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Domins Mingo, 14 de eñero de 1923 DIARIO DE COSTA RICA PÁGINA TPES El traje para ester en Casa. Transformaciones de fa bata La bata parece creada para com.
Pebzación del movimiento conti.
uo que nos impoze la vida T0dernz. Para las personas piadosas, Que tratándose de seZor2s, en España lo son todas por fortnnz, la vida empieza las Ocho de la ma.
202, on brevísimos interv2log EediCados 21 desayuno y 212 eto: ilette. los deportes de moda ocupan lo Que putiéramos llamar segunda mitad de la meseta; després del almuerzo preciso evotar al camo po de golb, ya no kay que es.
Perar ua momento Ce reposo, porque en el programa de la tarde gurarán visitas, merienda, teztro alguna cosa más, La bata tiene Poco uso, y, sin. mbargo, no se debe prescindir de.
5n influencia bienhechora, Muchas veces sólo ellz nos ha concedido un descanso necesario, indispensable para. la salud que nosotras estábamos prontas ne garnos. Al volver del golfa o del cskating. rendidas de fatiga, se suelta con gusto el traje de esport para envolverse entre los pliegues de una bata confortable, según las condiciones de la casa y las necesidades de cada an; si en 2quel momento se presenta ocasión de. rennirse 2quí o a11á para bailar, la juventud, siémpre dispuesta a divertirse, quiere tomar parte en la fiesta, y la tomaría si la bata pro. tectora no la retuviese, Es preciso vestirse, las amigas no puéden esperar Yo. gracias a ese traje amPlio se le concede al cuerpo un descanso que necésita. Tenemos nna serie interminable de batas: La de primera hora, que tontamente denominan esaut delito, será.
de seda o terciopelo, en todo semejante a las que usaron nuestras bisabnelas; ancha, larga, con gran.
des mangas, cuello redondo y su jeta con cordones. Esta bata se fo rra siempre de lana snave, lana de :los Piriueos o «duvetine. Más tarde se transforma en ame plia túnica de tela flexible «cache. mir. crespón, terciopelo, un géne.
ro envolvente que idealice la silne ta teudida entre almohadones sobre. la ecchaise longne. Esta será la bata más sencilla, con apariencias de grandes comp! icaciones. El delantero se prolonga hasta terminar en pico, con objeto de formar gra.
ciosa pleguería, extremo a la cintura por la espalda, y que suelto sirva para cubrir los pies cuado se permanezca acostada. Aunque suele ser escoltada, siempre tendrá su pequeña cécharpe». para rodear la garganta desnuda. Por último se convierte en ele l gante cdeshabillé. pretexto encan. tador para der rienda suelta a la. fantesía, porque éÉste es quizá el único traje que no se sujeta a la tiranía de la moda. Formz, géuero de telas, colores. todo está completamente libre de. rutinas y a capricho de nuestra imeginación. Es la etoilette aliz da 1la coguetería, para que sin inenrrir en el pecado de extrava«garcia cada cual se pouga aquello quela favorezca en armopnía. con el decorado de su saloncito íntimo.
Los gorros de punto metálico son un complemento soñado para que uo haya mujer fea.
Dy SArrORD La muerte del pesro (Por Ocrayio MIRB 4U)
e Su amo lo había Hamano Turco.
Era flaco, amarillo, triste la mii creda baja y el ocico puntiagudo. con orejascortas y malrecortadas, que sangrabzn siempre, y ina cola pue se levantaba sobre su trasero corso un tisioso punto de interrogación.
En ver2 0, Terco ib2 los campos, guardaba las vacas, ladraba to largo de los caminos tras les coches y los trauseustes, lo cual le. vaifa sendos puotapiés y lnvias de piedras. Su mayor placerera Eacer. levantar, por medio de nz rastrojo tapizado de trébol naciente na liebre que disparaba 21te é, vés de los vallados, ramúncnulos, Í0305 y o salics enorz. Ce donde le a 2. na encrucijada. sujetando dicko los Bancos sil; vado, la le Egua pendiente y ckorreardo de sudor.
Ea ievierco, cuando las bestias anedzbaz en el establo adormecidas sobre su leckotibio, Turco qre Cata en en nicho: un miserable tonel desfondzgo y tía paja, Corde Cormía todo el dí2 arrollado coo ng2 bola, o bien se rascaba largamente, Comía rra pitarza esc2s2 y Redionda, hecha con chicrarroDes y 22u2 encl: cuesele traía por la mañana en za ceaznela de barro TOtz; y cada vez qre: algún desccxocido penermaba en el corraide la graria, se abalenzaba de re salto hasta la penta de su cadena yen sedaba sus dientes, grnsendo. compeñaba tembién sn 2moz2 las ferias, cuerdo éste tenía are vender un tercero, comprar un cer.
do hacer libaciones en l2s taberuzs de la ciudad.
Pcr Otra parte, erz resignado, el y desgraciaco, cozzo son los perros, na tarde, hacía el anochecer, 21 volver de nna de eszs ferias lejanas con su amo quese había detenido en nna taperna de aldez, se perdió. BMientras el 2mo bebía cop2s de aguardiente, el. perro había ido a vagabundear por los 2lrededores. kurgando ¿vidamente los montones de basnra, para desénterrar un hneso o algún otro mabjar. por el estilo.
Cuando entró en la tabernz, avergouzado de su escapatoria y 2prontando el lomo, para los 2z0tes, no encontró sino a dos campesinos semiebrios, ane le eran completamente desconocidos y que le echaron a puntapiés. Turéo se fué. o La aldea estaba construida sobré Seis caminos diferentes confinaban allí. Cuál de ellos tomar? El pobre perro pareció primero mny perplejo. Enderezól2s orejas como para asir, en el viento un ruido de pasos conocido y familiar, olfateó la tierra como para des: cubrir el olor 2ún caliente de una pista; después, lanzando dos leves suspiros, partió con presteza. Pero.
pronto se detuvo; inquieto, todo tembloroso.
Marchaba ahora oblicuamente, con prudencia, la nariz 21 ras del suelo. Se aveutoraba solamente a1gunos metros en los caminos de tra»
vesía, que desembocan en la carretera, trepaba sobre las escarpas,. Olfateaba. ebrios extendidos a lo largo de los fosos, giraba, tornaba2 atrás, volvía sobre sus pasos, sondeab2 la rienor plantación de rboles, el menor copo de anlagas.
La voche caía; a derecha e izquierda de la ruta, los campos se ahogaban en una Sombra violenta, Como la Ina sé levantara y asCendiera en el cielonnido y sin nubes.
Tiirco se sentó sobre su trasero; y el cuello estirado, la cabeza derecha hacia el gloso astral, anrante mu cho tiempo, aulló al 2z2r: o. Houon. Honeu! Houon!
Por todas partes reinaba un gran silencio. Honon. Honou. Honon!
Sólo los perros, de las granjas ve cinas contestaron, desde Jas proÍundidades de la noche, los sollozos del pobre animal.
La luna ascendía siempre, brillantery mágica, y la sombra del perro se alargaba sobre el camino blanquizco. qu DM. Bernard, rotario, salía de su casa cuando 2penas punteaba el alba, y se disponía a hacer su paseo babitual. Estaba completamente vestido de negro, como conviene a una notario. Pero como el estío estuviera de lo más recio, Bernard rabíza creído poder matizar su «indumentaria con una sombrilla de alpaca blazca, Todo dormía 2ún en J2 peyneda aldea; apenas si 2lgunos despachos de bebidas 2brízn Sus puertas, si algunos terrapleneTICs, Con sus azzdozes. 2! hombro. se enrcarcinaban con paso apurado sn trabajo. Siempre madrugador, eh. sesor Be erzard! dijo uno de ellos, saludzrdo con respeto.
Jbz contestar puies ro era orguiloso czardo vió llegar desde el cenán del Paseo, un perro tan lllezto, tan triste, tan embzrrado y que par tan carsido, 3d. Berzard se resguardó inmscx plátano.
el 2cin ecta tintivimiente contra Ese perro era Turzo, el pobre. ble Tures.
hi e Eto perro que ro 91M. Berczrd cozezco. 03. Se sobre sus pasos, y se alejó, FEO de Miaz En las pequeñas aldeas se cono. ce atodos los perros, así comio se conoce a todos los ciudadanos, Jo.
la aparición de un 2vimal. desconocido es un elemento tan importante; tan perturbador como la de ud forastero. El perro pasó: ante la fuente que se levanta en el centro del paseo y no se detuvo. 0h! joh! se dijo M, Bernard. ese perro al cual no conozco, mo se detiene en la fuente. Oh. oh!
Ese perro es rabioso, evidentemente rabioso. Temblando, se armó con :una. ran piedra. El perro adelantaba, trotando despacio, la cabeza baja. Oh! joh! exciamó Bernard, que se había vuelto lívido, veo la espuma. Ob. oh. Socorro. La espuma. Socorro. haciéndose una barricada con el platano, le lanzó la piedra. Pero el perro no fué 2lcznzado. Miró al notario con sus ojos dulces, volvió.
y truécanse en 21 y es tn que abre implacable se disponga soltaré car Áror sus nk Ultima novedad en salida de teatro. Capamantean. emfina «Granadinas o Las sendas de la dicha Duérmese Amor de la ilusión en brazos, y en el viento levanta sus castilles.
A4áuuque es ciego, rechaza lazarillos; aunuque nio, sus mimos son zarpazos.
Como sierpes de llamas son sos lazos, y sus dardos de luz como martillos; la picardía entoraa sus ojillos y 3ponzoBzn los celos sus 2brazos. su conjuro saltan en pedazos las torres de marsi de los ca udzces los sencillos.
Que sus palabras ortaa como kach2z05.
Er la callada soledad acechz, taimado caza al menor descuido mortal brecha.
2425 no confíe el corazón cautivo ni se rebele al frezo que le estrecha, y altivo: cuzrdo el tedio bostece redivir Cisparar su echa, rierdzs iugi o. era (AS rave p:queña aldea fué despertada por esta noticia enlóquecedora. un perro rabioso! Algunos rostros, in flados 2ún porel sueño, apareciercn en las ventanas; grupos de hombres en mangas de camisa, de mujeres en camisola y gorro de dormir, se formaron, animados, sobre los umbrales de las pnertas; Los más intrépidos se 2rmaban de orquillas, de gárrotes, de hoces y de rastrillos; el carpintero gesticnlaba con sn cepillo, el carnice. TO con eu machete; el zapatero, un jorobadito de sonrisa obcena, gran lector de novelas por. entregas, proponía sup! icios espantosos y refinados. Donde está. Donde está?
Mientras se ponía la pequeña aldea en estado de defensa y se exaltaban las valentías, M, Bervard había despertado 21 alcaide y le contaba la tremenda historia. citlos 4 der furtivo. itivo.
2oDozro GIL Se ha arrojado sobre uf, señor Alcalde, coz la baba en la boca, tesizce ha mordido, sezor 24lca1del eriz taba Mí. Berzaré, palpínécselos munslos, las pantorrillas, el vientre. Oh, cB. he visto mnchos perros rabioscs; pero, sezor Z! calde, norca, uoncz, he visto cirguro més rebleso ni més tezrible. Oh, Eo. EH1 Alcalde, uy digno, pero también muj perplejo, mereazba la cabeza, relexioraba.
o ¡Eslmuy grave. rmurmurabeal ¿Pero. e. Muy grave!
estéis seporlcs campos, porlas zidezs. Pero en todzz pertes la roticiz lo ha precedido, laz tesrorí3ca roticia del perro raticso. Srs ojos son rra»
Zos, 51 pelo estí erizado; de su boca manz rca baba prorpírez. las aldezs estés en2rmas, las grano jas se erxizzrz de 1cces. En todas partes encuentra pedradas, garrotazos, tires de fesil! Su cuerpo zo es ás que noz llaga, rra Higa Horrible de carze viva y Cezeczartizadaque va dejando sangre sobre el polvo de les camircos, enrojecierdo la rierbz, coloreado los grro de are freze tan rabioso co arroynelos dozde se baza. huye, lo decis? o lTan rabioso como lo digot gritó Berrard. Si lo hnbieras visto. Si hubieras visto la esEn tin abrir y cerrar de ojos, la puma, y los cjos inyectados, y los pelos eiizados! No era un perro; era un tígre, nn tigre, un tigre!
Después, haciéndose solemae, Enye siemre, y tropieza contra las piedras, contra los terrores, contra les mechones de hierba, perse.
guido incesantemente por les gritos de muerte, Hacia la noche, entra en un cam po sembrado de trigo, de trigo zlto madrro, cuyas espigas de oro miról21 alcalde bien de frente y. balancez muellemente la brisa.
volvió decir con lentitud. Escuchadme: ro se trata de política 2quí, señor Alcalde: se trata de la bitantes, de la protección, de la salvación. lo repito, de Jos cindadanos. Sí os substreéis a las responsabilidades que os incomben, si no tomáis en el instante una resolución enérgica, lo sentiLos flancos ijadeantes, los, Miemo bros rígidos, cae exhausto sobre un lecho de amapolas, y 2hí, miensalvación de los ha traslas perdices se reunen alegremente, mientras canta el grillo, en medio de los zumbidos dela Nas turaleza que se adormece, muere. sin lanzar un quejido, evocando el alma de los pobres perros que duermen. réis pronto, señor Alcalde, soy yo. AE bajo la Luna brillante; y mágica, quien os lo dice, yo Eernard, notario. M. Bernard era el jefe de la oposición radical y el enemigodel alcalde. Este no vaciló más; y el guarda campestre fré llamado. o Tarce, refugiado en la plaza, dondenadiescaventuraba a aproxi marse, se habíz acostado trangni lamente. Mascullaba un hueso de carnero que tenía entre sus patas cruzadas. a El guarda campeste, armado de a fusil que le había confiado el calde y seguido por unmerosa Sacolta, se adelantó hasta diez pasos del perro. Desde el balcón de la casa del ayuntamiento, el alcalde, que asis. tía al espectáculo con Bernard,. no pudo menos fque decir a Éstez ciY sin embargo, come. con la misma entonación que debió tener Galileo al pronunciar su frase célebre. 1Sí. cóme. ese horrible animal. ese zorro! contestó M, Ber nard; y dirigiéndose. 21 guarda compestre, ordenó. No te aproximes, imprudente. La hora se hizo solemne. El guarda campestre, el kepí so bre la oreja, las mangas de sn camisa levantadas, el rostro 2nimado por. ua fiebre. heroica, armó su fusil. No te apures! dijo una voz. No le erres! dijo otra voz. Apúntale a la cabeza. Xo, al corazón. Atención! dijo el gnarda czmpestre que, molestado sin duda por el kepí, lo envió a ródar tras él, con un gesto brusco, en el polvo. Atención! apuntó al perro. pobre. perro, al lamentable perro, que había abandonado su hueso, miraba a la multitud con sue ojos dnlces y tímidos y no parecía dudar de lo que ese mundo quería de Ábora, ua gran silencio sucedía al tumulto; las mujeres se tapaban las orejas para no oir la detonación; los hombres guizaban los cjos, se apretaban unos Contra otros. Una angustia ahogaba a esa multitud en la espera de algo extraordinario y horrible, o El guarda campestre apuntaba siempre. Pam. Pum! 21 mismo tiempo estalló un grito de dolor desgarrante y prelongado, ua aullido que llenó la dad. El perro se había. Jevan. ado. Cojezndo sobre tres patas hknfa, dejardo exer tras él pegueZas gotas de sangre. miestras el perro kní2, hufz, el guarda campestre, estupefacto, marido con otra esposa, miraba se fosil; la multitud, atontada, miraba 21 guarda campestre, y el alczlce, la boca 2bierta, mi rab2 M. Bernard, sobrecogido de tozror y de icdiguzciónmi YI Recetes.
Duice ligero Unvaso delechécon otro de azúcar, alfuégo, cuando estéa puntose baja. Se baten huevos y se le echan y se vuelve a poner al fne. g0; cuando ya va a espesarseecha un poco de pzn tostado molido y se deja otro poquito; se mete 21 horno a que dore, se saca y se deja enfriar. Espinacas o Se sancochan, se mnelen, sefríen en manteca caliente con su refrito de sa. cucharada de mantequilla y unas natas. Después setieae hnevos duros en rodajas y se poue en tostadas de pan un poco de espinacas y el huevo encima. Resnita un. plato muy. sabroso y de buena presencia. casarse tocan Mientras que las mujeres fran: cesas e itelianasinchan inútilmente por teneriel voto, las mujeres turcas consiguen algo más. sustantivo: un marido. Dicen de Angora que el gobierno kemalista ha dictado una ley que hace forzoso el. matrimonio para todo habitante de Turquía mayor de veinticinco años, bajo pena de confiscación de bienes en :el cáso de soltería reca Icitrante, Además, el artículo 3? de la mis»
ma ley dispone que el marido lleve.
corsigo en sus viajes la esposa, Si por cansa justificada se marcha solo y permanece largo tiempoausente, contra erá segundo matrimonio.
También se casará dos o más veces, según su fortuna, Esta es una gran habilidad de los tnrcos. He 2quí que con esa ley se kan ganado las simpatías y los. sufragios de más de media Humanidad pre. como es sabido; el sexo femenino es la gran mayoría, Y, como 21 fin y al cabo, y digan lo que quieran ellas, las ninjeres gobiernan 21 mundo, resulta que los turcos cuentan con la mejor ayude para sus planes de conquista.
La, repercusión será inmediata en los países enemigos de Turquía; Grecia y Bn! garia, porque las mujeres búlgares y griegas harán toCo lo posible para are los turcos las congnisten e isposgan la ley del més fuerte.
Imagino, sin embargo, que 21gu 22s mujeres, la española, por ejemplo, estarán conformes con la primera parte de la ley bemolista: pero no con la segunda, El partir noentra en los cálerlos de la mujer occiden: tal porane todavía cree Que es po»
Turco había corrido durante todo. día, billazdo Eorriblemente so cioolacr bre tres patz5, szmgrardo, dete.
riézdeosoa veces Para lamer sn. 2232, volviendo partir, mcpeSirdoj ha corrido por los cáciizos, sible poseer uzo entero, 21 meros oBcizlmente.
Deben hacerse Cargo y comprenCer la buena intención del Gobiérro kecalita; en la imposibilidad de dara cada una nn Esposo para ella sola, la ofrecen medio, nx tertea parte. Los tiempos 5, y, i¡quéderonio. art es Ed estín muy malo marido regalado no se le mira el diente.
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