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Página LA REPUBLICA San José, Costa Rica, Domingo 14 de Diciembre de 1952 GOLFITO Escondido en una estratégica ensenada de Golfo Dulce se encuentra el importante puerto de Golfito.
Nosotros lo conocimos cuando era apenas un punto de desembarco para los trabajadores que se internaron montaña adentro, a otros campamentos: Quebrada de Oro, Kilómetro 33, Río Claro y después siguiendo por la costa Purruja Vieja y otros más.
Doce años atrás Golfito no ofrecía otro paisaje a la mirada de los que entonces ilegamos allá, que el paisaje montañoso y agreste, tan común en los lugares costeños del Pacífico. Golfito de Golfo Dulce, en sus aguas verdosas, profundas y ma nsas como taza de aceite, en las noches de luna cortaban raudas el agua las aletas de las tintoreras. Golfito en el año 1940. Tierra de promisión para muchos trabajadores costarricenses que llegaron allí a ganar dinero o a morir. Poco a poco la mano del hombre empezó hacer las primeras abras en la montaña. Los zainos y cariblancos, los monos, las adormiladas pavas, las dantas, los tolomucos, las terciopelos y toda la fauna del Trópico, empezó entonces a conocer el cuchillazo de Collins sobre la suita y el eco del hacha contra los zapateros. retumbando en la selva, con ritmo de tambores indios.
Después llegaron los ingenieros costarricenses a dormir en las playones mientras se alzaban los ranchos pajizos. Tránsitos, niveles, estadias, cadenas, plomadas, empezaron a verse. Las cuadrillas se levantaban con el alba, para acompañar a los ingenieros que pulgada a pulgada escudriñaban topográficamente el terreno, por donde debería pasar el ferrocarril.
Fueron años duros. La Compañía Bananero trajo cadeneros hondureños, pero el trabajador tico, muy pronto demostró su superioridad intelectual y desplazó a los cadeneros importados.
Los ingenieros nacionales supieron poner muy en alto el nombre de Costa Rica, como profesionales y como hombres de montaña. Los gringos dibujaban allá en los ranchos cubiertos de gran des toldos. El profesional costarricense iba a la montaña a luchar contra las inclemencias de aquella inhospita zona.
Los trabajadores costarricenses también de mostraron su empuje, sobre todo aquellos guanacastecos, que dieron la nota sobresaliente en el trabajo o machete. Los nicaragüenses también trabajaron con denuedo y valor. Los capataces españoles demostraron una vez más su temple de conquistadores.
Fueron años de duro batollar. Epoca de titanes. Dominadores de la selva fueron muchos gallardos trabajadores, que abrieron esas zonas al progreso y a la civilización.
Vinieron luego las máquinas. Enormes tractores 8, derrumbaron cerros enteros, y troncharon árboles con sus potentes cuchillas. Más tarde los jefes norteamericanos fueron apareciendo, cuando ya empezaba Golfito a mostrar su cara civilizada. Después fueron las dragas, las que como animales antediluvianos, caminaban sobre el piso hecho de troncos amarrados con cadenas de hierro, que la misma draga iba colocando delante de elle.
Era un piso portátil. Pasaba la draga sobre él y luego con su trompa de acero, lo volvía a coger para ponerlo adelante y csí iba atravesando lugares pantanosos y despejando bosques.
El dólar hace milagros. Al poco tiempo la contabilidad mecanizada empezó a asomar su control en esa zona. Nuevas lanchas, barcos cargados de polines, puentes, y el material del muelle, empezaron su tarea gigantesca.
Muchos trabajadores cayeron para siempre en esa jornada gloriosa. Muchos aún trabajan con la Compañía, otros han ascendido a puestos de responsabilidad, otros ahorraron y hoy tienen negocios de comercio que valen una fortuna, Lc mayoría, despilfarró el dinero en tragos y mujeres, en fin es éste un capítulo de nuestra historia que todavía no se ha escrito en todos sus detalles.
Hoy Golfito es distinto. Canchas de Golf se alzan donde ayer se plantaron los zainos. Jardines, casas, plazas, escuelas, clubes, hospitales, ferrocarril, muelle, actividad, progreso, riqueza. Estas palabras son un humilde homenaje a los trabajadores que construyeron Golfito y un reconocimiento a los que aún bregan en este pedazo de tierra costarricense, ayudando con su esfuerzo a la economía nacional. 1

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