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Miércoles 24 de Setiembre de 1969 LA REPUBLICA 13 CAMPO PAGADO UNA ACTITUD EJEMPLAR DOS CARTAS HISTORICAS 17 de setiembro de 1969.
18 de setiembre de 1969.
Señor José Figueres San José.
Señor Domingo García Presente.
Estimado amigo don Domingo Estimado don Pepe: He observado serenamente la crisis que plantean dos aspirantes que se empeñan en ser diputados, creándole dificul tades al Partido. Qué poca delicadeza!
Como agravante, esos señores y varios amigos de ellos propalan dos falsedades, una que lo afecta a usted y otra que me concierne a mí. Dicen y probablemente lo creen, porque así deben actuar ellos, que yo estoy peleando Insistentemente una diputación para mí; y por otra parte que usted está empecinado en imponer esa diputación.
La verdad es que desde que se habló de diputaciones en Turrialba, el grupo figuerista ha venido sugiriendo mi nombre para diputado, sin que yo haga nada más que estar dispuesto a servir si puedo ser útil otra vez, y sin que usted apoyo mi nombre. Hasta el último mes no apoyó usted a nadie, ni lo gusta favorecer, si eso fuera favorecer, a quienes somos sus amigos personales.
Usted recuerda cuántas veces hemos hablado de hombre a hombre, mientras tantas tristes gentes se revuelcan en el lodo de las pasiones pequeñas. Usted sabe que en los periódicos aclaró públicamente, a pesar de su insistencia en que no me ocupara de esas cosas, mi posición de absoluto desinterés por puestos. He servido solamente cuando se me ha llamado, y mal podría ahora arrastrarme peleándole honores a gentes que sólo se mueven por sus ambiciones.
No me toma por sorpresa su determinación de rehusar cualquier candidatura a diputado, expresada públicamente en su carta del 17 de setiembre, 1969. Conocía su actitud desde hace varias semanas, y si no la conociera la hubiera adivinado. Sé la altura a que vuela cada uno.
Acertadamente señala usted la poca delicadeza de al.
gunos que insisten en ser diputados provocando una crisis. esa censura de quien tiene credenciales para hacerla, agrego yo la mía para quienes promueven pequeños movimientos disidentes para crearse sus argollitas de poder. Mientras unos vemos en la política y en el gobierno el campo del deber, otros ven alli un campo de juegos y triquiñuelas.
Tengo que acceder a su reiterada intención de renunciar, ahora que la formula usted públicamente. Estoy enterado de que su posición es irreductible. Si quienes no tienen méritos no renuncian para solucionar una crisis, bien está que renuncie quien sí los tiene.
Mi insistencia hasta ahora (tan reciente como usted Indica) se debió sólo a mi protesta por los medios que han usado algunos para combatirlo a usted. Han recurrido a la calumnia, cual si las flechas de los pigmeos pudieran subir hasta la altura de su honor. Yo que he estado a su lado durante las luchas de veinte años, en la guerra y en la paz, en el gobierno y junto al surco, no le hago a usted la afrenta de salir garante de su rectitud, porque los héroes no necesitan fiadores. La ingratitud los enaltece, como el fuego purifica el oro.
Ahora se le acusa de no ser oriundo de Turrialba. Como si el hombre no perteneciera a la tierra que cultiva. como si en las horas de peligro alguien lo hubiese preguntado a qué distancia nació de la iglesia parroquial.
Con modestia que no corresponde a sus merecimientos, se abstiene Ud. de exclamar como el general ateniense asediado por la humana pequeñezi ojalá que la patria, más feliz, no vuelva a necesitar mis servicios!
No los necesitará más, Dios primero, ni en San Isidro de El General ni en los hielos del Empalme y el Alto de Ochomogo, ni en Santa Elena, ni en las cálidas trincheras de la recta de los Puercos, ni en Ciudad Quesada ni en el Edificio de la Asamblea Legislativa, ni, en fin donde quiera que la Patria lo llamó. No se necesitarán más esos servicios porque nuestra generación luchó por cimentar la paz y la logró. porque usted mismo dio su aporte en lo civil, como Ministro de Seguridad y Miembro del Consejo de Gobierno.
Pero yo auguro que, si fuere algún día necesaria su experiencia de labriego, patriota y funcionario, en horas de angustia que algunos parecen preparar para el país, tal vez nonagenario y encorvado, dependiendo del basión de una honrosa ancianidad, allí estará para servir como siempre, sin rencor y con amor, la figura gallarda del Coronel García.
Su afectísimo amigo, JOSE FIGUERES.
Sé que usted desea salvar en Costa Rica el principio de autoridad, que tan maltratado está. Pero le ruego me excuse si hago pública mi determinación, que en privado ha conocido usted varias veces en las últimas semanas, de no aceptar una diputación que la Asamblea pudiera conferirme, ni por Turrialba ni por ningún otro lugar.
Aspiro al respeto que por mi sientan mi familia mis amigos, al respeto de mí mismo, y a su reiterada confianza. Cómo se imagina nadie que yo busque una posición creándole problemas a usted, al Partido o al país? Sólo a ruego suyo he pospuesto esta segunda manifestación categorica, que hoy hago pública. Gracias a Dios no necesito sueldo, ni honores ni gloria. He sido y seré mientras viva el más humilde soldado de mi patria.
Su amigo de siempre, DOMINGO GARCIA.
PARTIDO LIBERACION NACIONAL.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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