Guardar

0 (A la gentilísima dama pana mena señorita Lydia Martínez, en recuerdo de sus días en Costa Rs.
chi vuol esser lieto sia di doman non e certezza.
ca. LA HORA LITERARIA ROSA DE OTOÑO 03 EN cia ma ba 70de ta mis de nte 然, COM ue ma y yo soñaba Be das de OTO Ana María, a fuerza de toto Quant e bella giovinezza rarse y entregarse al desespero se si fugge tuttavia.
de su madurez, perdía el norte de la vida. Su existencia en plena sa El aire tibio de la tarde penezón le ofrecía una esperanza qur traba en el salón envolviéndolo no vislumbraba. Nunca es tard de singular voluptuosidad.
si el corazón es joven. fuerza Ana María, recostada en el dide contar uno a uno los años de ván, seguía con la mirada, como Se retiró a su cuarto, contiguo, en tan graciosa belleza.
Recién salida del pensionado, su vivir, olvidábase de que las al enumerándolos, los viejos cuadros, al de la madre, ambos sobre la te Acre, estridente, salpicada de ricuando sus grandes ojos apenas evocaciones mudas de la vida fa rraza.
sotadas, llegaba también la musi se abrían a la caricia del mundo mas no tienen años, ni la vida su mide con cinta métrica. Parecia.
miliar ya disipada por la disperquilla de la canción canalla: y sus colores, Ana María, plena de ignorar lo más grande que existe sión, recuerdos precisos de su juSonámbula de mil extranos pon La vida es corta todas las esperanzas y riente coel sentimiento, el espíritu.
ventud fenecida. De su pecho de samientos los dedos comenzaron y lo que importa es pasarlo mo. los campos que presagian la su alrededor perfume pene jó escapar un suspiro.
a desabrochar botones. Frente bien mies abundante, se refugiaba so trante de rosas yenía a consola En la penumbra su mamá, do al espejo la virgen madura, como licita y miedosa en la vieja catela. Esas rosas, rosas de oto Mañana riente de riviera ita dral bizantina pidiéndole a la Vir no, que son lo más grato y duraliente de todos los achaques de la ensimismada, iba desvistienduse.
vejez, preguntóle inquieta: De pronto, sin darse cuenta, la cin liana. Triunfo de flores que vuel gen blanca de las Mercedes. Qué tienes, Ana?
ta del sostén se deslizó y ante sus can de sus corolas opulentas el gracia de sus amores presentidos dero de la vida. Las que florecer Nada, madra.
ojos emergieron sus pechos duros, intenso perfume de su connubio y el fruto de toda caricia femeni en primavera mueren deshojadas Mas de pronto, enardecida por tersos, carminada apenas la divi otoñal. el mar, buscando el abri na. Los días pasaron y con en las manos de la mujer coqueta la intima visión de lo pasado y po na turgencia. Era ella? sí, go de esa costa que se extiende, ellos la fe de sus quince abriles mustias prendidas del pecho de niendo en su expresión la cálida allí estaba en plena florescencia, tortuosa, hasta Ventimilia, como sanos. Después, cuando iba a la una cortesana. Las rosas de otoño emoción de los sentimientos vivos fruto celestial de belleza, carne encandilado por el conjuro de los catedral para acompañar a su ma se transforman en gala y perfume. Las rosas de esa y fulgurantes prosiguió: virgen de misterio. Instintiva crisantemos en flor, los cuales dre, sus ojos se dilataban en opulenta la riviére. Te acuerdas mamacita de mente cubrió su cuerpo con am constituyen la página más paté estética de ojivas, arcos y gárque se extiende de Niza José Antonio. Con su palabra plia bata de seda y como alelada tica de esa rotación de estaciones golas y su pensamiento se extra a Ventimilia y más allá hacia el fácil y la abundancia de sus deci por la mirífica visión que jamás que nos impelen, parábola de la viaba en la penumbra de los claus Oriente de la exhuberante costa res, que eran a manera de exor acertara a descubrir, se metió en vida humana, con sus altibajos de tros y altares sin atreverse ya a italiana son las rosas de más alto cismos praa el tedio de nuestro vi la cama.
esperanza y de fracaso, de juven traspasar aquella niebla de sole precio, las más estimadas: rosas vir, nos traía un poco de la ale El tedio de su existencia estéril, tud y vejez.
dad y misterio que la envolvía, de otoño, estela de suavidad, cagría de la calle. Tú te olvidabas la desazón de su desamparo y su Ana Maria, sentada en la pla tal como si más allá de los vitra ricia de amor duradero.
de los sufrimientos y quebrantos orfandad de amores no la dejaron ya soleada, cegada por los refle les policromos no brillara pura y Lo más fuerte, lo más seguro 1¡Cómo pudo mo dormir. Desvelada, su cuerpo, co jos de ese sol de trópico que cae nítida la luz del sol y la esperanza lo más firme que existe en la mo de gata en la sombra, buscaba como plomo sobre el mar pacien de esa Virgen blanca de todas las, vida es el otoño. El hombre va a La viejita no contestó; bien sa acomodo para el descanso. En va te, levanta su pensamiento hacia Mercedes en cuya maternidad di la mujer en su otoño en busca de bia adonde iba a parar la converno. De la pieza contígua el musi ese pasado que le arrebató amo vina se aclara el misterio de la paz, amor y serenidad.
sación.
teo de la vieja mamá interrumpía res y deseos. Su faz de continuo fe y la esperanza de un nuevo es entonces que la mujer exa¡Pobre Ana María. Ella, la el silencio: plácida y serena adquiere un ric cielo.
la el mejor perfume y brinda el más bonita, la más simpática, allí Bendita sea tu pureza tus de dureza; sus labios parecen De entonces acá, iba a la igle amor perfecto. Sólo los frutos saquedaba tristemente esperando, eternamente lo sea secos para la plegaria y la sonri sia por el camino de la costumbre zonados son miel y son delicia, que nada tan terrible como la es Pues todo un Dios se recrea y la rutina y Dios sólo se halla Si ella, de la poesía desoladora, peranza de los que en el mundo por el de la oración.
hubiera tomado el mejor verso, nunca llegaron! Sus hermanas, de ¿Pero Ana María podía acaso hoy cantaría juntso al mar azul vez en cuando, siempre tardías, conformarse. Ana María de mis juventudes, supeditadas ahora al deber de los Su posición económica le hizo que brillaste majestuosa como rei nuevos amores, escribíanles carconcebir esperanzas de gloria; sus na en esa costa dorada de las platas de alla lejos. Luisa, desde el relaciones mundanas prometíanle yas lejanas. Para tí existe, comien Tonkin, junto a su marido, ingeplaceres y goces; su belleza, adza ahora, la vida plena, la vida niero colonial, Consuelo, en los miración. Todo se había disi sabrosa, la vida amable, la que Estados Unidos, con el suyo, real pado. Hoy, como al despertar de es medicina y serenidad. Las juzando las mundanas recepciones un sueño embriagante, se halla ventudes en primavera son fr, nede la Embajada.
arstillas ba fatigada de su vivir y en el sí, la juventud e notoño es goce De la casa habían emgirado, con lecho de tortura de su eterno es y sentimiento. En esta hora ben EL ÚNICO ESPECÍFICO las hermanas y los amigos, los an perar sentíase sin esperanza. dita los amores se entretejen de TIMO. CALMA helos y las lozanías. en ella, TODOS LOS DOLORES Las lecturas habían contribuí placer y de serenidad. Los ojos Ana María, hermosa como ningudo a arrebatarle la fé. Muy pron verdes de los años mozos perdie.
na y opulenta cual granada rosa AFECCION to la esclerosis estancaría la sas ron de su rebeldía y su coloración al estallar, suspiraba vanamente.
gre bullente de la juventud y sus pero adquirieron azulados de ciecarnes perderían el espasmo vi lo.
La casa amplia y señorial era brátil de todos los goces y quere Tu poeta, el poeta de las deses como un puerto de refugio en la pernazas, lo dice y yo, a través ciudad ribereña. Al fondo, en el cuando se sentía poseída de del mar y la distancia en la lenlimite del jardín, unos palmares esa furia del demonio del medio gua materna te lo repito.
se columpiaban indolentes sobre dia que a todos persigue en el Quanté bella giovinezza el mar azul mecidos suavemente otoño de la existencia le aguzaba Se si fugge tuttavia.
por las brisas otoñales.
el deseo de lanzarse a los arreba Amor en otoño es resurrección Ana María, con un chal sobre tos de la carne que mañana será y es vida.
el hombro, recostábase por las no pobre y polvo. No la aconse ches sobre los pilares de la colum jaba el poeta.
nata. su frente la luna, falsamente engañosa, rielaba en el mar HERMANN ZELEDON con la máscara plateada de su aparente serenidad y por el lado derecho, casi contiguas, las chillonas multicolcres luces del Casino.
sa.
Spe mo.
sen REUMATOIDES CONTRA EL REUTZA103 ORIGINADOS POR ESTA 88 los su stro sh a.
de res.
Reumatoidea Baisamiya en uedes en obsuti Ees de Ja del dia zam eph nia.
un RACIONAL TU LLAMADO COST PICA ООО eros col nas Era bello el peligro de tu boca tan pálida de tus hondas ojeras y tus ojos ardientes donde la fiebre blanca presagiosa juntaba los distantes abismos del amor y la muerte.
RECONDITA Corazón. Qué pasa? Cada dia que transcurre, contemplo con espanto que se agotan las fuentes de tu llanto, y hasta el volcán de tu pasión se enfría.
eso igo yun atro de Los ojos medio entornados con Psa displicente laxitud de la mujer que divaga encarábalos, como im pertinentes de vieja duquesa, en dirección al horizonte en el cual noblemente copulaban lo infinito del cielo y lo imponderable de la tierra, a quien de los dos más grande, generoso y divino.
Del Casino en fiesta llegaban melodías de bayadera y sones de locura y en los intersticios de la bulla y el frenesí la voz gangosa de la viejita con su monotonía mo nacal llevando al alma gotas de esperanza y rocío de eternos ama Deceres. Santa María. ruega nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
El carraspeo de los arcos ciñéndose sensuales y lujuriantes sobre la cuerda de los instrumentos y la voz ostridente de la bacante de moda pregonando el impudor de Su alma desnuda, pesaban diabólicamente sobre las carnes conteHides de Ana María Ni te alegra el amor; ni tu energia se despierta a los golpes del quebranto, Ty es que has gozado y padecido tanto, que ya el dolor, como el placer, te hastia.
por Era urgente el llamado de tus brazos febriles, reclamaban tus combas mis vehemencias de sol y volaban mis ansias con deseos terribles hacia el férvido elixir de tu roja pasión.
El instante es efímero! Los momentos frágiles!
En la breve existencia de un momento divino se conjuga la clave, se condensa la errátil impaciencia de un siglol El peligro era bello, y tu boca tan pálida exigía el tributo de una mística unción. arrojé mis temores, acudí a tu llamada, y en la noche vibrante, bajo un cielo de plata, me fundi con la muerte por llegar a tu amor. lero qyos als ara Nadie te anima, y nada te conmueve, y despreciando a quien te ofrece abrigo sepulcro buscas en tu propia nieve.
ma spre Vuelve a inspirar de nuevo mis canciones. 3: Mi única musa, mi mejor amigo,. jen plena juventud no me abandones!
FRANCISCO VILLAESPESA JOSE DIAZ BOLIO SABADO 21 de Abril de 1934 tedad de la LA HORA PAGINA TRECE ocumento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

    Notas

    Este documento no posee notas.