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DIARIO DE COSTA RICA El baño de los caballos Dlex caballos, tres de armaduras y de frenos, en tropel, Vegan a rados y se agolpan en la orilla, sacudiendose a manera de diez krboles medos por la colera de un abrego Franse nos contra otros, con Ix unanime carica que se hiciesen die hermanos: y temblor, un temblor inco.
pasa por sus diez pelajes como el roce de tus mano.
Pasan. Pasan.
Los caballos refoclanse en un colano de entusiasmo, y relinchan, dan saltos.
Arentaranse en los vórtices profundos semmergen: en el nado, no se ve sobre las aguas, mais que dior cabezas Armes, Mas, reci, upendidas con un sesto de mandato Rememoran las fatigas los sudores, los trabajos por los duros pedregalos y por los desiertos áridos: rememoran los ardores de los dias fragorosos LA sed que como un ACTA los renda de cansando rememoran la angustias de las cuestas: y, olfateando el frescor, que en el ambiente pone el o el destlecarse contra todos los pelascos.
tienten un escalofrio voluptuoso y, encrespados, da al aire diet relinchos.
que se envuelven, se confunden y se pierden resonando En los ojos de las diez cabezas, brilla un relámpago!
en los belfos, una espuma borotada pone en cuajo: por las crines sacudidas, pasa apenas un sollozo de violines destemplados: y las veinte orejas, vibran avispadas por el pánico. Hay peligro?
Un caiman viene avanzando Los sudaces en el limite del agua njan subitos los cascos.
que, al clavarse, suenan Trescos sobre el rango En la roda de la vasta superficie a tenue linea bullo, luego un circulo agitado y, en el centro de eso circulo, se asoma In cnbeza del antibio, como si algo la sacara desde el fondo de un arcano.
Los que atras se agrupan, platan y retiemblan con la próxima alegria de wf hartazgo: y salinan charcando sus pescuiezos largos.
El señor del rio, el fiero rey de todas esas aguas, el gran idolo sagrado!
de las viejas teogonias, dignase entreabrir sus fauces con un gesto de cansancio.
Al fin, todos obedientos un recondito proseglo precipitasse en el ro chapoteando Desparece entre las aguas un caballo; y los otros nadan. huyen. y por fin salen tierny Los orales saltan rotos en pedazos En el río, mientras tanto, una mancha roja brinos, guo las aguas van borrando Lis spas 30 ensortijan como bucles despeinados, que se anen a los muslos, se amotinan en el pecho!
y se ocurren por los flancos.
Los caballos se revuelven en In arena de la playa; y uno que otro mal secado 16 rostitega. Inrgamente contra el tronco de algún arbol.
Sobre el lomo do uno de ellos, un finete salta. El latigo hace cruces: y las bestias al chastudo, vuelven grupas y se alojan relinchando. el canal do azules au en el lecho del barranco so conturba pero sigue rebalando sempre mano, SUAVE nipido Después, nada.
Paz. Silencio. el plaajo solitario visto como través de un velo blanco.
El crepusculo agoniza frio y pálido.
Por ello pasan troncos mutilados, que levantan sus raíces cual los brazos retorcidos de los nkufragos: Tal te pierde en los confines el tumulto desbocado.
Pasan trozos palpitantes de peñascos, caberas cercenadas que hacia el fondo de un abismo a Una nube se levanta sobre el llano; y se siente como llega, desde lejos, un galope resonante de caballos.
rodando: Pasa flores sigantescas.
como insignias que una mano prendió sobre la gran tonica del rio.
toda llena de cordones y bordados.
José Santos Chocano Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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