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El Canto de los Cantos (Lo dicen, por Abril, los venados de mi tierra)
LA TORA LITERARIA CEMENTERIO MARINO (Por PAUL VALERY)
y la amargura es dulce, y claro el ánimo. Traducción de Jorge GUILLEN)
Ese techo, tranquilo de palomas, palpita entre los pinos y las tumbas.
El Mediodia justo en el enciende el mar, el mar, sin cesar empezando. Recompensa después de un pensamiento: mirar por fin la calma de los dioses!
Muertos ocultos! Están bien: la tierra los recalienta y seca su misterio.
Sin movimiento, arriba, el Mediodía en sí mismo se piensa y se conviene.
Testa completa y perfecta diadema, yo soy en tí la secreta mudanza.
Ven, amada mía: el tiempo del amor es venido: Ya bajaron hacia la costa los pericos, y no hace una luna los gavilanes buscaron el Este.
Ven, amada mia: han vuelto las lluvias y hanse reventado en verdores los maizales.
Te aguardaré a la orilla del río, donde el cocodrilo córneo puso seis huevos redondos.
Te aguardaré echado sobre la arena dorada como pelo de maíz tierno, junto a la cascada blanca que por la tarde se viste de colores de mango, maduro.
Ven, amada mía: el tiempo del amor es venido: ya los maíces reventaron las eras y hanse asomado tallitos verdes que te humedecerán el bello cuando los chupes.
Nuestro sesteo tiene sombra de nopal y es de hierva fresca el piso. Soplan vientos aromados de ierra mojada y han comenzado a oirse los pichones de los mosotillos.
Correremos por los pastizales que nos cubren todo el cuerpo. Húmedos de rocío saldremos de los. pastizales.
Tu piel estará mojada. Entonces yo, lamiéndote, te seca ré. Mi lengua es dulce como tu teche. La pujante arboleda de mis cuemos te abrirá paso por entre los espinos. Tomaremos agua al pie de la cascada. yo vigilaré mientras metes el hocico en el reman so blanco de espumas.
Correteando por las praderas, al claro de luna, te volverás plateada como el rocío que amanece en las hojas del anono.
Ven, amada mía, venada mía: junto al maizal la pa loma morada hizo su nido. Su zureo tímido nos avisará con tiempo cuando vienen los perros.
El brillo de tus ojos me indicará donde te escondes en las noches en que te busco para lamerte la piel y tornár tela más brillante.
Se ha mudado el verano, y en mi país en verdores reventaron los maizales.
Ven, venada, esposa mía: el tiempo del amor es ve nido. Yo, sólo yo, contengo tus temores. Mi cintrición, mis dudas, mis aprietos!
son el defecto de tu gran diamante!
Pero en su noche, grávida de mármoles, un vago pueblo, entre raíces de árboles, por tí se ha decidido lentamente. Qué labor de relámpagos consumen tantos diamantes de invisible espuma, y qué paz, ah, parece concebirsel Cuando sobre el abismo un sol reposa, trabajos puros de una eterna. causa, refulge el tiempo y soñar es saber.
Ya se han disuelto en una espesa ausencia, roja arcilla ha bebido blanca especie, el don de vida ha pasado a las flores. Dónde estarán las frases familiares, el arte personal, las almas únicas?
En las fuentes del llanto larvas hilan.
Tesoro estable y a Minerva templo, masa de calma y visible reserva, agua parpadeante, Ojo que guardas bajo un velo de llama tanto sueño. Oh, mi silencio. En el alma edificio, imás cima de oro con mil tejas, Techo!
Templo del Tiempo, que un suspiro asume! esta pureza subo y me acostumbro, mi marina mirada rodeandome.
Como mi ofrenda suprema a los dioses, al centelleo tan sereno siembra en la altitud soberano desdén.
Gritos, entre cosquillas, de muchachas, ojos y dientes, párpados mojados, seno amable que juega con el fuego, sangre que brilla en labios que se rinden, últimos dones, dedos defensores: Bajo tierra va todo y entra en juegol Adolfo HERRERA GARCIA Montañas de San Gerardo, San Ramón a principios del invierno del año 36.
Como en fruición la fruta se deshace y su ausencia en delicia se convierte mientras muere su forma en una boca, aspiro aquí mi futura humareda, y el cielo canta al alma consumida el cambio de la orilla en sus rumores. aún esperas un sueño tú, gran alma, que ya no tenga este color de embuste que a nuestros ojos muestran ondas y oro. Cantarás cuando seas vaporosa?
Todo huye, bahl ¡Porosa es mi presencia, y también la impaciencia santa muere!
INSTANTANEA la sombra apoderóse del jardín.
La luna viene despaciosamente y kunde en la noche su plateado diente.
En el agua hay sollozos de violín al quedarse prendido en él la fuente.
Flaca inmortalidad dorada y negra, consoladora de laurel horrible, que en seno maternal cambias la muerte. Bella mentira, piadosa falacia!
Quién no sabe y no huye de ese cráneo vací o, de esa risa sempiterna. Mirame a mí, que cambio, bello cielol Después de tanto orgullo y tan extraña ociosidad, más llena de potencia, a este brillante espacio me abandono: sobre casas de muertos va mi sombra, que me somete a su blanco vaivén.
Acerca a los míos sus rojos labios; se oscurece la fuente del jardín.
Dejo en su boca muchos besos sabios en tanto el agua de la oculta fuente no llora más, remeda lentamente maliciosa risita de flautín.
Hondos padres, deshabitadas testas, que sois la tierra y confundís los pasos bajo el peso de tantas paletadas: no es para los durmientes bajo tabla el roedor gusano irrefutable, que no me deja a mí. De vida vive! teas de solsticio el alma expuesta, yo te sostengo, admirable justicia de la luz: luz en armas sin piedad. tu lugar, y pura, te devuelvo, mirate. Pero. Devolver las luces una adusta mitad supone en sombra.
Mario FERNANDEZ CALLEJAS LOS CIPRESES Para mí solo, en mi solo, en mí mismo y junto a un corazón, ya en el poema, entre el vacío y el suceso, puro, de mi grandeza interna espero el eco, cisterna amarga, sonora y sombría, donde, futuro siempre, un hueco suena. Acaso amor, o el odio de mí mismo?
Tan cerca siento su secreto diente que puede convenirle todo nombre!
No importa. Siempre sueña, quiere, toca, ve: le gusta mi carne. Yo, yo vivo, al, de pertenecer a este viviente!
Allá sobre la tumba de los muertos donde ampara la tarde sus fulgores umbríos, melancólicos y yertos habitan los cipreses veladores. Sabes, falso cautivo de las frondas, golfo devorador de ese enrejado secretos deslumbrantes a mis ojos qué cuerpo al fin me arrastra a su pereza a esta tierra de huesos quié le atrae?
Una centella piensa en mis ausentes, Zenón, cruel Zenón, Zenón de Elea. Me has traspasado con la flecha alada que vibra y vuela, pero nunca vuela?
Me crea el son y la flecha me mata. Oh sol, oh sol. Qué sombra de tortuga para el alma: si en marcha Aquiles, quieta!
Con paternal cariño, en sus amores cuidan de los cadáveres desiertos que viven tristes sin amor ni flores que viven tristes sin amor ni flores en hondas tumbas, de dolor cubiertos. No, no. De pie. La era sucesiva. Rompa el cuerpo esta forma pensativa. Beba mi seno este nacer del vientol Una frescura, del mar exhalada, me trae mi alma. Salada potencia. Corramos a la onda, revivamos!
Cuando declina el sol y vuela el día, se aduermen con fatal melancolía dando su canto a los sepulcros yertos.
Cerrado sacro. un fuego sin materiatrozo terrestre a la luz ofrecido, me place este lugar. ah, bajo antorchas, oros y piedras, árboles umbríos, trémulo mármol bajo tantas sombrasl El mar fiel duerme aquí, sobre mis tumbas. mientras lloran tristes sus siluetas se oye a lo lejos en las horas quietas allá, en sus tumbas, sollozar los muertos.
Rafael ROJAS LOPEZ ¡A! idólatra aparta, perro espléndido!
Cuando, sonrisa de pastor, yo solo apaciento carnero misteriosos, blanco rebaño de tranquilas tumbas, aléjame las prudentes palomas, los sueños vanos, los curiosos angeles. Si, mar, gran mar de delirios dotado, Piel de pantera y clámide calada por tantos, tantos ídolos del sol, ebria de carne azul, hidra absoluta, que te muerdes la cola refulgente en un tumulto análogo al silencio.
MIXTURA El porvenir, aquí, sólo es pereza.
Nitido insecto rasco sequedades.
Quemado asciende por los aires todo. en qué severa asencia recibido?
Ebria de esencia al fin, la vida es vasta. El viento vuelve, intentemos vivir. Abre y cierra mi libro el aire inmenso, con las rocas se atreve la ola en polvo. Volad, volad, páginas deslumbradas. Olas, romped con aguas jubilosas ese tranquilo techo de los foques!
DISPEPSIAS BILIOSIDAD ESTRENIMIENTO JAQUECAS LAGRURAS PERALTA CURA PAGINA CUATRO LA DORALUNES 27 DE ABRIL DE 1936 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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