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diana, Po DN, Ly SN, En cuestión de Modas, todo lo que Tavorece. eS elegante Por DIANA DENA AVARRO Sixa Permacecidoduractesigón emp en Nueva York, querida lectera, te B2br4s ijado que, per regla zeral, la mujer zortezmeTICADA sigue ciegamente los dictó.
Seres de jos Erezdes modistos de París. Si ellos dicen cre debe le.
ra.
o Vi6jzs, de clerta etaz, Srácdes, gordas, 2c25 todas, sin faltar Tra, se apresura Abdreviar za Talda con reszitados VECES 2ltamente fartísticos, Za Cambio, de buenas primeras, proHlaman dos rmodistos de la Ville umiéres que la falda larga es el Sumo de la elegancia y Terzos todas ataviados cox falda large hasta para salir hacer las corPras al mercado por la mañana, Para Quien ha vivido en París, Esta manera de seguir la meda raJa en lo risible si ro Íuera por la triste fgnra Que presentan zigunas damas ataviados la última moda Sin tomar favorece o no. L2 parisiense eleS ante tiene nu lema del cual no se aparta fácilmente: Lo elegante es lo qre favorece y 21g0 que favorece 21gc elegante. He 2qní el secreto dela verdadera elegancia y de lz individuzlidad en el Vestir. De este modo Poco más o menos expresórecientemente Monsienr Paul Tribe, quien estuvo durante xúnckos 2505 21 frente de las céle Úres casas de modas de Poiret y de. Paquin en París. Morsienr Tribe. Se encuentra actualmente en Los. Áugeles como director artístico de las colosales producciones de Cecil B, de Mille. Elciuematógrafo en los Estados ¡Unidos está sirviendo para iudé pendizar a la mujer ncrteamericana de las trabas de la moda. Con el tiempo llegará ella ser tan independiente en la elección de sus tra jes como lo es la parisiense, Hasta el presente las modas en los Estados Unidos se: han iznzado dela Siguiente manera: Cada 250, dos o ires casas parisienses hacen la pre«sentación: de algo sensacional en el campo de la moda. Tomemos por. ejemplo la faldé corta: lanzan ésta desde sus talleres, con gran «reclame» e iumediatamente manudan ¿Bros modelos Nueva York. Den, tro de pocos días todo el mundo fe. menino norteamericano ha adoptaido la falda corte, sin darse cuenta ¡de que otras tantas casas parisien¡ses preseútan faldas largas y otras modas que brillan completamente por su ausencia en los Estados Unidos. Conste que habla Monsienr Iribe que algo debe saber del asunto. La mujer parisiense se viste pa.
ra Jucir elegante y va a casa del modisto que riejor sepa expresar su personalidad. Si es alta y delgada nose pone nada que la haga incir chiquita y gruesa. El estilo qué adopta tiene que estar en armoní2 con su cuerpo y no trata de cambiar su cuerpo para 2doptar un.
estilo que está de moda y que no la favorece. L2s películas producidas en Los Angeles están cemostraudo a la ter uorteamericana cómo debe ve irse. Es szbido que las piezas se cálman con unos sejs meses de anticipacitn. Per consiguiente es necesario que quienes estén a cargo de las modas para semejantes producciones tengan el poder de crear 2lgo criginal, algo favorecedor, 21go que esté de moda cuando la película se presente 21 público por primera vez. Tiene forzosamente que figurar a la vacguarcdia de la moda, pres sus estrellas no pueden ipcirdesairados ni feas.
Coz10 ejemplo de loque dice 3onsienr Iribe, citaré la pelícnla que zczbande produciren Los Angeles, titulada La Costilla de Adín. En esta cinta vemos faldas largas y f2ldas cortas. Panlire Garon de gricioso cuerpo juvenil lnce la fal.
Fí corta, pues la larga resutraría suy poco favorecedora en papeles gre requieren cierta impetrosidad jpyenil. Ea cambio área Nilson ostezta la falda larga ex pelícala cuzudo toma aire de gran dignidad, y la corta para lis. 2ctivipartes QUe requieren much para gel y vivez. o. iestudio de sas ucdas segín y mad presenta en consideración si las tororezcas te Zavorezcarz. No clrides nuroz cre 2lz0 cue favorece es algo ele2ute.
Y, ha Y, laudo de cozas elegantes, que admirtes conmigo los belics ejemplares decalzzdocre 2parecen en estas píginas.
Zxcuisita y delicada es la edia Ce seda de color increstadz con na elegante medallón de izo encaje, Gre acompaza el escerpín de reso regro. El tacón es de estilo Lnis xv, bajo. Ee visto el mismo calz2do con tacón español y también en charol y ex piel mate negra. dmirarás también el elegante calzado de estilo coloniz! llamado Pearfaib. En rezlidad sus líneas son perfectas. Con este zapato la mediz de calado lateral resulta de muy buen gasto. Este elegante calzado también se ve en razo negro, piel mate y piel de snecia negra y gris. Las línezs úel estilo colonial favorecen mucho y se nota la tendencia a este estilo hasta en el cal(PYJAZIA) BLANCO DE PUNTO DE AGUJA, CON BORDADOS zado fino de brochido deoro y plata para uso de noche, pues los nuevos adornos para zapatos de Injo consisten en delicados plisados de cinta de razo rematados con preciosas hebillas de piedras brillantes. Se están usando mucho las hebillas de todas formas y tamaños hechas de plata y engastadas con piedras brillantes.
La moda de los py jamas de ilusión.
a. sin embargo, añ nuestro país, y en favor de la corriente de ofinión femenina.
el erle de embrujer e taóaco, impreznéndolo con sutiles eromas zponiéndonos a la dulce ironía de muchos de nuestras lectoras, freguniamos de nuezo. Deben fumar las mujeres. Fué un tiempo en el cual la fumadora era una excepción. Hoz les cosas han combiado mucho, y Lay en hasta qué punto esa corriente puede arrastrar escrúpulos y preJuicios, abrimos encuesta en esta páxina, y 1105 sería grato reciÚir y publicar opiniones interesantes.
costumbre de fumar, una gran Por sO, y pera intentar saber de una sola pieza, de colores muy vivos, de admirable efecto.
Algunas damas preferen el pyjama de seda, como el de los hombres y con el batín del mismo corte. Sélo se diferencia el pantalón, que es bembacho. Estas vestimentas suelen hacerse de tonos delicados, como elrcsa pálido, el malva o el amarillo. Hay quien preñereel pyjena ablaZe que pasarse la vida vestido con tra jes negros, grises o 22u1 merizo. Regocijémonos de verlos pori2 ma.
Sana vestidos con tonos claros!
Crarz Pater. La juventud noes estado sino oromesa sado, con cinturón bajo y de color azul o granate, con forros gris cl2TO, que son combinaciones muy acertadas.
La moda de los jumpers o Jerseys, que ka invadido el mundo entero, infiuye también en Jos Pyjamas. Los hay de puuto de seda, de colores brillantes, que son una maravilla; los hay con el cuerpo de panto verde y los pantalones grises, o de color de arena, con pantalones 22n1es.
Son los colores y las combinaciones más en uso. Para los días fríos, las elegantes.
prefieren el byjama de terciopelo y con pantalón largo, No son sólo las mujeres las que se han hecho eutusiásticas partidarias de la nueva vestimenta mañanera; también los hombres rTecono cen cada día más sus ventajas de comodidad. Para los fyjansas mas culinos, el color preferido es el lia, después del cuzl, en orden de sn.
boga, siguen el marrión y el gramate, y ya, en grado inferior, la se. da brochada mordoreé. Para el in.
vierno se hacen de esta tela de la.
na, llamada pelo de camello.
La uviformidad del traje de los hombres explica la preferencia que sienten por los Pyjemas de colores vivos. Alguien ha peusado proponer la moda mascnlina de los insonos de colores llamativos para hacer olvidar al sexo: feo, por lo menos durante algunas horas la monotonía de sus trajes de diario. Pocas cosas. habrá, en mi opinión, más enojosas pa Una de las modas predilectas de las mujeres vienesas desde hace algún tiempo, es la de los pyjamas, que ha logrado su predilección, no sólo por lo cómoda que es, sino por el aspecto aniñado que da lz que usa Esos trajes, Aquí los llevan para la hora del desayuno, para la sesión matutina de gimuasia y para el coche cama. qué maravillas de elegancia ham hecho nuestras modistas! Los hay de todos los estilos y de totos los colores, desde el más obscuro 21 más claro, para satisfacción de todos los gustos.
El crespózn de China, la seda b:ligue, el punto de seda, el terciópelo, el seavísimo peluche, todos los materiales imaginablés, han sido prestos 21 servicio de la mnjer, pa12 hacer lo más encantadora posible su folletle de la mañana, Hay Pyjenas que, para imitar la moda actual de las faldas largas, tieven pantalones que llegan casi a1tobillo. Son de crespón de Crima, y los Completa na batín largo, en lora de túnica, coa largas y amplias margas: ciuturón estrecho, que se coloca muy bajo, y nx echarpe del mismo gésero, caldo a la spalda. Este es, por decirlo 2sf,. el éyjame clásico; pero, como queda 4. AU dicha, tambiéx los hay más compli. cios y más originales, creados por ELestras 2rtistzs en sus talleres, Pres el 2rte Industrial se ha apcderado también de este ramodela. rcestaria, Ee visto zea bijema. o. Se5cras mías. Qué dirían nstedes de un érbol frutal que se pas2se el azo dando flores. Flores en abril, sn hora, cenando en el cielo claro el sol alegra más que calien ta; flores en julio, cuando tan de agradecer hubiera sido la sombra. de las hojas de la frondosa ramaz6n; flores a fin de setiembre, cnan do para alivio del invierno cercano tuviésemos descontada y anticipa da la confortante dulzura del frnto. Arbol inátil y zntipítico sería éste, peor que estéril, peor que seco; árbol embunstero y egoísta, perdido en una eterna promesa eternamente incnmplida, atrofiado en la monstrnosa contemplación y en el goce malsano de su hermosura.
Pues como este árbol es la mujer. que quiere ser eternamente joven y conservar las gracias frágiles y. Pueriles de los veinte añ0S, a través de toda una vida que ha debido emplearse en algo mejor. iJuventod, juveutnd. Gran tesorc, por cierto, pero no el más.
grande de los tesoros que nos da la vida. La vida es tránsito, viaje, peregrinación maraviliosa, y es necio el caminante que se obstina en ro ver la hermosura, sino en la primera jornada, cerrando los ojos a la belleza innegable de todas las demés. Oh mujeres, mnjeres, cómo os hemos engañado los hombres Ínérza de literaturas. resta existerciz. Os lo keres dicho en verso, y lo zo doctriza, pensíis, cnitadas, que 127 que ser tercaciente jóvezes, cneste lo que cueste are la vida estí toda par2 vosotras de los quirce a los treízta, y que, pasado ese ermpleaZcs fatídico, no hay para la mujer más que tedio, vacío, desiinsión e inutilidad.
Irevitabiemente, l2 natureleza Protesta en ombre de la vida, que es algo más que risas de ax:or pneTil Vuestra créercia os lleva persar que el mundo piensa que ha legadola bora del retiro y del rezuaciamierto; pero vrnestra carLe, Vuestra s2rgre, vrestra inteligencia y vuestro corzzón, siguen «2 firmando su voluntad y sn necesidad de seguir viviendo, porque ¡se siesten con fuerzas para ello, y vosotras, que seguis pensando que la forde la secguncción que podíis ejercer sobre el hombre es vuestra única vida, recurrís sudterfugios habéis creído ELEGANTE MODELO DE CALZADO o y trampas lamentables en la pre: tensión dolorosa de hacerle creer.
en nua juventod que ya no existe, evgañárdole siquiera con la apa.
riencia de una artificial lozanía, de ahí las niñerías de las munjeres que ya no son niñas, y que a los hombres consentido común nos hacen reír y llorar, y de ahí los afeites ridículos y las composturas dolorosas, y de ahí la tristeza de las primeras canas y la desolación de las inevitables arrugas, quea los hombres nos dejan tan trauquilos, y a vosotras, mujeres, os qnitan el sueño, De ahí el tedio de las resignadas, el mal humor de Ís que se han quedado solteras o el ngido buen humor excesivo, tal vez más Jamentable, de alguna de a suegras, hasta de algunas madres que mo pueden sufrir con paciencia la flor de los quince 2ños de sus propias hijas. ¡No señoras, por el amor de Dios; no, señoras mías! Lá juventud florida es el abril del huerto; el homenaje de pasajero y tumultuoso amor que el hombre ofrece a la ca«ra bonita, a los ojos que arden, j la boca que ríe, es la flor de la parra, que huele doblemente a glo¡ria, por loque y por lo que pro¡ mete; pero querer eteruizar ese ¡momento es ir contra la natnO :T2aleza. Toda esz alegría de la mañana plenitud del mediodía, para l2 se¡revidad de la tarde, para la satis.
facción de conciencia con que al ¡llegar la nocke, puede contemplar lel día que ha pasado el alma que ¡ha sabido sembrar. Char su fruto.
o MARTÍNEZ SIERRA Cuento fantástico AAA. Cuando fos gatos. miráflo.
Poz Férm Lorrszo Cuazdo el gato despierta, de síSito, y, cos los ojosiltminzdos per 2scuas interiores, cin tenazmente Bn pasto de l2 estancia. qué misterioso coztacto Ez sacndido sus nervios, qué icpearceptible llzmaniecto Ea sobresaltado sratenellas; de ahí la proverbial acrimo nía de las mujeres que han llegado. es únicamente preparación para la cuidar, cose50. DIARIO DE ICA Piícor. TR no po rn ¡e NN Tn a e. Fi SN. Ñ y ñ o. j Sa AS ocean KK EN. YN a E nos Po. va A. TA y. 41. MN a i. PS. Y NX a. 11 N. 1 A. Si y. QA CA j os, os a. PTA 1 EN. y. í. ss y e o Ns. reo Ni. Dd LE. cer e Ry AAA pan. Cergo de Marzerite a grado ex que quele plenamente AS Porque a uesctres, para elgore ciér? Nuestros sectidos o ha cocvencila de quezlzogue farcre YA. egoísta y pararo del amor mate Observado reidoni movimiezto. No. Tí a eri. be. zoha rela CE algo elegante. Gloria Siraz. Y) 11 Ly mart Tas mu eres? sial, ae es tea de las Zores maras hacreiido un aneble, noha volado 1 y Beny Compesa, bellezas del El La li (AL ia. villoszs de nuestrojardín pero na issecto, no ha vibrado uua homuzto dnematogrígco, estín de. sílo usa de ellas, persadio blez, jade papel rozada por la brisa, El Iostrazdo diaria ectegreprimero NCuesta Porque nosotos cs sedoce y gatoparece petrilezdo. No hay en. da Lkarm rim. a es? ceczo, sizo na Cete considerarse lo que favorece. corviene. la Zercasara de srestro sus Ojos 2csils de zcecro, SENCerErza ¿0 que larore. zo nfo. eo pes. en segunto térmico, lo cre está ZK4no focos demas y domiselas habré de causar nuesira Pre. Zorecimiento primaveral, os hemos Cesinmbramiento extraño; no corr de cta gunia un asombro que instenlóneamente se resoloerÉ en franca techo creer; fuerza de cantarla, porsn espina dersal el temblor Falda large, falda corte, tale fileridad. WA Suena hora sele: ton tal dude. pensarán, axe esa fogitiva belleza es vuestro característico que le protncen Pa! za, fal E. Sn. ONO s2, el a le prof alto, talle balc, escore cneridz en fanto que, fara confrmar la respuesta Cada za for da risa, tardzl úrico, que ese Sorecitien siempre las sensaciones inespey il L20, peces. 5 AAC y LT LY PT Ía 20. eo. o pez? a lectora, lo que más te favorezca y entenderán el Primero o el ziz: ino Ez silo Cel día: uno de to pasajero es la única razón de sates. Al czbo deuros segrsdos lÉécelo bajo las es diciones one més esos egerrillos elaborados ¿or Hill, el londinense, amaestro en. sale de sn éxtasis; se recoge, vuelvez dormir.
Lo rabrés visto oil veces. zo la obseurecido ese vulgarísimo suceso lamillarvnestro persamien16 Cox 22 temor vego y conícso, como si provisiese de insordables lejanías psíquicas. Desde que, por primera vez, Eipícrates y Galezo atizbaron que el cerebro podía ser habitación del alu2, io3 sabio vieren desSbrando minucicszmente el laberinto de nuestra cabezz, y los últimos des!
cubrimientos de la psicofísica han llegado concretar en tangibles iórmulas matemáticas une gran parte de la vida inmaterial. Pero hay algo. o2, varones clarividentes! que no sabréis enncz. Cuando el gatorecorre los eatantes de mi librería y va oliendo displicente volumen por volnmen, paréceme qre sonríe con ese desdén aristocrático que es privilegio de sn raza. Le ví na día posar su2zvemente sn manode negro terciopelo sobre una obra inmortal mientras me miraba mefistofé. icamente, como diciendo: esto es todo. Salió mi familia, y me quedé solo en casa con propósito de tra. bajar. Había leído poco antes ginas de Maupassant y Poe, y sentía el alma for de piel; algo así comp verse en carre viva y gozar con ello. Me dejé caer en un butacón, encendí un cigarrillo y contemplé el retrato de mi hija, un gran retrato de mi hija mnerta, No hay duda: los retratos de las personas amadas que murieron sonríen plácidamente cuando se los mira con amor, Aquella tarde, como ótras muchas, el retrato y yo hablamos mucho tiempo rin palabras. Al pie del retrato babía una silla, y en la silla dormía el gato con sueño profundo. No sé porqhé la inquietante bestezuela tenía la costumbre de reposar allí, bajo la efigie de la pobre criatura cnyas manos la acericiaron tanto.
Pronto la coufianza de las dos imágenes provocó en míel inevitable fenómeno. Mi fantasía evocó escenas en que tantas veces se habían recreado mis ojos. Cuando mi hija recorría la casa cón, sn gatito en brazos, apreténdole contra sn pecho, y él forcejeaba por desasirse, y 12. mordisqueaba los deditos. o Era absoluto el silencio: era ese silencio de la casa vacía, que es para el espíritu lo que la atmósfera mny clara y muy oxigenada para el cuerpo. Afínase en Él la percepción, destícanse más vivos los recuerdos, la imaginación vibra más ágil, més elástica. Era sentir como si el corazón fuese incorpóreo, y latiese dentro de una campana de cristal, y lanzase las arterias soplo de eter, y no corrientes de sangre roja, espesa y turbulenta.
De repente, el gato despertó; se irguió; quedéóse mirando no sé qué; a algo ismóvil, porque sus ojos estaban quietus en las Órbitas. Miraba, 20350, sin ver, como.
los hombres cuando buscamos algo en la tiniebla de nuestro interior? en sus pupilas magnetiz2das chispezb2, no obstante, algún misterio. Quise en vano icovirir el objeto de su 2tención. Un terror instintivo me tenía clavado en la butaca. Sentí algo difícilmente de nible, que el silencio de la casa se había cuajado sobre mí en nie.
bla helada.
Sia desviar el rumbo de su mirada, bajó pausadiamente de la silla, anduvo Eucs p2s0s, creo que antoméáticaciente, cual sileatrajJese un fantasma hiprotizador. entonces. áÁrn el espanto me 2ln cinai y zr2 mis dzrmes como nz 2guja de rieve. Entonces su terpo se torzó ingrávido y se elevó del srelo, imprisado poco Poo por aigo que podía ser era bris2 intrarstural, l2 2ltura del pecto de ua niño, como mi hija. uedóre en dnice recosila postrrz del que gato (Posa e le fágins cinco. La
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