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te este Comite, en el cual 16 apliean las leves sobre perjurio, que fue a visitarlo a usted su domicilio donde sostuvieron una larga conferencia que vio cómo su esposa llamaba por teléfono alguien que, según el, podía ser algún comunis.
ta, que le rogó a usted que se apartase de sus actividades comunistas y que, cuando se marchó de su casa, le dejó a usted con lágrimas en los ojos. diciendo: Sencillamente, no puedo hacer esa sacrificio. Me consta que este hombre ha dicho eso contestó Hiss También me consta que estoy declarando lo contrario, con arreglo a dichas le yes.
Por Richard Nixon asi continuó la declaración durante el resta de la audiencia. Hiss dominó en forma talle situación que, al final de su testimonio, vario miembros del Comité se hallaron intentando de fender el derecho que asiste a los miembros par investigar los cargos de infiltración comunista et el Gobierno Seis CHISIS PAT, que también hizo campaña.
Capítulo III Hiss paso segudamente revista su carrera gubernamental, con lo que impresionó a todos los presentes en la sala. Después de graduarse en la Universidad Johns Hopkins y en la Facultad de Derecho de Harvard, prestó sus servicios con el Juez Oliver Wendell Holmes, del Tribunal Supra mo, signo de honor para los graduados de Dera cho en Harvard Ejerció la carrera de Leves du rante tres años y después, en 1933, se trasladó a Washington para convertirse en asesor auxiliar general (con Lee Pressman) de la Agricultural Adjustment Administration. En 1934, ocupó el cargo de asesor del Comité del Senado sobre In.
vestigación de la Industria de Municiones (el Nye Comité. Desde aquí, pasó a la oficina del procurador general, Stanley Reed, que posterior.
mente sería destinado al Tribunal Supremo de los Estados Unidos. En setiembre de 1936, a propues ta del Secretario auxiliar Francis Sayre, fue trasladado al Departamento de Estado, donde per maneció hasta enero de 1947. Renunció a una propuesta del Gobierno para aceptar la presidencia de la Fundación Carnegie. una de las más respetadas organizaciones privadas en materia de negocios internacionales. El presidente de su Consejo era John Foster Dulles.
DULLES, por aquel tiempo de la audiencia, era asesor de politica exterior del candidato republicanó a la presidencia, gobernador Thomas Dewey. Hiss manifestó que fue Dulles quien le pidió que aceptase el cargo citado en la Fun dación Carnegie (1. Hiss describió sus funciones en el Departamento de Estado, incluyendo su preparación del borrador para determinar la posición de los Es tados Unidos en la Conferencia de Yalta y su acompañamiento al ex Presidente Roosevelt a la Conferencia. Sus maneras eran friamente corteses y, a voces, casi condescendientes.
Después de negar toda filiación o simpatía comunista, se habria encontrado libremente en su casa de haberse conciu do su testimonio en este estado. Cientos de stigos negaron en fechas pasadas tales cargos ante el Comité y nada más pudo obtenerse de ellos, ya que se trataba simplemente de la fuerza de sus palabras contra las de sus acusadores. En efecto, esta fue una de las razones principales de que el Comité sufriera en aquel tiempo semejante ataque por parte de la Prensa Pero Hiss cometió aquí su primer y lo que demostró ser su irreparable error. No satisfecho con negar los cargos que le imputaba Chambers.
fue más lejos todavia. Negó haber oído en su vida el nombre de Whittaker Chambers. Este nombre no significa absolutamente nada para mi dijo.
Cuando el investigador jefe del Comité, Ro.
bert Stripling, le entregó una fotografía de Chambers. Hiss la miró con elaborado aire de concentración y dijo. Si esta fotograf a corresponde a Mr. Cham.
bers, su aspecto no es particularmente conspicuo. Se detuvo y, mirando seguidamente al congres sista y al presidente del Comité, Karl Mundt, Añadió. Se parece a mucha gente. Incluso podía llegar a confundirle con el presidente de este Comité. 1) Más tarde supe que Dulles había ofreci.
do primero este puesto a Adlai Stevenson y que éste, al declinar la oferta, había dirigido una carta a Duiles proponiendo otros tres nombres para su cons deración. Uno de ellos era el de Alger Hiss. Pero Dulles Stevenson se hallaban en lados diferentes cuando, finalmente, Hiss!
fue acusado de perjurio. Stey. nson presentó una declaración jurada, manifestanco que la reputación de Hiss en cuanto a veracidad, lealtad e integridad era buena. Dulles declaró en contra de Hiss.
Los amigos da Hissen en Departamento de Estado, otros agentes guberna nentales y la comun dad social de Washi gton cue ocupan las primeras filas destinadas al espec ador prorrumpieron en una ris ta divertica. Hins agradeció esta reacción ante su ocurrenc a volviéndos de es.
paldas al Comits, mientras inclino ba la cabeza en un cortés a en mento y sonreía graciosamente a sus segu dores. Espero que en eso se equivoque usted le atajó Muni randamente No pretendo ser gracioso repuso Hiss pero, con toda seriedad, no me gustaría declarar bajo juramento en cuanto si he visto o no aluna vez a este hombre. Preferiría verle. Así seria más fácil para mi asemurar si lo conozco o no. Se encuentra aquí presente?
Miró a uno y otro lado, como para dar la im.
presión de que no tenia la más ligera idea sobre quién podía ser tan misterioso persons ie, al que estaba ansioso de ver en carne y ueso. Que yo sepa, no contestó Mundt. Esperaba mue estuviera dijo Hiss con evi.
dente aire de contrariedad.
Ahora bien, consultando mis notas en torno aquel testimonio prestado por Hiss me di cuen!
ta de que jamás había dicho abiertamente: Ne!
conozco Whittaker Chambers. Siempre había tenido la precaución de decir: Jamás he cono cido a ningún hombre que se llame Wittaker Chambers.
Al término de la declaración de Hiss, hice venir a la tribuna Ben Mandel, miembro del Comité, y le pedi que llamara a Chambers por teléfono a Nueva York, a fin de averiguar si ca bía la posibilidad de que hubiera sido conocide!
bajo otro nombre mientras perteneció al part de comunista. La respuesta me llegó demasiado tar de. Cuando hubo terminado la audiencia. Cham!
bers llamó diciendo que su nombre dentro de Partido era Carl y que Hiss y otros componenter de la célula comunista con la que él había tra bajado le conocian nor dicho nombre.
Cuando la audiencia llegó a su fin, Kar Mundt, en nombre del Comité, dijo. La presidencia desea expresarle la aprecia ción del Comité por su muy cooperadora actitud por sus honradas declaraciones y por el hecho de que usted ha sido el primero entre aquellos cu vos nombres fueron mencionados por varios tes tigos en ponerse en contacto con nosotros, pi diendo una oportunidad para negar los cargos.
John Rankin, de Mississippi, añadió. Me congratulo de que el testigo no hay Tehusado contestar a las preguntas besandosi en que las mismas poden incriminarle. dem!
no haya venido acompañado de su abogado pari dictarle les respuestas.
Al aplazarse la audiencia, Rankin abandont su asiento para dar la mano a Hiss, para lo cua tuvo que abrirse paso a duras penas entre la mul titud, pues, al sonar el gong. muchos espectado res y parte de los periodistas acorralaron ma teriamente a HISS para fel eiturle. Su victoria de aquel dia habia sido completa. No estagerede afirmar que probablemente el noventa por cient de los in ormadores de la mesa de Prensa yl mayoría de los miembros del Com té estaban con vencidos de que se había cometido un terr ble error de identidad y de que el Comité debía uni satisfaccion a HISS por haber consentido a Chan bers test ficar sin antes haber comprobado la po bildad de semeiande error. Las noticias del din sigu ente y las piginas ed toriales de toda la se!
mana exrresaron la misma opinión, atacando a Comité por su scuidado proceder y, en su ma yoría, por no haber previsto la posibilidad de que Hiss, y no Chambers, pudiera estar diciendo ls verded.
Luego, en 1943, Chambers fue visitado en su granja de Westminster, Maryland, por agentes del FBI, a quienes repitió su historia con detalles. Nuevamente nada sucedió. En 1945 y en 1917, volvió a explicar la misma historia a otrog gentes del FBI, más, al parecer, no se adoptó nnguna acción. Hay que subrayar que durante Este periodo, Edgar Hoover, para su eterno cré dito, se hallaba dirigiendo constantes investiga ciones sobre infiltraciones comunistas en los Esta dos Unidos y particularmente en el Gobierno pese a que la politica en la Administración ofi. cial era de entendimiento con Stalin. Pero Hoover sólo tenía poder para dirigir investiga ciones u otra clase de acciones requeridas sin el consentimiento de sus superiores del Departa mento de Justicia y de la Casa Blanca.
MIENTRAS Chambers testificaba aquella maña.
na en voz baja y un tanto monótona, la mayoría de los miembros del Comité y de los perio. stas sentados en la mesa de prensa bostezaban.
tomaban notas esporádicas y esperaban un cuento de espías que nunca llegaba.
Su testimonio apareció al día siguiente en las primeras planas de los periódicos. Sin embargo, no llegaron a causar tanta sensación como las manifestaciones de Elizabeth Bentley. Yo, por mi parte, aquella tarde y a la mañana siguiente, di poco crédito a Chambers ya su testimonio, has ta que el investigador jefe del Comité. Robert Stripling, me llamó por teléfono para decirme que el Comité había recibido un telegrama de Alger Hiss, solicitando una oportunidad para com parecer en 8sion publica y negar bajo juramento todas las alegaciones hechas contra él por Cham bers. Hiss fue el único nombrado por Chambers que cooperara en semejante forma. Su so.
licitud fue atendida inmediataminte y su comparecencia quedó fijada para el día siguiente, de agosto.
La actuación de Hiss ante el Comité fue tan orillante como deslucida había sido la de Chamber. La audiencia se celebró en la sala de juntas del Old House Office Building. que era musho mayor que la sala donde Chambers había testificado. Se hallaba llena en toda su capssidad. La sección de Prensa apareció abarrotada de periodistas, muchos de los cuales eran conoci.
los de Hiss, quien profesaban gran respeto por habilidad que habia demostrado como jefe del Secretariado en la Conferencia de San Francisco que estableció la organización de las Naciones Unidas. En dicha conferencia, desempeñó, entre otros cometidos, el de dar instrucciones a la Pren.
ta y, durante el proceso, llegó a ganarse el res.
jeto de aquella por su inteligencia y probada com petencia LINO de los periodistas que habitual nente infor bema acerer del Comité, se acercó a mí des.
pués y me premuntó. Cómo va a salir el Comité de este ato lladero?
Mary Spargo, del Washington Post. que había estado informando durante algún tiempo sobre las actividades del Comité, me dijo brusca.
mente. Este caso acabará con el Comité, a no ser que pueda usted probar las acusaciones de Cham bers.
Cuando, después de la audiencia, me dirigi al restaurante l edificio para almorzar, me en.
contré con otra borrera de preguntas. Ed Lahey del Daily News. de Chicago, a quien yo res.
petaba como uno de los reporteros más honra.
dos objetivos de Washington, se acercó a mi totalmente con movido por la colera. Sus ojos cen tellaban al decir. El Comité sobre Actividades Antiamerica nas es culnab e y convicto de calumn a al traer a este lugar a Chamberg sin antes haber verifi.
cado sus afirmaciones.
Mientras almorzaba tuve ocasión de leer el informe sobre la opinión del presidente Truman con relación al caso. En su conferencia de Pren.
sa, había catalogado toda aquella investigación de contraespionaje como la condimentac on do un prengue rojo llevado a cabo por un Congres So republicano para excusarse de intervenir en el control de precios, en la inflación, y en otras cues tiones importantes sobre seguridad social. Poste.
riormente, según una Orden Presidencial, nin guna agencia federal debería facilitar informa ción a los Comités del Congreso acerca del per sonal del Gobierno, bloqueando así esta vía do investición, Cuando el Comité volvió a reunirse aquella tarde en sesión ejecutiva, se hallaba virtualmente en un estado d: conmoción. Varios de sus miem.
bros erit caron el hecho de no haber comprobado la veracidad de Chambers de haberlo llevado a aquel lugar.
Un embra republicano se lamento. Estamos cozidos. Hemos fracasado.
CUANDO Hiss compareció, en la mañana del dia 5, pasó inmediatamente a la ofensiva Dijo al Comité en una voz clara y bien motulada. Nací en Baltimore (Maryland. el 11 da!
noviembre de 1904. Estoy aquí por mi propia vo.
untad, para negar varias manifestaciones incus.
ificadamente formuladas contra mi ante este conité hace dos dias, por un tal Whittaker Chamvers. No soy, ni he sido nunca anadió em.
3ro del partido comunista Nunca me he adhe.
sido a los dogmas del partido comunista. No soy he sido nunca miembro de ninguna organiza sión del frente comunista. Jamás he seguido la inca del partido comunista, directa o indirecsamente. Por lo que a mi me consta, ninguno da als amigos es comunista Su representación fue hábil. Sin llegar a de.
cirlo claramente, dio la sensación de ser la vícti.
ma inocente de un terrible error de identidad, o bien de haber sido lanzada contra él. por alguna razón que no podia comprender una fantástica venganza corsa. Pero ya en aquel momento, yo empezaba a sentir mis dudas. Debido a mi consi.
derable experiencia en observar testigos durante sus declaraciones, había llegado a la conclusión de que aquellos que enten o tratan de ocultar alguna cosa, por lo general llegan a cometer un error común: tienden a exagerar su caso. Cuando Hiss realizó la elaborada operación de examinar meticulosamente la fotografia de Chambers y luego con toda inocencia, aunque también con un tanto de condescendencia, dijo que incluso podía confundirle con el presidente, planteó en mi mente la primera duda en cuanto a su verosimilitud.
Karl Mundt, un experto y sagaz investigador.
te dirigió a Hiss con energia. Usted sabe que ese hombre cuya fotografía acaba de examinar declaró bajo juramento an Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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