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PAGINA CUATRO LA PRENSA LIBRE Jueves 10 de Abril de 1958 La batalla de Rivas, donde los filibusteros triunfaban hasta medio día, pero Juan Santamaría salvó la situación Suelen suceder en la guerra, coamo en la vida, sucesos inexplicables: se cometen errores a veces, tan graves que, cuando se hace la critica de los hechos, saltan a la vista en una forma tangible y le y el estudiante se devana los sesos pensando en cómo es que se pudo cometer tan grave falta, que factores hicieron el error posible.
El 20 de marzo del ano 1856 Ios costarricenses obtuvieron una de Tas victorias más hermosas y más completas de que hay memoria en los anales de la guerra: la de Santa Rosa. Allí los jefes, los oficia les y soldados del ejército costarri cense pudieron darse cuenta exac1a de la importancia decisiva que tienen, en operaciones de guerra, las sorpresas.
tra fuerza el día de abril a la ciudad, que se entregó sin la me nor resistencia y con la alegría de los nicaragüenses, el 11 en la mañana esa tropa fue sorprendida en una forma inexplicable; cuando se dieron cuenta los costarricenses, las columnas enemigas invadían el cuadrante de la ciudad y siguiendo el plan trazado por Walker el dia anterior, corrian por las calles que se les había asignado para ocupar los puntos de antemano señalados como objetivos.
do el terreno y forma de la ciudad y hubiera prevenido todas las posibilidades de un ataque por parte de Walker. es mayor el error cuando en su parte, el propio presidente Mora, cuenta que en la mañana del 11 de abril posiblemen te antes de las siete, despacho una columna de 400 hombres al mando del mayor Clodomiro Escalante hacia el lado de Potosí, por cu yo lado nos llamaba la atención el enemigo. Es decir, que por lo menos tres horas antes de la sorpresa, el presidente Mora sabía que el enemigo estaba cerca de la ciudad, puesto que enviaba 400 hombres en la dirección mencionada, para localizarlo exactamente.
LA ENTRADA DE SANDERS La entrada de las cuatro compañías de Sanders, trotando hacia la plaza, y luego de ésta hacia el cuartel general en donde estaban el Presidente de la República y sus altos jefes fue, en el principio de la acción, el hecho más peligroso de toda ella. Los enemigos, prevalidos de la sorpresa y queriendo sacar de ella todo partido posible, atacaron a todo tren, violentamente.
LO INCONCEBIBLE SLTomados inesperadamente 10 norteamericanos y demás aventureros de Schlesinger, apenas si pu dieron presentar resistencia y su derrota fue completa, resolviéndose en una fuga vergonzosa. Es casi inconcebible como a los 22 días, de esta sorpresa, los costarricenses de Rivas se dejaron sorprender y la sorpresa de ese día estuvo al punto de precipitarnos en la peor de las derrotas.
RIVAS. SIN SERVICIO DE CENTINELAS sin embargo, no se habían electo los lugares de centinelas, no existia el servicio que demanda una ciudad en peligro y llena de tropas, para cubrir a esa tropa con rondas o patrullas de exploración.
LA TOMA DEL CANON Fue milagroso que esa columna no llegara a su objetivo y lo alcanzara. Walker explica que entusiasmados con la toma de un ca ñón que estaba en medio camino entre la plaza y el cuartel general, a dos cuadras de distancia de la plaza, los hizo perder tiempo que los costarricenses aprovecharon para tomar posiciones y abrir fuego, cerrando el camino definitivamente a los asaltantes.
WALKER ATACA Walker atacó a Rivas con no menos de 600 hombres, y una columna de este tamaño no es posible que llegue a una ciudad ocupada por los enemigos sin ser vista, sin que los centeniles vanguardias hayan dado la voz de alarma. Eso prueba que nuestras tropas estaban confiadas o que las sospechas que se tenían de que el enemigo estaba por el lado de Potosi fueron desechadas y no se tomaron en cuenta como es la responsabilidad de un Jefe hacerlo en campaña.
QUE ADMIRAR MAS?
No se sabe que admirar más en la jornada de Rivas: si la sorpresa de nuestro ejército o si la reacción del mismo, porque el hecho de tener perdida la batalla. porque a las dos horas de estar luchando estábamos perdidos y ga narla al fin, aunque no decisivamente, es realmente portentoso.
Es inexplicable el error de nuestro comando en Rivas. Llegada nuesa gesta del Soldado Juan. Alli en el Museo que parece escondido entre las frondas que guarnecen al Instituto de Alajuela en construcción, el óleo de don Enrique Echandi con la escena de la quema del Meson de Guerra por el tamborilero que salvó al ejército costarricense, decidiendo con su tea, el curso de la batalla inemorable EL MAYOR ERROR Apenas se concibe cómo en los dias 8, y 10, la fuerza costarricense acantonada en Rivas no hubiera reconocido perfectamente to LA ADMIRABLE REACCION DE NUESTRO EJERCITO No obstante este error que nos costó muchas vidas y mucha sangre, los costarricenses quedaron dueños del campo: es admirable su reacción en tan difíciles momentos y circunstancias; es encomiable su valor y su patriotismo, asi como es de inexplicable la confianza observada antes del combate que puso en serio peligro la suerte toda de la campaña nacional. De desearse seria que este pro biema de la guerra, este hecho sin gular de nuestra campaña del 56, do estudiaran nuestros oficiales aficionados, ya que desperdiciar el tiempo en cosas inutiles porque en este hecho encontramos una de las más bellas enseñanzas.
LA SORPRESA DE RIVAS Aun bajo la disciplina militar, cuando uno está joven, el temor y la vergüenza del castigo, por leve que éste sea, embargan el ánimo a tal punto, que calla uno cosas que, dichas a tiempo, harian un verdadero servicio a la patria.
Así me hablaba el viejo General distinguido veterano del 56 y hombre honrado y apreciabilísimo después de esa ep No recuerdo a qué incidente (una falta de consigna, creo) nos referiamos, de los muchos de ese memorable 11 de abril, cuando me dijo las palabras con que encabezo estas lineas.
He aquí su relato: El 10 de abril, en la noche, todas las tropas costarricenses, con excepción de Juan Alfaro Ruiz y su gente, nos hallábamos ya acantonados en Rivas. Se decía que Walker retardaria en llegar, si a caso se atrevía, a los dos o tres días y, por lo tanto, estábamos muy confiados.
UNA PARRANDEADA CERCA DE RIVAS Había cerca de Rivas un pueble cito, donde unas simpáticas muchachas tenían una especie de hos tería en la cual nunca faltaba cena con marimba y con guitarra, a más de la subsiguiente cususa, jaleo y pelear de pava.
Desde el toque de oración, el sargento amigo mio, pero más amigo todavia de todo lo que era escapatorias con faldas de por medio, empezó a insinuarme que fue ramos esa noche donde las pai.
sanitas: él sabia que habria baile y afirmaba que nos divertiríamos, y, qué diablo! agregaba, no hay que dejar pasar la ocasión ahora que estamos tranquilos; recuerde que desde el día de Santa Rosa nos traen pasando ríos y montañas sin descanso.
LA SALIDA DEL SUBTENIENTE Yo era subteniente, estaba joven, y al fin le dije. Bueno, vamos! Pedir permiso, no nos lo hubieran concedido y en ello, lo con Tiesos hieimos mal. las 9, des pués del toque de descanso, sigilosamente salimos de la ciudad y nos dirigimos al pueblecito antes referido. las tres de la mañana empren dimos nuestro regreso. Medio dor midos por el sueño y el ambiente tibio y embriagador de nuestras noches tropicales, caminábamos absortos, casi maquinalmente, cuando, de repente, un formidable Quién Vive. dicho con acento ex tranjero, nos sacó de nuestras mu tuas reflexiones.
LOS GRINGOS 15 METROS La voz partia de una casa o hacienda situada a unos quince metros del camino y estábamos como a una milla todavia, de Rivas. Más ligeros que el rayo nos dimos cuenta de nuestra situación Son los filibusteros! Estamos uni formados! Si nos cogen nos fusilan! al mismo tiempo, los dos, sin habernos concertado, nos lanPancha Carrasco, la vivandera que acompañó a las fuerzas expedicio zamos adelante, la cabeza baja, los marias costarricenses y se cubrió de gloria, como la heroina de aquellas brazos a guisa de aspas y apenas jornadas en que el alma costarricense esplendió maravillosa. En el Musi miramos de reojo al pasar fren seo Santamaría se halla el óleo de vivos trazos, de esta mujer valerosa te a la fatal casilla, de donde nos dispararon ó balazos. los perte en medio del espantoso qu a si inedito de la campania diez minutos, de vertiginosa carre do de la fusilería. Los yankees sort los filibusteros, está consignado en ra, comenzamos a ver las luces de prendieron a nuestras fuerzas al: el Album de Recortes de don Jais Rivas. Así como salimos, entra despertar; como sabido es, lleva me Granados Chacón, el distin mos con gran cautela, y cada uno mos la pérdida hasta las doce del guido ciudadano a quien la cultus a su cama, sano y salvo.
día.
ra patria tanto debe, por su incansable labor compiladora de her LA BATALLA CAMBRI chos y documentos de nuestro paA las seis antes meridiano, des. Este, como el anterior capítulo sado. Como in trasunto del ayer bizarro, el uniforme de Francisco Corra.
el bravo militar que se batió valeroso en la Batalla del 11 de Abril de 1856 en Rivas. la capa española del notable Juan Alfaro Ruiz, el Insigne don Juan Alfaro cuyề espada cortó las estrellas de la fama en la Campaña del 56 57. Gráficas de Manuel Arévalo El viejo escritorio de don Juanito, el noble Presidente que fue el cerebro de la Campana Nacional contra los filibusteros, balla en el Museo Santamaría (Gráficas de Arévalo)
El pesado cañón sobre la curena que recorrió los campos guanacastecos y nicaragüenses, hace ciento un años, cuando la gesta con que nuestros abuelos escribieron con sangre la historia de nuestra liberación Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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