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La Boda Bonilla Durán Montealegre Carballo Dos anillos nupciales simbólicos, en los cuales.
está concentrada con la bendición que sobre ellos impusiera el señor Cura de la Parroquia de La Soledad doctor Don Carlos Borge, la unión indisoluble de dos almas, tienen también el mérito de estar formados por parte de los eslabones de oro de la cadena que fuera del Ilustre Benemérito Ex Presidente de la República Dr. Carlos Durán, abuelo materno del joven don Carlos Roberto Bonilla Durán, que ha unido sus destinos a los de la gentil y bella señorita Graciela Montealegre Carballo.
Estos anillos nupciales, en poder de los jóvenes esposos, tendrán a perpetuidad los atributos de ventura.
y felicidad para el hogar que se ha fundado. En ellos.
no solamente estará el simbolismo de la ceremonia nupcial, sino el recuerdo vivo de aquel noble hombre de ciencia, que dió a la patria en los campos de su profesión y de la política, en unión de su señora esposa doña Lola Quirós Morales, todo el valer de su actividad e intelecto.
De propiedad del doctor Durán. viene el oro de estos anillos, a su único nieto varón hijo del hogar de don Roberto Bonilla Gutiérrez y su señora esposa doña Angela Durán Quirós, para cimentar en los corazones que ya palpitan al unísono de su amor, los destellos de ventura para el porvenir, los cuales anhelamos que no tengan ocaso y que vean Carlos Roberto y Graciela muchas auroras de felicidad como la que les rodeó en la alborada del sábado pasado 30 de noviembre, día de su feliz unión.
Novia encantadora, bella, que lució su donaire con elocuente sencillez al entrar al templo. como la hija de un hogar distinguido de nuestro ambiente, el formado por don José Maria Montealegre Echeverría y doña Adelaida Carballo, para retornar después de la ceremonia nupcial, como la esposa del joven don Carlos Roberto Bonilla Durán, bajo la admiración de una numea Maria Cecilia y María Isabel Anullón.
de Honor de la desposada.
rosa concurrencia que se había dado cita para presene.
el acto.
Mañana espléndida, llena de armonías y luz, fuć el marco que la naturaleza brindara a los jóvense prometidos, al dirigirse al templo de La Soledad para la ceremonia; dentro de las naves, una concurrencia numerosa de familiares y amigos, en el lugar designado para que los jóvenes prometidos recibieran la bendición.
un conjunto de bellas canastas de flores formando lineas a los laterales, enviadas como tributo a la joven pro metida. Desde el coro, los arpegios de la Marcha Nup. cial de Mendelsohnn, para el desfile inicial hacia el altar, el cual presidía el señor Cura Dr. Borge, que había salido a encontrar a los prometidos a la puerta principal. Seguían luego dos encantadoras parejitas, formadas por los niños Mario Velázquez Bonilla y María Isabel Antillón y Walter Antillón y Ana Cecilia Antilión, vistiendo las niñitas muy bellos trajes de color rosado. de estilo similar al traje de la novia, y portando en sus manos bellos ramos de botones de rosa rosada en porta bouquet de encaje.
Formados los padrinos en el cuadrilátero. colocados los jóvenes prometidos en el centro donde se había colocado un reclinatorio cubierto por un percal dorado.
teniendo el novio a su izquierda al padre de su prometida y al suyo; y la novia a la madre del novio y a la suya, el doctor Borge procedió a la ceremonia. En el momento de darse las manos después de haber dado sus últimos consentimentos de boda, para recibir la suprema bendición, desde lo alto del coro. la voz timbrada de doña Isabel Gólcher de Berrocal, cantó el Ave María de Gounod. con gran maestría, acompañada por la orquesta.
Se efectuó la ceremonia de bendición y entrega de los anillos y las arras, y la gentil y bella señorita se transformó en la señora Montealegre de Bonilla Durán.
Se ofició a continuación la ceremonia de velación.
durante la cual la orquesta dejó escuchar las armonias de la Serenata de los Angeles.
Ya retorna el cortejo nupcial, bajo los acordes de la Marcha Nupcial de Lohengrin, desfilan los padrinos para ocupar a la entrada los lugares en dos filas, y dejar paso a la gentil y enamorada pareja que radiante de felicidad escucha de todos los labios las manifestaciones de simpatía y los votos de ventura para el hogar que han constituído. Tras ellos, desfilan sus padres.
La desposada, lució sus perfiles de belleza y naire, bajo un atavío regio, confeccionado por las señoritas Susana y Nina Castro Dobles, en tela de raso, en un diseño de estilo imperial, de perfecto delineado en su talle ajustado al cuerpo, el escote formado por un capricho de parras adornado en el frente del busto por dos moñas de azahares, luciéndose en el centro del pecho un pendantif de brillantes. Las mangas, muy bombachas sobre el brazo y el puño cerrado en el antebrazo Merande Doña Graciela Montealegre de Bonilla por una abotonadura corrida haciendo el terminal sobre la muñeca en una forma triangular.
La forma del busto completamente lisa, para ajustarse a la altura de las caderas en un capricho, y hacer el despliegue de la faida amplia. La espalda. lisa completamente, en donde cerraba el traje por una larga abotonadura.
La falda formada, por ocho paños entrelazados formándose de los laterales y los de atrás la hermosa cola de largo arrastre y en forma abanicada.
Lucía la hoy señora Montealegre de Bonilla, un peinado moderno. que realizó doña Clara Odilia Vargas de Martin, adornado con dos moñas de azahares, y el velo prendido por un cordón de botones en la parte de atrás, dejando las ondas al descubierto y desplegándose en espumosa hacia atrás y formar un arrastre mayor del tendido de la cola.
En las manos de la prometida. un bello y hermoso ramo de azahares artifciales, sobre porta bouquet de encaje. del stock doña Flora Echandi de Carranza, completaba el regio atavío nupcial.
Reunida ya la concurrencia, en el Roof Garden del Gran Hotel Costa Rica, donde había sido invitada, los acordes de la Marcha Nupcial, indicaron la entrada de los nuevos esposos. que desfilaron para ocupar el sitio designado para las efusivas congratulaciones de que fueron objeto por parte de sus familiares y amistades.
En el fino bacarat burbujeó el Champaña, y las copas se levantaron en afectuoso brindis por la ventura del hogar que se había fundado, iniciándose la suntuosa recepción ofrecida por los padres de la contrayente.
La concurrencia ocupó las mesas dispuestas para el servicio, siendo finamente cumplimentada con espléndido bufet. La orquesta ejecutó un selecto programa musical y numerosas parejas se entregaron a las delicias del baile prolongándose. recepción hasta después del medio día.
En el templo y en el Roof Garden del Gran Hotel Costa Rica, se admiraban gran cantidad de hermosas canastas de flores, y en el hogar de los padres de la novia se apreció, en un conjunto numerosisimo de valiosos objetos, la estimación y simpatía que disfrutan los nuevos esposos en nuestro alto mundo social: los presentes llegados como recuerdo de su día nupcial a la hoy señora Montealegre de Bonilla, fueron de inestima.
ble gusto y de gran valor.
Los nuevos esposos fueron despedidos en su viaje nupcial a la finca La Rueda, donde permanecerán su tem porada de bodas, para regresar y dirigirse a Sta. Maria de Dota, donde radicarán por varios meses, ya el joven Bonilla Durán tiene en este litoral sus trabajos agricolas.
Al dar esta reseña del grato acontecimiento social que motivó la boda de Carlos Roberto y Graciela, les reiteramos nuestro saludo, deseando para el hogar que han fundado muchos años de prosperidad y ventura.
Este documento propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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