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Miroles de Noviembre de 1958, SUPLEMENTO REPUBLICA. dedicado a la coronación del Papa Juan XXIII Primera Bendición.
Concluida la breve orfandad de la Iglesia con la desaparición de su ilustre Jefe, Pio XII, ayer fue coronado Juan XIII como Sumo Pontifice. Una formal ratificación este acto, de la voluntad electoral del Sacro Colegio Cardenalicio.
Los hombres se mueven faliblemente dentro de los inescrutables designios de Dios. Los hombres en su limitada sabiduria, apenas si pueden conjeturar dentro de la Eternidad Divina; omnipotente, sapientisima e infalible. De ahí, que sea la imaginación la que venga a expeditar las aspiraciones y las ansiedades de los católicos frente al Pontificado que se inicia. Es Dios, el Espíritu Santo, el clemente y sabio proveedor en las necesidades de su Iglesia. partiendo de esta premiel nuesa incontrovertible, debemos rogarente siem pre con la asistencia del Eterno Sacerdote, para que su reinado sea una ben dición para una humanide Scante y hermosa de angustiada, presa las dudas y tan precaria en esperanzas. Es Cristo el que elige a su Vicario en la Tierra, y en consecuencia debemos a Su Designado, amor y obediencia.
Después de la muerte de Pio XII, la cristiandad se anonado en un gran dolor, justamente se hundió en la congoja de contemplar el tramonto de aquel astro maravilloso que causó la admiración del mundo agnóstico, y que fue una guia del mismo católico, que despertó el respeto mistica en el mundo politico. Fue Pío XII, indiscutible e indudablemente, una de las más preclaras figuras de la Iglesia, hasta llegar a las cimas de los Agustines y los Ambrosios. Fue el Papa de tiempos (el Dogma de la Asunción de Maria San las más trascendentales definiciones en los últimos tisima. intrépido innovador de la ilturgia, expositor magistral de los inmutables principios de la fe católica en relación con los avances de la ciencia moderna, intérprete fiel y magnífico de las doctrinas de la Iglesia en concordancia con los progre sos politicos y sociales de la humanidad. Todo problema lo afrontó con perspicacia y sagacidad, y como no podía ser de otra manera, dentro de las normas del más acendrado misticismo y de la más profunda teologia ascética. Así, analizo desde las prácticas del deporte, hasta llegar abordar del delicado asunto del parto sin dolor. En todo fue sablo y grande, el llorado Pontifice. Celoso de santidad y águila caudal en el saber.
Su Santidad el Papa Juan XXIII cuando impartia la primera bendición a la multitud congregada en la Plaza de San Pedro. La ceremonia fue transmitida a varios paises de Europa por una cadena de televisión y por radio al mundo entero a través de Radio Vaticano Como decíamos antes, el hombre en su finita inteligencia sólo puede lucubrar ante las decisiones del Supremo Hacedor. Por consiguiente, imaginamos que Dios quizás impone un intervalo bu cólico en su Iglesia, después de ese Pontificado des lumbrante y asombroso que fue el de Pio XII, y le sucede Juan XXIII Juan Bautista, el Precursor del Divino Salva: un misionero de la humildad. Esa humildad euya Si nos atenemos a las profecías de San Mala dor, el Testigo que debía dar testimonio de la carencia tan espantosamente se hace sentir en el quías, el actual Papa será Pastor y Navegante. Luz. Juan el Evangelista, el Discípulo bien ama mundo, y cuya ausencia en nuestros primeros paen verdad, pareciera que la profecia adquiriese do, el amigo dilecto que reposo en el pecho sacra dres, Adán y Eva, constituyó la ruina de la huma sos de versilimitud. Pues proviene el Sumo Ponti tisimo del Señor, el visionario de los últimos tiem nidad. Es la virtud de la caridad la que tanto ne.
fice de una sencilla familia de labriegos y procede pos. Asi, nuestro actual Venerado Pontifice, en mo cesita la cristiandad para hacerse merecedora de del Patriarcado de Venecia, poética y legendaria dio de este mundo tan materialista y descreido, ese precioso titulo, porque Cristo fue todo cari potencia maritima renacentista. Pero esto en lo emerge para reafirmar desde la Cátedra de Pe dad. Pensemos entonces en que el reinado de Juan dro, el magisterio secular de la Iglesia y restable. dece la humanidad, el escepticismo que la carco cer el imperio de Cristo, como única fórmula salXXIII significará una restauración de esta carisl.
ma y bella virtud teologal, porque ella es mananme, la desesperanza que la entorpece, reclama un vadora frente al cataclismo que nos amenaza con tial de todo bien. Con ella reina la paz entre los pastor que la conduzca cual experto navegante en las tiranías de los modernos Herodes, victimarios medio de las galernas que terriblemente la azoestados y los individuos, en los hogares y en toda de las almas, como son el positivismo, el comunis. hora y lugar.
tan. mirad el semblante de Juan XXIII: risueño mo, las herejias, la concupiscencia, el egoismo, y y bondadoso es el augusto anciano; y es su con todos los demás males y opresiones que hoy por Al saludar con entusiastas hosannas a textura la del hombre sano, de corazón ancho hoy encadenan al hombre a una condición indig. Juan XXIII, le renovamos nuestra filial adhesión y abierto, de vida ancuazada en el temor a Dios na de su origen divino.
e impetramos del Cielo Le colme de múltiples gray amor para el prójimo. Es la encarnación del Pasespiritual de la humanidad, y así esta rediviva en tor del Evangelio, el que con alanoso ahinco buscó Creemos que será Joan XXIII el Papa de la espiirtual de la humanidad, y así ésta rediviva en la oveja extraviada e hizo mil fiestas cuando la Caridad. Sus antecedentes y sus primeros pasos la gloria del Señor, recuperó. Hasta su nombre Juan es todo dulzura. en el Gobierno de la Iglesia, nos lo revelan como

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