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San José, Costa Rica 23) FOLLETIN DEL DIARIO DE COSTA RICA AMOR DE PERDICION her. Por Camilo Castello Branco (Continka)
presuraron el paso, a la cola de los suuestos fugitivos. Baltasar les dijo que en os siguiesen; pero ellos, poco antes tao obardes, querían tomar el desquite, coriendo detrás del enemigo tanto como sto les habia hecho huir.
Simón Borello oyó unas pisadas ligeras, compelido por la alarma de Teresa, abrió puerta del jardin sin saber aan de quién ran los pasos. Juan de la Cruz con aire e broma y cuando ya se alcanzaba a ver los perseguidores, dijo al estudiante que, estaba ajustado ya el casamiento, no haía que perder más tiempo en requilorios.
Simón comprendió el aviso, apretó feapta la mano de Teresa y selló. Ato d lMgirne a motorotor los dos hombres, que se habían parado a cierta distancia; pero Juan de la Cruz, con tono imperioso de quien no admite contradicción. Vayase usted por donde ha venido, y no mire bacia atrás.
Simón se alejó hasta el sitio en que había quedado el caballo; montó en él y esperó a sus dos atrevidos compañeros, que le seguían a paso lento. Les había sorprendido la subira desaparición de los dos criados de Baltasar, y remían que hu.
bicsen ido a emboscarse en el camino, ya fuera de la población. El nerrador conocía el atajo que podía conducir a los dos asesinos al camino, y reveló sus temores a Simón, diciéndole que sallese a todo es.
cape, que él y su cuñado ya irían a parar a casa. El estudiante recibió con desagrado la advertencia, rogándoles que no le tuvieran en tan poca cuenta; y refrenó inreacionalmente su ceballo, para no obliJarles a apresurar el paso. Vayu unted como quiera, anjo el tío Juan, que lo que es nosotros vamos a echarnos fuera del camino.
Se dirigieron cuesta arriba por un olivar, y bajaron después, encubriéndose entre altas matas de retama, para seguir cosidos a une tapia paralela al camino. El atajo sigue por ahí, donde la sierra hace aquel recodo, dijo el herrador a su cuñado. Por ahí han de pasar, si es que ya no han pasado. El camino real va por la quiebra de aquel Otero. Desde allí es donde va a hacer fuego, encubiertos por el matorral. No te duermas! apresurando el paso llegaron a un vallado, donde oyeron las pisadas de los dos hombres a quienes seguian, que en aquel momento atravesaban por el paso de una zanja. Ya no llegamos a tiempo, dijo apuran.
do Juan de la Cruz. Le van a hacer fuego desde donde dije, y se oye el trote del potro que viene aun detrás. BC pusloron e la carrera, sin temor do Ber vibros, porque los otros habían do.
blado el otero a cuyo pie corría el camino. Le van a hacer fuego ahora, repitió el herrador. Podemos gritar al señorito que no pase adelante. Ya no es tiempo. Pero, muerto el o vivo, lo que es esos pícaros no escapan de caer en mis manos.
Habian ya atravesado el paso de la zanja, cuando oyeron dos detonaciones.
Vencieron el repecho jadeantes y con las escopetas preparadas.
Los criados de Baltasar, según la conjetura del herrador, retrocedian por el atajo, suponiendo que los compañeros de Simón habían pasado adelante explorando el camino, o, por el contrario, se habían retrasado. Ahi vienen! dijo el arriero. Pues aqui los esperamos, respondió el herrador, sentándose a cubierto de un matorral. Siéntate tú también, que ya no necesitamos correr más (Continward. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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