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PAGINA eS DIARIO DÉ COSTA RICA MIERCOLES 12 DE OCTUBRE DE 1921 Canto a España Rompe en olas de fuego el mar de oro. desflórandose al golpe de la quilla, y sopla un viento lírico y sonoro bajo un sol de quimera. y maravilla. Dónde las naves van, empavesadas, dando al aire los fúlgidos pendones, que despliegan sus sedas encantadas bordadas de castillos y leones?
Sobre aguas de ilusión el rumbo guía un misterio de gloria o de locura; el león es denuedo y osadía, y el castillo es ensueño y aventura. Leones y castillos! La fiereza que tiene, con lo grande de una hazaña, para llenar un siglo de grandeza (y quien dice grandeza, dice España. España! Suena y fulge como acero en la ragua este nombre. es un grito triunfal, que ha estremecido al mundo entero y ha roto el velo azul del infinito para clavarse en él como un lucero. Españal Dicen los peñascos broncos que se desgarran a la luz del rayo, en un tumulto de hachas y de troncos, desde la herpica cueva de Pelayo. España. España dicen, incrustadas en fúlgida labor de. oro y de acero, las gestas que, de estrellas recamadas, pasan, como relámpagos de espadas, sobre la inmensidad del Romancero. España dice atónito en las velas de la Pinta aquel grito sin segundo, que anuncia ante las blaneas carabelas el milagro triunfal del Nuevo Mundo. España dice al tiempo todavía. el ciclo que miró, lleno de espanto. retumbar las bombardas en Pavía y hundirse las galeras en Lepanto. España! dice el Sol ardiendo en Flandesy ¡España. dicen los salvajes ríos que reflejan la Cruz sobre los Andes, y el mar que ante Cortés, grande entre grandos, vió el incendio inmortal de los navíos. Oh Madre España!
El mar que, proceloso, del Norte a Gades con festones de espuma tus costas baña, templó con fuego de tempestades las almas de tus hijos ¡oh madre España. Oh fuente inagotable de caballeros, de quijotes hidalgos y vagabundos que con la roja punta de sus aceros clavaron tus pendones en ambos mundos!
En vano ante tu paso se alzaí las olas, las ingentes montañas, la selua fiera. Detener esas naves. Son españolas. Atajar esa gente. Si es gente ibera!
De audaces invasores la inmensa tropa lanzaste de tus campos en lucha homérica; TT cón tus tercios venciste la vieja Europa; con un puñado de hombres la hermosa América. estos pueblos legaste tu sangre altiva, tu espiritu altanero que nadie doma; les diste, pura amarte, tu fe tan viva; y para bendecirte, tu dulce idioma.
nos GAGINI.
12 de octubre de 1920.
Este documento es propiedad de la Biblioleca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sisternsa Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica los bcsques de asombro en que camino abrió la Íe para su recio carro, y atado contemplaron el destino al puño de la espada de Pizarro; la leyenda de oros y centellas o en que cruza por campos de amatista, barriendo con las crines las estrellas. el épico corcel de la Conquista. España. España! toda la bravía fecundidad magnífica y ardiente de tu sangre de amor y bizarría, que a regar generosa vino un día la avidez virginal del Continente.
Por esa sangre tuya que nos diste, España, en veinte pueblos reconoces el dón de eternidad que recibiste de las manos sagradas de los dioses.
Por esa sangre fuerte y generosa, que arde invencible en tu materna. entraña. América se abrió como una rosa en tu seno inmortal, eterna España. Sé con nosotros. siempre, Madre nuestra. que en tu hogar generoso cada día el fuego de tu sol arde y se muestra, iluminando al borde todavía.
Veinte banderas evan encendida la gloria de tus fúlgidos pendones; pintados en su seda estremecida, tus castillos están y tus leones. Lo y como ola de luz sienten tu vida en la suya lalir veimíe nacion ¡En tu nombre te juro, con la mano puesta sobre la cruz damasquinada en que montó ún armero toledano la hoja resplandeciente de mi espa ada, que a la luz de tus siorias redivi as todos sabremos ser como tú eras, y sabremos vivir para que vivas, y sabremos morir por que no, mueras. ANTONIO MEDIZ BOLIO El Arte Indígena El indio cinceló la piedra dura, vástico artista, en época lejana, y levantócen la tierra americana templos mil de grandiosa arquitectura.
En los metales de la mina obscura el simbolo prestó la forma humana y dióle al barro curva soberana, matiz diverso y grácil hermosura.
El idolo esculpió en la roca inerte; midió las horas, conseyró a la muerte policromadas ¿unas en ofrenda; adoró al sol, origen de la vida, y del mito sutil puso la venda, sobre tuda verdad: desconocida.
LEOPOLDO DIAZ.

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