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DIARIV UE LUSIA RIA greso aprobara la concesión, se distribuyeron 212. 000 dinero efectivo, 970. 000 en acciones, e dio el uno por cicito de la producción total al Secretario de Guerra que liabla de consumar la traición, se prometieron. 220. 000 en dinero efectivo cuando se obtuviera una pro ducción de aceite de mil barriles diarios. Pero no es esto todo. El conocido representante de la compafila del pe tróleo se considero muy feliz por haber conseguido las opiniones profesionales de los más conspicuos abogados del pals en favor de la declaración de inconstitucional de la cláusula del decreto del Presidente Jiménez que más se rios obstáculos le ofrecia La concesión del petróleo eu Costa Rica no fue nego ciable en los Estados Unidos sino después de la caida del Gobierno Constitucional. Dos dias después del 27 de ene ro la compró el capitalista Harry Sinclair. Hasta entonces todas las firmas petroleras americanas que habian czaminado la concesión hablan puesto en doda su valider legal. Sinclair mismo dudó de la validez de la concesión en la primera entrevista con el apoderado del contratista el 23 de diciembre de 1916. La concesión fué valorada en 10. 000. 000 de dólares. Se constituyó una compañia con un millón de acciones al precio nominal de diez dólares ada una. Estas acciones se han vendido después basta do ce dólares. La negociación se bizo en estos términos. 212. 000 en dinero efectivo y 000. 000 en acciones Los compradores de la concesión se reservaron el resto de las acciones que representau un valor de 000. 000. La base de esta negociación, era por supuesto la legali zación de la concesión por el Gobierno de la dictadura, que entonces esperaba ser reconocido y por cuyo reconocimiento trabajaban los intereses extranjeros. Pero el Presidente Wilson, como se sabe, no lo reconoció, y los go biernos principales del mundo lo repudiaron en París.
rebasando admitirlo a la Conferencia de la Paz. La le galización de esa concesión no pudo realizarse porque el Gobierno interesado no fue reconocido ni por Costa Rica, pipor los Grandes Gobiernos del mundo. Por la misma razón son nulos todos los monopolios, contratos y concesiones otorgados por la dictadura de Tipoco.
Esto concuerda con mi concepción de las cosas desde principio. El Gobierno Constitucional fue suprimido por la violcncia el 27 de enero. La situación de hecho y de fuerza que en su lugar surgió no tuvo existencia legal o juridica en absoluto. Para todo fin legal o jurídico hay un vacio completo e irremediable entre la fecha del 37 de enero y la fecha del restablecimiento del Gobierno Constitucional el de setiembre, en que tomó posesión de la Presidencia de la República el tercer designado nombrado por el Congreso que organizó conforme a la cous titución el Gobierno inaugurado el de mayo de 1914.
Esta teoria fue mi norma durante mi permanencia en el extranjero y por ella me guió constantemente en mis trabajos por el restablecimiento del orden legal. Esta fae ambién la teoria de la revolución armada y es la que aceptó el Gobierno de los Estados Unidos y la que ha sancionado el pueblo de Costa Rica. La sola ficción en es u teoria es el factor tiempo. Para todo lo demás es perfectamente real y práctica, lógica, razonable e irresisti.
ble en su significación y su fuerza moral. Además era la Anica posible. Si en el Gobierno de la usurpación y la dicta.
dura no podia reconocerse legitimidad de ninguna clase, todo lo que fuera de procedencia suya era tan espuriofy repudiable como ella misma. Esto creaba el problema del procedimiento para la organización de una situación legitima. este problema lo resolvia de antemano la teoria de la supervivencia del orden constitucional interrumpido por la usurpación del 27 de enero.
La revolución, el pais y el Presidente Wilson habrian sido inconsecuentes con su propia actitud y su propia concepción de las cosas si hubieran reconocido la legiwimidad o la autoridad de una situación eranada del Cobierno niserpador. El orden de cosas establecido el 27 de enero era bastardo en si misino, intrinseca e incurablemente, ya lo presidicra el usurpador original o un sus tituto indicado por el o nombrado por los organismos que el babin creado. Lo más natural fue, por esta razón, la repulsa del Sr.
Quirós por la revolución y el Gobierno de Washington.
Reconocerlo hubiera sido reconocer la legitimidad del Gobierno del 27 de enero, del cual procedia, y abdicar de consiguiente de la actitud entonces asumida frente a la dictadura por el Presidente Wilson y el pueblo de Costa Rica La traición me calumnid cuando dertibá el Gobierno legal que yo presidia, atribuyéndome designios de ambición personal, y pretendib justificar con esta falsedad su crimen. la luz de las leyes que en Costa Rica rigen sobre la sucesión presidencial, la reclección es imposible.
Yo no pensé jamas en ella y la traición no pudo nunca akcie una sola prueba en contrario. Tampoco pensé jamás un concurrir como candidato a las clecciones generales de 1918 y tampoco en este punto pudo jamás la traición probar nada contra mi decidido propósito de entregar el poder a mi sucesor legal, cualquiera que fuera el elegido de los pueblos. Yo aspiraba a la gloria de presidir unas elecciones completamente regulares y libres, como coronación de un Gobierno enteramente consagrado al bien de la Republica. La traicida lo sabia y se adelantó a los acontecimientos para poder justificar su crimen con la calumnia.
Siempre extraño a la ambición personal, renuncie por adelantado la posición que es la restauración del Gobierno Constitucional me correspondia de derecho. Igual renuecia bizo mi señor padre como segundo designado. En la teoria de la imanencia del orden constitucional, yo era el Presidente de la República, despojado por la traición, Pude aspirar a volver al Gobierno, a que el orden constitucional se restableciera conmigo, que era su mis genuina representación en el destierro. Pero renuncié a esto. Yo debia mantenerme insospechable de todo interés personal en la lucha contra la usurpación. Yo debia evitar que se dijera que era una lucha por el poder. Mi solo interés era la patris, su suerte, su tranquilidad, su hoora, inseparables del Gobierno Constitucional. Por ello desde el principio mi formula fue el restablecimiento de la constitución de 1871 con el tercer designado, señor Aguilar Barquero. la cabeza del Gobierno. Por esta formula trabajé sin cesar en el extranjero. esta fue la fórmula que prevalecib, en Washington lo mismo que en Costa Rica.
Es ignorante o calumnioso decir que en el restableci.
miento de esta fórmula como solución del conflicto nacio nal provocado por la usurpación, habo imposición exterior.
La adhesión de Washington a esta fórmula en nada diferia de la adhesión a ella de Costa Rica. La politica de W25hington era simplemente de abstenciou. No reconoceria sino al Gobierno Constitucional. No intervino en ninguna forma ni para causar la caida de la dictadura, ni para promover la vuelta al orden legal. La política de Was bington estuvo siempre de acuerdo con las aspiraciones del país. si esta politica de mera abstención, de no reconocimiento, hizo imposible la permanencia de la usurpa.
ción y posible el retorno al orden constitucional, nadie podrà negar que el Presidente Wilson ha prestado a Costa Rica especialmente y la América en general un invaluable servicio. Washington no tenia ni podia tener interés alguno en imponer a Costa Rica un Gobierno dado. Si bubiera tenido interés en esto habria reconocido a Tinoco, que le ofrecia todo a cambio del reconocimiento. El solo pro pósito de Washington fue siempre la reaparición del Gobierno Constitucional El Sr. Aguilar Barquero, Designado en ejercicio de la Presidencia de la República, ba correspondido plena mente a la confianza que en el tuvimos siempre todos, a puestra expectación y a las aspiraciones del pais. La nación le debe gratitud.
También la debe a los hombres de la revolución, los que tomaron las armas y expusieron sus vidas para redimir a la nación del despotismo de los usurpadores. Debo en primer término una mención especial de honor y reconocimiento a Manuel Castro Quesada, en quien el país puede ver, por su conducta en los acontecimientos del 27 de enero, el prorotipo de la lealtad, Como Ministro de la República en Washington, él mantuvo a aquel Gobierno al corriente de la verdad de los sucesos y preparó mis entrevistas con el Secretario de Estado, Mr. Lansing, y con el Presidente Wilson en febrero de 1917, entrevistas que fueron decisivas para la salud de la República. Luego, su iniciativa, su actividad, sus infatigables esfuerzos hicie ron posible la revolución armada. Nadie está antes que el entre los beneméritos de la causa del orden constitucioDal en Costa Rica Digno también de mención especial es Julio Acosta, Presidente Provisional de la República en campaña, lauda.
ble tambida por su lealtad y por su actitud frente al Go bierno usurpador. El era miembro del Gobierno Constitucional como Sceretario de Relaciones Exteriores. cuando fue derribado, y cumplió con su deber, como supieron también cumplir con su deber en aquella luctuosa ocasión todos los demás miembros de mi gabinete: Mariano Gaardia, Juan Rafael Arias, Enrique Pinto y Luis Felipe Gun zález. Nada me es tan grato como expresarles qui si admiración y reconocimiento.
En la lucha sucumbió el distinguido compatiero, Al fredo Volio Jiménez, cuyo recuerdo vive en el afecto de todos nosotros. Su pérdida fue una desgracia para la revolución y para la República. Estoy seguro de que la nación guardará su memoria.
Las maestras de instrucción pública en la capital que con su inteligente y heroica conducta ep jenio precipita.
ron la caida del despotismo, son también acrcedoras al recuerdo y a la gratitud de la patria. Yo me coraplazco en hacerles justicia, exaltando sus merecimientos.
Afortunadamente o concluye aqul la lista de nombres beneméritos. Para nuestra satisfacción y nuestra honra es mucho más larga. No es posible citar a los servidores y héroes, mártires de esta causa, sin mencionar con todo hopor y toda admiración a Marcelino Garcia Flamenco, CA cuyo suplicio en la Cruz culminó la maldad y la deprevacjón moral de los usurpadores. El ejemplo de este már tir es demasiado ilustre para ser olvidado y no hay duda de que la nación sabra perpetuar su memoria en un monu.
mento digna de sus extraordinarias virtudes y de su sa crificio por nuestra patria. cómo podria dejar en silencio los nombres de los Otros héroes que pagaron con su vida su amor a la lbertad en las sangrientas jornadas de El Jobo, Santa Ro.
sa, La Cruz y Conventillos. Cómo olvidar el nombre de Selim Arias, todo rectitud, todo corazón, todo valor ¿Cómo el de Francisco Jiménez, el de Rafael Vargas, el de Juan López, el de Agustín Narváez?
Impereceders monumento de gratitud debemos a bién los costarricenses a nuestros hermanos de Nicaragua que con tanto desinterés como temeridad corrieron a en grosar las filas redentoras. El suelo patrio se tiño con la sangre generosa que aquellos valientes supieron verter raudales y en el martirologio costarricense figura desde entonces en primera linca, para no citar las de cico orros, la legendaria figura de Humberto Garcia Osorno, caldo con bizarria punca superada, en El Jobo. Nicolas Oreamuno, a Antonio Giustiniani, a Antonjo Alvarez Harrado, a Jorge Volio, a Rafael Oreamuno, Secretario de la Legación en Washington, a Francisco Montero, Consul de la República en Nueva York, Edmundo Montealegre, a Eduardo Bonilla, a Field, debo yo personalmente a algunos de ellos y debe la patria a todos profunda gratitud. Todos prestaron excelentes servicios y todos ofrecieron sus esfuerzos y sus intereses con insospechable generosidad a la causa de la República. Debemos también reconocimiento a los miembros incorrup.
tibles del Congreso.
Por último, los primeros en levantarse y en caer, Ro gelio Fernández Güell y compañeros, grupo de héroes villanamente asesinados por la perversidad del despotismo.
La poble sangre de estos héroes manchard cremamente como un inri la frente de los traidores e ilustrar por todos los tiempos la historia de la República.
Con el ejército todo de la revolución y con sus muertos tenemos una deuda que no sólo obliga nuestra gratitud sino que nos impone el deber de ser en lo futura dignos de sos esfuerzos y sacrificios por la libertad.
Faltaria a la justicia si no citara, además, al apóstol de ella en América Latina, a Jacinto López, quien desde un principio puso al servicio de la democracia costarricense y contra los usurpadores su brillante y honrada pluma. Costa Rica ha contraido una gran deuda de gratitud con este in signe escritor y notable historiador venezolano.
El señor Designado en ejercicio de la Presidencia de la República ha convocado a elecciones conforme a la Constitución restablecida. En mi concepto, el nuevo Gobierno Constitucional debe ser on Gobierno francamente revolucionario en la fisonomia política de los hombres que llame a colaborar en sus tareas, sin que esto no obste que sea al propio tiempo on Gobierno nacional en el sentido, de gobernar para la nación, haciendo a todos justicia y brindando a todos la protección del Gobierno en sus inte reses, sus garantias, sus derechos y sus vidas.
Nada estan importante como el cuidado y el acierto del poeblo en las próximas elecciones de diputados. La triste y desastrosa experiencia del pasado Congreso, quiero decir de la facción del Congreso que conspiro. con una compania extranjera y con un grupo de aventureros politicos para derribar al Gobierno Constitucional, no debe repetirse. El pueblo debe a todo trance elegir un Congreso de bombres honrados. De lo contrario la República volver a estar expuesta a los gravísimos peligros en que cayó eri 1917.
Una era de de tranquilidad y prosperidad se abrirá para la República bajo el nuevo Gobierno Constitucional La hacienda pública merecerá sin duda la atención mis preferente del nuevo Gobierno, y su reorganización será su primer empeho. El crédito será restablecido, lo mismo que nuestras relaciones de amistad con todos los gobiernos del mundo. Costa Rica volerà a ocupar su antiguo y bonorable puesto entre las naciones y nuestra vida pac ifica y republicana volverá a ser admiración y ejemplo del mundo. esta tarea de reconstrucción debemos consagrarnos bajo el nuevo Gobierno Constitucional, al que todos debe.
mos apoyar y rodear como expresión de la voluntad del pueblo y en interés de la paz y la felicidad de la nación.
Alfredo González Limón, 28 de noviembre de 1919.
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