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directa o bien sustentada, con la fuersa masiva de la conspiración comunista universal centrada en Moscú.
Por Richard Nixon uno de los individuos que habían sido acusados a ta sos más elevados de poder e influencia dentro del Gobierno. La prueba más mortal de negliIncia por parte de la rama ejecutiva fue que el mano Hiss tuviera que ser procesado y penado, no por espionaje, el crimen de que originalmerea era cu pable, sino por perjurio, por mentir al neg haber cometido espionaje. El Estatuto de Limincones, que requiere un proceso por espionaje dentro de los tres años siguientes a la comision del crimen, ya hace tiempo que expiró.
La conducta del presidente Truman en este caso fue particularmente dificil de comprender.
Nede será capaz de poner en duda la persistente idea ant comunista del hombre que tan resueltamente inició el programa de ayuda greco turca y el Plan Mashall. Uno se pregunta cómo podía sentirse justicado al calificar el caso como una pesca de arenques rojos cuando Hiss declaró ante el Comité por primera vez. Lo cierto es que prestó un mal servicio a la nación y a su propio partido al sostener testarudamente dicha postura mientras se acumulaban pruebas en contrario.
Su error consistió en su total obstinación al negarse a admitir tal equivocación. Contempló el caso Hiss sólo bajo sus implicaciones políticas y prefirió afrontar la crisis que padeció su Admin stración a la vieja usanza política de echar tierra encima para ocultarlo. Negó abiertamen. la evidencia que tenia ante él, aireando en sus diecursos de la crmpaña de 1948 la frase areroues roios. que le hizo caer en una posición imrosible de sostener ante aquella importante cilestión, cuyas consecuencias habían de ser tan graves, e impidiendo que un gran sector de la opinión pública comprerdiera bien la verdadera existencia de una amenaza en la conspiración comunista en América.
Pero lo mismo que no debemos subestimar el peligro del comunismo, tampoco hemos de acudir. sus mismos métodos para combatirlo. Al adoptar sus métodos y sus reglas de juego, nos haría.
mos iguales a ellos. No hemos de ser tan ciegos frente a la amenaza comunista que dejemos de ver los principios de la libertad. El arma más efectiva que emplean los comunistas y sus seguidores contra sus oponentes consiste en lamentarse de la injusta ejecución y restricción de sus libertades civiles, con el fin de apartar la atención pública de los cargos imputados contra ellas.
Aun cuando se empleen los métodos más correctos e impecables, dirán a gritos que son injus.
tos. Cuando la conducta de los investigadores lleve consigo siquiera un barrunto de injusticia en sus procedimientos, los comunistas serán capaces de convertir en acusados a sus acusadores.
Seis crisis No hay mayor irresponsabilidad para los radicales de la derecha que convertir el comunismo en un medio de conseguir algo ilegalmente. Exa.
gerando y lanzando acusaciones que no pueden probar, dan lugar a dudas en cuanto al peligro real de los agentes comunistas en los Estados Unidos, en relación al hecho de que se trate. En cambio, es igualmente irresponsable por lo que respecta a los radicales de la izquierda al desde ñar el peligro comunista interno negando su exis.
tencia, incluso a la luz de hechos tales como el caso Hiss, añadiendo con ello leña al fuego de los demagogos derechistas.
Capítulo XV El caso Hiss, por primera vez, demostró del manera concluyente al pueblo nortcamericano que el comunismo interno suponía un peligro real y latente para la seguridad de la nación.
Herbert Hoover me escribía después de la convicción de Hiss: Al fin la corriente de tradición que existia en nuestro Gobierno ha sido puesta ante la luz pública, de manera que todos pudiesen creerlo.
Tuvimos éxito en el caso. Hiss por tres razones: primera, porque nos hallábamos en el lado de la razón; segunda, porque preparamos el caso concienzudamente, y tercera; porque empleamos métodos a los que pocos críticos objetivos podrían encontrar grandes tachas. No es éste el modo más fácil de conducir una investigación del Congreso, ni tampoco es, ciertamente, el mejor mé.
todo para acaparar las primeras páginas de los diarios. Pero es la forma de conseguir resultados.
Cualquier otro procedimiento para tratar con los comunistag puede tornarse a su favor, cosa que normalmente ocurre.
Chambers declaró que su círculo de espionaje era solamente uno de los muchos que se habían infiltrado en el Gobierno norteamericano. Inclu50 entregó al Comité y al Departamento de Justicia cientos de páginas de documentos confidenciales y secretos, procedentes del Departamento de Estado y de otros órganos del Gobierno. testificó que, por lo menos en otras setenta ocasiones diferentes, los miembros de su círculo habían obtenido igual número de documentos, todos los cuales fueron traspasados por él a agentes sovié ticos.
Hiss era precisamente uno de los miembros del grupo de quien Chambers obtenía los documentos del Gobierno. Los contactos de Chambers comprendían cuatro hombres en el Departamento de Estado, dos en el Departamento del Tesoro dos en la Oficina de Tasas, uno en la Aberdeen.
uno en el Picatinny Arsenal. dos en la Electric Boat Company. uno en la Remington Rand Company y otro en la Illinois Steel Company.
Todos los individuos nombrados por él, casi sin excepcion, ocupaban puestos de influencia en los cuales tenían acceso a información secreta y confidencial Pero la misión del grupo Hiss Chambers no Ne limitaba a sustraer documentos y pasar información a agentes soviéticos, como si fueran vulgares espías. Algunos, como Hiss, alcanzaban posiciones tan elevadas en el Gobierno que podian influir directamente en la política.
Daremos un amplio ejemplo: si tuviéramos que acusar a de haber asesinado a su madre, a sus dos hermanos y a cinco amigos supos, Xy sus aliados responderían gritando. Eso es in cierto! nunca causó el menor daño a su anciana madre y solamente hirió a uno de sus hermanos. Eso es injusto! Se habría así iniciado el con trataque, arartando con ello la atención de aque.
llos cinco amigos y del otro hermano a quien había asesinado en realidad.
NO me cabe duda de que el presidente Truman personalmente sintió tanto desprecio por ALger Hiss como yo mismo, al enterarme a fondo de las actividades de éste. Una prueba de an actitud fue el informe que me entregó Bert Andrews poco después del procesamiento de Hiss.
En él se dice que un represcntante del Depar.
tamento de Justicia mostró a Truman copias de los documentos sustrados. medida que hoienba las páginas de los documentos comprometedores, murmuraba una y otra vez. Cómo, el hijo de perra. Ha traicionado a su país.
No obstante, al ser preguntado en una con ferencia de Prensa si todavía nensaba que la investigación evada a cabo por el Comité en el ca.
so Hiss constituía una pesca de arenques rojos. contestó afirmativamente!
Cuando un amico le preguntó como era po.
sible que hiciera semejante declaración a la luz de las nuevas pruebas, contestó. Desde luego que Hiss es culpable. Pero este condenado Comité persigue otra cosa. Todo cuanto le interesa es la política y, mientras tra e de sacar partido político de la cuestión comunista, seguiré llamando a sus actividades lo que son. una pesca de arenques rojos.
El presidente Truman habló con toda propie.
dad y eficiencia al refcrirse a la necesidad de una alianza para hacer frente a la amenaza camunista en todo el mundo. Junto con un crecido número de republ canos, tanto de la Cámara como del Senado, yo respondi a sus alegatos a este res pecto votando en favor del programa de ayuda greco turca y del Plan Marshall. Lo que no navecía comprender, y ahi radica el punto verdade.
ramento crucirl, es que el comunismo de Anérica es uña y carne con el comunismo internac onal.
El prob ema, al igual que el comunismo en sí, es indivisible. En otras palabras: si hubiera recono cido la necesidad de una alianza para luchar contra el comunismo interno, al igual que contra el internacional, no hubiese tenido necesidad de insistir en sus declaraciones sobre la pesca de a Tencues rojos con respeto a les investigaciones del Comité. Y, ademís, no se hubiera hecho preciso continuar aquella investigación en la forma que se llevó, con el simple obieto de obligar al Departamento de Justicia a emprender la acción demandada por los hechos.
Asi pues, si alguien presenta la acusación de que existen cincuenta y ocho comunistas en el Departamento de Estado, sufriría en seguida un ataque con relación al número exacto y sobre la conveniencia de distinguir entre los comunistas y los riesgos de seguridad. La táctica le la exa geración y la deliberada expedición de pesca. desvía, con seguridad, la atención pública del pro blema. Pero también tiende a socavar el es.
fuerzo de desarrollar un programa efectivo con miras a extirpar de raiz los riesgos de seguridad en las oficinas gubernamentales. La mejor te.
tica ante las sospechas de un gran sector de la Prensa y del público es estar bien seguros de poder probar las acusaciones que se hacen contra las actividades comunistas.
EN el discurso que pronuncié en la Cámara de Representantes en 1950, dije:. este tipo de actividad permite al enemigo guiar y dar forma a nucstra política: desarma y predestina de antemano a nuestros diplomáticos a una derrota antes de acudir a las conferencias. Los traidores situados en los altos puestos de nuestro Gobierno hacen seguro que la baraja se incline del lado soviético en la mesa diplomática.
Las enseñanzas recibidas del caso Hiss son importantes, pero resulta még vital todavía com prender por qué un hombre como Aloer Hiss. con su educación y su pasado, decidió unirse al partido comunista.
Una vez que el FBI recibió órdenes de investigar con relación al caso Hiss, la labor que llevó a cabo fue magnífica. La culpa de no haber actuado antes no se debe al FBI, sino enteramente a aquellos funcionarios de la rama eiecutiva que tenían acceso a los informes recibidos por el FBI y rehusaron ordenar una completa investigación.
El caso Hiss demostró la necesidad de tami.
zar a los empleados federales que ocupan puestos Importantes, para asegurarse una rigurosa leal.
tad y seguridad, con miras a la acción multifacética del aparato comunista.
El caso Hiss puso también de manifiesto la ceguera de la Administración Truman y sus predecesoras ante el problema de la subversión comunista en el Gobierno. Demostró la precisión de unos órganos de investigación dimanantes del Congreso, al igual que el Comité de Actividades Antiamericanas, capaces de sacar a luz semejante relación y, con la ayuda de la opinión pública movilizada, obligar a la rama ejecutiva a adoptar la politica adecuada para arrostrar el problema.
La negligencia con que se había operado era casi demasiado escandalosa para ser creida. La primera vez que Chambers hizo sus acusaciones fue en 1939 y, a partir de esta fecha, se las repitió a funcionarios del Gobierno en diversas ocasiones.
Sin embargo, por lo que concierne al testimonio publico, la única acción que se tomó con respecto dichos cargos, aparte la investigación iniciada or el Comité en 1948, fue la de ascender a cada Es frecuente la tendencia a procurar haliar alguna excusa conveniente para su conducta, evitando con ello enfrentarse a las verdaderas razo.
nes. Pero con Hiss no encaja ninguna de las excusas típicas. No ingresó en el partido comunista, aceptó su disciplina férrea y robó secretog al Dapartamento de Estado por dinero. posición o deseos de poder, ni por razones psicológicas que tuvieran su raíz en algún oscuro incidente de sus primeros días. Tampoco lo hizo por haber sido engañado o seducido por su esposa. Se unió al partido comunista, convirtiéndose en uno de sus agentes de espionaje, porque creía profunda.
mente en la teoria comunista, en sus principios y en su visión de una sociedad ideal aún por venir. Creia en un mundo totalmente materia lista, en el principio de una deliberada manipu.
lación del mismo por una élite devota y en una sociedad mundial ideal, donde el partido de log trabajadores remplazase a Dios como el motor principal y único juez del bien y del mal. Su moralidad podría reducirse a una perversa regla: son buenos todos los medios que aceleren la ve.
nida del comunismo. Hiss siguió sus creencias consciente y deliberadamente hasta el máximo ex tremo lógico, terminando en el campo del espio.
naje.
El caso Hiss, por otra parte, dio a la nación algunas lecciones importantes acerca de los mé todos más efectivos para luchar contra el comunismo en los Estados Unidos. El comunismo 110 puede ser combatido con posibilidad de éxito de jando a un lado o ignorando el peligro a causa del reducido número de afiliados al Partdio o centrándose únicamente en extirpar sus causas mediante una labor de democracia. La nación llegó a comprender finalmente que la magnitud de la amenaza comunista en los Estados Uni.
dos se multiplica por mil a causa de su conexión Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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