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SOBRE SAN JOSE.
Viene de la Página PRIMERA na, quizás con los apellidos de las vietimas cambiados. Es hermoso arriesgar la vida, pero es triste perderla después de una penosa y larga dolencia del apendice, TELEFONO, FUERZA LUZ El frío del llano y de la tar de se intensifica. conforme el avión de Maeaya, volando en aquellos momentos, se iba acereando a la tierra.
El aterrizaje es feliz y el a.
parato, taxeando, se acerca al grupo donde el redactor está.
Si por falta de pago del importe de sus servicios nos vié.
Desde su cabina divisa al repor Betoos obligados a suspenderlos, tal procedimiento. en extretero y lo invita. El momento mo penoso para nosotros implicaria también grandes molesha llegado. La hélice, quitada la tias para Usted, potencia máxima del avión, se ertretiene en hacer un poco de Creemos, por lo tanto, en la eonveniencia de recordarle que ruido. Numerosas personas roesas cuentas deben ser cubiertas durante los primeros diez dean la cabina del Curtiss. Las días de cada mes.
alas finjen un poco de sombra.
El viento se hace aun más helado. Como Román insiste, el re COMPANIAS ELECTRICAS.
portero se decide. Hay un momento, quizás al jadelantar el Noviembre de 1933.
pie izquierdo, en que desfilan caleidoscópicamente, todas las grandes hazañas aéreas. Bajo el conjuro de las grandes travesías, el redactor, que siempre ha sentido un miedo invencible a las alturas, se decide.
Un paso, y la cabina está al frente, Es un cuarto pequeñito, con dos asientos. El de la izquierda. Ya está el reportero dentro y mira las caras de las gentes que rodean el avión. Son caras asombradas, un poco quie rradera, no se da cuenta de que sentarse. Parece que va to comienzan a esa hora a encender las ruedas giran ya sobre si mar asiento: es un vacío. La las hileras de bombillas y en to tas en el gesto. Con el redactor sube el escritor Abelardo Bo mismo, que la velocidad se ha hélice ronca isocronamente y do San José, por las calles y nilla. Un señor, en mangas de duplicado y que la humanidad el ruido es un consuelo.
las casas, las amiluritas van camisa se acerca con una educomienza a tener su verdadero En la lejania se ve una man prendiendo sus ojos de luz. Hay eación perfecta. Quiere amarrar tamaño.
ta tendida, un vaso de leche re un temblor luminoso que estreEl estadio, comprimido mila gado. San José en la tarde, co mece a la ciudad.
nos.
E! frio de la tarde se hace grosamente, es el érgaro que mienza a encender las lampari.
Los colores de las casas se aun más intenso.
desflora la curiosidad del via tas de su portal, uniforman y parecen recién pin jero aéreo.
Las torres del inalámbrico tadas. No se distinguen las des Ha de confesar el reportero son dos plumas metidas en el conchaduras, las manchas de la que todas las descripciones, to Pasado el Estadio, el avión tintero moderno que finje el humedad, los cajones de la bados los pronósticos de quienes se balancea. La impresión pri gran tintero verde de la Sabasura, los anuncios en inglés, no por haber volado, hablaban con mera no deja tiempo a pensar na.
se oye el tintineo de los tran la seguridad que da el haber vi.
en nada. El mundo se va, se avias ni se percibe el orgullo de vido un capitulo en el cual un leja. El cuerpo y el espritu se En avión está entrando a San los hombres. La ciudad ha per mortal se inicia, fracasaron. El despegan de la tierra y se en: José. El repórter ha perdido la dido sus caracteristicas antipá avión produce sensaciones distra en un país en el cual no noción de la distancia y no pue ticas, y, vista desde arriba, retintas a las que aseguraban.
quedan nada más que el piloto de calcular la enormidad de me sulta amable, hecha para unos y el compañero. El repórter tros que hay desde el avion has duendes de fantasía, fabricada Amarrados, la cabina se cie.
comprende que en aquel pais, ta el primer punto de la tierra.
en yeso y coloreada en ocres.
rra. Nos vamos? Nos vamos.
donde ne hay que ver siempre Una verdad tangible se apode Las cosas toman su tamaño Ronca más fuerte la hélice, y las mismas earas y donde no ra de la cabina del avión: la dis real y los hombres resultan el Curtiss taxea sobre el camhay que saludar quitándose ei tancia es enorme. Es como suunos puntitos sin importancia.
pu. Se bambolea con los baches sombrero sería idea) edificar birse un millón de veces al se Da risa pensar que aquellos de la Sabana. Está tomando veuna casa con ducha fria y cagundo piso de una casa.
puntitos tengan ambiciones y locidad para subir el llano. El liente.
Macaya toma un ejemplar de hagan intrigas y sientan dolorepórter hace balance de sus El bosque pierde importan LA HORA y pacientemente se res. Dentro de aquellos cuerpos, sentimientos y emociones y en cia. Los árboles se hacen ma pene a leer algún artículo del en los cuales no se distingue na cuentra que hasta alli, la cosa tas, bajas, compactas, muy re periódico. El reportero consideda, reducidos a un punto, no no va del todo mal.
dondas. Desde la altura, la ca ra que es este el primer lector puede caber nada más que corretera de Santa Ana que tan del periódico al cual no hav que sas muy pequeñas, tan pequeHa dado vuelta el Curtiss y tos sudores cuesta al Gobierno, agradecerle su interés por ñas, aun cabert en un punto la trompa mira hacia el fondo y sobre la que se hacen repor nuestra hoja periodietica. negro. Admira que para vestir a de la Sabana. Allá quedaron las tajes, conviértese en una hilaun punto, haya necesidad de gentes. Son gentes que gozan dilla resguardada por lagrimi. San José se dignifica desde la pagat eien colones.
de una plena seguridad perso tas de San Pedre. Corre por la altura. José es una ciudad in Las luces de la tarde se van nal. Sus pies están sobre el za carretera un automóvil tan pe cómoda, donde hay muchos fran apagando más. Lejos de la ciu cate, y el zacate, en los momen queño que, visto desde arriba, vias y muchos señores que le dad, las colinas insospechadas tos de la despedida, tiene esa escandaliza que pidan por el hablan a uno de la próxima lu se tiñen de oscuro por un lado.
amable y dulce apariencia de las eince e seis reil colones. Et Cur cha e ectoral pero desde arri y proyectan sombras redondas novias qeu van a despedir a los tiss se inclina del lade izquier ba, San José es una ciudad he sobre las llanuras. Los celajes estudiantes a las estaciones de do e inicia un viraje. Inopina. cha en miniatura, pulera, limpi se han apagado definitivamente, ferrocarril.
damente la emoción artistica se sima ordenadita, modelada como y el oeste está gris. Les conRonca más fuerte, aun más suspende porque la sensación es en una maqueta para el cine.
tornos del cielo se han puesto la fuerte, la hélice, y la carrera de que allí va a pasar algo. El último sol de la tarde da el gabardina oscura de unas nubes comienza.
toque final de colorido a los edi bajas.
El avión toma velocidad. Da Al subir el llano, fuertes gol ficios y alunibra los colores va El avión se inclina sobre un la sensación de un automóvil pes de viento dan en el hocico Tiados de los techos. Los hay ala. El reportero tenía mucho que se lanza por una carretera. de la máquina y lo hacen estre rojos en varios tonos, café por interés en ver como estando el 40, 45, 50, 70 Kilómetros. Al mecerse como si se caminara las tejas, brillantes los del cine, avión quieto, la tierra se mollegar aquí el repórter compren por una carretera llena de pe grisáceos por el cemento y tor via. Mentiras. La tierra conde que aquello se está ponien queñas colinas. De tarde en tar. nasolados por el sol. Los solares tinúa plana. El que se inclina.
do levemente feo.
de, cansado el avión de iaterni dan variedad al mosaico con un y en una forma alarmante, es por agarrarse de la aga Har. hace el movimientp. de color más el verde. Los teatros el avión. El ala se dobla. El as siento se tuerce, Un golpe de viento nos bambolea y arrastra. nuevamente nos cogemos de la agarradera con la desespe.
ración muda del que, en un trance apurado, no puede apear.
se.
Con la vuelta del Curtiss, la visión se hace más cercana. De los 800 metros que marcaba al pasar por Plaza Víquez, descen demos hasta los 500, y nos ret conforta pensar que en caso de porrazo tenemos de caída la ter cera parte de un kilometro de ventaja.
Bajo nuestros pies comienza la ciudad a desfilar.
El paseo Colón es lo más hermoso que tiene la ciudad. Es una hiladi.
lla adornada con perlas copio sas de luz. Se extiende recta, muy limpia, muy larga. El ce.
menterio está del otro lado: pa rece como si sobre un pequeño rectángulo hubieran puesto unos chicos algunas conchas blanquísimas de Puntarenas. De saparecidas las casas, el verde oscuro de la arboleda vuelve a predominar. El viento empuja al avión de medio lado y nos deslizamos hacia el Norte. Otra cinta blanca se concreta entre el verde de la arbo. eda y las ca jitas de fósforos del barrio Mé.
xico: la carretera a Heredia.
Inopinadamente, abajo, el llano otra vez. Damos la vuelta.
La misma inclinación. La hélice ronca menos. El avión vuelve a iniciar el movimiento de sen tarse. Estamos perdiendo altura. Los bajonazos 1105 agarran a la agarradera. La vuelta es suave. Ya, al frente, como si la tierra girara, se brinda la sa bana. El Estadio comienza a volver a su tamaño natural. Des.
cenderxos. Al enfilar contra el viento, la hélice nuevamente to ma ronquido. Entramos al cam po, cotremos sobre él. Las rue Pasa a la Página OCHO Miércoles de Novbre de 1933. LA HORA SH e PAGINA SIETE Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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