Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Qs. 2a. seccion a PAGINA UEVE AAA Cervaztes, Exverto bace trescienLor añow se encontraba ez el Iafieres la sombre de ma árbol arul de los Compas Eliseos. sufriendo ya la Bcurastenia de La Jamortalidad, Bera comerrando excelente apecto con le golilla de encaje tan almla donada como en el momento en que Jánrezol lo retrató cuando en este el Diablo le dis un zolpecito ex el hombro. Buen Ha, amizo. Bocn día TiNo fuiste tú quien escribió la Vida del Inzenioso Bidalro Don Quijote de la Mancha Fti yo. Ven conmízo. Quiero mostrarte En espectícalo maravilloso. Qué expectáenlo ex ese?
Aa tora cabalzatas.
hubiese escrito el lo excribirias ahora.
El glorloxzo manco de Lepanto se Irzuló, puso la espada en el tala barte, ae cubrió con une gran capa Mezra, y con le gracia y la vobleza de una ficura de Pantoja de l2 Cruz, Pregunto, mirando la cara de aquel Diablo amable, rianeño, carnicaprino, elezante, frónico, que vino despertarlo de su silencio de estatuar: Si ya no Don Quijate. dónde es exo, amigo. Es allí próximo explicó el Diablo, encendiendo el cigarrillo en la brasz de uno de 205 calcañares. en el camino del Tártaro apenas unos vasto arenal. la orilla del rio Eatigio, donde van pasar en tropel vertiginoso, con sus armas, sus lem. bl tale. cua Cervantes en el faterior!
y el Diablo en el volante.
Ex efecto, minutos desputz el anComóvil que conducía la desdeñosa!
inmortalidad de Mizuel de Cerran. tes y Saavedra ss detenía fuuto la margen del Estigio, en un punto desde donde we descubría, hasta perdido de vísta, el vasto arenal leonado y ardiente donde iba a desfilar, cotuo en an ismenso hipódromo, la oueva caballería de Jeborá, La lox roJiza que descendía del cielo cúpula de cobre hecha brasan hacie espe.
jear, como una superficie brillante de Éulla, las acuns perras e inméviles del río ¿que mir bien pareciaa. un pantano; croaban, en el allencio de la terde seca y metálica, y las ranas de la comedia de Arlstófa. nes; ana expresión de desolad profenda dominaba todo aquel áct do paisaje infernal, que parecia ¡la minado por el resplandor de un ímcendio lejano. Aquí eodijo el Diablo, saltan do de su admirable Rolls Hoyce.
El astor de Don Quijote también se apeú. Se proyectaban sobre el areral adusto las doz sombres diformes: la una larza iz de Cerrantes. la que la espada, levantando ateán la fimbria de la capa daba la confizuración de una cola de gallo; la otra a del Diablo pequeña, an ulasa, cornifrante, pedieaprina, brinendora, como la sombra de mn facne que caminase bailando. Marchaben ambos a pie, al encuentro de unas capas de rocañ que surcíaa en la conflaencia del Estigio y del Cocizan aus heráldicos, todos los caballeros medioevalez que. ae. batieran por Dios.
porlz patria o por su dama. El viejo Jehová impresionado por lor afaques dirizidor diariamente contra su poder por mizunos filósofos demas do audaces, ha resuelto movilizar los antizuos héroes de las Cruzadas, de los toreros reales, de los tombates fudiciarios y de la caballería andante, y reforzar con ellos sos cuardias Cuando las trompetas del Juicio Final atruenen los aires, las tres cabalzatas pasarán refulcentes a galope por el arenal interminable, y el hombre que en, las páginas del Ingenioso Midalzo supo reirse de la Inmortal caballerí2, tendrá el placer de ver desfilar ante éL zobre caballos enormes bordados de hierro, todos los xloriosos anteprsados de Don Quijote. El Diablo sonrió, afirmó el mpnóculo, mirá la: hora en aa reloj.
pulzera, y feo como una gárgola de catedral, caprino como une divinfdad silvestre, moderno como un cartel de Gogh o de Aubrez Beardss Jer, exclamó, arrojando por lex ma.
ríces una bocevada de humo arul. iNo es cierto, amizo, que va a zer un espectáculo sorprendente. Pero obserro Crerrantes con timiden de aquí al Esticio hay treCha. Ahí tenzo mi Kolls Royce. Som diez minuton.
celestiales.
Los caminos del Inflerno son maz nes vrmoriadus, sobrezoncles hevificos. ráldici. tintiueando tos estribos. Yamos. repiquesando lau armaz, chispeand. De ali a poco, do una las dando la imp to, y se dando el es pectáculo denlumbrador que, de alli a poco, el viejo Dios ¡ba les. o Periodo el autor de La Ga late, 2por qué no prefiere Jehová un ejército aéreo de aviones?
En mi tiempo la caballería ya había muerto. ofrecer Es un vícjo conservador, enede todo progreso. Todavía no automóvil. cuando hasta el Papa ya tiene uno!
En esto, un clamor lejano de trompetas vibró en el aire. Lun ranas calleron, Pasados alzunos momentos, hacia el lado del Tártaro, wvióxe en la gran planicie, a lo lejos, una pequeña polvareda que chiapeaba y refulzía, avanzando vertiginasamentee, Era le primers. eabalcata, Eran los caballeros que habían batido por Dios. La espesa nube crecía, rodaba, se henchia y mizo tiene encrespaba como unz ola, despidien»
do centellas de aceros se irisaba com relímparos de colores; un momento más, y ya se percibía el tropel confoso, ya ac adivinzban formas, ya se veían las testeras y los pretales de hlerro de los caballos, las celadas y los bacínetes puntisgudos de los caballeros: por fín, como las figuran de un gran vitral rótico que el aol alumbrara de golpe, la cabera de la cabalgata »orzió, destombrante de cruces, de lanzas, de palios abler»
tos, colorida de pendones de gomfalonea, de banderas, de ceparazobardada de palomas rojas que re alió en el cielo ofuscante come mn Eran mosaico dorsd el automóvil partió, en una vira titilación de mey sus flecos suspiran un (A ADORA a ELO pazana de un escuadrón de centanros de bronce galopando dentro de wea huzuera, Cuando la exbalzata CTE ER REM EEE La Palmera Cun pausados vaivenes refrescando el estín, la palmera engalana la silente Hanura, y en su lánguido ensueño solitaria murmura ante el sol moribundo sus congojas al rio.
Encendida en el lampo que arrebela el vacio presintiendo la sombra. desfallece en la altura; cuando vienen las garzos por el cielo sombrio.
Naufragada en la niebla, sobre el turbio paisaje la estremecen los besos de la brisz errabunda; y al merir en sus frondas el lejano celaje, se abandona al silencio de lzsuehes más bellas y en el diáfano azogue de la resplandece cargada de racin. le estrellas, JOSE EUSTAQU: pasó a la vista de Cervantes, se dis rumor de ternura MM o vs profunda RIVERA a AE OTI AICA CCE CENA blenzas. de San José, Costa Rica, DOME LAS TRE Y Unsuizn, se destacaban las fiztras conocidas, Eran loa místicos Lerribles de laa Crozadas que, pesados de cotas de armas montados sobre enormes cabzllos sormandos, los ojos Paestos ex el cielo, Jermsalen en el alma, mua eraz en el pecho :Dien le ventl ¿Dien de venti, alravesaron lya desiertos del Asia adusta, rezando y muando; era Godofredo de Eulión, rubió, sigantesco, un gan o heráldico de plata bordado en la sobrecoiz bermeja; era San Luis, Rey de Francia, pátido, eztática, el oriflama al viento; era Hugo el Grande: era Pedro Bartolomé, que ereía levar como un tesoro la lanza que hirió a Jesús: era Ricerdo Corazón de León; era Bonifacio, Maraués de Montferrant, abrazado a nn Evengelario bizantino; Federico Bar barrojz, enorme, taciturno, la coroma de bierro de. los Hohenstaufom encajada eo la cabeza; Godofredo de Saint Omer y Guido de Loxriznan, envoclína en el manto blanco de los Templarios; era el grande Jeaques de: Malllé, que, moribundo, atravesado por centenares de golpes, orabx y sonreía; era Raimundo de Antioquía, el Héreules místico, que Mevaba envuelta a la cintora la piel de león que vestía en los combates; era Urbano TL, bajo palio; Pedro el Ermitaño en zu mula blanes: eran los ilominados del Santo Grxaal, los del incendio de Constantinopla, cubiertos de sangre, sedientos de matauza, mitrados de hierro como los tuerreros de la tapicería de Ba.
yaoz, marchando en una floresta de craren, de 6, pendones. Todos passban en el estrépíto furioso de la carrera, no como si Dios los MHamara para ser sm mio licia celente, sino cual sl fuesen de nuevo a libertar a Jerusalén, esparcir el terror y la devastación. bajo lux patas de sus caballos, muriendo en éxtasis a los ples de la sepultura de Cristo. Una nube de cuervos los xepuia graxnmando. La polvareda »e Jerane taba, en el cielo roja, como el humo de una floresta que ardíese. Cuando iba yz lejos, Cervantes, conmovido, deslumbrado, miró a en acomPAñante. De qué te ries, amizo?
no ll Unsión, Zpor qué. iLos viste cómo enlaquecidos. Toduz ellos mataron y mutieros por un Dios distinto del es los demás, y Dios, x1 fin y al cabo, es uno solo!
Pero de nuevo sonaron las trompetas, y la aerunda exbalzala la de los caballeros que Juckarex por la patriz avanzaba yz, refofzente, estrepitosz, vertízinoss, Sormidable.
Si la primera fué un alud de hom bres delirantes, ésta tenia la prandeza, la masnificencia, el espienrior ofuscante de los afquilos rezios. En la gloriosa polvaredh, aureola de loz caballeros combatientes brilla¡AE MAA EME DRA ETC, La muerte Tenia los ojos azules la cara muy pálida, Soñaba con paises en PS Se SOMA PEDRO Huslón 5ilasi (ña ras, las espadas eboría de naa prradz e hiar despoblado de imá, ticue Cde las cxtedrales medio de las columnas de polro de lor reyes, las e pt.
De sol, y con tierras Jejanas. ME UR Por JULIO BANTAS Mi, el ber las coronas, las tieraz, los cetres imperiales, las pesadas armadedalmáticas de Chipre y de Eixancio, recamadas de oro; ya se distinzuiam las fizuray fígnras veneradas, tam conocidas por les estatons tumulares Teyes, Papas, santos, emperadores, ol condestables, alzando las manos selamparueantes, los báculos, las cruces, las hachas de arras las opulentez diriane de Sehneíider Sehneider lo riataron una noche, En el boliche de la Paraguaya. Suhneider oía el canto de la alondra Del viejo Rhin en las montañas claras: embarcó en un velero, allá en Hamburgo. Partió en la niebla de una madrugada; Schneider fué por cinco océanos on sus ujos azules y su cara muy pálida.
Se enamoró una noche muy ebrio y muy romántico, De aquella camarera valenciana, Que volvió locos a Jos marineros En aquella taberna del Río de la Plata, un hombre lo mató de un navajazo En una vuelta la calle Australia. Dónde estará el alma de Schneider. Oyendo las alondras del Iihin en Jas mañanas?
Yo he llorado a Schneider, una noche de lluvia, En él boliche de la Paraguaya.
BLOGS BERG MUTTER OCA BATRES.
o INDEPENDIENTE DE INTERESES. GO 13 de Abril de 1930 sl pos, qua para mayor quentre se hapenes los pón las galerías DOMI NUMERO 3207 CABALGATAS icomosiasia bizantinas, y que todo es. tropel de Jiguras arcaicas, selemnes, coloridas hleriticas, des Jambrantes de metales, parsba por el aremal inmenso, restirinoermen»
le, como ana cabalzate de daema, Entre Orhóx de Alemania y San Viadimiro de Rusia, zalopaba Carlo Mezno, con um barba florida, resPlandeciéndole el muuda en la pal made da mano; destacibanse al fremte el corpulento Guillermo el Conquistador, com ae casco puntíazedo y «un Jorizón ajostado de maMa de hierro, y el gigantesco Edmunda IL Rey de lox exjomes, el de laz costillas de acero. solocado en pesada armadura nerras mis atrás, Alfonzo Ide Arazón, el Eatallador. Edward de Inglzterra, compañero de San Luis, Rey de Francia; Fell pe Auzunto, los ojos puertos en el Cielo la cabellera al viento, el pes punte arul sembrado de flores de lia de oro: el obispo de Senlis, alma de la batalla de Bowvines; el gran Cid Ruy Diaz de Virarita danza ersuldx, ma brial rojo de ciclatón cayóodole hasta los pies y, en medio del teopel, entre la conlustón de tantes caballeros imposibles de reconocer, Juana de Arco, llevando el eriflama de San, Dion leo Du. Guesclin; Nun Alvares, como destable de Portuzal, pequeño de Cuerpo, le barba rubia, los ojos azulex como los de Galaas, Hevando un lendel hordado de rosas sobre la armadura; el Mustre Bayardo, STR UN herepro condottleri Italianos Giacomuxio Sforza, Mateo de Visconti, Glacomy Picelno, Barcclo de Montona. ojos ardientes, pieles triz sueñas; Dios en la bota, una ner piente en el corazón; Carlos V, mes lancólico, vestido de luto soñando con el Escorlal y con aux propias escquiaz; Don Sebastián de Portural, el último rey caballero, heroten y virgen, refolgiendo en su cabera la corona de Emperador de Marrueces. un lirio de plata erguido en la mano; toda la multitud, en Cin. de los exbalteros que hicieron y soñaron imperios, que derribaron y ale zaron tronos, que tallaron con zu espada el destino de las naciones; vralier asina peur et vaHer lon (HE. QUe eMpaparon aus minos en sam Ere pars escribir las pirinso de la nuentes a vacunarse, Por SOLANO.
NO ES HORA DE ANDAR CON CONTEMPLACIONES Se dice que hay casos de viruela ocultos y ciudadanos ret 7 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultur a y uventud, Costa Rica.
historir, y que en la esteztación de sex armas, en el vizor de ess casar Los bordados de hierro, en el impo tm de su galope triomíal, en el cole rído temulto de «xs banderas al martiar una vez. Qué me dicen ahora, ammizo prezuntó Cervantes, ebria de eatealzsmo, su alezre acompañante. el Diablo, riendo a careajedas. el monócxla en la órbita, en cígarrillo entre los dedos, exclamó ea seguidas Uesión. Dear ¿lanión este espectáculo sablime. Todos esos locos que aczbas de ver, mataron y murierom para erear sna patria mejor que las otras y al fin y al tabo ;Inzenuos! sólo Bay ana patels. que ee el mundo entero?
Cervantes iba a responder ;él, el gloriora mutilado de Lepanto! que Ja mejor patela era Espeñx, cuando las trompetas sonaros por tercera vez. La tercera cabalcata venía ya avanzando por la árida planicie; pero, como su marcha era mía lenta, Parecía. envolverla apenas una Jevo micbla dorada, No dabe, como las otras, la impresión de uxa vamzoardía de batalla que Iba contra el en míco, sino la de un solemne torneo, cuando, la voz de los heraídos y de los reyes de armas, Tos dos partidos, florecidos de ronfalones, de flimulas, de emblemas, de escudor heráldicos, entraron em lz nrena en orden de paradz. Como en las mi: histuras de los Torneos del Rey, Renato o del Castellzno de Couey. Jarras cualdrapas y caparezones ermuriados revestían las grejan de los caballos; y los cabrlleron en las lanzas y sobre todo em los timbres de los baunctez coru cantes, llevaban lazos de cinta, flores de cerero, Joyas, velos femenivos y ramas de laurel, que querian decir fidelidad.
Era la cabalgata de log campeones, de los caballeros andantes, de los Místicos del tercer amor. de: les hombres de lza justaz y de los torcos, de los que se batieron ;idenMates apasíonados! por la mujer bella, pura, débil e indefensz. medida que avanrabsa, Cervantes une fanto ac riera de ellos em vida iba reconociendo a alranos: aquí al bello y rublo Incelrerio, conde AnJou, adolescente de dlex y aels años, que se batió pur la noble Condesa de Gastinola; más allá a Re.
mato de Montauban, defenmur de la bella Genoveva de Ercocia; ahora el Joven Caleazzo de Mantuz, ojox ardientes como los condottlere de Antonello de Mesnino, que sr hizo caballero apdante por amor a Juanz, Reina de Nipotes; después al señor de Mendoza, luminoso de metales y de esmaltes heráldicos, que en jueta ten! defendió el honor de la Hnda Duquesa de Saboyx: lor otror, y tados, Godofredo Plantagenet, gramde como las montañas. sunteno co.
mo lo representa el esmalte de Muos, Paledia pizantesco de la Inocencia ofendida; el portezués Mazrico, una de los doce de Inglaterra Noe se baticrom como leonea Pur el honor de las damas inglenas: el hercúleo risueño Borldán, gritando enla aunecido como ez la batalla de Bonvinerz. Que chxcon se sourienne de damez los soñadores hersIcos, la sobreposición de bmitadures eternos de lus hérnes de EN MB R OR macizo y recamsdo de lax He llevado a mis labios el a s a z E ú. a. a nx BD DERIO AARESZ ES y he suscitado el eco de las le acerqué mis oidos y las sue han contado en voz baja su secreto tesoro, y vizo el rumor de olas y an incúga y un profundo ulesje y Un misteriaso (El caracol la forma tiene de un corazón.
lea Mibelozzos, de los paladis las wovelas, del cielo breton, caballeros wirginales de los escandimavar, que zuerdabía la mxerte ex el alma mua Ez mujer, y en el lecho, el acero a espada desnuda Ceando ello rex, los hnmires fuertes de le aros y de los champs de or. bellos y Jóvenes, espir xados poc lx claridad de la como al los envolriese una 57, réolz de ensueño, el Disblo rí estrepitoramente, aprelindore rriga, en carcajadas grosera hacían recerdar las de loz aútiros cuando perseruían, al. loz bosques, a las driadas, so didas. em el baño. Qué haces, amizol pre Cervantes. Lo mismo que ti hiciate Quijote. Me ría de ellos. Pero. por qué. Hosión. 1H hombres que har visto, murieron para exaltar la glor mata amor, para honrar y defender bilidad y la pureza de len res: y, al fin y al cabo, amiz el amor nunca existió sobre rra, y las mujeres «on más y mis imparas que musotros. Casó noche.
la Relampzr NICAL con fulgores azules el agua e de la Estizia Ya la última ca ta iba deszpareciendo e lo le el Dizbla seguía riendo.
Loc. dos compañeros volvie aubir al antomóvil que los Ya en el volante, el Diabla, no, antuloso, pareciendo hech Masar trlcas. coreo laz figurando le tores cubiatas, le preguntó vEntea que, pensativo, con lar!
puesta en el puño de la esp la cabeza caída bre Je gray Ha, subía at coche. No te parece, amizo, que razón? Si yo pudiera respondió síoso moveliata. todoa loz Quijote. 1Por qué?
mandaría ejemplares de. Porque con estas ilurione, lembrantes de que ti te rica: que yo me reí, viva y humanidad entera, Las tb; galas que hentos visto parar, expresión inmortal de loa tre les eternos. Ay de aquel q; toque, porque kari pedazos do. Te equirocas, amigo. que la Humanidad necesita de nes para vivir; pero mo puede, desde hace tantos miles de as lae mismas ilusiones. Yo uu mal xl género humano, contra han afirmado alzunos teóloro el in de indisponerme con 137 e mas gentes. Quiero la felició los hombres sobre la terra. ena entiendo que es preciso ler Jan vlejaa Musiouea y cre siones nuevas. Temes que el ac denquicie? No tenzaz mied Ares ideales muevos yu haré u vo mundo. Pero. serás capas de crer ideales tan bellos como esos?
El Iabla no respond. lan 230 pusieron eroar, y el Roll ce partió camina de lue Carr!
ven Liabua, 1529. De la Nación. Euenna Ajre LCE O CARACOL En la playa he encomirado un caracol de oro perlas más finas; Europa le ha tocado con sus manos divinas vvando crirzó las ondas sobre caracol sonoro dianas marinas azules minas Asi la sa me lleza de los vientos amargos que en sus hinchadax velas sintió la nave Argos cuando amaron fos astros el sueño de Jas mn: acento 2 I E el celeste tora, y
Este documento no posee notas.