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Lecturas Dominicales el mariachi cielo para el era un maritmenso, donde el 70 Chwi y el campadre le dro estaban absortos, de dicades a la noble area de pescar almas.
Pero ahora él andeba con rifle al bowbro la Avenida estaba sol y triste; a lo largo de elis, bajo los haces de luz, sólo se divisan bombres como él, armados.
Hacia frío; eran dus. lo lejos por el Bela Vir ta, las ametralladoras, en in tervalos, despertaban a le noche para anunciarle que aún estaban en Revolución. las dos tenia siempre segura su buena marea. se iba para un restalrant, uen dia el pescado y, despuer iba a pescar para el gasto de la casa, o se dormia en una banca del muelle.
El frio se hizo más inten 3o; bajo la cobija, sus car nes tiritaban. puró el por so para calentarse. Alguien oculto en el tejado de un edificio le disparó un tiro.
El lanzó un quejido, se lle tó las manos al pecho y Ci yó rodando sobre el pavi mento El rifle se le escapó; no bizo ningún esfuerzo por recogerlo ¿l ara que! era un pescador y lo que necesitaba era una cuerdi. Una cuerda. Una cuerda Por favor.
Las ametralladoras irrum pieron con más intensidad. Por favor, no bagan bu llamusito, que están pescando y los espantan.
Su pecho estaba cubier to de sangre. Se sintió en chelto en una penumbra y desde lejos un murmullo de coces llegaba hasta sus oidos; voces que se iban baciendo imperceptibles con forme se le iba amortiguan do el ruido de las curetralla Aquella noche le tocó la guantia de las doce de a noche hasta las seis de la mer han Razones uniy poderoSas convergian sobre aquel prosto, para hacerle molesta Ta terea No era que le impor En 1952, este periódico organizó un concurso de cuentos, y el tara el mbte de Mariachi triunfador fue el joven y hasta entonces desconocido escritor con que la gente lo señala puntarenense Guillermo Arguedas, con un cuento lleno de hubu, al referirse a dlo a sus mor y de ternura, titulado Quico. Desde entonces, Arguedas compalleros del Puerto; no. Además. qué es un pareció desaparecer. Ninguna otra producción suya fue cononombre? Le inporta a la cida. Hoy, ocho años después, nos han llegado dos cuentos roca que la llamen roca, de Guillermo Arguedas, que aparecerán en estas Lecturas al árbol que lo denominen Dominicales. El lector observará cómo el lírico sentido de obárbol? Esos eran puntos en servación y compasión del autor, se ha afinado con el tiempo.
los que jamás solia penHe aquí el primero de esos cuentos.
Sar ¿Para qué. Por qué? él, lo que le gustaba, lo que amaba sobre todas las cosas, era pescar. Todo lo que se referia al mar, a la pesca y al melle, era su aguas murmurante, en silen lisas. o la oración de ar men las gentes, de amar los mundo, su mundo grande y ciosas pláticas, conversan gustia del gardumen. bu unos al fútbol, los otros a bermano. fuera de ese do apenas con los ojos, iba yendo entre las seluas de la lectura, aquellos a los lui mundo, e estaba perdido: escuchando, leyendo, adiut torniquetes del melle Las les y al licor. El era pesca fuera de ese wundo era el mando los breves bistorias madrugadas eran suyas; str dor. no era una forma mis infelis de todos los de la vida de los bonitos. bourhres.
yas y del muelle y de los exclusiva de depore o de las macarelas. las palome peces Además, era un pla placer, era un arte, una Yabora estaba fuera de tas. los pargos. el ga cer como cualquiera otro namera Tuhy swy, my pe ese mundo Cubierto laje, los roncadores. las como esos amores que tie culiad de orarle a Dios. El cuerpo tembloroso con una con un rifle al bonibro; se paseaba a lo lar go de la Avenida. No tenia porte de militar porque siempre habia sido un peso cador; no obstante, en es de una calia, o de unr cuer du o un chuco, un pesado Tifle iba colgando de hombro. Tom le babian dicho con este mille tus defender tus garantis John de Abate.
ciales ero il no podia decir der sus garantias con un Atollada la carreta en el no puede llegar; además conA poco de andar alcanza a vinimos en que me llamaba fie; el era un pescador y a barrizal del camino, quedo los peces los espanta el rui detenida pese a los esfuerzos Rosita, la hija menor de ñor por cualquier cosa.
pero, ay! Juado; un rifle no servis. Lo guia. El sol de la tarde ante poco de maiz a la quebrada, nico, no, no. Después las coque Tecesitaba era una rior puso el barro pegajoso Buenos dias Rosita. Mi sas se ponen pior y usted sacuerda. que lo dejaran como la cera. No valian los re que suete, alcanzarla cuan be, la gente.
irse para el wnelle. El nue gritos de aliento ni la punta do menos pensaba y más ata Siempre lo mismo: que la reado está uno.
tata, que la gente. Venga, lle era su bogar Además, del chuzo para animar no estaba habituado al tar Asi; buenos nos los de ayudeme a coger unas hojiRómulo, el compañero de Dios, Juanico. Idiay, porque tas.
bleteo de las ametrallado Juanico, con los pantalones atareado?
Los postreros grillos clauTas, ni al ruido de las er arrollados arriba de las rodi Caminan uno al lado del suraban sus labores un ruplosiones de las bombas. llas, con una paleta improvi otro.
mor creciente de pájaros sasada probaba a aclarar un Alla arriba quedó Ro ludaban el nuevo dia.
poco el camino de las ruedas, mulo cuidando la carreta pa Empero, no era esa la Juanico, no fuerce tanto ra mientras vuelvo con las Idiay hombre, donde te causa de su enojo. Tema los novillos, pobrecitos: es hojas: es que el camino está quedaste? las hojas?
otro origen, otra rais pérese para que agarren ani que ni la cera de pegajoso. Usted si que es, Romudeme para coger lo! Las traje, pero como no quien diablos se le ocurió ya tengo la carreta calzada. esa tinaja. y trata de asir te hallé, las dejé orilladas.
la brillante idea de que el Bueno, ahi va la bariguda botija. Ah que Juanico más fretenia que hacer la guardia Los bueyes aflojaron y la Hombre no se moleste, gado! No me oiste cuando te en la madrugada y en la carreta con un ligero traqui si va bien asi y ya casi lle llame?
capital? ahora iba tiritan do queda en su lugar. Los gamos. No, el ruido de la quebra do de frio, con aquel rijle dos hombres en silencio tra. Recuerda Rosita, cuan da y las hojas no me dejaron.
do me dejó esperando el otro Rosita, no te aytiinmenso al bombro ¿No. Ve Juanico, apagate la dia, aqui mismo?
do? Siempre llega muy tem en acaro una injusticia carbura y te vas a la orilla Usted quién sabe que co prano a lavar el maiz del dia.
aquello? Las madrugadas de la quebrada y te traes un sa se traia, por eso no vine. No, hoy no llegó, Apure.
eran suyas, si, suyas y det brazado de hoja del cañalillo además, tata llegó un poco mosle que nos va agarrar la solana cha mas años que dias tie pronta que va rompieron a Mire niña, yo la quiero Una sonrisa de Romulo, desde hace mucho. Yo me el mes de diciembre, Está bien Rómulo. Si me yo. Quiere que le ayude a res, subrayo: cual jicote en busca de floque todas las madrugadas atraso y alguien te puede lavar el maiz. Tenés razón, jalemos.
iba a pescar. entre las cuartiar, me gritás para vol. No Juanico, no. Estese La correta, ya en el llano sombras del welle, con verme. Pasa por debajo de quie. Rómulo puede venir y sin tropiezos, traqueaba sus ojos clavados en las ja rumbando al canal.
con el eco de viejas soleras. Eso si que no, Rómulo SANDRO VAL cobija. un brazado de hoja de caña doras.
Abrió los ojos: to vio la ciudad, ni escuchó el ruido de las ametralladoras Hir bia umar inmenso y ber oso; dos viejos pescaban en su ribera. Del oficio que le dejó el balazo, una cuerda con un anzuelo en el extremo lo wantenia floTando en las aguas.
Las voces se le bicieron perceptibles. Compadre edrooo!
Compadre Pdrooo. Qué pasó Chwi. Un peje. Un peje. Qué. Un pargo. Nooo, un róbulo el más venerable y tie jo de los dos, empezó a balar la cuerda, cuyo zuelo tenia incrustado en el pecho el pescador.

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