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08 egunda Parte. ed Segunda Parte INDEPENDIENTE FB. o AÑO IX aL asta IS OM Pp o Pinceladas La MISA DE DOCE La misa ha de subsistir mucho tiempo todavía gracias a la frivolidad y ala vanidad humanas. La misa de doce, en los domingos, es la más Bay mal de todas, Es la més pagana de to das. La misa de dote es el rendezY voz por excelencia. Es casi una kermiesse. AN se va a exhúbirse, a lu cir ún traje, a ensayar Una pose, una onrisa. AMÍ va uno a encontrarse con alguien. La misa de doce ha. llegado a per feccionar el arte de firtear. Ha lle. gado convertir el smo en una coqueteria exquisita. Pero sobre todo ha educado la sonrisa hasta: donde pudo cencebiria Leonardo de Vinci. La sonrisa de la Gioconda no es ya enigma pera nuestra flapANS donde está prohibida senrisa, laz mujeres han aprendido. ningón per. la. sa sonreír. Así son ellas de absurdas!
Eses sonrisas que ellas dirigen al novio, entre dos meditaciones, ese rcodo de sonreír con los ojos al pre tendiente, son cosas tan acabadas y perfectas que sólo la misa, probibién. Golas, pudo hacer posibles. El saludár con ua parpadeo, es otrá. sutileza deliciosa que debemos a la misma. No hay un saludo de mejor. gusto ni más inteligente ni más gra: ciosg.
La misa les da a las mujeres otra orortunidad de lucir sus medias de cda. Perp esa es ya tina coquetería. e género grande; de grand guignol.
Yo me quedo con esas sonrisas que. penas descomponen la línea del fou: y que.
ás. Sdririsas de una complici. dad Endocible.
ee. prometen Po, EL CINE El cine es el gran tirano moderno. Nuestra vida actual, tiene sus ojos fijos: en Hollywood, la sintesis de la frivolidad. La vida: de hoy, es exquiEn nuestra vida la se amente sintética. se todo va desenvolviéndose como si penumbra cómplice de los cines, si de extendiera sobre el mundo, comio esos inmensos estudios que ext. el planeta entero Viviese suspenso apacible holgezaneria al pie fragantes colinas californianos, Se vive para el cine; se ama en ansí como tal, les digo tienen la cabeza llena.
ino han de ense: Ma todo ha de ver al mome: secretamente (A el cine; se sufre por cine, Los cadáveres de Shatecpeare, de ScEiller y Ce Ibsen, han credado momificados en el recuerdo de uuos cuantos y ya no bay siro escenzrios fantásticos que abarcen desiertos y selvas vírgenes; artistas que tueren de amor entre los brezos nervudos de algún atleta; besos que suecionan y que hacen cerrmr los párpados como en una ofuscación maravillosa.
Las mujeres se cuidan de admirar a los ídolos de la pantalla, y los horabres de. desear a las estrellas del maq e Yi je. Todo va tejiéndose como frente a una maravillosa cámara cinemetográfica que epera lentamente, sbarcando todos los cielos. y todos los horizontes. Rara e inexplicable edad del cine. Las niñas bien. lás que usan les melenas a lo Mónica Lerbier, y saben gustar el sabor exótico de las encántadoras danzas hawallsnas, que copian frente al espejo cómplice de las de Nita Naldi y Mary Piekvan sintiendo cada momente en su espírita, algo que las acerca más y més hasta aquellas figuritas de porcelana de Sevres que. aún se admiran en el Versalles de las mil galanterías. El cine. ha marcado una nueva personalidad a este studios del cinevia, que se desborden sobre el mundo, Es el flirt de siglo. Son los los cabatets de película que preocupa Ftrascendentalmente a las mujeres del día. Son los. besos de vampiresa que van dejando una huella de colorete en togás las mejillas. En En la sctualidad no se concibe hada, si Antes no se hd contemplado desde la incomodidad de una buteca.
Nos sentimos arrollados por él, algo asi comio sus esclavos.
Vamos llegando al momento en que ninguna ciudad será fuerte si ne tiehe santuarios al eine y. colosos que sepan posar con reras genuflexiones anté el objetivo. Llegamos a la época en que el mundo todo será un inmenso studio maravillado ante las esbriolas de sus propias siluetas y ante 18 imponente magnificencia de sus bambalinas de papel cartón.
Carlos Ambrossis Martin.
Un padre que da consejos más que padre es un amigo, que vivan con preczución Naides sabe en qué rincón se oculta el que es un. migo.
Yo nunca tuve otra escuela que una vida desgraciada No extrañen si en la jugada Alguna vez me equivoco pues debe saber muy poco Consejos de Martín Sierro a sus hijos con gran ye con gran precaución es dos.
Las faltas no tienen límites como tienen los terrenos Se encuentran en los más buenos y es justo que les prevenga: aquel que defectos tenga disimule los ajenos, Al que es amigo, jamás ID GI. El Poema de las Narices en un febril rirmo lascivo y una sutil fulgencia rosa!
y la mirada pensetiva. y. lascivas semiveladas. Oh, aquel perfil de antigua diosa, numismático y sensitivo, que revelaba un alma ansiosa, lil más que la boca temblorosa: IN y la mirada voluptuosa, mE.
Sor Casilda alzó el pálido rostro, que sonrosaba una emoción repentina, y contestó a la tornera. Voy, voy ahora mismo. La Mamaban a la reja; estaba allí su primo Luis casi su hermano que. descaba verla; era el generoso bienhechor del convento, el que no hacía dos meses había contribnido espléndidamente para reparar la torre de la. iglesia, que amenazaba ruina, y las contadas veces que venía a hablar con Sór «Casilda. sé lé pérmitía que conversasen sin tasá de tiempo ni vigilancia de oído.
El esperaba ya en el locutorio, salita limpia, esterada. enfzbelgada, amueblada con bancoz de madera, sillas de paja y dos fraileros. Era ali tánFible el silencio, el recogimiento casi palmabl la celosía amortiguaba la luz solar; ningún ruido venía de la desierta calleja toledana, y los euadros oscuros, bituminosos, de negro marco, comentaban la impresión de melancolía, como de indiferencia hacia la vida, que infundía aquel lugar.
Luis, desplomado en uno de los amplios sillónes de baqueta, puestos los precaución en dos. Oh, fatuidad incomprensiva de los poetas, que cantaron la boca en flor hoguera viva mientras ilusos olvidaron.
a los perfiles que adoraron y con sus besos agitaron en la contienda decisiva!
Las narices de las amadas. nos revelaron las secretas ansiedades atormentadas. cuando el temblor de sus aletas, móviles, igneas y aglobadas, conmovieron las dos violetas, de las ojeras acentuadas.
aquel que no aprendió nada.
Hay ombres que de su ciencia Hay sabios de todas menas; mas digo sin ser muy ducho es mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas.
Xo aprovechan los trabajos 105 nada El hombre de una mirada El primer conocimiemo es conocer cuando enfada, lo dejen en la estacada, pero no la pidan nada ni lo aguarden todo de él, siempre el amigo más fiel es una conducta honrada, Ni el miedo ni la codicia es bueno que a uno lo asalten, ma ¡Y el perfil de plebeyo rango, que el ducue Job eternizara, cuya narizz bajo la clara luz de ojos que bailan un tango con provocativo arremango mi afán oculto despertara. esa nariz que rememora, con lineamientos indistintos, al ¿guila, dueña, y señora de los siderales recintos, por su altivez conquistadora.
y por sus trágicos instintos. tantas más, cual ventanas de la Pasión, y otras tímidas e inciertas sobre las mejillas cubiertas de palideces, como muertas.
amplias, abiertas caratulillas de cartón! codos en los descansaderos, dejaba colgar un brazo, y en la palma de la mano del otro reclinaba la frente. En esta misma actitud de cansera dolorosa estaba cuando, paso quedo, la monja avanzó, y al detenerse, pronunció un ¡ssst! suave. Qué es eso, primo. Estás malo. articuló Sor Casilda, Luis habíe dirección de la vuelto el rostro en reja, y la. monja le consideraba con susto; tal le hallaba de desencajado, los ojos asombrados y fijos, la boca contraída, negros y resecos de calentura los labios, el aliento que de ellos salía, impuro y fétido como la exhalación que se levanta de revuelto pantano en horas de tormenta. Malo, tengo nada de lo que se dice enferno respondió Luis. No medad. Lo que tengo es pena.¿oyes?
Pena horrible. de 3s horas que hay. horzs negras!
Estoy en una e y vengo a que alguien me muestre un poco de cariño, porque ¡me hace tanqa fatal.
La monja se estremeció. Escuchaba con sencillo agrado la voz de Luis cuando hablaba de cosas indiferentes; pero a poco que el senti. nto la tim brase, recordaba con punzante inten sidad que era la misma voz, la única que babía derramado en su oído inolvidables conceptos. Por rápido y stco que bubiese sido el noviazgo; per pronto que se hubiese convertido er? fraternidad, Sor Casilda guardaba Il den:ro, invisible, una herida herida dulce, cruel, sin cesar ofrecias los, sóly por él curada, cerrada nunc: Vese tanto, Casilda había buscado en moda eternamente Para que la berida no la do4 convento ese bálsamo posado de de aisla2.
to, de la muerte parcial, del rer y del obedecer. No fué Jué més bien ura especie de Jiosofía humana, ineti zromsejó a la miña qu o de rula est la fosa.
e 53 cabeza con a almas enfermas y a Reja (2 por indicaciones expresivas. Un mo vimiento de cejas, un. entornar de ejos, se interpretsron en el claustro: la imaginación de la encerrada hace Los gestos y las medias palabras referentes e Luis se traduczan para Sor Casildi de esta suerte. En pecado. Por consecuencia, en más lo demás.
tribulación y. tormento que alegría. rezaba, rezaba, con un Ímpetu de esos que llegan al més aJlá misterioso. Qué Luis elgún día se arrepintiese se salvaset aunque a elle la fueser cerradas las puertes divinas; tras de las cuales no hay mentiras, ni: tristezes, ni miserias ni culpas. ahora que le veía indudablemente en cl pri mer peldaño de la escala del arrepentimiento, bajo la impresión de una eztástroe morzl de las que en un instante inmurzn la conciencia, Sor Casilda:en vez de complacencia sentía vna piedad infinita, 1: arrasadora, que derretía su corazón y conmovía sus entrañas; algo muy trágico muy hermoso y muy fuerte que le arrebataba y la trostornsha, haciéndola olvidar en un minuto los propósitos y las aspiraciones de tantos años. Con la violencia del impulso de empujurlos, los hierros de la reja se acrustaban en su cuerpo enflaquecido y lastimaban sus afiladas y descoloridas manos, que pugnaban por alcanzar, al través de ellos a Luis, el cual ahora sollozaba muy bajo, queniños Jandose como se quejan los cuando están enfermoz y no saben explicar so mal a las madres. La monja repstía sunlivante. Pero, cuéntame. Pero. dl luis, por Dios. Desahogn, desahoPio. No puetol gimió l, abrumado yer lo inútil, por lo esteril de su ago2162 Casilda, no puedo. Tengo. ves?
una argolla de garrote en la Ronan zo en la cabeza. Esa reivredad, que no es un necio ce un exP parate permelo. Distosa tá, que hos lo ¡Ob, narices cuyos alientos, en los frenéticos esp2sios. turbaron nuestros pensamientos, y adormecieron, en Marasmos profundos y celenturientos, los juveniles entusissmos. Sabias narices, en el gozo siempre anhelentes y eruditas, juegan la gracia del retozo, liban aromas infinites, vibran de lúbrico alborozo. Canten las liras sensitivas.
a las leales y expresivas. narices de nuestras amadas. a. las que almas comprensivas jamás tegieron sus baladas. aunque acentúen las ansias vivas con palabras más emotivas que las hipócritas miradas.
y que las bocas reflexivas. ll Rafael STANGER donde sólidamente la fijaban emploque nuestros lzóos no se strada por la csdebía agredecerme aquella tristeza ría, que debía econsolarla, pres era como un reloj del amor ya lejeno.
Ebo un tiempo en que los dos soiifiamos, no era el amor sino le pasión haste la muerte. nsquet ed morten. Ambos creíamos en nuestro sue Eo, y más de una vez embrizgados prolerimos los dos grandes palzbras: pre. Xunea! Habíamos creído en la inteligencia de nuestra carne, en aguella afinidad rarísima y misteriosa que liga a les erjaturas humanas con el tremendo lazo del deseo insaciable; lo ereíarmos porque la agudeza de nuestras sensaciones no disminuyó cuando el oscuro genio de más lo emir fa Muerte del Amor ruinzs. Pero ¿cóm fenómeno necesario. Cómo evitar lo inevitable?
En medio de iodo era una gran!
el Aventara que, muerto amor, amor por la necesidad fatal de los fenémenes y sín eulpa por parte nues. ira. pudiéramos todavía vivir en una ma cosa ligados por un mismo senento, quizás menos profundo el antiguo, pero ciertamente más elevado y más noble.
Gran dicha era que una mueva ¿lusión pudiera suceder a la antigua y establecer en nuestres almas un cambio de afectos puros, de emociones delicadas, de exquisitas tristezas.
Gabriel Annanzío. Cinco (Minutos. ie. readuras enormes. La monjas, rabiosa Cinco minutos. pueden engendrar (fdrio, abrir la vidriera, entrar, mata mente, con el peso de su débil cuerpo sinnúmero de posibilidades; en cinco al dueño de la casa, llevarse los «alos y el escaso vigor de sus Bracillos dej minutos hay tiempo para el mayor cri res forzando un mueble y escapar es: anémica: sedentaria, pretendía arran men o el mayor heroismo. Si quie ealando de nuevo la tapia. a car el primer enrejado. Luis vió el 10s, lector, saber lo que son cinco mi El jurzdo se impresionó; el reo hu sublime e insensato movimiento y lo hutos, oye esta historia: Un reo com biera sido absuelto. Pero el. agente agradeció con una miradá más dolo parece ante el tribunal del pueblo. El del ministerio público solicitó del rosa que las palabras. Sor Casilda defensor prueba hasta la evidencia, suez que antes de que los jurados de. Jadeaba, re hechando mano de y doen 1ib los así: 4 redobló sus sollaba hondo y congojoso, como. el Jeñodor évando descarga el hecha; se estrópeaba los dedos; se deshacía las muñecas, y repetía en su afán. Luis, Luis, ayúdóme. Quiero salir, ayúdame; rompámosla. Luis se encogió de hombros. AqueMa Jocura de su pobre prima le traía zuentos, que el reo. acusado, de roba con fractura y asesinato) no habia po dido cometer aquellos delitos, por la sencilla razón de que cinco: minutos después de perpetrados se le había visto fueran de la esfera del crimen.
Esto era csi probar la cosrtzda. En. cinco minutos, señores, con saltar él, por. y ión, a eluía el es ¡bl la realidad. Romper una reja asf! la. tepía de un jardín, romper un viY euando, por caso imposible la rompicse. no era doble. No tendrían que arrancar la segunda, erizada de la ierro? sella, reja de ¿quel reja era el propio destino de la monja; y el suyo el de Luis, 2quel dolor desesperado e bi que siempre consigo, Se levantó y acercando el lío o rostro a un claro de la reja, murIEEE Pasé por la casa vacía testigo de dulces. amores, abiertas al rayo del día.
la lúgubre sala desierta la casa de patio con flores ví por la oscura ventana y un fleco de la luna lejana dorando el umbral de una puerta.
El patio dormido en la sombra; muró. Casilda déjalo. No puedes, Casilda. No podemos. si pudi mos. para qué?
Emilia Pardo Bazán. a Casa Vacía si miro perdido el encanto de aquello que pudo ser mío.
Qué triste la sala vacía y el grato rincón ya doliente, en donde al fulgor de otro día estaba el diván confidente!
Palabras que nunca el olvido podrá deshojar en el viento si lenas de un cálido acento.
ran en silencio durante cinco minutos. a fin de que todo el mundo se diese cuenta de lo que estos cinco mi nutos significaban. Aquellos, cinco minutos no acababan nunca!
Los asistentes al compás del reloj imaginaban sin duda, las diversas fases Zel delito y encontraron que había hahido sobradisimo tiempo para cometerlo.
Cuando hubieron pasado los interminables trescientos segundos, el fis exl dijo sencillamente: Ahora, señores jurados, ya sabéis lo que son.
cinco minutos.
Amado NERVO ETE ESA EEE Es ni un ruido, ni un eco siquiera, ni el agua que ya no la nombra debajo de la enredadera.
Sin matas, sin flores, sin hojas, el pario lo mismo que el 2lma, parece que llora en la calma profundas y lentes congojas, El rayo de luna tendido adentro, parece un sudario, el techo florido la jaula el canario.
cobraron eterno sentido!
Alondra que en una mañana se fue para nunca volver, te ruego la llames mi hermana si acaso la vuelves a ver!
Pasé por la casa y al ver la ventena sentí que mi vida, ya verta, era ave sin rumbo, olvidada, tra 2gua iS EIena.
CERRAR 5d HE Ú. in pS mi Us o si AA e. PA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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