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Sol poniente 0000000 La leyenda de Boruca EL TIEMPO el mundo! Cómo es que las de los españoles un valor desalo, as se confunden como la luz esperado, y por el otro, los enede dos estrellas? Se vieroo, se migos acuchillaban los desoo.
hablaron, se penetraron y se dos cuerpos de los aborígenes.
Ven, contempla el paisaje, musa mía. Lívido, cabizbajo, cejijunto, deslumbraron.
De pronto, uo indio de ner.
Desde el atrevimiento de esta cumbre, envuelto en mi pendón hecho pedazos, III vudas manos descendió del mira cómo del sol en la agonía pe.
ante el abismo me detuve un punto fiasco blandiendo una gruesa cae sobre el nublada muchedumbre.
y ante el peligro me cruce de brazos. Oh! qué hermoso grupo prelanza.
Presencia el sol sus mismos funerales: Siempre he desafiado la inclemencia sentaban los dos amantes en caen sobre el, antes que ruede muerto, del Mal que vibra sobre mí su espada, aquel peñón, aspirando el aire. Viva Tirbil gritaron los las nubes como buitres colosales con la serenidad de una conciencia indios recobrando alientos. Pero sobre un león moribundo en el desierto.
embalsamado, delirantes de aá luchar y vencer acostumbrada!
mor, uno en brazos de otro y jay. qué podían bacer con sus Mira. El león se retuerce en su amargura; Cuando Dios juzgue la constancia mía arrobados en su dicha. Oh pin.
flechas y lanzas, contra las ar.
sacude la melena enturecido; y me pregunte al concluir el viaje, y arroja miles de astros la altura, cómo híce la mundana travesía, toresco lugar donde dos almas mas españolasi Forzoso fué huir.
como arenas cada resoplido.
le diré: trabajando mi pasaje!
puras se confundieron en un suHay almas que agonizan como soles.
Tirbi, quien babía combatido Hoy no quiero luchar, estoy hastiado; blime abrazo. Oh, duro peñas Jesús vuelve la vista al que lo hiere y no es que se haya muerto mi conciencia; co que contemplaste la dicha de como un león, recibiendo varias y el sol torna las nubes arreboles.
vivo, como un dolor petrificado, cuchilladas, fué acorralado en Será mi alma tal vez un sol que muere?
absorvido en mi propia indiferencia!
dos seres, encantador lugar en el peñasco.
cuyo seno se amparon dos cria¿Morir mi alma? Jamás! El astro sube El sol no muere, no; si acaba el día El corrió hacia su amada, y por cima de la turba prosternada; turas jóvenes y bellas. quién dies por una ficción del firmamento: un rayo arrancaré de cada nube una vez su lado, volvió a sus una vuelta del mundo es su agonía, jera hoy, al verte solitario y y en cada rayo envolveré una espada. una vuelta después su nacimiento.
triste, escuchando sólo el moenemigos el rostro cenudo y ame Mi alma quiere luchar, pero hoy no lucha. El alma grande que en las luchas muere, nótono canto de las alborotadas oazador.
Burlador de las olas, me hago el muerto. Ríodete! gritó un espapara surgir con ímpetu iracundo, olas, que en tí celebraron dox soy el viajero que tendido escucha para resucitar, calle y espere, almas Dobles, ante la inmensa mol avanzando con siniestra lenal que viene detrás por el desierto. inmóvil como el sol. que ruede el mundo!
titud.
poche, on desposorio sublime!
1901.
JOSÉ CHOCANO Los dos jóvenes se embria Jamás rogió el indio y de pronto tendió el arco.
mgaban en las delicias del amor, y al fijar el brillante tropel de Una aguda flecha fué clasus pecsamientos sobre los as varse silbando en el pecho del tros, les parecía que el amor ce español, quien abrió los brazos, leste es mil veces preferible se tambaleó como un mástil al chándola contra su corazón, fija sa alma. Sin rival e el manejo la pasión terrena. Oh, amor! impulso del huracán, y cayó de El carro de la noche avanza la suya en los ojos de la iodia, del arco, no había pájaro que el corazón necesita de esa ex espaldas.
lentamente con sa pálida farola contemplando, al través de sus do le rindiera su plumaje, como parsión sublime como las flores. Muera el indio! gritaron seguida por una hueste de bri húmedos cristales, un mundo tampoco enemigo que resistiera de los rayos del Sol. sus enemigos.
el golpe de su Dudosa lanza. Quién puede decir lo que llantísimos loceros. El mar gol de felicidad.
Tirbi tomó en sus brazos pea el doro peñón donde se en La joven se desprendió sua Inquebrantable y fuerte, subía aquellos dos seres se dijeron? su amada, quien lo estrechó en cuentran los dos amantes, y sus vemente de sus brazos y alzó algunas veces, atravesando os De pronto, y pocos pasos de los suyos, murmurando con teolas, al estrellarse fragorosas, los al cielo los ojos, contemplando curos vericuelos, la cúspide ellos. estalló una internal grite rror: Muramos juntos!
envuelven en su bálito de espulas estrellas. El viento hizo on de los Aodes, y en aquellas cres ría. choque de armas y gri El indio apareció de pie cermas. El viento lleva sus pari dular su negra cabellera. Pare tas imponentes, escuchaba los tos de furor. Ponese el indioca del abismo. La luz de la Luces el aroma de los bosques, y cía, de pie cerca del abismo, consejos del viejo de chispean de un salto sobre sus armas y da hacía resaltar las varoniles deposita en los cabellos de la boa estatua, cuyo pedestal era tes ojos, del indomable Urraca. las blande con fiereza. líneas de su rostro. Su majesindia sus besos perfumados.
el peñasco. El cortejo brillante Este soltaba algunas veces las. Traición. grito con los tuosa figura se irguió en la cumLos dos amantes, uno en bra.
de la Lupa continuaba desfilan riendas de la fogosidad del jo ojos llameantes. jasesinan bre del peñasco. Puso sus labios zos de otro, juntas sus eucendido en el espacio. Ella se volvió ven recordándole los atropellos mis hermanos. y se lanza fu por última vez sobre los de su das mejillas, entremezclados sus su amante, y cayó en sus bra de los españoles, las bárbaras ribundo hacia el sitio del com amante, y gritó eoderezándose zos ante el infinito.
y delirantes de amor, mutilaciones de que bacían ob bate.
coo fiereza: cabellos II jeto los in felices indios. Mu. Tirbi. Tirbi. murmuró ven pasar sobre sus cabezas los. Viva la libertad!
luminosos astros, cuyos arrojos chas veces Urraca le cogía de la india cayendo de rodillas. se arrojó al mar con su preAquel peñasco, muegosa y la mano y le mostraba las cho Los españoles, mientras los ciosa carga.
de luz se confundes para abri granítica columna cuyo piezas incendiadas, los campos a indios dormíar, se acercaron IV llantar el cielo y bordar de pla las olas se estrellaban, parecía rruinados, en fin, todos los sitios con paso cauteloso procuraodo Cuentan los indios de Boruca ta las espumantes crestas de las un brazo gigantesco que levanpor dor de los españoles habían no remover la hojarasca. La sor que en las noches serenas, cuadalborotadas olas, y sienten en el taba al cielo el hermoso cuadro deja lo una sangrienta estela. presa fué horrible. Apenas los do la Luna aparece con su ejéralma a delicia iofinita, una que formaban los dos amantes. Entonces Tirbi rugía de ira y descuidados indios se pusieron cito de estrellas, rugen las aguas emoción sublime. En sus beElla, la preciosa indie, era la juraba ante los cadáveres inse de pie, cayó sobre ellos una llu al pie del peñón y se levantan sos se mezclap sus almas, como bija de un cacique poderoso, pultos de los indios de Zoroba via de plomo. En medio del es de la espuma de las encrespadas el perfome de dos flores.
Son dominador de gran parte de Boro, de Boruca y de las orillas panto, recogían sus lanzas y olas los cuerpos de los amantes felices. Tienen ante la vista un raca, quien no hacía muchos del Suerre, la venganza de su flechas. Inútil resistencia! Por unidos en apasionado abrazo.
Paraíso cuya puerta no la guar meses había caído combatiendo un lado trataban de hacer frenda el ángel de ígoea espada, al filo de la espada española.
ROGELIO FERNÁNDEZ En una horrible gruta, coad te lanzando atropadores gritos sino que sirve de marco la Sus negros ojos dejaban adivi do él era un tierno niño, había de guerra, oponiendo al ímpetu Agosto. 1901.
encantadora figura de la Felinar una dolzura infinita, sus ca visto caer a su padre atravesado cidad.
bellos eran preciosos y sus fac por las espadas sangrieotas de Las oodas marinas, el viento ciones, delicadas. Jamás había los españoles, y allí mismo, eu que arriba cargado de perfumes bajado un joven de los Andes presencia del cadáver aun ca sus narices, los zepzootles que sin que quedara sorprendido al lieote, le había hecho Urraca lapzan en la espesura su armo ver tanta belleza; jamás las flo jarar odio a muerte al invasor.
nioso canto, las estrellas que res de los perfumados bosques el hombre cumplía el juraEra en la sublime soledad estaba la roza. El río serpeaparecen los ojos coriosos de una habían derramado su aroma an mento del niño. Todos los de la montaña, allá donde no ba lo lejos como una cinta bandada de ángeles; la una te un sér más gentil; jamás la españoles que osaron presentar llegan los ruidos del mundo de plata, y en el fondo azul que boga serena entre oubes que fuente que recorre serpentean se en la llanura cayeron bajo el Di las preocupaciones de la brumoso de la montaña, el parecen inmensos cortinajes de do el valle había copiado en el tiro iperrable de sa flecba. civilización, en DD recodo humo de los lejanos bohíos plata, pendientes de su radian limpio cristal de sus rumorosas El amor vino encontrarle abrupto, casi al borde de op formaba gasas impalpables te disco, en fin, la majestuosa aguas, figura más bella y ma en medio de la lucha. Un día, horrible precipicio. La que que se deshacía en capriactitud de la Creación, son los jestuosa.
en el cual regresaba cargado de brada, limpia y cristalina cochosos giros.
únicos testigos de sus mudos co. Ah! él era Tirbi, el trofeos enemigos su hogar, rría por eutre piedras mosloquios, porque no hablan sino sobrino del valiente Urraca, te vió un español que buía lleEl sol, redondo y opaco al el sublime lenguaje del alma. mido entre los temidos, terror. vándose en sus brazos una jo adornaban el desigual terre bes lanzaba rayos pálidos y gosas. Helechos y orquídeas través de un cortinaje de DoTemblorosa y ruborizada, ella, de los españoles y adoración de ven. Volar y tenderlo sus con la cabeza sobre el pecho de los terrebes.
pies. fue obra de un momento. Do, y la sombra de unos adémicos sobre el paisaje.
su amante, eovuelve el rostro Intrépido. gallardo, bondado Aquella joven fué su amada. árboles misteriosos y raquí Aullaba algún mastín inquiede éste en una amorosísima miso y fuerte, en su rostro se cómo fué que se amaron! C6. ticos se alzaba una cabana to, y up roido sordo se senrada, mientras el indio, estre reflejaba la nobleza ingénita del mo es que se aman los seres en humilde. Abajo, en la vega, tía no muy lejos. El montaraze.
AH! LA GUERRA RESTAURANT CENTRAL Propietario JUAN AMIGHETTI 000000 Casa especial para PENSION SERVICIO ESMERDO CARTA CANTINA bien surtida y cocina manejada por el conocido artista LUIS MAESTRIToda la culta sociedad visita este Restaurant, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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