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PAGINA DIARIO DE COSTA RICA. MILECOLES 12 LE OCEUERE DE 191 La Sonrisa de Alfonso XHI la for de su sourisa es la Imis preciada de España. 03 anarquis tas que le hay enviado puñaladas balazos, les devolvió amables fiores, en sonrisas de piedad regia. Con un apreión de mano, amistoso y ferviente, desarma al más sañudo de sus adversarios políticose Es un gran Rey. Por exo os digo que la sonrisa de Alfonso el Magnánimo es una for que sabe arrojar triuufalmente.
Fl acerado puñál que la mano In placable de un asesino blandió sobre de su pecho, noble como una flor lis, no llegó a la entraña cuya gre mancharía toda España, por: la sonrisa del Rey Flor la detuvo.
Os digo que la sonrisa de (7 rey, que devuelve un beso por una for y une for por una puñalada, serla Capaz de esmbiar la faz de la políiea europea, tan mal llevada ahora. Con mbiado la de s le adrersan, no temen los fusiles de sus guardias Eempeneckhados, sino a sus sonrisas. les persigue hasta los AMLTrOS donde acuerdan su muerte; los persigue y les hipnotiza y les acorharda. Ah la sonrisa triunfadora! Os digo que es dulcemente terrible, amablemente implacable.
En los dominios de su regia risa nunca se oculta el sol, Europa le place la sonrisa de Su Majestad, muy franca y tuuy dulce.
Sobre todo a Francia y más zún Paris. Cuando Alfonso va a la loca ciudad napoleónica, todo se estrémece y todo canta. El arco de triunfo como que se expande para que pare el triunfador, para que pase la sonrisí del buen rey hispano. que son.
Antonio Ócioa Alcántara. UA Le: Cuentan las más antiguas crónica.
manchegos, desconocidas algunas e ellas para (el punival Cide Han: Benengelí, que cuezdo Don Quijore Hiegó a s5u aldea, enfermo de mueér; Le, se metió en el lecho y durmió as horas, coma lo relara el arábi historiador de sus incomparables bazañas. la mañana siguiente, rezan aquellas viejas crónicas, el Caballero mandó Namar al Cura, al barbero y 31 bachiller Carrasco, según él dijo, para ponerles en conocimiento del más extraordinario y nunea visto ni imaginado sueño que habia tenido en su existenica, ante el euzl las vi, nes mismas de la cueva de Montesl.
bos resultaban cosas de. tam poca2 monta y escaso interés como los cuentos de camino.
Los tres amigos, al olr semejantes declaraciones, desesperaron otra vez de la cura del hidalso, creréndole más loco y empeñado en sus funesias caballerías que lo habia estado nunca. Dijéronle a don Quijoté,. sín embargo, que relatase el sueño; y el Ca.
ballera con voz desfallecida. comenzó por bacter la confesión del error y vehemencia en que hasta ahora viviera; renegó de la profesión de lascarTas y mandó que se llevasen del aposento la espada, la adarga, el yemo y el escudo, testimonios de la pasada locura. Abrazó lego a. amigos y en cuenta al esendero; y habió con tanto tino y se condujo de manera tan mesuráda, qué los que lo vefan y escuchaban no sabián si tenerle por el más cuerdo de todos los tiempos o confirmarle por el loco más gracioso que holló caminos y se alojó en ventas, Pero Don Quijote, six hacer caso a nada, habló:a 5us amigos como qn padre a sus hijos.
Grandes ejércitos babía visto en sueños el hidalgo; grandes y nutridos ejércitos avanzaban por Jas lanura. termas; y estos ejércitos eran mayores y más formidables que aquellos que los malignos encantadores le ptrocaron un día en una manada dé earneros.
Avidos principes y soberblos cayiflanes llevaban los ejóreitos a la matanza: era un desfile fantasmagórico de hombres que marehaban en bilera interminable: jinetes de ojos de fuego, barbas de oro y finas lanzas en la diestra, taballeros sobre: corceles empenachados; morenos soldados de las Galias y el Mediterráneo, que Jevaben en las pupilas el poderío del águila: peludos hombres de la estepa, gigantes taciturnos pesados y torvos como osos; asiáticos de tez ama.
rilla, sonrisa cruel y Ccnigmática; etíopes tallados en el ébano Jumiro.
so de. sus selvas. Don Quijote no pudo distinguir todas las razas y todos los tipos entre 2quel caos de pur blos; sólo vía que las razas humanas marcbaban confundídas; que todos to los brazos al23b3n un instrumento Este dotumento es propiedad de la Biblioleca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliatecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
de: tador o ibán arrastrando penodamente unás máquinas diabálicas y s, que debían de costar ífico de Oriente. onario miró y contempló una tan sorprendente: detrás de los hacia el desierto; bajo Jos cascos de los caballos se agosta.
ba la yerba y el aliento de aquellos e acero envenensba el ajrc. Los ejércitos pasaban y la tierra era un rmo: desaparecían los ¿árboles, las fuentes, los ganados y las casas; y sólo quedaba una pampa granítica, maciza y desolada, a la elaridad de un inccndio que extendíase de horizonte a horizonte. Una bata.
Da jamás vista debia librarse en aquélla pampa, y la duración de la lucha no se contaba por semanós: ni por méses: se contaba por añ.
Don Quijote, conturbado, asistió a la batalla que tenía por escenario el munda y por espectadores todas las porvencias infernales. Miró a un punto y a Otro; y tio enormes bosquejos de ciudades a medio caer; campos en que la hoz de la segadora había sezado cabezas como espigas de Mojo trigo; ríos que por mucho tiempo Srrastraron sus aguas enrojecidas con sangre. Don Quijote no pudo ver.
el vértigo, y cuando despertó, pasaban ante él los trofeos y Jos prisioneros de guerra, la turba oscura de los condenados, Entre.
esa turba, descalzo, harapíento, con las manos unidas por cadenas, Don Quijotz vío un hombre alto, apacible y rubio como Jesús; y atrás, en medio de tanto rostro feroz o desesperado, aparecía, jinete en su caballo blanco, un príncipe joven cuyo destlno era restañar heridas, repartir consuclos y enjugar lágrimas; y Don Quijote al pasar aquel hombre, inclinóse y besó la orla de su manto real, porque reconoció en El a un bljo de la casta, a un soldado de Cristo; aá un cruzado de la Esperanz2, a un Principe que en la Historia se Ma.
maría Alfonso, por sobrenombre El Benéfico. Carles Wilde OSPINA, monstruos SALUD PARA LAS MUJERES Es muy común oir a las mujeres quejarse de la irregularidad de sus Órganos reproa meyor que la de un rey. El Caballero del Bien guctivos, los cuales si se descuidan causan (innumerables sufrimientos y calamidades.
Si su menstruación es muy abundante, ese52, dolorosa o irregular; si Ud, sufre malestares, incomodidades, angustias, de»
bilidades, dec3imiento, calambres violentos, dolores de rabeza, dolores en la espatda y la ingle, y demás desórdenes, esto le indicará que Ud. necesita tomar inmediz»
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