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LA PRENSA El Diario de la Tarde mas antiguo de Informacion y de Cultura Director: CARLOS JINESTAR 7a. Av. Este No. 344 Gerente: Juan Luis Vargas AÑO SAN JOSE, COSTA RICA, MIRECOLES DE FEBRERO DE 1924 NUMERO 1293 EXPOSICION QUE DIRIGE EL GRAL. DON JORGE VOLIO al Partido Reformista y al País, sobre los motivos de su conducta en la resolución dada al presente problema electoral COMPAÑEROS REFORMISTAS: GO Las actividades de la prensa moderna que sorprende los más íntimos secretos que tienen relación pública, me privaron de ser el primero, como debía serlo, en dar cuenta a mi Partido y al país de la actuación segui da conforme a las circunstancias presentes de la política, y con vistas siempre al mantenimiento de un orden necesario para la conservación de nuestras instituciones. Cúpome en suerte por designios superiores venir a ser, en vez del agitador del pueblo, el controlador de una situación que barruntaba tormenta sobre la República. Dentro de mi Partido y dentro del alma doctrinaria que lo sustenta no podía ser yo quien quitara los ojos de la Patria, para hacer preva lecer la fuerza de las pasiones sobre un hecho concreto, sobre un aspecto histórico, que no puede ser modificado ni invertido sino que reclama una contemplación serena, una solución lógica dentro de su realidad, en la que ya no caben hipótesis extemporáneas que podrían provocar un caos nacional.
Un partido en la política militante no puede sustraerse a las responsabilidades que ante la Patria puede acarrear su actuación, puesto que al distribuir la opinión pública en fracciones que no son sino maneras de contemplar su progreso y felicidad sólo difieren en la forma de realizarlos dentro de ella, base y fundamento de nuestras aspiraciones.
109 GRAL. JORGE VOLIO Jefe del Partido Reformista dría el medio ambiente; diríase que al llevar el plano para construir sobre el terreno no contamos con sus inadaptabilidades.
Al firmar ese Manifiesto hice una salvedad que creí necesaria: no podía admitir dentro de mi calidad de Jefe de Partido el parangón entre la figura de Ricardo Jiménez, acreedor en muchos conceptos al amor de su pueblo, con el grupo que se movía tras de la honorable persona de don Alberto Echandi, grupo a travez del cual la concien.
cia pública percibía la negra reacción en movimiento. No asistir al Congreso en este caso concreto, era sencillamente entregar el pais en manos de los enemigos de la libertad, y lo contrario significaba ponerlo bajo la dirección de un hombre que se ha distinguido por sus luchas cívicas, como uno de sus más vehementes defensores.
Podría decirse, y esto no es cierto si se mira serenamente, que he faltado a cierta cláusula, pero también se me ha de decir por boca de la gran mayoría costarricense que he salvado la República, y de esto tengo conciencia.
Un partido por la sola razón de militar en la política, no puede sustraerse a la solución que deba darse a los problemas que su misma actuación origine; lo coutrario sería el menguado papel de abstencionistas, cuyas consecuencias funestas estamos contemplando en este momento. Los trece diputados con que cuenta el Lic. Echandi en el Congreso son una reserva viciada que no se puede tomar en cuenta como expresión de la voluntad nacional; y más, todo el país sabe en que forma fueron electos y quiénes participaron en su designación. Podríamos, pues, olvidar que al facilitarle con nuestra pasividad el triunfo al señor Echandi consagrábamos una práctica abominable y antidemocrática, mientras las urnas electorales están diciendo que treinta mil ciudadanos quieren que sea Presidente el señor Jiménez, contra veinticuatro mil que representa el señor Echandi y quince mil el Partido Reformista. Dentro de la más pura lógica y dentro de la más estricta democracia el señor Jiménez es el elegido de los pueblos. Para desfigurar este hecho histórico habría que acudir a la violencia, y es esta la ocasión de que el país sepa si es Jorge Volio el ambicioso turbulento o si son otros quienes conspiran en los Ministerios y piensan en el auxilio de Cancillerías extranjeras.
Por otra parte, yo digo en el referido Manifiesto el peligro que acarrearía el triunfo del grupo que rodea al señor Echandi. podría ser consecuente con ese Manifiesto y conciliar mis convicciones entregando el poder a quienes en ese documento señalo como una calamidad pública?
Yo considero este paso como uno de tos más acertados y grandes de mi vida y espero que la serenidad y el buen criterio tud digna de la epopeya a quince mil reformistas que si estaban listos para recomenzar la lucha, también se mostraban reverentes ante la realidad numérica de las urnas electorales. Teníamos, pues, el corazón de la Patria ganado, pero en el escalafón del éxito ocupábamos el tercer lugar.
En esta situación estábamos frente a un dilema: o desacatábamos la voluntad expresa del pueblo en los comicios y nos lanzábamos a coger por la fuerza lo que no pudimos dentro de la ley, o bien, rendíamos obediencia a esa voluntad. Lo primero nos colocaba fuera del orden constitucional, y lo segundo nos daba la confianza de quienes adversándonos nos suponían demagogos, y dábamos un extraño ejemplo de acatamiento y respeto a las desiciones de la democracia Esta actitud levantada nos colocó en el lugar de supremos árbitros de la situación política y de los destinos de la Patria, y fué así, como de presuntos suicidas por obra de un Manifiesto político que se alejó de la realidad y cuyo error, como obra humana, se encargó el tiempo de revelarnos nos convertimos en fuerza, fecunda y constructiva.
He de referirme aquí a ese manifiesto que parece arrojar ligera duda sobre la sinceridad de mi actuación. Entre la incolierencia de nuestra política las líneas rectas se deforman por uca miopía pasional. Al trazar el esquema de nuestra doctrina, analizamos el valor de su esencia pero no contamos con las modificaciones que le imponEl nacimiento del Partido Reformista fué un acontecimiento para nuestra democracia. Significaba un esfuerzo de ampliación de las instituciones republicanas. Su presencia en medio de los viejos partidos que se disputaban la hegemonía del Poder en nombre de derechos políticos ya consagrados y vividos, despertó las prevenciones de los que querían detener el desarrollo de la conciencia social. Era natural que los que con la bandera de libertad de pensamiento y alternabilidad en el poder habían pasado casi media centuria, se sorprendieran de que un programa político consignara aspiraciones de carácter económico que venían a ser un complemento indispensable de la libertad política En estas condiciones el Partido Reformista tuvo que empeñar la lucha más ruda que se conoce en nuestros anales políticos.
Gracias a la labor desinteresada y heroica de sus soldados, pudimos presentar batalla contra grupos disciplinados, provistos de experiencia y de todos los medios propicios para la victoria. Nuestro partido, como robusto paladín, no pudo ser vencido porque contaba con el vigor de sus músculos y con la fuerza de su sinceridad, pero fue arrollado por la habilidad de los veteranos que tenían otro camino y otras armas. al final de la batalla pudimos presentar en una actiPasa a la segunda página Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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