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SUELTOS DE CRONICA En csta semana se ha: desatado la enfermedad llamada colerín, con carácter serio. Ayer fallecieron víctima de esa dolencia Enrique Ca! derón, de 21 años, hijo de don Manuel Calderón y de Jerónima Durán y un niño de José Garita y Dolores Palma. A da AND El Agente de Profiláxis no tiene oficina.
Lo pidieron el local y a ese Joeal se trasladaron los juzsados, sin que se le haya provisto después de edificio, y una de dos: o despacha en su domicilio o despacha en la cade. Fs necesario poner término a esa situación, Hubo un enetentro entre Edmundo Jimónez, Cuatro ve a las manos, ta que Eduardo resulló con lesiones en la cara. y fue preciso trasladar:o al ITospital en Ja ambulancia. Sn estado es de algún cuidado.
Eduirdo y vs 50 fueron Los obreros conti nin dermlios no llegaron a ún aenerdo en la discusión que sostuvieron sobre si so alherían a no al movi miento unionista controar ÍÁno. La mayoría de ellos sostiene la tesis de que debe buscarse Ja unión con dos otros obreros do)
resto del jstnio, pero con nes de mejoramiento ecnómico solamente, haciendo apar te todo asunto de carácter político.
Le OIT LoS So Puan Venecia en el siglo XIX. ER. 5454 Al iniciarse la XIX centuria, hubiera parecido que el prestigio secular de la ciudad de los Dogos estaba definitivamente perdido. abía sido cruelmente humillada, despose de una parte de sus tesoros.
Hallábase confundida en el cuasi incalculable número de las ciudades que Nápoles había sometido y alineado bajo su ley.
Mas el destino reservábala una compensación cuasi divina. Venecia iba e pasar por una cuarta y última metamorfosis, a convertirse en el Templo del Recuerdo, en la morada misteriosa de los dulces sueños y de los fieles amores. Ilevándose po: co a poco por encima de las contingencias de la vida real, prosiguiendo en silencio somnoliento su ensueño de belleza y de gra cia, iba a ser el lugar de elección para las almas ansiadas de ideal, el refugio para las altivas almas ultrajadas por el Destino, cansadas por las trivialidados del mundo u ofendidas por sus torpezas, el cuadro escogido por los amarnteg para embcllecer y magnificar sus ternuras, el modelo para!
los artistas ávidos de luz, cautivados por las fantasmagoria de los colores, Fenix renacido de sus cenizas, ella iba a conocer la pura oria de la apoteosjs y, más que nunca, las liras iban a ponerse acordes para exaltar su innegable esplendor en un ditirambo perfecto, La verdadera historia de Venecia en el silo XIX, es la de los poctas, de los seritoros, de los pensadores, de los pintores, de los escultores, de los músicos que ensoñaron a la sombra de sus palacios, bajo las bóvedas de sus iglesias, que bogaron sobre las aguas camblantes de sus canales y de sus lagunas.
El primero, y quizá cl más entusiasta de todos, es Lord Byron: Amé a Venecia desde mi infancia cscribe. Era la ciudad de mi corazón, la urbe encantada que se eleva del seno marino como un templo, la niorada de la alegría y de la riqueza, El arte mágico de Otway, de Radcliffe, de Schiller, de Shakespeare, había gravado en mi esplritu su imágen. Y, aun cuando yo la había encontrado en duelo, no por eso me es menos querida: más querida en los dias de su aflicción que cuando ofreciase a las miradas dal Orbe como un espectáculo y una maravilla. Oh, Venecia, Cibeles de los mares, te dibujas sobre el horizonte aéreo con tu tiava de torres, como la soberana de las agues y sus divinidadost. En los salones de la condesa de Albrizzi, y de la condesa Benzoni, raros lugares donde reuniase la aristocracia venceiana, Byron encontró a Canova, Mazzola, Lady Tollendal, Polignac, la marquesa de Groslicr, al políglota sueco Akerblad y al arqueólozo Hamilton, Lnezo vinieron a la ciudad de los Dogos Mmc. Stael, que la consagró algunas pánas de Corinne; Mimo. Recamier, la piradora de la Déatrix de Canova; Chateaubriand, que deseó encerrarse en esta ciudad cn armonía de sus sentimiel esta ciudad de los poctas. Lamartine que eclebró a esta ciudad nacida de la espuuna marina, y fantástica como la ola; Léopold Robert, tan enamorado de la Reina del Aado le Sand. Quién de entre el cantor de Rolla o del autor de Lélie, ha pintado mejor a Venecia? El primero lo ha hecho con un ticrno lirismo, el segundo con una deliciosa verdad. Qué de más encantador que las cuatro estrofas consagradas a Venecia la roja. qué de más encantador que la exquita novelale Tils du Titien. Qué de más vivido, de mayor colorido que las DLetres dun Voyagcur? Venecia escribe Gcorgos Sand ésta era la ciudad de mis ensueños, y cuanto de clla hablame figurado hallólo inferior a 10 que apareció, ya en la mañana, ya en la noche, así en fa serenidad de los días hermosos como en cl some brío reflejo de las tempestades. Ámé a ca ta ciudad por sí misma y esla única en cl mundo de que pueda hablar así, pues una ciudad, siempre me hizo el cíceto de una la puesta del sol, la silueta de Venecia, lanzada entre el fuego y el mar ardiente como un mar de fuego, semela una de esas sublimes uberracionos Arquiteciónicas que el cantor del Apocalipsis debió ver Sotar sobre las glemas de Patmos. Nunca elogiaremos lo bastante las noche de Venecia. La laguna es en ocasiones lan tranquila, que las estrellas no tiemblan en ella; tan azul, tan tersa, que el agua y el clelo ho forman sino un volo de azul en que el ensueño se pierde y se dormece. ahí tenéis ahora a Stendhal, do con el movimiento de los cafóz en la playa de San Marcos; y a, R, Toptfer; y a Tréopile Guatier que saluda en Venecia la morada de su quimera y la compara a una imadrépora en que la góndola 03 el molusco. yv. a los pintores Turner, ton, Gudin. Venecia regocljaBoninkx»
es la perla de lfalia. Nada he visto igual. Se la admira no solamente con el espíritu, sino con el corazón, con los sentidos. cr toda la peninsula nada puede serle comparado a Ruskin, errante bajo las bóvedas del Palacio Ducal, escuchando el sordo cuchicheo de logs recuerdos confusos. y ailándose sobre las serenas riberas del eanal de la Giudecca para anotar los secrolos revelados por las piedras glorí de los monumentos consagrados por la historia; y al Marmier, Jules Lreomte, Alphonse XKarr, Charles Yriarte, Arséne Housaye, Mme. de GaspoTin, Ch. Blanc, y, en nuestros días a Anunzio, Henri do Régnicr, Maurice Barrés, Molmenti, Mault, Whistler, Defeu, y tántos otros, si más oscuros, no menos sensibles, menos ardientes en adinirar, en alabar en expresar con la pluma y econ el cincel sus sensaciones que, todas acendran un atractivo nuevo; sus impresionos, en que ninguna ha el fastidiado molesto de una repetición. Si ¡Venecia es todavía y más que nunca la sontisa del Mundo! No han mentido los poetas en su eterno ditirambo. No han mentido los macst: del ritmo cuya alma se ha oxhalado en fonía y en cantos, No han mentido los pintor Nspirados por la ciudad reina. La seduce pirado el arte de todas las liras ellos Robert ucción de DN, Rodríguez Trian: Europa acia acia Los sucesos políticos que se han venido verificando del otro lado del Océano, son de inquictantes espectativas y de amarga indecisión. Cuando se borra una nube aparece otra aún más negra sobre el horlzonte europeo cargado de efluvios eléctricos, muncios de tempestad. Nada hay, hoy, más indeciso que la situación por sobre todo el haz de ese Continente europeo, ca donde aún fe reflejan los siniestros fulgurantes resplandorea de la hoguera, que estuvieron a punto de consumir al mundo entro sus llamas de desolación y de miscria, de lucha y destrucción. Los cascos de loa caballos cabalgudos por los cuatro ji netes, resuenan lúgubremente por los 230lados campos de eso continente en ruly la tierra quejumbrosa se silente todavía estremecida por el bronco rugido del cañón cuyos ecos parecen escucharse cn 3a lejanía de lo indefinido.
Las potencias aliadas eslán resentidas con el poso de Ja victoria y no habiendo sabido haoer la paz, pretenden imponerla por meúto de ligas, de conferencias y de consojos, los cuales han ido al fracaso y cuyas descripciones son contestadas a tiroa.
Las nas.
potencias advocan el desarme y ninguna se desarma, antes bien, proveen al aumento de los armamentos y sostén de las esenadras marítimas, Los impusstos y tributarias agoblan a los pueblos, que sulren y se debaten en la miseria y enla ustia. Inglatorra Juecha por aplastar a Irlanda, e Irlanda lucha por su independencia y por la autonomía de sus destinos resuclta no cejar, Rusia ya sumida en la anar quía continúa su marcha. hacia la conquísta definitiva de sus Hbertades ensayando sistemas y batida por la racha de revoluciones que los gritos de los mujiks las (2 a Co yóntud, Ct. la Rica.
en lágrimas y en lodo pero que acabarán por llevarlos a una fija orientación. puSOgUraLa revolución es el crisol donde rifica ta libertad. Rusla llegará mente a su conquista.
Alemania, hosca, silenciosa, vencida, mutilada y herida por el dolor de la de rrota, inclina gu cerviz, pero enseña 64 Juventud el odio y predica la rovanche asi en los bancos de sus escuelas como en las columnas de sus periódicos, El terrítorlo prusiano ha sido dividido, ocupado y repartido, pero para Germania siempre será el mismo, sus cartas geográficas no han sido ni serán modificadas, sus lmites y sus fronteras son para esa nación los mismos, Que Ja obstinación tudeaca no reconoce límites, El problema de la Alta Silesta continúa indeciso. Los rebeldes polacos están resueltos a poseer esa comarca talándola a sangre y fuego y conquistándola por la metralla, y las furrzas aliadas han sido impotentes para arrojarlos de sus posieionos y hacer cumplir las decisiones del Surremo Consejo. Todo parece presaglar que éste asunto asume graves proporciones que amenazan destenir la calculada confraternidad interaliada y que envolverá a los Ra europcos en una nueva complica ción, la cual amenaza desatar sobre la atmósfera política una tormenta cuyos alcances pueden ser de funestas cuencias.
Lloyd George exige a Mr. Briand la inmediata convocatoria del Supremo Consolo para decidir sobre la suerte de Silesia, y Francia ve pero las órdenes del coloso británico son perentorias; este imperio, hoy cl vencedor y el dominador!
Qué surgirá de este desconcierto?
conseED. GONZALEZ DE MONTALBAN Ziem; y a Taine que exclama.