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IDEAS COMENTARIOS ACTUALIDAD Coordinador: Luis Burstin Textos Clásicos Baltasar Gracián (1601. 1658. oráculo manual Textos Clásicos La realidad y el modo. No basta la substancia, requiéresa también la circunstancia. Todo 30 gasta un mal modo, hasta la Justicia y la razón. bueno todo lo suple, dora el no, endulza la verdad y alelta la misma vejez. Tiene gran parte en los cosas e cómo y es tahúr de log gustos e) modito. Un bel portarse es la gala del vivir, desempefia singularmente todo buen término.
Ernest Renan (1823 1892. El Mal Toper Ingenios Auxilares. Fe.
Fcided de poderosos, acompañar se de valientes de entendimiento que lo saquen de todo ignorante aprieto, que le riñon las pendencias de la dificultad. Singular grandeza servirse de sablos, y que excede al bárbaro gusto de Tigranes, aquel que afectaba los Tendidos Reyes para criados. Nue vo género de señorio, en lo meJor vivir, hacer siervos por parte de los que hizo la naturaleza superiores. Hay mucho que saber y es poco el vivir y no so vive si no se sabe. Es, pues, singular destreza el estudiar sin qua cueste, y mucho por muchos, sabiendo por todos, Dice después en un Consistorio por muchos, o por su boca hablan tantos sabios cuantos le previnieron consiguien do el crédito de Oráculo a sudor ajeno Hacen aquéllos primero lección de la lición y sirvenle des pués en quintas esencias e saber, Pero el que no pudiere alcanzar a tener la sabiduría en servidumbre, lógrein en familiaridad.
espiritual de Europa no dispone, para realizar sus ideas, más que de una maquinaria politica informal. Turgot considera log parlamentos como el principal obstáculo contra todo bien; no espera nada de las asambleas. Este hombre admirable, taa desprovisto de todo amor proplo ¿se equivocaba? No. Es.
taba en lo justo y lo que el veia equivalia a decir que el mal no tenia remedio. Hay que agregar a esto una profunda desmoruilzación del pueblo; el protestantismo, que lo hubieseducado, fue proscrito; el catolicismo no había hecho su eduración. La ignorancia de las clases bajas era espantosa Richelieu, el abate Fleury plantean claramente, en principio. 30 el pueblo no debe saber ni leer nl escribir. Al lado de esta bar.
barie, una sociedad encantadora, llena de ingenio, de luces y de gracia. No se ha visto nunca más claramente las apludis intimas de Francia en lo que puede y en lo que no puede. Francia sabe hacer admirablemente el encaje; no sabe hacer la jerga de faena Los menesteres humildes, como el del maestro serán siempre entre nosotros precariamente desempeñadke.
Francia sobresale en lo exquisito; es mediocre en lo comun. Por qué capricho, siendo asl, es democrática? Por el mismo capricho que hace que Paris, que vive de la corte y del luto, es una ciudad socialista, que Paris, que pasa su tiempo en burlarse de toda creencia y de toda virtud, es intratable, fanático y bobo cuando se trata de su quimera de repúb ca.
Admirables, seguramente, fueron los inicios de la Revolución y, si se hubiese limitado a convocar los Estados Generales, a regularizarlos, a convertirlos en anuales, hubiera asentado plenamente. Pero la falsa politica de Rousseau in hizo ir más lejos. Se quiso hacer una constitución a priori No se tuvo en cuenta que Inglaterra, el mas constitucional de los países, no ha tenido una constitución escrita, redactada en el sentido estricto. Se permitió al pueblo que se desbordara; se aplaudid, puerilmente, el desorden de la toma de la Bastilla sin maginarse hasta dónde conduciría ese desorden más tarde. Mirobeau, el más grande, el único gran politico de su tiempo, che menzó con imprudencias que lo hubiesen perdido probablemente de haber vivido un poco más; porque, para un hombre de Estado, es mucho más ventajoso haber empezado desde a reacción y no por las complacencias hacia la anarquia. El aturdimlento de los abogados de Bordeaux, sus declamacicnes huecos, su ligereza moral acabaron de arruinarlo todo Se figuraron que el Estado, que habla encarnado en el Rey pndia prescindir del rey y que ja Idea abstracta de la cosa pública sería suficiente para mantener un pais en el que la virtudes públicas son lan a menudo, escasas.
El dia en que Francia decapitó a su rey se suicidó. Frans cla no puede ser comparada a esas pequeñas patrias de la antigüedad que se componian de una ciudad con sus suburbing en la que todos eran parientes. Francia era una gran sociedad de accionistas formada por un especulador de primer orden, la casa de los Capetos. Los accionistas han creído poder ma.
nejársclas sin jefe y después continuar solos sus negocios. Todo iria bien mientras los negocios fueran buenos; pero los Degocios se vuelven malos y habrá demandas de liquidación.
Estar en opinión de dar pasto.
Para los que goblernan, gran crédito de agradar; rcalce de soberaros para conquistar la gracia universal. Esta sola es la ven taja de mandar, poder hacer más bien que todos. Aquéllos son amigos, que hacen amistades. Al contrario están otros puestos en no dar gustos no tanto lo cargoso, cuanto por lo maligno, opuestos en todo a la divina comunicab lidad Los que quieren, a toda costa, descubrir en la historia la aplicación de una rigurosa justicla distributiva, se imponen una dificil tarea. Si, en muchos casos, vemos los crimenes nac. o.
nales seguidos de un pronto castigo, en una multitud de casos vemos también el mundo regido por juicios menos severos; muchos países han podido ser débiles y corruptos Impunemerte. Es, en verdad, uno de los signos de la grandeza de Franca que esto le haya sido permitido. Debilitada por la democracin, desmoralizada por su prosperidad misma, Francia ha exp ado de la manera más cruel sus años de extravio. La razón do este hecho está en la importancia misma de Francia y en la nobleza de su pasado. Hay una justicia para ella; no puede elegir abandonarse, descuidar su vocación; es evidente que a Providencia la ama puesto que la castiga. Un país que ha desempeñado un papel de primer orden no tiene el derecho de reducir al materialismo burgués que no exige más que gozar tranquilamente sus riquezas adquiridas. No es mediocre el que quiere. El hombre que prosituye un gran nombre, que defrauda una misión escrita en su naturaleza, no puede permitirse, sin consecuencias, una multitud de cosas que se la perdonan al hombre ordinario que no tiene ni un pasado que continuar ni un gran deber que cumplir.
Para ver, en estos últimos años, que el estado moral da Francia estaba gravemente deteriorado, se precisaba de alguna penetración de espiritu, un cierto hábito de razonamiento politico e histórico. Para ver el mal ahora no hnce falta, ay, mas que tener ojos. El edificio de nuestras quimeras se ha derrumbado como los castillos de hadas que se construyen en sueños. Presunción, Vanidad pueril, indisciplina, falta de seriedad, de aplicación, de honestidad, debilidad de mente, incapacidad de mantener, a la vez, varias ideas bajo consideración, ausencia de espiritu científico, ingenua y grosera imorancia, he aquí desde hace un año el compendio de nuestra historia. Este ejército, tan orgulloso y tan pretensioso no ha enconerado una sola oportunidad favorable. Esos hombres de Estado, tan seguros de sus obras se han descubierto niños. Esa administración engreida ha quedado convicta de incapacidad.
Esta Instrucción pública, cerrade a todo progreso es culpble de haber dejado que el espíritu de Francia se abismose en la nulidad. Esa clerecia católica, que predicaba altivamente la inferioridad de las naciones protestantes, ha permanecido como una espectadora aterrorizada de una ruina de la que, en parte, es responsable. Esta dinastia, cuyas raices parecían tan profundas para el pais, no ha tenido un solo defensor el de setiembre. Esta oposición, que pretendia tener, en 5119 recetas revolucionarias remedios para todos los maies, se ha vuelto al término de pocos días, tan impopular como la di.
nastia derrocada. Ese partido republicano que, lleno de fue nestos errores que repercuten desde hace medio siglo sobre la historia de la Revolución. se ha creído capaz de repetir una partida que no fue ganada hace ochenta airs más que por una serie de circunstancias absolutamente diferentes a las actuales y ha mostrado no ser más que un alucinado al tomar sus sueños por realidades. Todo se ha de rrumbado como en una visión del Apocalipsis La misma le.
yenda ha sido herida de muerte. La del Imperio ha sido prstruida por Napoleon III; la de 1792 ha recibido el golpe de gracia de Gambetta; la del Terror (porque el terror smo tenia, entre nosotros, su leyenda) ha tenido su repugnante parodia en la Comuna; la de Luis XIV no será más lo que era desde el día en que el descendiente del Elector de Brandenburgo ha sustituído el Imperio de Carlomagno en la sala de fiestas de Versalles. Solo, Dossuet profetiza cuando dice: EI nunc, reges, intelligite!
En nuestros dias (y esto hace dificil la tarea de los reformadores) son los pueblos los que deben comprender. Ensayemos, por medio de un análisis tan exacto como nos sca posible, darnos cuenta del mal de Francia para tratar de descubrir el remedio que conviene aplicar. Las fuerzas del enfermo son muy grandes; sus recursos son casi infinitos; su buena voluntad. Es al médico a quien corresponde no equivocarse; porque tal régimen, estrictamente concebido, tal remedio aplicado inoportunamente, harla reaccionar en forma negativa al enfermo, lo mataria o agravaria su mal.
La historia de Francia es un todo tan blen Integrado por sus partes que no se puede comprender uno solo de nuest ns duelos contemporáneos sin buscar la causa en el pasado. Hemos, desde hace ya dos años (en el trabajo sobre la Monarquía Constitucional) expuesto lo que mlramos como la marcha regular de los Estados salidos del feudalismo de la Edad Media, maicha de la que Inglaterra es el tipo más perfecto puesto que Inglaterra, sin romper con su realeza, con su nobleza, con siis condados, con sus comunas, con su iglesia, con sus Universidades, ha encontrado la manera de ser el Estado más libre el más próspero y el más patriota que pueda darse. Muy distinto fue la marcha de la sociedad francesa desde el siglo XII. La dinastia de los Capetos, como sucede ordinariamente a las grandes fuerzas, lleva su principlo hasta la exageración. Destruve la posibilidad de toda vida provincial, de toda representación de la nación. Ya, bajo Felipe el Hermoso, el mal es evidente El elemento del que, por otra parte, se ha nutrido la vida parlamentaria, la pequeña nobleza campesina, ha perdido su im.
portancia. El rey no convoca los Estados Generales más que para que le supliquen que haga lo que ya tiene decidido. Como instrumentos de gobierno él no quiere emplear mas que a sus parientes, poderosa aristocracia de principes de sangre, demasiado egoístas, y de gentes de leyes o administradores ennoblecidos (milites regis. servidores complacientes del poder absoluto. Tal estado de cosas se hace amnistia en el siglo XVII por la grandeza incomparable que ha dado a Francia; pero poco después el contraste se vuelve escandaloso. La nación más Sentir con los meros y hablar con los más Querer ir contra la corriente es tan imposible al des engaño, cuanto facial peligro.
sólo un Sócrates podia einprenderlo. Tiénese por agravio el disentir, porque es condenar el jul clo ajeno. Muſtiplícanse los disgustados, ya por el sujeto censurado, ya del que lo aplaudia. La verdad es de pocos, el engaño es tan común como vulgar. No por el hablar en la plaza se ha de sacar el sabio, pues no habla allt con su voz, sino con la de la necedad común, por más que la este desmintiendo su Interior.
Tanto huye de ser contradicho el cuerdo, como de contradecir. Lo que es pronto a la censura, es deter. ido a la publicidad de ella.
El sentiz es libre, no se puede ni debe violentar: retirose a) sagrado de su silencio y si tal vez se permite, es a sombra de pocos y cuerdos PRIMERO REVISAR LAS INSTALACIONES OBREROS.
PATRONOS Simpatia con los grandes varo.
nes. Prendnes de Hérce el combinar con Héroes, prodigio de la naturaleza por lo culto y por lo ventajoso. Hay parentesco de corazones y de genios; y son sus efectos los que la ignorancia val.
går rchaca bebedizos. No para en sola estimación que adelnnta be nevolencia, y aún llega a propensión persuade sin palabras, y consigue sin méritos. Hay la activa y la hay pasiva: una y otra felices cuanto más sublimes.
Gran destreza el conocerlas, dis tinguirlas, y saberlas lograr, que no hay porfía que baste sin este favor secreto.
Corregir Antipatia Solemos aborrecer de grado, y aún antes de las previstas prendas, y tal vez se atreve esta innnta vul garizante aversión a los varones eminentes. Corrijnla la cordura, que no hay peor descrédito que abor ecer a los mejores. Lo que es de ventaja la simpatia con 116 roes es de desdoro la antipatla.
Koblen MUCHO CIRCUITO.
JIMENEZ VEIGA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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