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DE ELEFANTES Ricardo Moreira Babou de Guillerme Kuhnert Es latidos de label Pro)
key. Este altó como mados de rifles y de cables, los elefantes salierom movido por un resorte a fin de Edmonton, hallando refugio en un cameclipsándose instantá po cercano donde parecieron querer descansar de neamente todos los u aventura. Su captura, sin derramamiento de concurrentes. Charley sangre se debió a la sagacidad de uno de los asie se metió de cabeza en tentes, que sin participar de la general confusión la vasta tienda de cam se fué en línea recta a una panaderia, proveyen paña, desgarrándola dose de panes de todas clases.
an dificultad, pero Cuando los elefantes parecieron calmados, se domador no solto pre cercó a ofrecérselos, dejándose capturar sin dif.
a reapareciendo cien cultad, pero los daños y perjuicios causados por metros más allá, sudo los animales le costaron una fortuna al empresa roso y respirando con no. Este tomó precauciones para que no se re dificultad, aunque con pitiera la excursión, pero la mala suerte pareció tento de haber podido dominar las velcidades va perseguirlo, pues pocos días más tarde, en Crane gabundas del paquidermo.
brook, siete de los paquidermos huyeron a la der Charley contaba a la sazón sólo dos años de bandada al oir a un faldero latir les con furor.
edad, y era relativamente fácil dominarlo, pero Hubo que organizar una batida en regla en los estaba escrito que habia de tener una carrera agi bosques de los adrededores. Durante primer tada. Tres años después, fue el protagonista de día de su fura, anduvieron los elefantes sesenta una aventura que todavia se comenta entre la kilómetros, deteniéndose en su marcha solamente gente de circo, como un cjemplo de las dificulta al encontrar un fuego de montaña que les corté des con que puede tropezar un empresario, cuan el paso. Se perdieron de vista durante varias ho do tiene la desgracia de que sus pupilos sean ras, hasta que una anciana india los diviso, da demasiado vagabundos.
do la voz de alarma.
El circo de que formaba parte Charley llegó a El pobre empresario acudió also notificado, reEdmonton, en la provincia de Alberta, Canada, muncrando con largueza a la indígena, y alenta cierto domingo del mes de Agosto, tras un viaje dos por el hecho otros nativos se dedicaron a se de quinientos kilómetros, trascurrido sin novedad. guir las huellas de los faltantes. La caza amena El personal dormia tranquilamente la siesta, mien zo prolongarse. Sc acudió a los medios más mo tras las fieras comenzaban a denotar cierto mal dernos, contratándose un aeroplano para que estar, debido a la altura, pues Edmonton se en ayudara a divisar a los cuatro elefantes en las moncuentra a mil metros sobre nivel del mar. tañas, pero la arboleda impidió verlos. Uno por La intranquilidad de los elefantes aumento de no, al fin, fueron hallados y lazados con dipunto, y apenas desembarcados de los carros de versas peripecias. El último en volver al redil fue sarga donde habían hecho viaje, los catorce ele Charley, que permaneció cuatro semanas en lifantes, entre los cuales se contaba Charley. rer! bertad. Su ingreso a la civilización fue celebrado solvieron al parecer hacer una de las suyas. El con pompa por los habitantes de Cranbrook que ruido de un carruaje que pasaba por la calle fué salieron a su encuentro ofreciéndole toda clase de la señal de alarma. una voz, como obedecien golosinas do a un mandato invisible, los catorce elefantes Quizás en la memoria de los paquidermos so rompieron sus cadenas se lanzaron a trote largo brevive el recuerdo de los días en que vagahan por las calles de la ciudad.
en numerosas bandas por los bosques africanos, Sorprendidos ante el inesperado desfile, los pea aprovechan una oportunidad para escapar del in tones corrieron por todas partes en busca de pro soportable contacto humano y sus vulgaridades.
tección. Las tiendas cerraron precipitadamente sus En la primavera, especialmente, se vuelven irritapuertas, pero olvidando al parecer toda modera. bles, y cualquier ruido los exalta indeciblemente ción, los animales pasaban al trote, frotándose con Por eso al ver desfilar a los elefantes, al compás ra las vitrinas que volaban hechas pedazos, arran de las bandas y los aplausos, semejan los grandes sando lámparas eléctricas, y oponiéndose al paso animales unos tristes sobrevivientes de glorias par de los vehículos sadas, que rvicran hoy para diversión de los Este documento es propiedad de la BibSeguidos pompeborempressione Mociu eryeliste Cultura pigmeosthombres.
del circo.
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