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AIORA LITERARIA Frijoles Negros en vos Ni acaricia a los chacalines.
cila, cal. a.
Se deja caer en el banquillo de Desime que si. Querés?
la cocina y, acordándose en la me.
El se reduelve y balbuce: sa cojitranca, ahonda las ranuras No te dije nada porque me de la tabla con el filo de una uña.
daba vergüenza ganar tan poco.
Filomena no pregunta ni se que pero ya que viene a cuenta, te lo ja, cemo otras veces, con una incomu. ico: tengo trabajo.
vocación cristiana; continúa pren. De veras?
dida del hogar, removiendo los Filomena palmotea esperanzafrijoles negros, escasos, en un cal da. Eloy asiente, con la cabeza do ralo, nsípido, de muchas coce apenas, en un gesto vago. El pal.
duras. Atiza el hornillo a soplos Cuento por heróices, defendiendo los ojos del brazos magníficos, hubiera sostemoteo termi 41. Para confirmar del gesto de la mano sobre su lo dicho saca, del pantalón, las Francisco MARIN CANAS humo sofocante, mientras sostie. nido una lucha contra fuerzas su hombro, del perfume del tabaco, monedas.
Vuelve la ne a la cadera al menor de los periores a las suyas.
del tuteo, del ademán cobarde con Puede que más adelante gane chiquillos, Julito, de brazos toda banquillo y a la tabla y a la tadejándoo en un cesto viejo de que rec:bió esos centavos.
más. Ahora solo gano. cua.
vía. En el otro cuarto. dos tiene rea de ahondar las ranuras con mimbre, recoge a los otros y se Seguir llamando. a dónde?
tro reales.
el casucho, ahumados, estrechos, el filo de la uña. Del cuarto ve. sienta, a la mesa, con ellos.
Se cala el sombrero grasiento y en el cuenco de la mano de de paredes desconchadas y piso cino llegan los gimotees, conteni dobla la esquina. Tiene que de ella, uno a uno, como arras ver.
Eloy cierra los ojos para no de tierra. retozan y riñen los dos, hiposos de las criaturas verlos, a través de la puerta, endetenerse: don Justino le intergonzosas, deja caer los centavos mayorcitos.
Cargando a Julito siempre, Fi.
gullir tas frijoles uno a uno.
cepta la el paso, saliendo por de don Justino.
Que se calien. ajo. lomena sirve a su marido, en un privada de su u Fuiste a ver a don Justino puerteciila La imprecae del padre no plato de latón, dos cucharadas de para colarse La pregunta lo sacude brutal exclusivo, Apenas se cuelan por las rendi: las contiene: corretean incesantes frijolos, dos tortillas duras y rareluciente, nuevecito, mente: tarda en contestar y un eche al fin y, cegidos de los hirsutos cabe quíticas y, en un jarro, el agua miente desabrido: pintado de verde jade. el 1428 jas unos rayos de luz, encogidos y medrogos, salta del camastro, llos pegajosos, ruedan por el piso dulce. El levanta los ojos, a su mu donde palmutean unos chiquillos agil y dispaesta, recoge del ten. No.
húmedo, sobre el camastro donde jer, rencoroso, interrogando; e la dormirán todos, llegada la noche, mira la ración, desconsolada en toy segura de que te dá trabajo. so, y en la larga avenida se pier decastita, mientras se ca Anda Eloy. Mirá que es El auto arranca, suave, despacio veces la noche anterior, para in rubios y una señora enguantada. dido las ropas que enjuagó varias arropados en esa cobija puerca, ni seguida, con lentitud a los hijos colorada ni gruesa ya, que des Alcanzará pa la noche. confesar que ha ido, que entró al de entre otros. Es la última eco lienta la plancha y el agua de trozan a tirones. defenderla va explica apenas.
almacén por la bodega, por don nomia del vejete.
café al amor de unas brasas reno el padre, foseo y brutal, de un zar acunando a Julito en su rega de entraba antes, acercándose por En los oídos y en el corazón, vadas se fregotea la cara, los paso.
zo y sacándose el pecho escuálido, vetrás, felino y humilde: una voz le repite: pienso en us brazos y los pechos en una agüita Eloy. Eloy!
se lo da con infinito cuidado, es. Justino. don Justino.
ted y espero poder colocarlo pron que la hace extremecer. Luego El grito de Filomena. indul trujándolo con las manos convulDon Justino vestia de negro, im to, pronto.
bebe un sorbo de café, muerde gencia materna se pierde en sas, desde su nacimiento, para ex pecable, y fumaba su tabaco de Por eso ha mentido a Filomens una tortilla sobrante y, sigilosa, tre las voces del hombre y el cla primir hasta la última gota. Sa. Cuba, del mejor. Como si la estu y por eso, ahora que no lo ven evitando que se despierte Eloy mor de las criaturas golpeadas, be que ambos quedarán hambrien viera esperando, no le sorprendió se oprime el muslo, sobre el bols cómo sabia ela que fué menti una, dos veces, en el rostro y en tos: Eloy ha engullido su raciór la llamada.
llo, no vayan a tintinear los cen ra, que no tenía trabajo el pobre!
las nalgas en dos bocados envueltos en torti festivotavos. Eloy. sa. 46 se eccurre cerrando la puerta Soltá diofa. 2 lla, bebió de un sorbo el agua dul. Tanto tiempo sin verle. levemente. Antes de emprender el por bruta, pa que no peliés con ce y va a tenderse al camastro; Hevado de su democracia. Filomena sirve el resto de los descenso llama a la vecina: tu hermano!
Tulito llora impaciente porque las apoyó su mano larga en el hom frijoles y las últimas tortillas de Clara, Clara!
Regresa a la cocina fatigado, mamas no dan más Pero lo en bro recio del mocetón.
la mañana. No queda más. Pero cuando por el ventanuco aso.
casi jadeante, como si, con los gaña con un poco de agua tibia y Don Justino. ya estoy aquí no se impacienta; al contrario, ma una cara legañosa, la recomien otra vez. a quitarle su tiem alegre, canturreando, fregotea los da: po. Perdone que lo distraiga trastos, acuesta a los chicos al. Dámeles una vuelta más lue.
de sus ocupaciones. pero rincón. la orilla es de los pago. Ya me voy porque me coge dres. e invita a su marido: tarde. Cuando llegue el plenilunio. Diga, hombre, diga. Te querés acostar?
Presurosa, a pasos de gacela, seré tuya.
Come la invitación es cordial, El la sigue, huraño, y se arro. meciendo las caderas ondulantes, pan muy juntos. Un rato después se aleja calle abajo.
se arranca: Estreché sus finas manos de patrou. En mi casa, don Justino, aya de apagada la vela, en la penum Pegado a las rendijas, viéndola usté sabe. Filonena, lavan bra busca ella el rostro del com irse, Eloy llora su impotencia.
manos puras do, no alcanza pa todo. Ella panero: Esto es todas las mañanas.
que en los senos de una esclava cree que uste puede colocarme. Eley. Eloy. Oíme. Te un aguda horquilla de oro aunque sea de plón. pa carrear voy a contar algo muy bueno.
En el descanso dominicar, suave ensayaron la tortura.
fardos.
No te enojás por favor, y pone e incoloro, ni los autobuses ron.
Don Justino no se impacienta; me atención. Figúrate que esta can en la calle vecina ni sobre la. Blanca rosa del misterio, tu corola taciturna ni tuerce el gesto siquiera: tarde. cuando fui a dejar la ropiedra de las pilas se oye el chadesfallece. Usted sabe. Eloy que yo le pa. me encontré a Chepita. poteo de la ropa. Choferes y la desfallece al hechizo de la luna, coloqué aqui y le tuve todo ei Platicamos un rato. y me dijo vanderas, en domingo, se van a a la sombra del cabello, tiempo que me fué posible.
Mercedes empleada un cine de peseta. Ellos descan bajo el arco de tu ceja, Esta maldita crisis me obligó en la Tabacalera, haciendo ciga. san también, sobre el camastro cómo late, despedirle Por mi voluntad us rrog. Pero no con los dedos. desnudo, abrazados.
cómo brilla la Locural ted no se hubiera ido nunca. Pecon unas máquinas muy buenas. Verdá que es barata?
Entreabiertos los narcisos, aromaban ro, a vé. no hubo otro re que hay. Te acordás de Chepi Eloy mira la cobija nueva, dota? Aquella que vivió ay enfren: Llada sobre el banquillo, y calla medio.
en la atmósfera nocturna; Créame que pienso en usted y te. me dijo también que ne obstindo. Filomena se le acu.
sobre el musgo soporoso, los insectos cesitaban operarias.
agitaban sus elictros; espero poder colocarlo pronto, rruca sobre el pecho, esperando prento. Ahora es imposible. Eloy se incorpora agresivo: luz difusa wa caricia El no se mueve, no hemos tenido que hacer nuevas. Fuiste?
la estruja, no la besa. Cuánto desde el alma de los astros, economías. Me dan seis reales por mane hace que no la besa: por el húmedo ramaje tras una pausa, tuteándolo, jar una de esas máquinas. Es Ya ni recuerda aquellos ratos se filtraba en la llanura.
le ofrece: muy fásil.
de amor, hurtados en la siesta Tomá. para Filomena.
El protesta: del domingo, mientras los chicos Dame un beso.
Eloy escucha el tono lamenta. Vos no podés emplearte. jugaban en la calle, ni aquellos Seré tuya ble del vejete, acepta la dádiva y los chacalines?
otros, a prima noche, aprovechan cuando llegue el plenilunio.
cede. Yo había pensado que, por do el sueño pesado de las criatu Bueno, don Justino. Us mientras, vos podías chinearlos.
ras para no despertarlas con sus Y, robándome sus manos, té perdone que lo interrumpa. Querés?
besos estruendosos, con el ruido quedó muda.
pero es que no se consigue traba En la hosquedad de aquel mo.
de sus caricias. Ahora Filomena Un livor de paroxismo jo. Ve. me voy más tran. mento, suspensa la mujer de la ruelve rendida todas las noches, en las finas comisuras quiio con esa promesa suya.
respuesta, Eloy se atormenta la de los labios; agrandadas como un cielo Sí, hombre, si. Aqui se te cabeza con las manos rudas, y va Pasa a la pág. QUINCE ene presente.
las pupilas errabundas; Sale por donde entró, despedido y en el valle solitario, y humillado conto tantas veces, al hechizo de la luna, mortificarla ahora la conciencia galopaba, per la duda de si habrá llegado a El Ande retumbó, y el cóndor fuerte, galopaba el corcel de la Locura.
ser, a fuerza de insistir, un pedial verse herido por el plomo hermano, güeño desvergonzado. Se siente VICTOR LONDONO ofendido de la paternal acogida, ya inerme, quiso levantar su mano con la furia de ayer, contra la muerte.
SORTILEGIO en casa.
que tiene a a 119 d lo e te n g A SANDINO p S ESTREÑIMIENTO aquel cóndor indómito, ya inerte, que tantas veces se embriagó en lo arcano del monte, del azul y del océano, fue grande y noble con su misma suerte.
BILIOSIDAD SE CURAN CON LA MIXTURA DEL DR.
MAX PERALTA DISPEPSIAS después de esa grande acometida en que el mundo admiró su valentia, en la historia dejar pudo grabada, AGRURAS con la sangre imborrable de su herida, una página inmensa que él quería rubricar con la punta de la espada.
Eliecer MURILLO PAGINA SEIS LA HORA LUNES 13 de Agosto de 1934.
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