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Tar su recuperación, no bastaban los mejores cul.
dados; también era de vital importancia asegurar a la gente del país que se realizaban los mayores esfuerzos para llevar funto a la cama del presidente a los más renombrados doctores de Norteamérica.
de 1952, al declarar: Cuando hablo de cambiar un Gobierno estéril por otro conveniente, en modo alguno me refiero a elegir un individuo, un simbolo, una persona para tipificar el poder y la majestad de Norteamérica. Me refiero a la elección de un equipo, enviar a Washington la flor y nata de nuestros hombres y mujeres. elegidos!
de acuerdo con sus méritos.
Por Richard Nixon Este concepto de equipo formaba parte de nuestra vida diaria en Washington. Todo el que trabajase con Eisenhower era consciente de esto.
Otra idea propia de Eisenhower, que siempre per maneció en mi mente, se refiere a que él no es taba aportando a Washington un grupo de personas, sino más bien un conjunto de principios que guiarían su Administración con todas sus exigencias.
Seis crisis Dicho problema se lo hicimos patente al general Wilton lugarteniente ayudante del presidente y encargado del personal de la Casa Blanca en ausencia de Sherman Adams, cuando se presentó en casa de Rogers, poco después de las 30. Persons nos dijo que el coronel Thomas Mattingly. jefe de cardiologia del Hospital Militar Walter Reed se encontraba va de camino hacia Denver, con un equipo de médicos del Ejér cito. Dijo que Mattingly tenía fama nacional de ser un preeminente especialista del corazón y facilitaría al presidente la mejor asistencia médica posible.
Antes de que se presentara Persons, ya había discutido yo esta cuestión por teléfono con el secretario del Tesoro, George Humphrey, y con Foster Dulles. Ambos habían recomendado insistentemente que se trajera un especialista civil como base de consulta. Rogers y yo habíamos!
llegado a la misma conclusión. Según le dije a Persong, nada teníamos en contra de los médicos militares, pero no podíamos subestimar el hecho de que mucha gente del país depositaría mayor confianza, si bien injustificada, en especialistas del corazón civiles de fama nacional. George Humphrey se contaba entre los que sugirieron que el doctor Paul Dudley White, especialista del corazón del Hospital General de Massachusetts y pionero de la cardiologia, sería un hombre excelente para tal cometido.
Capítulo XXX Antes de que fuera demasiado tarde, el doctor Snyder aplicó al presidente un tratamiento de urgencia que consistía en tres inyecciones: una para dilatar las arterias del cora.
zón, otra para aumentar la fluidez de la sangre y prevenir el coágulo y la tercera de morfina, pa.
ra combatir el dolor y el shock. Este, sin duda, es el procedimiento médico normal en tales casos, pero entonces el doctor Snydertuvo que enfrentarse a la crisis de su carrera. Se encontró allí solo, como la única persona del mundo conocedo.
ra de que el corazón del presidente estaba da fiado. Ocurrió poco después de las tres de la manana en Denver, algo más de las seis en la capie tal de la nación. Debía pedir ayuda, reuniendo a los especialistas del corazón del país, y dejar que se extendiera por el mundo la terrible noticia del Rtaque que sufría el presidente? Habría sido una postura cómoda y rutinaria, que le permitiria compartir con otros la responsabilidad, pero con ello habría horrorizado a Mrs. Eisenhower y a la Anciana madre de ésta que tenía setenta y siete Años, cuya excitación podría incluso poner en peligro las oportunidades de recuperación del pro.
Bidente.
Decidiendo que el mejor tratamiento para la angina de pecho era un completo e ininterrumpido reposo, el doctor Snyder eligió hacer esperar el mundo mientras actuaba lo mejor que podía. las 3:45, dio al presidente una segunda inyección de morfina para aliviar el dolor. las 4:30, el presidente se quedó dormido. El doctor Snyder se sentó a la cabecera y espero.
PL general Persons cargó con la difícil y delicada misión de comunicar al doctor Snyder, con el mayor tacto posible, nuestro punto de vista. Dejó bien sentado que la intención de traer al doctor White no ponía en duda, ni mucho menos, la competencia del doctor Snyder ni la del doctor Mattingly, sino que, en vista de que la en fermedad del presidente debía ser también mirada desde el punto de vista de las relaciones públicas, el añadir un médico civil al equipo de doctores militares sería tranquilizante y benefi.
cioso. El hecho de que él y el doctor Snyder fueran intimos amigos desde hacía años contribuyó a facilitar el éxito de Persons, allí donde cualquier ctro pudo haber fracasado, levantando gran des suspicacias. El doctor White fue llevado al día siguiente a Denver en un avión de las Fuer zas Aereas, para unirse al equipo de médicos que atendían al presidente. Como pionero en la cardiología y fundador de la National Heart Association. se hallaba en la mejor posición posible para asegurar al país, como así hizo, que el coronel Mattingly, jefe del equipo de médicos del presidente, figuraba entre los mejores especia listas de corazón del país.
vida en el Ejército, llevó a Washington el sis.
El presidente, que se había pasado toda su tema de equipo para conducir los asuntos en la Casa Blanca. cada miembro del Gabinete se le concedia una completa autoridad, junto con la plena responsabilidad concomitante, de su pro.
pio campo de operaciones. Cuando los problemas abarcaban más de un Departamento, el presidente nombraba un Consejo. Para las cuestio.
nes únicas, nombraba un grupo ad doc que se encargaba de ellas. De esta manera conseguia atraer los mejores cerebros para que trabajase en los problemas con que se enfrentaba el Gobierno. Ellos realizaban el trabajo fundamental.
sosteniendo largas horas de deliberación y dis cusión. Después, el informe que ellos emitían y la decisión que recomendaban, a veces con opinio nes diversas, era enviada al presidente, siempre por determinada canalización, para que él decidiera en último término. Teniendo en cuenta que había elegido un Gabinete y el personal basandose en la habilidad de cada hombre para de gempeñar su función, tenía confianza en los que trabajaban para él, se fiaba de los mismos y dele gaba su autoridad en ellos. Finalmente aun tra tándose de un sistema de equipo, recibía la asencia del problema, las ideas y la solución propuesta. luego, o bien rechazaba la solución, aportando la suya propia. o bien la aprobaba, o bien la devolvia para un subsiguiente estudio.
Existian ciertos defectos en este sistema, que se hacían particularmente notables cuando pa.
saba inadvertido un fallo en la completa reunión y estudio de los hechos que debían haber sido enviadcs al presidente y no lo fueron. Pero nin.
gún sistema podrá jamás funcionar con perfección dada la multitud de problemas que afluyen a la Casa Blanca. El sistema de equipo, sin embargo, redujo al minimo los choques, pendencias y contiendas entre las personas con ansias de poder que caracterizó a las dos anteriores Administraciones y parece caracterizar a la presente. las siete de la mañana, de acuerdo con su decisión, telefoneó al gabinete de Prensa de la Casa Blanca veraniega y dejó un recado para el secretario auxiliar de Prensa, de nombre también Snyder, de que el presidente sufría indigestión y no asistiría a sus compromisos de la mañana.
De esta forma alejaba toda sospecha de la Prensa, publicando la inalarmante noticia de que el presidente padecía un trastorno gástrico. Durante doce horas estuvo ocultando al mundo la verdad, en beneficio del presidente y con riesgo de su carrera y reputación de médico. Hasta las 12. 30 del mediodía, en que el presidente Eisenpower desperto de su sueño artificial, el doctor Bnyder no llamó al Fitzsimons Army Hospital para que enviasen un electrocardiógrafo a casa de Doud. hasta las dos de la tarde no quedo confirmado el diagnóstico original del doctor Snyder, gracias a un electrocardiograma que mos traba una lesión en la cara anterior del corazón.
Sólo después de que el presidente hubo sido trasladado al Fitzsimons Hospital. el doctor Snyder comunicó por teléfono a Murray Snyder (a terrible noticia.
En su informe dirigido a la Casa Blanca, el doctor Spyder escribía después. SE ha argüido, no obstante, que la regularidad en el Gobierno no constituye un objetivo pri mario y que existen ideas nuevas mas idóneas para interponerse entre las colisiones de las per sonas investidas de poder y un influjo de tipo competitivo, como el que caracterizó la Adminis.
tración de Franklin Roosevelt. La respuesta ha de ser subjetiva, dependiente de la personalidad del jefe ejecutivo, aunque parece, sin em bargo, que un hombre debería decidir con más acierto si lo hace con tranquilidad, que si ocupa un lugar donde convergen cientos de hilos y ha de emplear sus diez dedos para dar movimiento a todos ellos.
Eisenhower era un hombre acostumbrado a tener su mente ordenada. Le gustaban las cosas en su debido lugar y orden. Poco después de ingtalarse en la Casa Blanca y descender sobre el el alud de documentos, expedientes y ceremonias, se le oyó exclamar: TINA vez zanjado este problema, Rogers, Persons y yo nos encargamos de discutir la forma en que debían conducirse al dia Las cperaciones del Gobierno durante la incapacidad del presidente. Ni la Constitución ni ninguna ley del territorio previene la situación en que el presi dente se halle incapacitado por un periodo tem poral. El presidente aparece él solo como la autoridad suprema de la rama ejecutiva del Gobierno, El Gabinete y el Consejo de Seguridad Nacional pueden aconsejar, pero no pueden actuar en nombre de él. Como regla general, no pueden convertirse en jefe colectivo de las fuerzas armadas, ni promulgar leyes, ni nombrar jueces ni decidir sobre la alta política del Gobierno. Yo tampoco podía. Con arreglo a la Constitución.
el vicepresidente es designado por los votantes para tomar posesión en caso de separar de su cargo al presidente, de muerte, dimisión a in.
capacidad para desempeñar las funciones y deberes del referido cargo. La Constitución no aclara qué quiere decir incapacidad para desempeñar las funciones y deberes del referido cargo. No expresa quién decidirá cuando el presidente queda incapacitado, si el vicepresidente debe asumir las funciones y deberes de la presidencia o el cargo en si, ni la manera de recobrarlos por un presidente que recupera su salud. Sin embargo, este problema en si no se presentó seriamente aquella noche en tal sentido, ni durante las dos semanas críticas en que persis tió la enfermedad del presidente. El presidente Eisenhower se hallaba plenamente consciente y presumiblemente capaz de tomar las decisiones más importantes que afectaran a la seguridad nacional, de haber sido necesario, durante su permanencia en el Fitzsimmons Hospital. Cuándo tiene aquí uno tiempo para pensar?
Fue difícil para mí asumir la responsabilidad de ocultar la inmediata publicación sobre el diagnóstico de trombosis coronaria. Aplacé la noticia porque deseaba que el presidente se beneficiase del descanso y tranquilidad proporcionada por una sedeción coadyuvante para combatir las mani.
festaciones iniciales. Tal decisión evitó también, tanto a él mismo como a su esposa y madre politica, un trastorno emocional, a causa del precipitado anuncio de tan serio significado. Creo que semejante aeción redujo al minimo el peligro y nos facilitó la confirmación del diagnóstico por medio del cardiograma, haciendo el traslado al hospital sin precipitación.
Pese a la división de opiniones que haya podido existir antes del 24 de setiembre de 1955, todo el mundo vio con claridad la sapiencia del sistema de equipo cuando el presidente cayó en fermo. No se produjeron envidias ni luchas por el poder entre los miembros del Gabinete. Fue unánime la cpinión de que se continuara trabajando en equipa. Sólo los detalles merecían de sarrollarse.
La noche que aplicamos este principio, tan sólo surgió una cuestión. El secretario del Te.
soro, George Humphrey, expresó su inquietud al tener que salir el día siguiente para Ottawa, a fin de celebrar ciertas conversaciones de carácter económico. Dulles, Humphrey, el secretario de Agricultura, Erza Taft Benson. y el secretario de Comercio, Sinclair Weeks, tenían planeado discutir con sus colegas canadienses problemas comerciales y económicos. Yo insistí sobre Humphrey en que todos ellos deberían ir al Canadá como estaba programado, con el fin de alejar to da impresión de que los asuntos del Gobierno estaban entrando en un punto muerto con motivo de la enfermedad del presidente.
El problema que se nos presentaba era la forma de conducirnos en su ausencia, sin permi.
tir al Gobierno su peligrosa entrada en asuntos externos o internos. Hay un antiguo axioma político que dice que, en caso de quedar una vacante, será cubierta por el poder más próximo y más fuerte. Esto habia que evitarlo a toda costa.
La solución me parecía clara, al igual que a otros hombres clave de la Administración con quienes hablé a través del teléfono instalado en la pared de la cocina de Rogers. La política general quedó establecida a quella noche y los de talles se elaboraron de oído a través de la sema na siguiente: el equipo seguiría llevando a cabo la politica y preceptos de Eisenhower en una atmósfera de confianza sobre asuntos nor males. Deberían evitarse escrupulosamente las explicaciones de orden político y cualquier conato de disputa en el equipo.
PINO que la mayoría estarán de acuerdo en que el doctor Snyder se enfrentó a la crisis de su carrera con sabiduria y coraje, dignos de alabanza por parte de sus colegas médicos del país.
DOGERS, Persons y yo estuvimos hablando has ta después de la medianoche, tratando de anticipar los problemas con que se enfrentaria la Administración y los pasos que habría que dar para solucionarlos. Cuando Persons se marchó a su casa, telefoneé a Pat y supe que los reporteros todavía estaban esperando mi regreso. En efecto, Pat les había invitado a entrar a la sala de juego que teníamos en el sótano y, en dicho momento, acababa de servirles café. Ante semejante perspectiva decidí quedarme en casa de Bill Rogers toda la noche.
El problema que durante horas discutimos aquella tarde por teléfono en casa de Bill Rogers y en persona, sobre facilitar al presidente el mejor cuidado médico posible, no se debió a falta de confiance en el doctor Snyder. Para asegu CISENHOWER estableció el concepto de equi.
po en uno de sus discursos de la caropaña Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica

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