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de la calle era de todo punto forma; sin embargo, la cosa no ON Seguna Parte ro a La INDEPENDIENTE DE INTERESES GENERALES Ea, TA. Segunda Parte 655 AÑO San José, Domingo de Diciembre de 1928.
NAO Las tertulias de los Morales en su chalecito de Villa Linda, habian adquirido un cariz elásico En la confortable salita de recibo solían reunirse todos los juevzs los más caracteriza¿dos vecinos de la villa, que por espacio de dos horas conversa.
ban, siendo su tema favorito los acentecimientos de la actualidad.
Un jueves por la noche, durante la clásica tertulia, se comentó el último hkacho ecriminal que despertó la curiosidad del público, El hecho en cuestión podía reducirse a lo siguiente. Un hombre había sido asesi nado después de haberse snicidado. véase cómo no res exagerado el concepto. El señor Orestes Pulgar, banquero de r2z nombre a causa de una operación cruinosa que acababa de realizar, se había quitado la vi da, demostrando un gran desprecio por ella. Sentado a su escritorio se descerrajó un balazo en la sien, muriendo instantineamente.
Más que muerto parecía. dor mido. Un hilillo de sangre, bro tando del orificio producido por.
la bala, junto mismo a la sien, corría por su mejilla denecha. Era tan imperceptible, que había que aproximarse mucho p3ra descubrirlo. Nadie acudió a la detonación del balazo, por dos razones: pri mera, porque no había ser vi viente en la casa, ya que los PaSIDA RU hechores se habian decidido a asaltar la mensión del bangue.
ro, dispuestos a 2poderarse de sus bienes; costara lo que costare. Luzgo de cerciorarse de que nadie los espizba, escalaron la vería del Jardín, violentaron una de laz puertas de acceso a la finca y penetraron con todas las precauciones imaginables hasta el despacho del banquero.
Entreabrizron la puerta, se asomaron discretamente, y, Sentado a su escritorio de espadlas a ellos, vieron al señor Pulgar como abstraido en una profunda meditación, o acaso dormido.
Avanzaron entonces cautelosamente, cuchillo en mano, y sin pararse en sentimentalismos ni reflexiones, acometieron al muerto infiriéndole innumerables puñaladas, todas de carácter mortal, Nadie había visto que las cosas ocurrieran así, ya que no hubo testigos presenciales, ptro fales fueron las deducciones de los policías. Este hecho cri minal fue bautizado por toda la prensa con el título de El suícida asesinado. y a fe que no se pudo estar más aczrtado. Hablárase de lo que fuera, bastábale a cualquiera oír al azar el aludido título para saber que se trataba del drama del banquero. Los tertuliznos de log Morales parecían muy 2dmirados de tal suceso. Para ellos tenia ¡más de novelesco que de real, pues no concebían que pudiera SRaela UNATRAGEDIA EXTRAÑA Este suceso que tanto admira a ustedes dijo, no ticre nada de particular. Es un caso simple; tan simplz como uno en que me tocó actuar bace muchos años, cuando era juez, y que, sin embargo, ofrecía las 2pariencias de un hecho extraor dinario, inverosimil, monstruo so. Precisamente, aquel suceso es la antitesis de éste. La preu sa de entonces lo llamó de mn modo peregrino. Vean ustedes si no: El hombre que se suicidó después de haber sido asesinado. Eso es bn cuento fantástico! le interrumpió uno. Peor opinó otro. Eso es un disparate, El doctor Ferraz no se violen tó. Reclamó un. poco de atención con el gesto y en cuanto se la knbieron dispensado volvió a tomar la palabra. Vuelvo a repetir a usted? que es tan corriente que un sui cida sea mucho después asesimado como que un individuo de poco o mucho después. por José 3L Braña.
pertenece al enumerado en segundo término, esto es, al de un hombre que se suicidó después de ser asesinado de tres puñaladas mortales, Se lo conteré a ustedes para que se convenzan que no sólo puede ocu. frir semejante cosa, sino que ello sucede con una frecuencia alarmante. Debería comenzar mi relato desde el punto y hora que ha sido asesinado se suici en que fuí puesto en anteceden El tes d21 descubrimiento del cac2so en que yo hubs de actuar¡ dáver, que, como el del banquero, fue hallado junto a su mesa de trabajo, recostado en el espaldar del sillón, la cabeza lize ramente caída sobre el hombro izquierdo y conservando aún el revólver en la mano agarrotada y fría. Pero empezar en esto punto equivaldría Empezar por el final, y yo siempre he sido de opinión que el principio es lo primero. Así, pues empezaré por el principio. El hombre que se suicidó después de haber sido asesinado. se llamaba Leonidas Gam boa. Era portugués y se dediezba al comercio de lanas y 2fines. Leonidas Gamboz había Cuando llegó al pueblecilló de aquella republiqueta, cuyo nombre no hace al caso, el avi so del Ministerio de la Guerra para la movilización de trop2s que debian combatir la invasión, el capitán Rodríguez, comandante del destacamento de la provincia, expidió una orden. criados habían salido con li haber ocurrido semejante cosa, gencia, y segunda, porque des o por lo menos en semejante del día que terminaba usiz De ese modo, siendo los sediciosos que invadieron nuestro país en número de ochocientos nosotros no necesitamos sino un número igual de patriotas para derrotarlos. como la contribu ción es proporcional, este pueblo tendrá que amar a las armas a cincuenta conscriptos que, con su bravura y su disciplina, su amor al orden y a Entre Jos movilizados estaba Tomasito Suárez, muchachón que se las daba de corajudo y cuya valentía era, sin embargo, la cosa más hipotética de 2quel pueblo. imposible oír la detonación en virtud de hallarse la casa rodeada de un vasto jardín. De. haber podido oírse, habría sido muy débilmente; tanto que podría tomarse por el estampido del corcho de una botella destapada. Casualidad. Fatalidad, Provi dencía, nadie se explica cómo aquella misma noche unos malEl pensar bien consiste, o en conccar la verdad, o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad en la realidad de las, cosas.
Cuando las conocemos como 0n en si alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error.
Conociendo que hay Dios, co nocemos una verdad, porque, réalmente existe; conociendo que la variedad de las estaciomes depende del Sal, conocemos una verdad, porque en efecto, es así; conociendo que el respeto a los padres, la obedien cia a las leyes, la buena fe en los contratos y la fidelidad con log amigos Son virtudes, conola República, se encargarán de Alto, de anchas espaldas, con iS tenía nada de extraordinaria.
Ante la aparatosa admiración de sus contertulios. el doctor Ferraz, que en tiempos pretéri¡tos fuera juez del crimen en un tribunal provinciano, son¡reía beatíficamente. Por fin, deseoso de acabar con aquella estúpida admiración, más pro pia de patanes que de personas medianamente cultas, tomó la palabra: ys En qué consiste el pensar bien cemos da verdad, así como Cueriamos en error pensando que la perfidiz, la ingratitud, la injusticia y la destemplanza son cosas laudables.
Si deseamos pensar bien, hemos de procurar conoser las cosas. Un sencillo labrador, un modesto artesano que conozca bien los objetoz de su profesión, piensa y habla major 50bre esos que un presuntuoso fi lósofo que con encumbrados conceptos y 2IEsonantes palabras quiere darles lecciones sobre lo que no entiende.
Jaime BALMES. castigar a ignal núrrero de enemigos.
Cinco días después estaban, efectivamente, incorporados Ta guemición tincuentarmuchachos del pueblo, los cuales comenzaron a recibir en seguida la debida instrucción militar y, al mismo tiempo, la munición un brazo que difícilmente :podían abarcar dos manos. Tomasito Suárez vivía, puédesa decir, de la fama insensiblemente adquirida. La verdad era, sin embargo, que jamás se había he cho ver la fuerza de aquel brazo, alabado pero jamás puesto a prueba. allí estaba él, en CUENTOS FXTDASDDINADIOS EL CONSCRIPTO Por Humberto Dos Campos uniforme kaki estallando bajo la presión interna de la musculatura poderosa.
El día de la partida, con el contingente formado, los cons ríptos en fila, el capitán Rodriguez repitió, en discurso, los términos de su orden del día.
Que cada legalista se encargase de un rebelde, de un sedicioso, de un enemigo de la ley y del régimen. Que cumpliera cada uno con su deber y el Estado estaría salvado.
Terminada su oración, comen zó da revista. Ante cada soldado. Cómo te llamas. Joaquín Perales. Matarás un enemigo. Si, señor capitán! més adelante. Cómo te llamas. Alfredo Costa. Matarás un enemigo. Mataré, señor Capitán!
Antes de Jlegar Tomasito Suárez estaba Candelario, un ne grito menudo, seco, chupado, pero que ya habia servido, como voluntario, en las filas del gobierno. Tu nombre? preguntó el militar. Candelarío de los Santos. Matarás un enemigo. Mataré a dos, mi capi tán! respondió firme. el negrito. esas palabras, Tomasito Suárez, que estiba un poco más y OMINICAR «contraído enlace unos meses 20 tes con Herminia Arenas, joven no muy agraciada, pero aque tenía unos ojos raszados, de mi rar inquietante. La amaba locamente. En la opinión de euantos lo conocieroz, la amaba tanto, que por ella habría eo metido la mayor de la monstruo sidades de haber querido ella que la cometiera. Herrinia Arenas parecía corresponderle de igual manera. Aquel matrimonio ideal, unido por sentimientos análogos, era la en ¿Sa de todos. Asi debías :marme tú. decían tos maridoz a sus esposas, y éstas les respondían no menos acertadamente. por qué no me amas tú así, tan tiernamente, como la ama él. Pasaron algunos meses. Seis, siete, lo mismo da. De pronto Leonidas reparó que a su Herminia debía ocurrirle algo, pues la notaba adusta y pesarosa. Co mo es de suponer, el pobre hombre se alarmó. Qué le ocurrirá a su mujercita. Estaría enferma? trató de averiguar qué mal extraño era aquel que nublaba su rostro y destruia su felicidad, que había soñado eterna. Herminia, cerrada en un mutismo desesperante, se re gaba a abrirle su corzzón. Todos echaron de ver qu2 desde que había descubierto el mal de su mujer, Leonidas 2parecía profundamente afectado.
Jovial y dicharachero de ordi HUMERO 2834 XAO a la casa de Leo en que llegué pidas Gamboa, cien encontr por un balazo certera y con tados. o Como usteá ve, señor 3utz me decian los funcionsrios policiales, este hombre se ha suicidado. En efecto; se ha suicicado repuse yO, después de haberlo comprobado. Como pueden ustedes comprender, habiéndose quitado la vida aquel por su propia Incno y al parecer por su propia voluntad, no había nada que Lacer. Sin embargo, contra lo que correspondía y se esperaba, 30 procedi a la búsqueda da Herminia Arenas, que habia desaparecido, y la condené como pre Pero. no ha dicho usted que se había suicidado? interrompió uno de los oyentes. En efecto; lo dije y así había ocurrido. Pero resulta que antes de suicidarse habia sido muerto de tres puñaladas mortales por su mujer. Es posible. tan posible! Sobre su mesa, frente a él, había una carta de su mujer escrita pocas horas antes. En ella sólo decía Tp odio; no te amé jamás.
Huyo con el hombre a quier verdaderamente amo y me llevo todo tu dinero. Hé aquí las tres pañaladas mortales que Jo nario, parecía haberse petrifi asesinaron: Primera puñalada: cado Ja risa en sus labios y enmudecido su lengua. El mal adelante en la misma fila, dió grave, oculto, desu compañera, un pasó al frente, la mano en el kepi, y bien cuadrado dijo. Con permiso, capitán. Puedo irme? indicando al negrito. El se encarga de matar al PROLOGO Soy un grávido río, y a la luz meridiana ruedo bajo las ámbitos reflejando el paisaje; y en el hondo murmulio de mí audaz oleaje se eye la voz solemne de la selva lejanz.
AURA AEREA, Flcta el sol entre el nimbo de mí espuma liviana; y peinando en los vientos el sonóro plumaje, en las tardes un águila triunfadora y salvaje ucla scbre mis tumbos encendidos en grana.
Ea Aa Turbio de pesadumbre, y 2RChuroso y profundo, y al pasar ante el monte que ea Jas nubes descuella eca mi trueno espurante los ccxicrnos le inundo; a después, remansado bajo plácidas frondas, purifico mis aguas esperando una estrella que vendrá de los cielos a bogar en mis endas. y a 5. La gentil calentana, vibradoza y Stimisa, a de cabellcs que huelen a florido arrayán, cuando danza bambucos entristece la risa. y se alegra el susurro de Sus faldas de olán.
Xx Es más clara que el 2gua, más sutil que la brisa; el ensueño la llena de romántico afin, y en les lenes inmensos, a la luz imprecisa, tros las gurzrs viajeras sus miradis se van.
Mes Siempre el sol la persigue, la sonreja y la besa; ecn el alma del río educó su tristezz les palmixs el postrer arcobol. a OTI NIE daré mis cariclos a 5u 5902 sonriente, los ruberes borsaria de su foente acaricio las flores; me corono de lianas Por José Eustasio Rivera (A Guillermo Arana. Soy un hijo del monte: por su sitio más fresco busco, siempre cantando, la sonora colmena, y en las grutas silentes, mi gargante se lena de panales nectáreos y de almendras de cuezco.
Al salir de Jas onda, con placer me adormezco sobre las hojarascas que mi perro escarmena; y filtrando las ramas, en mi cara morena pone el sol de la tarde su movible arabesco.
Inspirado en un sueño de termuras lejanas, y los troncos abrazo con profunda emoción; Que después, cuando a solas mi pensar reconcentro, busco el premio del ronte, y en mi espíritu encuentro el retoño florido de una dulce Cigarra, tú eres la juventud.
Vibradora cigarra: con tu lírico empeño los veranos cantabas en la azul lejanía; y al temblor de tus élitros resonantes fulgia todo el sol en mis ojos en el valle risueño. callabus 21 verme por el linde pampeño divegar, cuando el rayo moribundo del día con las biondzs palmeras que la tarde mecía tuve amores, y el llano me enseñaba el ensueño.
Hoy que lánguidas brumas se vistió la pradera algo espera mi alma sia saber 12 que espera.
Que el sol brille, que vuelvas y en la luz te Temantes. Ni Cena laz era un celaje sobre el páramo eterno!
de guerra. fila, derecho y solemne, con el el capitán preguntaba: mío.
sE ES RABAT AAA ANA AA TETAS MA a 8 BRA EDEN e ES O MET ilusión. lo NU a a a Z Z ú a Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Si ¡ona e Bibliotecas del Ministerio de COI YJ UVM.
a lo enloquecía, Jo «nonaidabz. Quiso lMámar un médico para que la auxillase con su ciencia, y ella se opuso. Hízolo venir en secreto, sin embargo, y ella lo arrojó de su casa airadamen yA quí, arrigos mios, hago pun to. Voy a pasar por encima, a detenerme en el preciso momen.
to en que debía comenzar mi re dato. Esto es, en el momento «que impedía la libre circulaSe llamaron ingenieros y se les preguntó si poirisn quiter de u0lí el estorbo, y cuénto costaria ¿Uno dijo que sería necesario volara con pélvora y después transportada, todo lo cual podría costar sus ocho mil rublos.
Un mujix habló entonces. Si a mí me dan cien rublos, gunda puñalada: Huyo con el hombre quien verdaderamente amo tercera, puñalada. Me Hevo todo tu dinero. Leonidas Gamboa, después de recibir estas tres puñaladas. que debieron originar una muerte instantánea. se había suicidado. yo, conforme a los dictados de la verdadera justicia, eondené a Herminia Arenas, convicta y confesa de homúcidio y robo con alevosía y premeditación. Cómo un Mujig hizo des aparecer una gran piedra.
En medio de la plaza de la¡la piedra desaparecerá, ciudad había una enorme piedra Se le preguntó cómo lo haría. respondió. avarndo un gren hoyo cer es de la piedra; Juego haria que ésta cayera en el agujero, reltenarialo con tierra, y acto se guido igualaría la superficie.
Dejósele hacerlo. Recibió doscientos ruklos, mi tad de ellos como premio a su ingeniosa idea, León Tolstoy en un sUlón, perforada la sien revólvar entre Jos dedos agarro sunta matadora de sú marido. T És y. Ta odio; no te amé jamás. Se.
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