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Irente, se le D Pero debemos tener en cuenta los gustos del pue blico. los temas militares no le interesan mu cho.
Las memorias de De Gaulle po de batalla ha de contornear el macizo por lar cos y escabrosos caminos, los alemanes, para les var del Norte al Sur o del Sur al Norte tropas o material, no tienen más que hacerles recorrer por un terreno llano la cuerda del arco. Atrás, en la orilla de Baden, las alturas de la Selva Negra ofrecen a su Artillería emplazamientos y obBervatorios excelentes para batir el llano. En los primeros días de diciembre, todo hace prever que el Primer Ejército no podrá a poderarse de Colmar sin nuevos y duros combates.
POR lo demás, en todo el frente, los aliados tro.
piezan con la misma resistencia feroz. En el Grupo Montgomery, con mucho trabajo se consi guió que el Ejército canadiense y polaco de Cre.
rar liberase Amberes y que el Ejército inglés de Demsey avanzase en torno a Nimega. En el Bradley, los ejércitos Sirapeon y Hodges avanzan só.
lo paso a paso al norte y al sur de Aquisgrán El de Patton, habiendo liberado Metz, llega difi.
cultosamente al Sarre. En cuanto a Devers, logra empujar a Patch hasta Lauterburgo. Pero, obliga.
do a actuar por su izquierda para ayudar a su ve.
cino del Norte, extiende el frente de De Lattre sin reforzarlo proporcionalmente, lo cual hace más!
difícil aún el avance del Primer Ejército francés.
Además, el invierno, que es este año excepcional.
mente crudo, hace sufrir a las tropas, hiela y cubre de nieve las carreteras, aminora al circula.
ción. Los abastecimientos se resienten de ello: lag!
maniobias y los ataques, también. En el mar el esfuerzo desesperado de los sumbarinos alema.
nes sigue diezmando los convoyes, y en los puer.
tos destruidos el material aportado por los barcos aliados es descargado penosamente y con retraso PRECISAMENTE, el general De Lattre me da cuenta, el 18 de diciembre, de sus preocupaciones en cuanto al estado de su Ejército. Me es.
cribe que ha pedido al general Devers que ponga su disposición por lo menos dos divisiones nue.
vas, que le proporcione un apoyo aéreo y que lo conceda un suplemento de municiones. Sin lo cual sus tropas no podrán tomar Colmar. Pero, al mismo tiempo, el comandante del Primer Ejército me señala la depresión que causa estragos en el almn de sus subordinados. Atribuye esta crisis, me.
nos a las pérdidas, a la fatiga, a los sufrimientos causados por el invierno, que al alejamiento mo.
ral con relación al país. De una punta a otra de la jerarquía escribe, especialmente en los oficiales, la impresión general es que la nación los ignora los abandona. De Lattre continúa. Algunos llegan incluso a imaginar que el ejército regular, venido de ultramar, es sacrificado delibe.
radamente. añade: La causa profunda de este malestar está en la no participación de la nación en la guerra. Aun teniendo en cuenta las decepciones causadas al general De Lettre por los combates dn gratos que entabla su ejército, después de una fase de las operaciones en que, por el contrario, se multiplicaban éxitos, trofeos y aclamaciones; aun asegurándole que sus tropas no están en absolu.
to abandonadas e invitándole a que se lo haga comprender; aun mostrándole una confianza lentadora: Están ustedes, como todos los ejér.
citos aliados, en un momento difícil, pero saldrán de él con gloria. tomo disposiciones para refor zar el Primer Ejército en vista de la crisis estra tégica que se anuncia.
salvación (1944 61. Capitulo XXVII pesar de todo, el Primer Ejército va a es.
forzarse en cumplir su misión, terminando de 11 berar Alsacia. Su zona de acción se extiende ahoTA, en arco de circulo, desde la frontera suiza hasta las cercanías de Estrasburgo: la capital alsaciana queda inculida en el sector del VII Ejér cito americano, aunque su guarnición esté formada por la Brigada Alsacia Lorena. El general De Lattre ve unirse a su ejército la División Le.
clerc, reagrupada al Sur de Estrasburgo, y la 360 División francesa libre. que es trasladada ha cia Royan.
HORA Ante Leclerc y los suyos está Estrasbur.
go. Para llegar a esta ciudad tienen que atra vesar 35 kilómetros de llanura, romper luego en los alrededores y en el interior de la aglomeración la resistencia de una guarnición, cuyo efectivo su pcra el suyo y que se apoya en sólidas defensas, Pero los nuestros sientes levantarse el viento de la victoria. Leclerc pide que se le dé la orden de marchar sobre Estrasburgo. Ahora bien, el gene.
ral Patch sobe para que ha sido incorporada a su Ejército la División blindada. Comprende que. hierro candente, batir de repente. y fija a Leclerc el objetivo merecido. comienzos de diciembre, el Primer Ejército inte cia la acción hacia Colmar, Quince días de combates Obstinados le valen algunos éxitos al Sur, hacia Thann, a la que libera; al Norte, en la re.
gión de Sélestat y de Ribeauville. Al mismo tiem po, en la cresta de los Vosgos, el Hohneck y el puerto del Bonhomme son encarnizadamente dis.
putados. Pero en este esfuerzo lineal desplegado simultáneamente en todos los puntos de un amplio frente, De Lattre no tiene medios para hacer Buyo el triunfo.
EL 18 de diciembre se dan órdenes para incorpo rar a las unidades del frente 10. 000 reclutas que estaban en período de instrucción en los cuar.
teles. El 19. hago saber al mando aliado que, en razón de la ofensiva emprendida en Bélgica por los alemanes, apruebo el que se aplace el ata.
que a Royan. y que la División francesa libre Vuelva con urgencia a Alsacia lo cual se efectúa inmediatamente. Unos días después, voy a inspec.
cionar a la región de Fontainebleau la 10 Divi.
sión, gran unidad totalmente nueva. Bajo las óra denes del general Billotte, está formada esencialmente por los parisienses que han tomado parte en lcs combates de la liberación en las calles de la capital. Viéndolos, me convenzo una vez más!
de que con buenos jardineros, la planta mi.
litar está siempre pronta a florecer. Aunque hay, todavía lagunas en la instrucción y en el equl.
po de la 10 División, decido enviarla al frente y se lo anuncio acto seguido. Entonces, sobre la nieve helada, desfilan sus juveniles regimientos.
Quince mil miradas arrogantes se vuelven hacia mí, una tras otra.
El 23 de noviembre acaba uno de los episo: dios más brillantes de nuestra historia militar. En cinco columnas. tantas como carreteras hayla 21 Division blindada cierra contra Estrasburgo. Los alemanes, sorprendidos por todas partes, no logran organizar su defensa. Solo se mantiene firme el reducto que han establecido por de lante de los puentes de Kehl y hacia el cual corren sus fugitivcs mezclados con nuestros carros de combate, Los cuarteles y edificios públicos, o.
cupados por 12. 000 militantes y 20. 000 paisanos alemanes, se rinden casi en seguida. media tars de nuestras tropas han restituido la ciudad ente.
ran Francia. La multitud de los habitantes vibra de gozo en las calles. En cuanto a las obras ex.
teriores, serán tomadas en cuarenta y ocho horas.
El general Van Vaterrodt, gobernador alemán de Estrasburgo, refugiado en el fuerte Ney, capitu, lará el 25 de noviembre. El éxito ha sido perfec.
to. él han contribuido: largas previsiones, una e cención magisterial, el atractivo que ejercen so.
bre las almas francesas Alsacia y su capital y que, en el momento deseado se han traducido para nuestros soldados en un impetu irresistible.
De pronto, los alemanes desencadenan en las Ardenas, una poderosa ofensiva. de golpe, las Asignaciones de municiones y los apoyos aéreos que se les concedia a los nuestros con una gran parsimonia, son llevados casi en su totalidad hacia el sector arrollado por el enemigo. El Primer Ejército francés se ve, pues, obligado a suspender el ataque. Viendo alejarse el resultado que habían vislumbrado, jefe y soldados se quedan desconcertados. Después de tantos impetus prodigados, la incertidumbre y la duda les hacen sentir cuán cansados están.
La víspera y el día de Nochebuena, acompaa fado de Diethelm y de Juin, estoy con el Primer Ejército. Mientras recorro las líneas, establezco contacto con Alsacia. Primeramente, voy a Estras.
burgo. La gran ciudad me festeja, aunque viva en un ambiente de asedio, aunque los alemanes Bigan ocupando Kehl, aunque sus granadas cai.
gan por todas partes, aunque la guarnición, a las órdenes del general Schwartz, sea muy reducida y esté poco armada. Ei comisario de la República Blondel, el prefecto Haelling, el alcalde Frey.
me exponen el trabajo que les cuesta restablecer la administración francesa. Pero, para que se his ciera todo lo necesario, sería preciso evidentemen.
te que el porvenir se viera claro, y salta a la vise ta que no es así.
mi regreso de Rusia, a mediados de diciembre me entero del trance difícil que atraviesa en lo moral, nuestro Ejército de Alsacia. Esto me preocupa, pero no me sorprende. Sabiendo la ener.
gla guerrera de que son capaces los alemanes, no he dudado nunca que sabrían, durante varios me.
Bes aún, tener en jaque a los occidentales. Debo incluso añadir que, desde el punto de vista necicnal, no deploro nada esos aplazamientos, con los que aumentan en la coalición la importancia y el peso de Francia. Para lo cual será preciso, sin embargo, que en nuestras fuerzas las almas con: serven su energia, TIN mensaje del general Leclere me informa de la entrada de sus tropas en Estrasburgo, ape.
nos han penetrado allí. Al comienzo de la sesión celebrada ese día por la Asamblea consultiva, ven, go para anunciar la noticia Un estremecimiento recorre la asistencia elevada de pronto toda ella por encima de un debate cualquier. Las armas e.
nen esa virtud de suscitar, a veces, la unanimidad francesa VISITO después el 2º Cuerpo. Escuchando a Monsabert, comprendo que su ardor no compen Ba lo que le falta para tomar las posiciones enemigas entre el Rin de Rhinau y los Vosgos de La Poutroye. Heme ahora con la División blinda da. Desde hace varias semanas, choca, hacia Eternheim, con unas defensas que no puede frans quear. Las unidades están fatigadas; los aldeanos, preocupados, En Erstein, acompañado de Leclerc y de muchos soldados, asisto a la misa de medianoche.
La atmósfera es de esperanza, no de alegria. Al día siguiente, inspección de la valerosa Divi sión americana que ha relevado a la 35. El Gene.
ral Daniel, vivo y simpático, me da cuenta de los avances restringidos que sus tropas realizan alrededor de Kaiserberg. En la División norte, africana. Gillaume me describe su penoso avand ce en la región de Orbey.
Sin embargo, los éxitos de los franceses y de los americanos en el Alto Rin y alrededor de Estrasburgo no determinan en modo alguno al enemigo a abandonar Alsacia. Por el contrario, se empenan en mantenrse firmes al Sur al Oeste y al Norte de Colmar, en espera de tomar la ofen siva para recuperar lo que ha perdido. Hitler interviene, da a Himmler la orden de asumir en Alsacia la dirección militar, politica y policíaca, hace reforzar las siete divisiones de su XIX Ejér.
cito con una división de montaña traída de Noruega, con una Panzerdivisión armada de carros Panther completamente nuevos y que superan los Sherman de nuestras propias unidades, con múltiples contingentes enviados a toda prisa del interior. La bolsa de Colmar presenta buenas con diciones de defensa, Los alemanes instalan alu Inmediatamente su derecha al sur de Estrasburgo en una zona que el Ill, el Rin y el canal del dano al Rin hacen dificil de franquear. su iz quierda, están cubiertos por la espesa selva de la Hardt. En el centro, la muralla formada por la cresta y la espalda de los Vosgos sigue estando en sus manos. Mientrag que, del lado francés, lo que se traslada de un extremo al otro del cam.
Todo se arreglaría pronto si el Ejército se sintiera sostenido por la opinión. Pero, a este respecto, las cosas dejan que desear. No es que el pueblo francés menosprecie teóricamente los mé.
ritos de los que combaten en su servicio. Pero és tos le parecen, demasiado a menudo, lejanos y casi ajenos. Para mucha gente la liberación equi!
vale al final de la guerra y lo que se está realizando después en el terreno de las armas no presenta un interés directo. Además, son los aliados los que ejercen el mando y pagan el mayores.
cote. Muchos franceses, heridos hasta el fondo del alma por el derrumbamiento de ayer, se apasio.
nan poco por unas batalals en las que el Ejér.
cito francés no desempeña ya. ay. el papel prin.
cipal. Y, además, el desastre de 1940. el aspecto militar que revestia el régimen de la capitula.
ción, el abuso que Vichy ha hecho del conformis mo y de la disciplina, han provocado, con respec.
to al conjunto de los militares de carrera, cierta desafección. Finalmente, en el mundo de la política, de los intereses, de la Prensa, la mayoría de los dirigentes enfocan sus preocupaciones ha.
cia otros temas muy diferentes a una campaña que ellos creen ganada de antemano y a la que suce.
derá seguramente el desarme. Al comprobar por insulsos que los diarios dedican a nuestras tropas y habiendo convocado a lcs directores para in vitarles a poner de relieve lo que sucede en el POR Gérardmer y Belfort, llego al sector del Prlmer Cuerpo de Ejército. Allí Béthouart me explica que, dado el estado de sus fuerzas, se ha fijado, a lo largo del frente a la altura de Cer.
nay. Cerca de Thann y luego en Altkirch, los gex nerales Carpentier y Sudre me presentan los ele.
mentos de sus divisiones respectivas: la ma.
rroquí y la blindada. Los dos me dicen que sus medios no bastan para ir más adelante. En Mul house, desfilan ante mí las tropas de la División Magnan. Pero los alemanes siguen ocupando el lindero norte de la ciudad y no se sabe cómo arrojarlos de esta parte.
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