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Domingo 21 de mavo de 1972 DIARIO DE COSTA RICA. 13 orar tus artes de gitana me lluminan en los discursos de tu voz profética.
Me haces la caridad de tu palabra, y por oirte hablar quedan las cosas enmudecidas religiosamente, y yo me maravillo del concepto que en tu boca, Fuensanta. Se hace música.
y me quedo pendiente de tus labios como quien se divierte con cristales.
a la casa vetusta de los nobles abuelos, como a refugio en que en la paz divina de las cosas de antaño sólo se oye la voz de la madrina que se repone de acceso de asma para seguir hablando de sus muertos y narrar, al amparo del crepúsculo, la aparición del familiar fantasma, uma tones juntos.
Me embelesa el decoro de tu plática, y ante tu vista escrutadora extiendo la palma de las manos, y predices mi destino en lenguaje milagroso. veces, en los ámbitos desiertos de los viejos salones, cuando dialogas con la voz anciana, se oye también, sonora maravilla, tu clara voz como la campanilla de las litúrgicas elevaciones llore útil. sigues conversando, eres la clave del dolor y del gozo; abarca todas las horas vonideras, la mirada de tus ojos sintéticos, bien mio. con tu rostro ecuánime subyugas ¡oh tú, la bienpensada que conversas cual si hubieses venido del misterio!
renos hondo Yo te digo en verdad, buena Fuensanta, que tu voz es un verso que se canta a la Virgen, las tardes en que mayo inunda la parroquia con sus flores; que tu mirada viva es como el rayo que arranca el sol a la custodia rica que dio para el altar mayor la esposa de un católico Rey de las Españas; que tu virtud amable me edifica, y que eres a mis ósculos sabrosa, no como de los reyes los manjares, sino cual pan humilde que se amasa en la nativa casa y se dora en los hornos familiares. Si me quitan el regalo de tus proféticos labios, me muero de desencanto!
Dios quiera que se conserve el prodigio de tu palabra hechicera, para decirme en voz baja cosas de amor y buenaventura en estas noches lluviosas.
ondo, amar.
mavera USEFA DE DOS RIOS de marzo de 1880 The mayo de 1971 nuestro noviazgo será, Fuensanta, una flor con un pétalo de enigma, y otro pétalo de amor. Tú me dirás del enigma, yo te diré del amor. Ay de Dios que tu palabra me tiene embrujada el alma!
bresma. Oh, Fuensanta! Mi espíritu ayudado de tus manos amigas, ha de exhumar las glorias del pasado: en el ropero arcaico están las ligas que en el día nupcial fueron ofrenda del abuelo amador a la novia de rostro placentero, y cada una tiene su leyenda: Tú fuiste, Amada, mi primer amor serás el postrero.
Oh, noble sangre, corazón pueril de comienzos del siglo diecinueve, para ti la mujer, por el decoro de sus blancas virtudes, era como una Torre de Marfil en que después del madrigal sonoro colgabas los románticos laudes!
Yo obedezco, Fuensanta, al atavismo de aquel alto querer, te llamo hermana.
y fiel a mi bautismo, sólo te ruego en mi amoroso mal con la prez lauretana.
wa dando 26 El adiós Francisco González LA e gloria ua, primeral wi: huyen jioneras Fuensanta dulce amiga, blanca y leve mujer, dueña ideal de mi primer suspiro y mis copiosas lágrimas de ayer; enlutada que un día de entusiasmo soñé condecorar, prendiendo, en la alborada de las nupcias.
en el gro nobiliario de tu pecho una fecunda rama de azahar.
Dime zes verdad que ha muerto mi quimera, y el idólatra de tu palidez no volverá a soñar con el milagro de la diáfana rosa de tu tez?
Tu llanto es para mí linfa lustral que por virtud divina se convierte en perlas eclesiásticas, bien mío, para hacerme un rosario contra el frío y las hondas angustias de la muerte. 03 ferma!
laron (Asi interrogo en la profunda noche mientras las nubes van cual pesadilla lóbregas, y gimen, a distancia, unos huérfanos sin pan. De las cercanas torres baja el fúnebre son de un toque de difuntos, y Fuensanta clama en un gesto de desolación. No escuchas las esquilas agoreras. Tocan a muerto por nuestra ilusión!
Los vistosos mantones de Manila que adornaron a las antepasadas y tienes en las manos delicadas, me sugieren la época intranquila de los días feriales en que el pueblo se alegra con la Pascua, hay cohetes sonoros, Tocan diana las músicas triunfales, y la tarda de toros y la mujer son una sola ascua.
eñora mía, Fuensanta, ps pedales la panta, de los pedales ies ideales.
todas la más pura, nta de la Pasión, lles de la Amargura is y Salomón.
También tú, con las flores policromas que engalanan los clásicos mantones de Manila, pudieras haber ido a la conquista de los corazones.
Me duele ser cruel y quitar de tus labios la última gota de la vieja miel.
e en mi corazón camines aminosa entraña, dos jardines ás estéril cizaña.
alongada vigilia, Santa Cecilia rmónicos pies, agro del sonido, lleva siempre a través o Perdido. Mas el cadáver del amor con alas con que en horas de infancia me quisiste, yo lo he de estrechar contra mi pecho fiel, y en una urna presidirá los lutos de mi hogar.
Mas, oh Fuensanta. al buen Jesús le pid que te preserva con su amor profundo: tus plantas no son hechas para los bailes frivolos del mundo sino para subir por el Calvario, y exento de pagano sensualismo el fulgor de tus ojos es el mismo que eſ de las brasas en el incensario.
Temos callado porque nuestras almas están bien enclavadas en su cruz.
Me despido. Ella guía, llevando, en un trasunto de Evangelio, en las frágiles manos una luz.
Pero apenas llegados al umbral, suspiro de alma en pena o soplo del Espíritu del mal, un golpe de aire mata la bujía. aunque el alma atónita se queda con las venustidades tentadoras!
a las que dan el fruto de su industria los gusanos de seda, quiere mejor santificar las horas quedándose a dormir en la almohada de tus brazos sedeños para ver, en la noche ilusionada, la escala de Jacob llena de ensueños.
Aúlla un perro en la calma sepulcral.
Fue así como Fuensanta y el idólatra nos dijimos adiós en las tinieblas de la noche fatal. las alegres ropas, los antiguos espejos, el cristal empañado de las copas en que bebieron de los rancios vinos!
los amantes de entonces, y los viejos cascables que hoy suenan apagados y se mueren de olvido en los bailes, nos hablan de las noches de verbena, de horizontes azules, en que cobija a los enamorados el sortilegio de la luna llena.
Poema de vejez y de amor Amando de Alba eñas, la madre Mi vida, enferma de fastidio, gusta de irse a guarecer año por año Pasa a la página 14 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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