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D J 24case Jueves, Berez. Ivo Deos mos penetrare te dos Eitorio. Uno de ellos se acercó US situada so muy lejos de la sia El enferno que es els estaba no sensabs morimients.
Se dibujaba su esqueleto bajo los piegues de rope OZD le zaradeó el cos, le go sacudió su cabez. fjsdose hoes Tostro, mos un coupabero: Cecilio, acércate.
El as llamado, interrumpiendo su trze bajo, se acercó presuroso. Hablaron en vos baja y, subiendo juntos e emboso de la com ma sobre el rostro inmóvil que se adivinato, marcharon cuchicheando. Solamente llegó hasta mis oidos una frase que nada decia y lo explicaba todo Al fin y al cabo es igual mariana.
La luz tenue y amarilla repartib por la larga sala sombras fantásticas. comafero de la derecha re miró estúpidamente, como si acabaran de constituir mis facciones una gran sorpresa para él. Cuando se fijó!
que yo le miraba también, volvió is cabeza al otro lado; e o murmurar. Nadie lo sabrá, nadie, nadie. Teris que sr como fue. Cien veces.
El mismo silencio de la noche anterior, dominó en el dormitorio, y con la mirada puesta en la bombilla, pensando simplemente a qué causa obedecería que la luz fuese tan tristemente amarilla, procurando pensar insistentemente en ello, dejé que el tienipo pasase. pasó. Pasaron los ruidos de ins trumentos baratos, que conforme transcu.
Irlan las horas se hacían mayores; pasaron las lejanas risas de los mozos y loqueros que se festejaban con las criadas en las cocinas, y llegó la mañana. La Nochebuena habla también pasado. la cabeza Ter o rido, de foto de mis comenzó monótono, y así continuó has 242 Tos que gritaba: te que, a palma de nos levestamos en idees hienos! Mirsd. drección una sala destartalans que las za o lo reis! Yenid, por bas de descanso. Sentados en el suelo, apore dos en la pared o apie firme. transcurrieron 103 teron sin que nadie les horas de la tede. Yo me escabolli unos wese ans. De pronto Cesarca. momentos y pode entrar en el dormitorio.
to de os protesto. IS, 21 Eristía el mismo silencio. Solamente lo inte res de raciones perdidas en la regió un hombre descrado que, incorLe triste, llegó 12 maana porado en la cama, al verme, llamó Venza aqui, hombre, venga soul. He Trans ore, los logueros aos duele el costado mucho.
patio triste, desigual. Sobre Mientras hablaba, sacaba un brazo largo, wiedra cenicienta, las manchas esquelético, y se serialaba el costado dere edesse extendían hasta interrum cho.
ze en las estrechas y guardadas las siete de la tarde empezaron los rui Teja. iedos andaban sin rumbo, dos precursores de la cera. Los mozos te Esos, y se paseaba con las muie nian el rostro mas alegre y hablaban entre cogidas tehas esposas con las mue ellos de lo bien que lo pasarían aquella nonos ter un cinturón. Las ligte che en las cocinas. Se comprometian humanas e das con raídos trajes o a locarse al lado de las criadas de su gusto, 80s antigues deshilachados iban anhelan. respetarse los sitios, y grandes risotadas de um lado otro, como buscando algo ponían acento lajurioso al comentario prowo. Pocos hablaban. Los loqueros, de vez caz. Su rara amabilidad llegó a tanto, o cuando, aaban la cabeza por una uno de ellos hasta ayudó a sentarse un Erta de la cristales. Tenían orden de miserable viejo que arastraba los pies y que Der entrar a los locos, después de cierto miraba asustado a los lados: otro. para no mpo, a tre e bitación que tenía una cs ser menos, se acercó a la sala donde un po2; pero tardaban en cumpliria siempre. bre enfermo, en cuclillas junto a la pared.
cian, como a muletilla en la tradición del dirigia los ojos fijamente al rincón ante el nicomio: Icio les hace bien. Les ama cual se haha situado. Ni siquiera movió una pestaña cuando el mozo le tocó el hombro Aquella torte era la Nochebuena. Lo. y le señaló el plato que puso en el suelo.
niciaban y los cantos de los niños, que ve Betaba en último periodo. Moriría pronto, un lejanos, como ruido de húmedos roda y ya no era dueño de controlar ni su fisiolode carro de labor. Algún grito infantil, gia. biriente, semejaba el intempestivo chi. La comida de Nochebuena consistió en do. La lets no se percibía bien. Se cari. sopa con hilachas de carne, y más carne con Da en el pueblo, de cuyo recinto estaba patatas muy abundantes, un vaso de vino.
jado del taicomio, y los cantantes de fruta y dulce de membrillo. Algunos extran de ser chiquillos correteando por los des fiaron el segundo plato, y no antes de las afueras. Varios irían vesti se atrevían a comerio. Jos de pobres máscaras. Las fiestas constienfermos de idiotismo parean buena oportunidad para ocultar la perpalidad desde niños. El disfraz en ese pue cian ser los mas agradecidos. para los pequeños consistiría en grandez Con ellos también compartían ones de carbón puestos por caras, manos el regalo los más nerviosos y piernas. Los mis afortunados puede ser a seyeran Hasta una estropeada careta de habladores, pero cuyas palabras siempre estaban enceTradas en ritmo de secreto.
Al mediodía, nos alineamos cerca de cinTras la cena, los mozos reenta enfermos en el comedor. Hacía un partieron dos cigarrillosa co intenso, más acusado aún por los mosai cada asilado. Eran cogidos verdes y bancos que llenaban las pare.
ávidamente. Fue el único hasta sumarad. Mis compañeros, los que momento que un alienelegi para pesar la Nochebuena, se apreto humano pareció mover a an en estrechos bancos de madera ceraquellos seres. Unos lo par.
los a la mes. La mayoría escondían las nos rojizas, llenas de sabañones, en los tían por la mitad; otros in.
tentaban aumentar su raEados bolsillos de chaquetas y abrigos. Las bezas rapada: ponían una nota gris poco ción con nuevas e inútiradable. Son las mesas se alineaban 103 les peticiones. Los mozos desposaron entre stos de aluminio que habían sido propie risas a los castigados a esposas. uno joven de tantos Tiendigos y desgraciados que Baron aqui abos y años. En el registro fiy fuerte, tuvieron que atarle nuevamente, raban abuelos padres y nietos, y hubo caso porque cuando se sintió libre empezó a dar que la heren ia se efectuó dentro del rito puñetazos contra los loqueros. Otra vez ataadicional més rígido. El hijo, loco, heredó to hierático hacia el sitio más apartado. Un misma cama de roja colcha, el número, el hilillo de sangre le corria hasta llegar al laato y la cuchara. Su padre no le pudo de más.
bio, allí se desviaba para perderse en el Los mozos trdaron en llegar con los cal.
cuello. Parecía justamente un cordón.
gos. Como alguno de las asilados gritase Fumé goroso el tabaco que llegaba como Habras inintel gibles, antes de empezar el un regalo. Al terminar el segundo cigarrillo, parto, uno de ellos prometió: oſ nueve campanadas en el reloj de la ca. Silencio. ver si coméis calla.
pilla. Los enfermeros comenzaron los avisos.
s, porque esta noche tendréis cens extra Con urgencia. Teníamos que acostarnos, y liniaria. Ya sabéis que es Nochebuena, y el servicio había que cumplirlo. Les acuciaba brá jhasta vino!
lógica prisa por vernos en el dormitorio. Nos Ninguno de los comensales se conmovió enipujaban acompañando la acción con pate el anuncio de la fecha, ni ante la abulabras amables: mcia de manjares que se prometan sólo Ahora a dormir tranquilos, que para mencionar el alcohol. El ruido de la cu eso habéis tenido banquete. Nochebuenas etón.
en. A Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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