EL PICACHO Sobre nos riscos el torrente quiebra la crencha viva en frenesi hervidor, y mnella el risco como cera nueva, y aviena troncos cual si fuesen flor.
Porque lo rompa entre su toeno vivo, mi corazón ecbe sobre el herspr. GABELA MISTRAL Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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