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Miércoles de Enero de 1962 LA PRENSA LIBRE B 10. 000 personas ovacionaron a don Otilio Ulate en la Plaza de Toros Según lo ha acostumbrado siempre, se presentó solo a presenciar la corrida y iuvo una vibrante acogida en los tablados y en la plaza.
Enviados para provocar desorden e intentar agresión, unos 30 maleantes caldero comunistas, las mismas caras de las brigadas de choque de 1948, iniciaron una pedrea sobre el tablado, sin lograr que nadie se moviera de su sitio, pues se vio claro que la intención era obligar a desalojar el tablado.
En reacción contra la canalla caldero comunista, al terminar la corrida y salir el señor Ulate lo recibieron diez mil ciudadanos que lo acompañaron en ovación delirante hasta el jeep en que regresó a San José.
Señoras y niños recibieron el ultraje de las piedras lanzadas por los caldero comunistas, exactamente igual que en 1948.
Los vivas a Calderón, a Obregón Valverde y a Mora no dejaron ninguna duda sobre el origen de la tentativa de agresión al señor Ulate.
Se llenó de colorido, de emoción y de grandeza, la corrida del 10 de Enero de 1962, en razón de sucesos imprevistos y profundamente gratos a la ciudadanía, aunque reveladores de que la última etapa de la jornada eleccionaria va a tener las mismas características de la del año quiere vivir siempre, según lo han repetido él y su hermano Paco, porque las fiestas navideñas, las que acercan los corazones y realizan el milagro de la fraternización humana, él perdió el hábito de celebrarlas en Costa Rica. Le es más grato, en esas oportunidades, el ambiente de fuera de Costa Rica, a donde viene solo para satisfacer concupiscencias de dinero y de poder, sobre todo de dinero.
1948.
Ya el pueblo costarricense tiene aprendida la lección de que cuando Calderón predica el amor es cuando más miedo hay que tenerle.
Por eso, cuando promete la fraternidad, la igualdad de trato y de oportunidades para todos los costarricenses, y finge que de llegar al gobierno, tendrá mano paternal para todos ellos, lo que se debe esperar es lo mismo de 1948: persecución, cárcel, black jack, quiebra de sus adversarios políticos, para lo cual ya se está incautando de as directivas y gerencias bancarias.
Volvieron a aparecer en escena las caras patibularias de los integrantes de las armadas de choque que armaron Calderón y Mora, en los últimos meses de 1947 y los primeros de 1948, para perseguir, amedrentar, agredir y asesinar a los ciudadanos.
Sin ánimo de reunirse con nadie ni provocar demostraciones, pues se presentó enteramente solo, don Otilio Ulate, según lo hace todos los años, acudió a la Plaza de Toros, a donde llegó a mitad de la corrida.
Después de dar vueltas por los chinamos y de recibir los saludos de año nuevo de millares de personas, fue invitado a subir a uno de los tablados y se le ofreció un asiento, que aceptó.
El ingreso al tablado provocó una ovación delirante.
En todos los tablados se agitaron pañuelos y sombreros y la concurrencia estalló en una salva de aplausos.
Al tomar asiento el señor Ulate, se produjo una escena exactamente igual a las tenebrosas de 1948, de tan ingrato recuerdo: piedras sobre las señoras, los niños y los hombres.
Calderón y Mora, tal como lo hacían en 1948, habían enviado unos treinta maleantes a provocar desorden, a tratar de agredir al señor Ulate y a intentar meter el pánico entre la multitud que lo aclamaba.
Calderón, además, tenía que ir a reunirse con Lázaro Cárdenas, el ex Presidente millonario y comunista, su protector, el que, según dice don José Figueres, le está dando armas y dinero para su campaña. Además, allá esperaría la visita del diputado don Marcial Aguiluz, quien llegó el día 29 de diciembre junto con el señor Alvaro Ramos, liberacionista, fidelista y comunista el primero, caldero comunista el segundo, a quienes recibió en el aeropuerto de México el señor Rogelio Ramos, el mismo que armó la entrevista de Orlich y de Calderón y que seguramente se ha encargado de armar la entrevista de Aguiluz con Calderón y Cárdenas, quién sabe con qué siniestros designios para Costa Rica.
Pues bien, Calderón no se presentó, ni en sombra, a la plaza de toros. él sí, lo habría sacado de la plaza el pueblo entero, en justo castigo por sus crímenes contra la Patria, contra la vida humana y contra la tranquilidad de los hogares.
La reacción que el pueblo tuvo contra las brigadas de choque en la Plaza de Toros el 10 de enero fue la misma que tuvo en las calles durante los tumultuosos días de 1948.
Al dejar el tablado el señor Ulate, una multitud emocionada y delirante lo esperaba, lo aclamó entre vivas y aplausos y lo condujo hasta el jeep en que emprendió su regreso a San José.
10. 000 costarricenses respondieron la agresión de los treinta maleantes de Calderón y de Mora.
El señor Ulate se despidió jubiloso, alzando las manos, agitando el sombrero, con viva emoción en el semblante.
Ahí, en la Plaza de Toros, de un modo inesperado e imprevisto, por espontáneo impulso popular, quedó en evidencia que la etapa final de la campaña ya está definida: Ulate, o Calderón.
No hay términos medios. Los que un día se abrazan con Calderón y otro día lo atacan y proclaman que hay que olvidarse hasta de la sangre derramada, esos ya están, peor que repudiados, abandonados por el pueblo de Costa Rica. La triste figura del señor Orlich se va ya desvaneciendo entre las sombras de una segunda derrota inevitable en este año de 1962. Para esperar la tercera en 1966.
Las mismas caras, exactamente las mismas caras patibularias y descompuestas por el exceso alcohólico.
Calderón, exactamente como en 1949, no dió la cara sino que después de una femenil, y fementida y llorosa carta a los costarricenses que le escribieron como mensaje de Navidad, se marchó a México, donde reside y donde Ni él, ni Orlich. Qué iba a presentarse ninguno de los dos!
Pero cuando Calderón publicó, que no escribió, su quejumbroso mensaje de Navidad, ya había preparado la artería, en la cual es mejor profesional que en medicina, para que la pusieran en práctica las brigadas de choque el 19 de enero, como en efecto lo hicieron.
RECIBIO DON OTILIO ULATE EL AÑO NUEVO EN LA PAZ DE SAN RAMON Atendiendo una invitación que le fue formulada por medio de don Fernando Valverde, y en su compañía, del aeropuerto, de regreso de Europa, siguió directamente para San Ramón.
Trescientas personas, mujeres, hombres y niños, lo esperaron para comer un tamal y tomar una taza de café en su compañía En La Paz. el distrito del cantón de San Ramón que el Sr. Orlich tiene como su baluarte y su reducto, quedó tristemente sellada para él una aplastante y conmovedora derrota.
En un acto bello en su sencillez, rodeado de un pueblo que lo invitó a recibir con él este año nuevo, comiendo con los hombres, las mujeres y los niños, un tamal y tomando una taza de café, esperó don Otilio Ulate el primer día de este año prometedor de 1962.
Es profundamente significativo y revelador que fuesen los vecinos, todos los vecinos del distrito de La Paz. de San Ramón, que don Francisco Orlich tiene como su baluarte y su reducto, los que invitasen al señor Ulate a esperar con ellos, jubilosamente, este nuevo año.
Cuando, el día 31 de diciembre, a la una y media de la tarde, el señor Ulate descendió, en el aeropuerto de El Coco, de un viaje fugaz por Europa, realizado con los fines que él explicará por radio, lo esperaba don Fernando Valverde con un mensaje que el viajero tuvo por muy grato.
Los vecinos de La Paz lo invitaban a reunirse con ellos para esperar en su compañía el 19 de enero.
Lo conmovió el gesto tan hondamente, que del aeropuerto, abandonando la atención de sus valijas, marchó con el señor Valverde hacia el distrito de La Paz, en donde no había esperado contar con votos, pues el señor Orlich se proclamaba, respecto de La Paz. como el dueño de un feudo, alardeando haber abierto allá un frente de batalla en 1948.
Su impresión fue muy honda a la llegada, al verse rodeado, en la casa respetable de un hogar amigo con salón espacioso, de 300 personas, entre varones, mujeres y niños.
Claro que no habló de política, pero se preguntó para sus adentros: Si en lo que el supone su feudo de La Paz se encuentra tan sin votos el señor Orlich. cómo andará en el resto del país?
La noche fue deliciosa para los reunidos. Charla, música, alegría desbordante.
La llegada de este 19 de enero fue así regocijante para el señor Ulate. No asi para el señor Orlich, cuya derrota, conmovedora y aplastante, ha quedado sellada en el lugar del país en donde él había esperado contar con la unanimidad de los sufragantes.
Ironías del destino. Como en 1958, para él de tan triste recordación.
Publicación del Partido Unión Nacional.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
Este documento no posee notas.