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FIASCOS DIPLOMATICOS.
Aunque en mi anterior artículo que vio la luz el 16 de octubre corriente, anuncié que no replicaria al Lcdo. Luis Anderson, se salio él tanto de quicio en su contestación del 17 de éste propio mes, perdió tanto la compostura que un Estadista corresponde y afirmó tales despropositos que creo conveniente escribir estas lineas.
Trataré de evitar el lenguage sin mesura de que él no puede desistir y su estilo procaz, extraño en diplomático de tamañas pretensiones.
Haré aparte la historia de la odisea de mi consabida carta que a manos de él llegó y de la cual se impuso antes que el caballero quien era destinada, pues si bien la ocurrencia, por lo que a mi toca tiene su explicación racional. ya que quien haya desempeñado una misión permanente en este país, sabe el sin número de cartas y oficios que se reciben y contestan, y que no es al Jefe de la oficina quien le incumbe ro tular la correspondencia y enviarla ponerla al correo de parte de otros personajes que en ese negocio de comadres han figurado, no es tan fácil la explicación, ni la cosa es para enorgullecerlos. Ante el pecado venial de una distracción o descuido en un asunto privado, en medio del que hacer urgente y oficial, en dias dificiles, qué es la enorme incorreción y carencia de modales y