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Abonos para Café y Caña de Azúcar Muestras y cotizaciones a la orden del Comercio Imayorista Importador UN QUENTO DIARIO vio al otro extremo, tirado sobre su asiento con el hermoso cabello negro levantado en ricos por el vendabal y mirando por las abier 13 ventaniline el horror de los cielos. Un nuevo reimpugo, tan grande que me hizo exclamar ud Dios me valgal, dibujo y me mostró en los labios de mi marido una RONIKA diabolice. Sus ajos hablan mirado Ajamente Voy con Maria, Eeperanos Octavio. Jugaba en sus labios, también lo era. También la nube Degra que se raya de fuego y cuando Octavio el escritor neurotico de la feliz, muy felizl.
un trueno pavoroso estalló seco sobre nues.
palabra belena, era mi amigo de la infancia y Alanochecer, después que comimos en el tras mismas cabezas, el, ml Octavio, con una Marle, su muler, era mi amiante.
restaurant de la estación más alta de la cor. serenidad Inconcebible, con una satelación Octavio estaba medio loco. Por su modo dillera, pasemos un rato. El paisje solitario parecida a la del ercenografo que oye los extrato de sentir y por su modo extraho de inmenso nos parecía hecho para el éxtasis bravos para sus decoraciones, me obligo adorar la belleza pagana de su esposa.
de nuestra dicha.
abrir la ventana, each on brero fuera y dijo: Un escéptico que creía en todo.
Todo nos movia als ternura. como olla Esto sí que es grandel Esto es inmensol Cuando llegó el exprés, y vf a Marla en un maquina que nos había arratrado a tantos Podria furar que un rayo cayó sobre los rescivado, corrla saludarios; pero ella abrien. deleites pudiera entender nuestro Rratitud, la hilos del telegralo. Tembié el sonrib otra do la porteruela y separándose para mostrar mirábamos Juntos, con su negra mole fine YCE.
me el fondo, dijo desoladamente: mente fleteada de reflejos de luno, encendidas Qué termos esta tul me dijo y el Alli venta el.
ya en sus topen las Parolas blancas y rojas. Es trueno abogo sus palabras. Octaviot Tabamos delante de ella, escondidos del anden Cala la lluvia en rotas gruesas como una Muerto respondio tan bajo y tan sece por los chorros de vapor de sus grifos, cuyas granirada de bales. El huracán rugla con ince: niente, que apenas la ol.
nubes nos rodearon como en apofcosis de sante rabia. El tren, en dirección opuests al Luego, sin derramar una larios, sallo al amor, cuando la campana Anunció la marcha. viento, volaba a toda máquina por una curva, anden, me suplico silencio, Indick por seilas No sé por qué me pareció que Octavio, abre silbando y lanzando espumarajos de vapor; de un moto que nos siguiera con el equipaje, tado a ml, bubiera querido permanecer en modo tan Intenso resplandecien los relampe entre cuyos objetos reconocl el sombrero de los eles.
gos, que pude ver netamente sobre el negro mi amigo, y nos dirigimos al hotel, a la carre. Recuerdo que una de sus máximas era estat rodaje de la locomotora la biela y la manibela.
ra del omnibus.
no se debe morir aconada por la vida, sino limpias y brillantes, moviéndose con el vaiveri desprecindola, en plena felicidad.
furioso de los brazos de un lace.
Subimos al reservado. De nuevo el tren El mar El océanol grito de improviso.
En cuando estuvimos solos en un cabinete, parrer en la soledad de las monta queriendo sobreponer la satánica alegria de cuyo balcón daba a la playa, seputro Maria la cars entre los brazos, y lloró mucho. Yo, abruAas, huyendo por la cinta que cortabs sus la voz al trueno que inundo los es, acios, deras. Yo iba junto a la venianilla, abierta para en efecto, otro relámpago y hablamos des mado en la butaca, cerca de la suys, lanzaba respirar el fresco y Octavio ml indo, rodean cubierto el mar por entre un desfiladero de la vista Niotamente a la inmensa curva donde se unían el mar y el cielo, este en capolade dome el cuello con el brazo, murmurando a rocas. Dirlase que la maquina marchaba des mi oído, que rozaban sus labios, dulcisimas peñada bacia e con su temblorosa cadea du de gruesas y blancas nubes, aquel, tranquilo palabras. La pantallas de la lampara obscure. carruajes y sus ruidos de metal.
y de un fuerte azul plomizo, sin un vapor, sino el aterior del coche. Estaba la nostre es No sé qué temor me invadio, y me estreche una vela, ca u Vasta y comba superficie.
No osaba mirarla. Que cuentas iba a darme Octavio. Pero al cogerle la mano tropec plendida.
La luns, que parecia más alta sobre la enor con un papel que me hizo retroceder.
aquells histérica, de la muerte de su marido?
me profundidad del valle, vertia su luz tran. Eratu carta. Súbitamente comprendí que su Al lo pudo hablar y dijo estrechando mi guits sobre los pinares de la sierra, y arrojabs mano, guiada a mi corazón por mi carifio, la reano entre las suyas, blandas y calienres sobre los desmontes la sombra del tren que encontro mientras yo dormía. comprendr como las de un niño: corria despeñado cuesta abajo.
también con espanto la tempestad que en com.
Corib tu carta. Tu altima carta que yo Santo de Octaviorrindo con la petencia con la del cielo hubiera provocado co gwarbaba en el pecho. Me la cogió dormida.
mla en los bamboleos de la marcha. Sus me salmı. El terror me belaba.
y se mató. Nunca me habla amado tanto como como nos acariciaban mi cabello y mi garganta. Al fatidico serpear de una ocniella que in de este viaje. Mi amor y la tormenta bortible Perd a niencev Cunto nos duro cendo los aires, y que el tren comenzabs de cst noche, produjeron en su alma efectos Cantosos. Ioh. era preciso haberte visto quel marco de Ventura, pero creo que más salvar sobre el mar un Angulo de la costa por. dónde est? me atrevi a preguntar.
de una vez nos alumbraron las linternas de un puente colgante. Las olas se estrellaban pequebas estaciones cruzando escape, y Alle dijo la joven señalando el Océano la abajo contra las peñas, deshaciendose en Golu recuerdo que ya no veia la luna en las espuma; el huracán, metiéndose en las conca Durante algunos segundos, vi los dedos de sombras del cielo cuando el fin, reclinada en vidades de granito, arrancabs un bramido conla pobre mujor temblando sobre el pabuelo el hombro de Octavio, que besaba todavía el tinuo, monotono en sus cambios las nubes se que llevó a los ojos. Las comisuras de su boca cabello de mi frente, me ful quedando dormide abrian incesantemente despidiendo fuego 50saltaban en nerviosas convulsiones.
entre la presión suave de sus brazos, liene el bre el mar, y al trueno retumbaba cada vez Cuando logró serenarse, babl6 asi, con TOE alma de celeste par, sin temores, sin memo. mas potente, como creciendo en su grandes asada, de apacible y gran monotonia. Igaoro si inful decisivamente en el des ria, sia mes vida que la de aquel momento y el tren, entre la obscuridad y la luz, entre el la do aquel estrecha espacio del carruaje, viento y la lluvis, seguía y seguia, haciendo ano de Octavio, o si fub nada más fútil oca.
blando, solo, nuestro, como un nido de amor, retemblarla trabazón del puente con su carreslán del rapto que le arrancó la vida, carga care trepidando siempre y covuelto en el estruendo ra sin treno y sus resoplidos de monstruo, para ti, de todo cansado y basta de sf propio.
Td sabes cómo me queria. Con desesperaciode la carrera del tren, por la solitaria socho. envuelto en lumbre y vapor.
Des que me daban miedo, con.
iaitaciones. Un relâmpagol. Ah! De pronto ábrese la.
in sensatas. Cuando ayer tomamos el trep Uoa luz blanco. Intensisime ride, que ma portezuela, Octavio arrojase por lo alto de In barandilla del puente, y. isl, Dios mio, al staba alegre, expansivo, contento de vivir, hirib dormida, me hizo despertar en la obscu.
tercer relámpago, un momento antes de cho.
Como pocas veces. Nadie debis acompañarnos; ridad para escuchar un estrépito formidable.
car su cuerpo allá abajo con los escolios, y ser al y yo solos, en un reservado. Habló mucho Es decir, la obscuridad no era al mi alrede arrebatado por las olas, me pareció ver que todo el dís, y poder baberse escrito cuanto dor completa; el farolillo del coche, kuogue er insensato sonreis. Al mart ene dijo, sería sin duda lo mis hermoso de tapado por la pantalla atul, permitía ver las todo lo que jamás pasar por su imaginación. cosas esfumadas. Octavio no estaba junto a ml.
Yo cal rodando por la alfombra del reserEl era feliz, y yo, qué negártelo. contagia. La luz eléctrica de un relimpago volvio da de aquella eterna sonrisa de ventura que a luminarlo to Entonces Vi. Octa.
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dy sopp yet 1992 SSS VA LOS AGRICULTORES Nitrógeno. 29 Kilos Potasa. 24 Acido fosfórico E Según cálculos del Profesor Roberts, como resultado de numerosos análisis, las tierras humiferas contienen, en los primeros 20 centímetros de profundidad y por manzana, más de 000 kilos de nitrógeno. Esto equivale a 293 Sacos de 100 libras de Salitre, que valen al precio actual en San José 5346.
Esta enorme reserva de uno de los principales elementos constitutivos de las plantas, se encuentra contenida en el humus en forma insoluble y por tanto no utilizable para las plantas.
Para que el nitrógeno orgánico insoluble del bumus pueda ser absor.
bido por las plantas, es necesaria su transformación en nitrógeno mineral, soluble. Esta tranformación se realiza en la tierra por la acción de microorganismos que en ella existen y se multiplican prodigiosamente si las condiciones SON FAVORABLES. El fenómeno ha sido llamado nitrifica ción, porque los micro organismos transforman el nitrógeno del humus en ácido nítrico. Las condiciones necesarias a la nitrificación son: Aire, humedad, calor y presencia de la cal, para neutralizar el ácido a medida que se va formando. Sin cal no hay nitrificación.
Aplicar cal a la tierra equivale, pues, a FERTILIZARLA CON NITROGENO con muy poco costo. La cal además, modifica del modo más favorable la CONDICION fisica del suelo.
Según Killmann, 100 kilos de café beneficiado contienen: Esto resulta de numerosos análisis y representa la exportación de principios minerales hechos por cada 20 fanegas de café (más o menos. Se comprenderá ahora que para aumentar las cosechas de café y aumentar la riqueza pública y el bienestar (general, lo más fácil, práctico y barato, es el uso simultáneo de la Cal y la Potasa de Alsacia.
Las tierras cultivadas de café, tienen, por lo general, deficiencia de cal.
Daré pruebas a quien las solicite.
No hay que olvidar tampoco que las tierras ricas son las que mejor pagan el abono, así como las vacas gordas y sanas son las que mejor pagan el pasto.
Informes, detalles, precios y órdenes, da y recibe Enrique Jiménez Nuñez Ingeniero Agrícola Agente exclusivo para la venta en Costa Rica de las POTASAS DE ALSACIA Apartado Nº. 217 carr.
ier order derderderderderderderderderderderderhedsdans des K H EPP AN for Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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