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Ciencias artes amenidades Comentari LA BURGUESIA EL PROLETARIADO eds a que acelle Con es ad está hutos pa Carta ta. Li.
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Ante la traición de Sanjurjo he oído en Buenos Aires a españoles republicanos expresarse con asombro ante la detención de un que tiene la laureada de San FerHasta en esta minucia se repite la revolución rusa: Kornilov ostentaba no sé qué laureles de una supuesta acción guerre.
ra meritoria, y hubo gentes en Rusia que amenazaron con enérgicas represalias a quien osase tocar al héroe. Es que no son minu.
cias: son hechos que pueden ofrecer apariencias ridículas, pero que en el fondo expresan intereses y sentimientos voluminosos: expresan todo un sistema social que mientras persista no consentirá ejecutar una verdadera revolución. Cuando en abril del 17 llegó Lenín a Rusia, de retorno del prolongado destierro, no dilató ni horas, ni minutos, la apertura de su activísima campaña contra el viejo mceamismo estatal. En cien de sus dis cursos, artículos, cartas, se lee el mismo tema: los comunistas diferimos el tránsito del capitalismo al socialismo; pero no por eso nos asemejamos a los burgueses, pues aparte de que propugnamos un estado precario, perse.
guimos un Estado nuevo, en el que el ejérci.
to y la policía profesionales dejen lugar al pueblo en armas; no se camsaba de insistir sobre la necesidad urgente de demostrar el aparato burgués para poner en su sitio al Estado proletario. Naturalmente, el gobierno provisional se oponía a esta mudanza; su interés residía, al contrario, en la consolidación bajo su mando del mecanismo heredado de la autocracia. Lo propio ha hecho la burgue.
sía española triunfante: ha arrojado del trcno a la monarquía, para instalarse ella en él, investida de igual poder castizo y defendida por las institucio nes monárquicas reforzadas: el ejército mas do compacto, la policía mejor armada, el clero purgado del contraveneno jesuítico y la máJES quina electoral reajustada en provecho propio. Incluso algunas galas de la monarquía mantiene la república burguesa y el pésimo gusto de adornarse con ellas a sí mismos los funcionarios.
OY 0 Tuvo la república española una oportunidad de demostrar su orientación, no digo cts, proletaria, sino simplemente democrátion: cuando, a poco de instituída, el pueblo de algunas ciudades comenzó por su cuenta a desalojar conventos. Le bastaba al gobierno republicano haber hecho vista gorda anie de L5: aquel desmán popular y dejar que el clero nefasto desapareciese de una vez de la tierra española inficionada por él, para verse libre de un tremendo obstáculo en su marcha hacia la democracia; luego, consumado el he.
cho, presentar excusas al Vaticano, si eso le convenía políticamente. Por el mismo procects.
dimiento podía la república haberse exoneTFA rado en seguida de la nobleza y del militaris 00 DS mo palaciego, que jamás la dejarán avanzar, si es que quiere avanzar de veras. Todo lo SP que se le exigía a la república era dejar hacer: el pueblo la hubiese librado del lastre.
an el Pero la república estaba muy lejos de sen.
tirse trabada con ese lastre; todo lo contrario: le era preciso para anclar, poco justamente lo que temía era el vuelo a impulso de las auras populares. No era ni siquiera una repú blica democrática. Contuvo aterrada al pue04 cts.
blo que incendiaba conventos; hizo elecciones con máquina gubernamental; se dotó de un Parlamento pretoriamo; mantuvo la farsa Fu.
en la investigación, de las responsabilidades por los desastres de Marruecos; rehabilitó a 08. 30, todos los elementos monárquicos; acentuó el presionalismo del ejército y de la guardia civil, hoy temibles fuerzas de Estado en Espa.
ña; formuló proyectos radicales para que las Cortes sirvientes dcitasen leyes moderadas, confiscó los bienes de los jesuitas que en ninguna parte tienen bienes a su nombre: dió una ley agraria que sólo es aplicable a una se gión naiconal y pasa de largo ante los lati.
fundios señoriles: escamoteó el problema de las nacionalidades; en fin se echó brutalmen.
te sobre la oposición proletaria. 00 Noto, desde el día en que se insicuro la república española, como un repentino eclipse de las fuerzas que hasta entonces habían ejercido la dirección espiritual de España. El 13 de abril se jublicron automáticamente. Unamuno, Oriega y Gasset, Pérez de Ayala, Ma.
rañón, Araquistain. Algunos se jubilaron tan decisivamente, que ni han vuelto a sonar para nada: sabe alguien si existe todavía el gruñón Unamuno? Ortega siguió domdo que hablar unos meses, pero no sé si fué mejor, pues es dudoso que hacer el payaso serio resulte más digno que evadirse al empezar la farsa. Siempre en retraso. Ortega fué a las Cortes a aconsejar tono para la política, olvidándose de que había pasado la oportunidad de hacer oposición liberal en casinos provin36. LUNES 14 DE SEPTIEMBRE 1936.
cianos y en ruedos taurinos. Una ola de estu.
pidez parece haber invadido la zona intelectual española en el mismo instante de la proclamación de la república. Cabezas que paTecían bien organizadas y bien plantadas, hocicaron de pronto sin saberse precisamente por qué, en la ocasión en que todo anunciaba el advenimiento del mundo apetecido. Hay nada más deplorable que ese último libro de Ortega y Gasset, en que la bastardilla niterrumpe el curso de la redon.
da para entercanos de un aplauso o un muy bien recibidos por el orador en los escaños de un Parlamento donde perorcm mcmtenedotes de juegos florales y circula el tratamiento de Señoría? De un día para otro, la juventud avnazara ha descubierto que no tiene nada que aprender en libros que antes leía hasta con devoción. Ha dejado de importanos del todo lo que el doctor Marañón o el doctor Unamuno puedam pensar sobre nada. Todo lo cual se debe a que en la autocracia monar quica había un fondo emotivo (la emotividad de los otros) que se transferic a sus oposito.
Tes, desprovistos de ideas. Bien derribada es ta la monarquia; pero es necesario reconocer que con ella se ha hundido para siempre el genuino español alín: el comendador patéti co. La burguesía reemplazante del feudalismo nos ha introducido en el campo de la economía. Ahí hay que encararla. Ahí hemos visto lo que ha hecho. Veremos qué le queda por hacer ahí.
IV EL TURNO DEL PROLETARIADO Las clases conservadoras de España no saben ser conservadoras; son simplemente Teaccionarias. No le alabó la sagacidad, aunque le reconozca buena intención, al pin toresco Alcalá Zamora, cuando habla así, según palabras que le atribuye uno de los ilusTeaccionairas. No le alabo la sagacidad servadores que no sea a la vez reaccionarios, por lo menos en cuanto las izquierdas los obligan. El señorío inglés, que parecía conservador pero liberal, al verse en apuros últimamente, arrojó la máscara progresista que le estorbaba y no dudó en mostrarse con la crudeza de la reacción. Me refiero al repudio violento del laborismo ante la agudización de la crisis, con la subsiguiente formación del gabinete nacional. Aquellos tiesos ingleses de la bolsa, de la banca, del comercio, de la industria, que pareciam conservadores pero razonables, capaces incluso de aceptar la revolucica si se la planeaban como un negocio conveniente, se revelaron de pronto sentimentales, vacuos, estúpidos como todos los explotadores del mundo; los que actúan entre nosotros se expidieran en discursos y en re.
portajes contra el socialismo con la argumens tación cavernaria elemental que precisamente por no haber tenido que largarla nunca, la llevaban dentro y ya trasnochada. No puede haber explotadores del hombre que seam a la vez demócratas: la democracia imposibilita su explotación. Los explotadores españoles to son reaccionarios como todos: pueden ser menos hábiles que otros en su reacción, pero no podía dejar de ser conservadores. Conservadores de qué? En su economía doméstica un hombre puede conformarse en un momento dado con la posición conquistada; le basta, a partir de un mínimo, acompasar sus gastos con sus bienes. y rogar a Dios que una falla en el cálculo no le traiga una sorpresa desagradable o que un quebranto imprevisible no lo despoje antes de comprarse el ataúd. En la economía social, siempre marcha, estacoinamiento significa retroceso.
Conservación social es, pues, reacción, intento de contener la marcha de la historia, y no puede ser otra cosa. Si don Niceto entedia servir a una clase que se había propuesto estarse quieta o aún avanear pero mas despacio que el mundo, se ha equivocado: quien se estaciona en la vía o no marcha al ritmo común, estorba. 0 El Estado liberal, suprema intervención política, quiso ser o dijo querer ser el órgano neutral encargado de hacer respetar los derechos conservadores de la derecha sin im pedir el ejercicio de los derechos progresistas de la izquierda. un lado, las fuerzas conservadoras defendiendo lo conquistado, al otro las fuerzas progresistas emprendiendo conquistas nuevas: en medio, el poder moderador, garantizando la libre actuación de unos y otro e impidiendo su posible choque o la prepotencia de cualquier de los dos; y al margen (o atrás o no sé dónde) el mundo dichoso. Una organización humana perfecta y.
desde luego, posible (excepto la dicha mundial) en la sociedad aristocrática constituída por la masa, sin figuración ni derechos y una selección dueña y dirigente. En esa sociedad no hay poseedores ni desposeídos, porque los desposeídos existen pero no cuentan, sea por que no se les considera o porque se les juzga en estado transitorio; no hay clases lo tanto, o las hay con simple significado tural; los dirigentes son todos unos, y a mo pueden dividirse en más y en menol ritativos, militar en un partido político nt menos liberal según el grado personal da clinación humanitaria, y ejercer alterno mente el poder público como derecha o izquierda, pero siempre sobre la base común posesión del Estado. Ahí, claro poder liberal tiene función, como un esencial común; todavía se halla expue motín, pero normalmente dispone de fi Un día, la masa esclava toma forma, se bela, intenta hacer valer sus derechos nos y amenaza con su exigencia el a turno liberal. Entonces, derechas e izgu liberales pierden su significación y su de ser; se fusionan en un solo partido, los poseedores, y el Estado imparcial sometido a los dueños de la riqueza y tado en conrta de la clase desposeída. tras la rebelión del proletariado se mau en el terreno sentimental (en el terren socialsimo utópico y del anarquismo. últimos resíduos de disfraz liberal releg sa de la clase poseedora; pero conform proletariado adquiere conciencia de clo lucha como clase, el Estado nutrido de gueses y de proletarios, aparece insuf para la defensa de la burguesía. En es mento, la clase burguesa se exonera últimos resíduos de disfraz liberal, rleegd camente el Estado y, aceptando en to Tigor la lucha de clases, se arma para derse por sí msima, tanto del prolete amenazamte como de cualquier rebelde tigio del Estado liberal. aparece el mo. 0 Toda la burguesía del mundo se hall denada a la rendición incondicional og cismo: o se arma o perece. Creo, desde que de todos modos está condenada a cer; pero puede prolongar por un plazd o menos dilatado su agonía o, lo que más grave, morir, como Sansón, con tod filisteos, y para eso, a menos de un a miento del proletariado, no le queda ot curso que el fascismo, la escueta lucl clases. Podía la burguesía española este destino universal? Como a todas, se planteado rgiurosamente este dilema: rir en seguida o defenderse por un tien Como a todas y con más urgencia que chas, justamente por su incipiencia po asume de pronto el poder público y asumirlo se encuentra avocada a la lug clases: debe, pues, defenderse más a más enérgicamente que las burguesíd ciadas en condiciones más favorables poder. Es lo que le ha ocurrido a la by sia italiana, a la burguesía alemana, burguesía polaca y a todas las burg que han debido apelar al fascismo por asaltado el poder en vez de traerlo a de tiempo atrás o por haber hallado proletariado rebelde mayor resistencia.
burguesía españoal no ha rehuído el fatal. Tal vez pretendom sortearlo Alcal moar, retórico provinciano, o Azaña, ir tual de Ateneo; tal vez pretendan sortear o haga como que lo pretenden. La bi sía, la que no ha hecho la revolució ideales sino por intereses, esa no ha la revolución por ideales sino por inte esa no tiene semejante pretensión: sab entrega al proletariado el poder o se ilegalmente, haciéndole un corte de mar liberalismo de sus intelectuales. ya he pezado a armarse. El retiro de Maura di bierno provisional fué la primera medid tica: la burguesía empezaba a dejar er nos de sus aliados liberales el Estado la segunda fué el retiro de Lerroux, y intenciones más manifiestas. el alzai de Sanjurjo no ha sido sino la declan evidentemente desgreñada del combat cisivo al rechinante mueble libera. 000 La burguesía española, que tiene po dillo ostensible a un charlatám de casil mo Lerroux, quiso primeramente tomas der y luego organizar su fascio. Es deci tes de la aventura del general juerguisto vino en que le era necesario agrupar y en legiones quinientos mil hombres Ve con camisa verde gris; pero no le envio el Mussolini o el capitán Bohme cap encargarse de esa pequeña tarea, y en optó por adueñarse del Estado para a su servicio absoluto después, Sanjurjo encargado del milagro. Con lo cual, lo guesía española metía espontáneamet pie en la trampa, pues si le replicaba u letariado capaz, perecía antes de arma si triunfaba, se entregaba a la monarqu que habría triunfado por conducto de fuerzas monárquicas, ajenas a su prop (CONTINUARA) 49 der ES TarDAD. Sat 15 cts. Dia, Turdo tid cts. cts, DOS del 1230 Jaba je de LA HORA PAGINA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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