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DOMINGO 20 DE DICIEMBRE DE 1955 THAGINA DOCE EDIARIO DE COSTA RICA LA NAVIDAD EN LOS PUEBLOS duerme: la despensa abría sus puertas para prodigar los tesoros apetitosos acumulados en un incesante trajín esperanzado de horas y dias y alrededor de la camilla, o del fogón, o con la chimenea al fondo, entre sabroso bocado y confortante trago, cantan o bailan el mozo, o la nina, o la pareja amartelada o la peripucsta abuela añorando su juventud frondosa. así durante los tres días sucesivos, en los que, desbordado el vecindario en generosos des prendimientos, las puertas de todas las casas, sin excepción, estaban, dia y noche, de par en par abiertas para ofrecer, en mutua fraternidad, sus intimos convites: Hermanos todos duTante aquellos solemnes dias en recuerdo emocionado del Niño Dios, que vino al mundo para endulzar la vida y enlazar a los hombres con el grato y fecundo vínculo del Amor y de la Generosidad.
La chavalería inquieta y callejera también recogia su copioso fruto de hartazgos, consecuente con su reiterada cantinela pedigüeña. Dame el aguinaldo, earits de rosa; si no tices cuartos, pagamelo en tortas.
Las Navidades de hogaño reavivan el fuego del recuerdo de las de antaño. Decimos las de antaño refiriéndonos a un tiempo relativamente próximo: cinco, seis, ocho lustros: Curez del medio siglo. Se han injertado en las costumbre de los pueblos, desde entonces, tantas y tan diversas gamas de influencias exóticas disolventes de sus entroncadas tradiciones. Como término comparativo entre la celebra.
ción de las Navidades de estos tiempos N2vidades de bazar carentes de personalidad, de vida interior y las Pascuas celebradas en feckas no remotas, vamos a hacer somera referencia de las fiestas con las que se solemnizaba en gran número de pueblos y aldeas, el Subli.
me Misterio del Advenimiento dei Niño Dios.
En un ajetreo continuo, intervenido por manos femeninas, gordiflonas y ágiles la despensa repleta, predominando en sus pulimentados anaqueles la harina blanquísima y pura como polvo de nieve, la miel morena y transparente, la brillante y tamizada azúcar, los orondos huevos acabados de recoger del ponedero, el dorado aceite escogido en reciente presión, el diminuto y aromático ajonjoli, la blanca y apelmazada manteca extraida del cerco cuidadosamente cebado durante todo el año para ser sacrifcado en el tránsito solemne de es.
tos dias; y. distribuídas por los rincones las panzudas espuertas rebosantes de frutos. de esas incansables y diestras manos femeninas, con qué arte maravilloso salían aquellas refinadas tortas espolvoreadas de azúcar lustroso; y aquellos morenos y enrollados pestiños: y aquellos oscuros y aromáticos alfajores, y aquellas complicadas rosas chorreantes de miel moldeadas con un aparatoso instrumento de metal: y aquellos mantecados polvorones que se dezhacian, tiernísimos, al contacto de los dedos.
Lo más sabroso y grato a incomplicados paladares era cuidadosamente elaborado y prevenido para prodigarlo en las fiestas cuyo inmediato anuncio era la terminación de la octava llamada La Jornadita. celebrada en la limpia e iluminada parroquia con asistencia del vecindario unánime: en cuya función sembraban sus alegres y sugestivas notas los grupos de muchachas, diestramente ensayadas, entonando desde el coro padpitantes e ingenuis villancicos al son acompasado y jovial de la vibrante pandereta y de los repiqueteadores palillos, Misa del Gallo! Bullicio a la entrada, hondo recogimiento durante la celebración, y reWillicio a la salida, que se prolongaba sostenido por las pandillas de chavales y muchachos correteadores por las callejas que recogían los ecos de las primitivas e inalterables canciones. Esta noche es Nochebuena y no es noche de dormir.
Al calor de la lumbre, la familia tampoco Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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