4 LA REPÚBLICA DIARIO DE LA MAÑANA.
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SUPLICIO DE bre que cae ocho veces al día los pies de las mujeres, que al estoico que no caso jamás. las majeres nos gusta mucho derribar fortalezas: queremos los fuertes, queremos Hércules, pero Hércules, como el de Onfalia. Tā no nos haces caso, y yo lo lamento en mi sexo. Menosprecias el amor; tienes la soberbia de prescindir de nosotras. Estás en un error, máscara. Yo amo. quién?
USA COQUETA 39. Margarita, estás llamando la atención del públice con tu verbosidad. Qué bien trasteas estos polluelos. eh?
Trastea has dicho? Te habiera conocido por es palabra, atuque faeses disfrazado. No comprendo el por qué. Porqué es el tecnicisino de tus amigos. Quiénes son esos. Los toreros. Ah! sí, dices bien: todo español debe tener afición a las mujeres y los toros. Si esso es patriotismo, eres más patriota que Temistocles, Pepito. Hola, hola. Con que también borlora! Pero muchachos, andad, Juanito Prim os busca. Sí, vámonos. Gitanilla, dame el monóculo. Tómale: si lo pierdes dejas de tener personalidad. Anda, satírica, no quiero hacerte caso.
Los dos gomosos desaparecieron.
Cuánto te habrás divertido con esos incautos! erclamó el duque de Sexto. Son los hombres de la época actual: época del cancan y los payasos, como diría un primo mío.
Tiï los llamas hombres. Coánto los enaltecos!
Un gomoso no es un hombre, es ana mueca de Adán, vua caricatura de la humanidad, un fantoche del sexo fuerte. Tienes ingenio, Sexto. Se me ha contagiado el tuyo, gitanilla. Vec acá, Bogaraya, dijo el daque de Sexto cogiendo del brazo al clegante marques de eso nombre. Escuchs esta máscara, es la más chispeante de cuantas se hallan en el baile.
Acercáronse con el marques de Bogaraya el marques de Martorell y alganos otros amigos, y le formaron un cír una diosa. No queremos que ames las diosas, sino a las maje.
res de carne y hueso. Quién es tu diosa, la gloria. No, Clio. Tienes mal gasto, la historia es una dama may vieja. No lo creas: se rejavenece todos los días, cambia do galas osmo Hebe, posee eterna juventud, su faz ostenta frescura y brillantez, porque está renaciendo constantemente. No me converces: me gustaría más estavieses en el tocador de una hermusa que en el altar de Clio. Si no frecuentura su altar, si no abriese su libro inmortal, no hubiera podido satisfacer tus pregantas. Si los sabios no han de amar, no queremos sabios; nos conformaremos con los hombres ignorantes. Entonces yo tendré partido, exclamó uno de los dos gomoros, que por vez primera desplegaba los labios. Nuestro es el porvenir, dijo el otro. Adios, máscara, no quieres decirme quién eres?
preguntó el famoso orador. Algún día lo sabrás. Me lo prometes. Si.
En aquel momento se acercó el duque do Sexto a la gitana. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica