Guardar

LA IORA LITERARIA CANCION LENTA Abrir sobre tu ausencia la ventana del sueño y escuchar la forma final de os perfumes que medían el ritmo de la estrella.
CANCIONES FALSAS (Por Oscar DELGADO)
CANCION FACIL Variaciones al tema de sus manos Manos puras y tan artísticas, hechas de luz, nieve y aromas; palpitantes, ágiles, místicas, como dos alas de palomas.
La tarde iba en tus manos y en las hojas claras.
La tarde lenta y fácil sonaba en el paisaje de tu voz como una campana de la infancia.
Arena de campanas: playa de tus cabellos.
Paisaje de tu voz bajo la estrella de la tarde en tus manos y en las hojas claras.
Remadora del alba, brisa rubia tañes en tu marina cabellera.
Vivos lises de primavera tras cuya carne de alabastro brillar parece prisionera la luz mirifica de un astro.
SIN NOMBRE (De ADA NEGRI)
Espumas inconclusas aligeron la sombra de tu voz navegante tras el aire que acalora las fáciles campanas encendidas.
Palmas triunfales elevadas en el amor de un claro empeño; banderolas inmaculadas ondeando al viento del ensueño.
Arena de campanas: playa bajo las nubes.
En su ademán ingenuo y franco un doble símbolo reposa: en ellas todo lo que es blanco, en ellas todo lo que es rosa.
En las distancias de tu piel se inicia la suave adolescencia de las olas.
Distancias de tu piel cierra la arena.
Cuando se aquietan en divina paz, que su albura hace más honda, tienen la gracia leonardina de las manos de la Giocconda.
Remadora del alba: cabellera de dóciles orillas.
CANCION LEVE Siguen mis pasos un maligno enano un ángel suplicante; Mi pensamieno va por el monte y llano Como Mazzepa en su corcel errante.
Soy enigma de odio y de dulzura, No tengo nombre. De la choza oscura Soy la hija doliente; De la plebe naci, pero fulgura Clara, indómita luz sobre mi frente.
De fuerza y de cariño; Me atrae del abismo la negrura, me conmueve el ósculo de un niño.
Rio cuando el dolor a mi morada Viene, grave y sombrio; río cuando, caigo anonanada, aún sin consuelo ni esperanza río.
Más para el infeliz, a los humanos Piedad y pan imploro; lloro por los niños, los ancianos, Por todo oculto sufrimiento lloro. cuando la amargura me sofoca, En el ardiente canto Que me tiembla en el pecho y en la boca, Lanzo mi alma y mi copioso llanto.
Que lo oigam, no me importa. si la Envidia Su saeta me lanza, Altiva paso en mi terrena lidia, el venenoso dardo no me alcanza.
En su eucaristica blancura un bautismal perdón se fragua, si se dan, en su dulzura se dan cordiales como el agua.
La luna nueva de octubre sobre el mar.
La luna nueva sobre el mar ahila su amarillo rumor de hoja oscilante.
Manos de albores extrahumanos: nardo, jazmín, lirio, camelia.
Manos que son como las manos ultraseráficas de Ofelia.
El mar de azules filos fragiliza los cálidos metales de la luna en perfil.
Por sus balsámicas unciones en ellas se hacen materiales, como en dos síntesis, los dones de las virtudes teologales.
La luna nueva de octubre sobre el mar. es tal la diáfana pureza que en su ducal armiño asombra, que si la luz del sol las besa la luz en ellas no hace sombra. Traducción de Ismael Enrique Arciniegas)
INQUIETUD HUERFANAS MENDIGAS Has puesto una inquietud sobre mi vida inquietud de quererte con delirio una inquietud que vivirá prendida junto a mi corazón hecho de vidrio.
Manos puras y tan artísticas, hechas de luz, nieve y aromas; palpitantes, ágiles, místicas, como dos alas de palomas. Son dos campesinas. Una de ellas ciega.
Pequeñitas ambas. Mientras una ruega con voz melodiosa de melancolía, de la mano la otra con amor la guía.
Has formado de mí, amo y esclavo: de mi inquietud siempre serás la dueria; inquietud de vivir siempre a tulado, ya que mi corazón eso se empeña.
Elías ANZOLA ALVAREZ mientras viva, y por ella he de vivir, mientras existas tú, he de sentirla; cuando mueras tú, yo he de morir.
Vive tú e inquietud porque no sean culpable de mi muerte inesperada; destrozarán mi corazón con que me veas destrizarás mi corazón con que me veas jamás he visto ojos más tristes! Arredra ver en unas cuencas vejetar la piedra inmóvil y dura de unos ojos grises que tienen el tono de las cicatrices!
Pobre cieguita! Tus ojos enfermos son dos arenales: prematuros yermos donde sólo crece lívido retoño!
Tienes la tristeza de un siembro de otoño!
Virginia ZELEDON Me has dado una inquietud y he de sentirla 29 de Junio de 1936.
La niña del sanatorio JUSTICIA SEÑOR JUEZ Por Arturo Echeverría Loría Yo juzgo señor Juez como a un cobarde a este criminal que lo ha matado; este insensato no pensó que más tarde no podía reparar el mal causado.
Sígale, señor Juez, la causa y piense que no tiene perdón lo cometido; no midió la desgracia; ni él la siente, ni tampoco ha de estar arrepentido.
la De piel ya marchita, de cuerpo inseguro, pareces la sombra del rosal de un muro Tu pecho desgarra con ásperas crisis la garra insaciable de una álgida tisis!
Mayor hermanita: cuida de la triste; eres su gemela y al mundo viniste para ser la cuna y el regazo tierno que imite los ritmos del otro. el materno.
Sed para tu hermana como el blando lecho, como sombra al nido: que duerma en tu pecho!
Tú si tienes ojos para ver el cielo.
Ella no conoce más que el desconsuelo!
Calma sus dolores si se desespera!
hay que ser sufridos, mas, viendo siquiera!
Nada más te pido, pálida hermanita que vas por la calle con la cieguita.
Jamás he visto ojos más tristes! Arredra ver en unas cuencas vejetar la piedra El sol quiebra sus espadas en los campos de cultivo, y los potreros soleados que invaden santalucías, son come espejos de cielo, sin velos de nubes blancas, calma inquietar de en azul.
Las margaritas silvestres semejan pequeñas lunas que han brotado de la tierra en amarillo esplendor.
Quiebra el ritmo del paisaje la serpiente del camino que lleva donde hay dolor.
La niña del sanatorio no ha perdido su belleza; tiene en la cara dos rosas de un encendido color.
Agil eorre por los campos o se sienta donde hay sol; en su cabecita loca hay pensamientos en flor.
Juegan en sus manos blancas pétalos de color; deshoja las flores rojas que son de su corazón; y en sus tristes ojos negros hay un destello doliente; la niña del sanatorio teje su pensamiento, recuerda a su amado ausente y las rosas de su cara se humedecen del rocio que llenando sus dos ojos fluye en señal de dolor.
La niña del sanatorio D: Comprenda, señor Juez, esta tragedia; ha dejado un hogar, hoy desgraciado. pobrecita mujerl nadie como ella, tiene hoy el corazón tan destrozado. CE 90 lo Yo sé, mi señor Juez, desde muy niña, que para aquel que mata, no hay perdón; este ha sido, y ha de ser, un negro crimen, sin base, sin justicia y sin razón.
OL po Virginia ZELEDON M de Julio de 1936.
inmóvil y dura de unos ojos grises que tienen el tono de las cicatrices!
no ha perdido sus encantos; tierje en su cara dos rosas encendidas como el sol. Un campo en rojo es su alma donde retoña el amer!
Rafael CARDONA PAGINA CUATRO LA HORA SABADO 18 DE JULIO DE 1936 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica

    France
    Notas

    Este documento no posee notas.