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TRAJEDIA DE HOY.
LA RECONQUISTA DE TALAMANCA jne de la Pág. PRIMERA. NOVELA COSTARRICENSE)
artamentos de la dicina. CONTINUACION)
EBILITANDO LAS PAREDES nuestres trabajadores Agapito To e Augusto Jiménez Díaz y An10 so, cuando llegamos con nuestra cámara, el Comandante Primero de la Segunda Sección de Policia, ropas había en ese lugar. El som dia. Nos dió los detalles primeros, Coronei aon Miguel Angel Guarmo, para levantar aill ei Pabe brero negro era lo único que ha los que el nabia recogido en ese que esrvirá para la escuela tía quedado cerca de la que fué mismo instante. La dirigencia con ata Enfermeria, Obstetricia y otros cabeza del trabajor Torres. Tendi que procedió el Coronel Guardia Escuela de do boca abajo, los brazos abiertos en este hecho, merece aplauso. Es y su cuerpo muy golpeado. Era un tuvo pronto a organizar el ayxiverdadero montón de carne huma lio que corespondia en tal caso, na deshecha por la fatalidad.
la ibal la tarea de botar esas pareINDEMNIZACION PARA LA FA a se encontraban esta manana LOS HERIDOS biILIA DEL MUERTO Los heridos fueron Augusto Jira Alli mismo nos enteramos que a.
bo Luna. Se ocupaban a las nuemenez Díaz, y Antonio Luna. El quince minutos de debilitar Jiméneza vediez. lose nera nel señor siahacían matlas gestiones necesar dar su caída, tirándola luego ds to mostillas y fuerte lesión en el que se de la indemnización corres en que, al abandonar la pi posiada consideración ciertamente, Escogente pobre, naturalmente, y de la pared, y tratar de reti en las piernas.
sin embargo, si el contratista e los tres trabajadores hacia COMO SE SALVARON ESTOS constructor de ese pabellón tiene Los aseguro por accidentes en el Ban Nos relatan los heridos, con co de Seguros, en cuyo caso le coinfortunado Torres, en vez de quienes hablamos brevemente en rresponde a éste el pago de tal infear salida hacia atrás, siguió se cama en el Hospital, que ellos demnización, o si no lo está para hoy se enredo entre los ladri se salvaron milagrosamente. So cobrarlo a quien debe pagarlo. La que había caidos y los escom bre todo se salvó Luna, porque familia del muerto había llegado Es claro también corría con la misma di a las diez horas, cuando nuestro rección que Jimé redactor salía del Hospital con los la fuerza del pedazo largo y ho de pared que se vino, lo al. nez Díaz apenas tuvo tiempo de datalles para esta información.
tirar de un brazo fuertemente a Luna hacia un lado, porque si vió EL ALCALDE hacia donde se desmoronaba la pa DESTRIPO LA CABEZA dro verdaderamente horroroso red. No tuvo tiempo, dice Jiménez Precisamente a las diez y minu.
Cuadro Díaz, de hacer lo mismo con To tos no había llegado al lugar del recibieron suceso el Alcalde de turno, para Brico. La cabeza del trabajador rres. Las heridas que Les no estaba en su titio. Se estos trabajadores, fueron vistas levantar la sumaria respectiva. El destripó completamente la mo inmediatamente en la Radiogra cuerpo del infortunado Torres a de ladrillos y cemento. Solo ha fia, y se les llevó luego al salón esa hora. y. desde las nueve y quin un montón informe de carne, de operaciones para una primera ce minutos, estaba tendido al sol a por todo. Se llenaron las pa cura. En general, son leves los gol cubierto apenas por una sábana, y pes que tienen, pero siempre de cuidado por dos enfermeros. El Alc Se llenaron de sesos las pa cuidado.
calde llegó enseguida a levantar Nada en pocas palabras, la sumaria, para lo cual requirió pedó de la cabeza de aquel hom EL COMANDANTE GUARDIA los detalles de los muchos testibe. Un montón de sangre y de Estaba ya en el lugar del suce gos que vieron el trágico suceso.
lado, vino lo fatal.
RRES SIGUIO DERECHO de la demolición.
Torres, pues ZO.
vimos esta mañana.
a por todo.
des.
EL MISTERIO DE LAS PISTOLAS SILENCIOSAS POR EL FAMOSO DETECTIVE 9 Yorka nente vyor.
undo han Blió a ase cubrit mennente que spec EL AAQAADAS DE ESE TOVO NO FUN CONA. DOR EIN LO VEREMORIR. Pues entiendan. replicó aquél que el que no salga ya, inmediatamente, estas son las órdenes de don Porfirio, queda despedido y a buscar trabajo a otro sitio. Wierta distancia y en voz baja un peón refunfuño. Porque saben que en estos momentos no se consigue trabajo en nissuna parte, lo sitian a uno por hambre y nos obligan a hacer lo que les dá la real gana.
Los hombres, cabizbajos, comenzaron a dispersarse en todas direccions. Por el zig zag de la alameda descendieron con los mugrientos. sombreros de paja calados hasta las cejas. Por los dorsos semidesnudos de algunos resbalaron los chorros de agua como por una lamina de pulido metal. Ya en el bananal se internaron los hombres en parejas: el cortador con su chuza al hombro provista de una filos2 media luna en el vértice superior, y el conchero forrado en cojines de hojas secas para recibir, sin maltrato, en la espalda, los racimos al desprenderse de las plantas.
Horas más tarde, por los tranvías de sangre, afluiría la fruta recién cortada a las plataformas. Entonces se oiría a lo largo de los callejones, aunado con el traqueteo de los burro cars al rodar sobre los rieles mal ajustados, la jerga bilingüe con que los earrecos. que trotan al lado de las bestias, arrean el animal que tira del carrillo cargado con una pila de racimos.
Por aqui no está mister González. iba preguntando con ansiedad el negro Waltor a los peones que bajaban por la alameda. Buscarlo con mucha urgencia mister Rojas. Para darle una sobadita a los cuernos. apuntó con malicia tino. corrigió otro. es para ver el tamaño que tienen unos caclitos de cinco meses. Gerite mala, pobre mister González nada tener en la cabeza. respondia el negro riéndose y abriendo la boca como un gajo de sandia, la vez que con los gestos y el tono reticente confirmaba las malóvolas sospechas.
La charla se detuvo er raya. Se acercaba el aludido, quien afablemenre preguntó. 30e. qué hablan muchachos. Están todavía protestando?
Considerer que don Porfirio siempre ha tenido el orgullo de que La Isaurl nunca deje de cumplir religiosamente un aviso de corta, fiueve o truene. No protestar. intrı vino Walton. lo llama mister Rojas y preguntarles a ellos por usted. Vamos, pues, pronto.
Jodes hombres se encaminaron por la vereda. Mientras ascendiar. per la pendiente, insistió de nuevo González con su compañero. ver Walton. de qué hablaban? La verdad!
El negro miró en derredor suyo por todos lados, se acercó ca.
si asta pegarse a González y con voz baja, apagada, balbuceo. Guarda secreto. Claro. il alabra de honor. fs tan grave el secreto. No. Habladurias de esas gentes; pero necesitar que usted asegure no decir a nadie que yo contar la cosa. Está bien. nada dirė. Pues decir me fijara cariñoso que es mister Rojas con la se.
ñora Ana Teresa.
González quedó mudo. Primeramente el rostro se le contrajo en im gesto de ira y los ojos le brillaron de cólera: sintió un profundo aseo por el negro insidioso y maldiciente. El deseo de asirlo por el cuello y estrangularlo le crispó momentáneamente las manos dentro de los bolsillos de la impermeable. Luego reaccionó. La contracción de la frente denotaba un violento esfuerzo de recordación. Por su mente, con celeridad cinematográfica, empezaron a desfilar una en pos de otra, atropelladamente, un sinnumero de escenas a que antes no había dado ninguna importancia y que, ahora, surgian de lo más recóndito de su subconciencia reyveladoras, acusantes, impiacables. La impresión que dominó a su mujer el dia que Rojas, con un alarde de desprecio de la vida, se puso a jugar con aquella asquerosa ferciopelo. las atenciones excesivas de ese hombre para con ella; el viaje a Bocas del Toro con que Jos obscquió un domingo; los regalos con que alli colmo a Ana Teresa: sedas, porcelanas y lacas chinas compradas a un eriental melifluo, tapices y colchas en la tienda de un cooli ¿para cué continuar. no hubo trapo o chuchería en que Ana Teresa fijara los ojos, que Rojas no lo comprara; los frecuentes coloquios de ellos bajo la ceiba que dá sombra a la casa; la fiesta del dia del cumpleaños del Administrador.
Sin cruzarse palabra llegaron al bungalow. El negro, sobrecogida de espanto por la actitud sombria de González, la cogió una mane y suplicante susurró. Rceordar su promesa; usted conocer ya ese hombre: me mata.
En la puerta se separa. on. Uno, con el aguijón de la duda elavado en el pecho, se trazaba el propósito de disimular, acechar y, convenerdo de la verdad que todos sospechaban menos él, saborear en su oportunidad la venganza dulce y reconfortante. El 0tro, arrepentido por la indiscreción, temía la cólera de su amo; sabia lo que en el eran las pasiones y de lo que era capaz.
En la tarde, cuando Porfirio Rojas llamó con un grito imperativo al negro y le ordeno en tono seco y autoritario que salieran en motor car. juzgó que su patrón enterado de la indiscreción queria infligirle algún cruel castigo. Al detenerse a unas cuantas millas de la casa el carro, el negro se arrojó de rodillas al suelo. iPadón, perdón. sollozó.
Rojas, con ti asombro pintado en la frente, inquirió cariñosa Con se en al vos de esenti exto de resen2011839 solici die los repu1934, King Pernutes Spudicare Inc, Great Britain rights reserved 19 Ya está cerca de la tierra y el paracadas continúa sin abrirse, mientras 9 se ado de precipita a morir estrellado contra los picos mania de aquellas montañas inaccesibles. Ei En.
zado es mascarado ha quedado arriba, rezagado.
Quizás eso sea lo que busque el detective. El Enmascarado, que ve la caída del detective, piensa que el paracaídas de Dexter no se abrirá y que por fin lo va a ver morir hecho una tortilla. Mientras, él baja lentamente, dando por seguro que se escapará de las garras del detective famoso.
AWORZA Sais QE BLANCO AMIGO: ene u do no que la y que e apli esfuer abción mald hace tud de DE TODOS 400OS LLESALE TIERRA DRZIME.
120 OUE ECriimo en la là có mu lamen des de 12:13 30 sobier Sera, 9 tira de la manecilla del paracai Cuando ya falta poco para llegar a fes, y éste se abre. El detective lo que ha.
fa querido era llegar a tierra primero que Pues de lo contrario, el bandido se habría Enmascarado para así poder perseguirlo, escapado mientras él llegaba a tierra.
49 El Enmascarado, sacando su pistola, comenzó a hacer fuego contra el detective, puesto que vió que no lo vería morir estre.
llado contra el suelo, como pensaba que ocurriría en vista de que el paracaídas no se había abierto. Qué pasaría cuando los dos lleguen a tierra? Eso lo veremos pronto.
LA HORA (CONTINUARA. teves ONCE DE ABRIL vagina SIETE Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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