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Ciencias artes Amenidades Comentarios CENTRO AMERICA FRENTE LA CONFERENCIA PANAMERICANA DE BUENOS AIRES Por Julio GOMEZ ROBLES EL NEO MONROISMO CONTINENTAL a е a am se Hubiera sido posible, la independencia perdurable de los estados americanos frente a la alianza de las monarquias europeas, sin un accidente político, imprevisto, superior al espíritu imperialista que trataba de ahogar las adquisiciones democráticas del nuevo mundo? Seguramente que no. América estaba inerme y se ofrecía como un capullo vir gen a la codicia de todos los conquitadores europeos.
Se concibe a Bonaparte hubiera tenido la prudencia de vender a los Estados Unidos el derecho de Francia a la Lousiana; porque no era probable que la Asociación de los Esel tados del Norte dejara juera de su sistema una fracción que geográficamente le corres1. pondía; pero ese traspaso económico. politico (que representaba en el concurso del nue vo mundo la cultura y el espíritu de Lutecia)
no hubiera sido jamás ofrecido en otras condiciones por gobierno alguno de Francia a gobiemo alguno de América.
En cambio, se explica lógicamente la tra gica aventura de Napoleon III en suelo mexi cano y los episodios siniestros que anteceden al sacrificio de Maximiliano de Austria.
Europa necesitaba reconquistar América, someterla a su desbordante poderío, tras es. plantar a sus tierras jóvenes, vastas y dilasa tadas, los sistemas políticos y gubernamenta le les de su vieja estructura; y, por ello, duranan te el Siglo XVIII y durante los primeros dé11cimos del siglo XIX, intenta levantar imperios sobre la tecunda lozomía de las democra an.
cias continentales.
Ya poco antes al comienzo del Siglo, Inci.
glaterra, aprovechándose de su superioridad pal navai, que la hacía señora de los mares y de la disolución en que se hollaba el dominio es con pañol, había querido hacerse dueña de la Argentina. Portugal impuso su imperialismo en el Brasil. Las tentativas se sucedieron has ta que, llegada a su madurez la Santa Alianza, se dispuso a lanzarse a través de los. océanos para acabar con el revolucionismo de Bolívar y formar, de veinte pueblos hispa nos. una sucursal de localismos de tipo y corte peninsular. si, al lado de las naciones de habla española, la América de habla ingiesa se hubiera dispersado en pequeñas na cionalidades soberanas; la política guerrera de Europa, explotada por diplomáticos y aventureros, habria alcanzado su máximo grado de cacs y anarquización.
América Hispana, sin una garantía de defensa, habiendo heredado los vicios de la burocracia española: con una élite o clase gobernante que más pensaba en explotar las funciones públicas que no la naturaleza; con una psicología propicia a las revoluciones y a las guerras civiles y sin preparación disci plinaria y económica, habría sido pasto se0 guro de la codicia europea. La reconquista se hubiera consumado.
Los veinte pueblos hispánicos habrían disuelto su colorido inconfundible y su incipiente personalidad, en la masa vetusta y ada agrietada por los enconos y rivalidades de de las potencias de ultramar.
La democracia y la libertad habrían sacrificado sus dones exceisos en aras del imRe. perialismo vencedor. hoy, en vez de nacioblo, nalidades libres, soberanas, indepenaientes uan y fecundas, con el sello de un sabor autóctono inconfundible, veríamos diversos hatos de Laro costumbres galas, danesas, británicas, eslario: vas o germanas, laborando para llevar las per.
mieses de oro producidas en las úbérrimas pole latitudes del nuevo mundo al banquete de scu los odios y las concupiscencias peninsulares, los Mediante la reconquista de la Santa Alianza ieto se habrían trasplantado los métodos históricos del Viejo al Nuevo continente. Las luchas europeas de expansión y predominio se EN habrían reproducido en los terrenos vírgenes de América. Cada parcela política sería una sucursal de antagonismos de raza, de heren cia, de economía y de religión. El materialis mo histórico habría profamado el santuario donde se guarda con amor la lengua de Cervantes y resplandece con fe la Cruz de Jesu cristo. América sería la segunda Europa.
Admiraríamos, tal vez, las avances del progreso material y cultural de sus poblaciones, en cierto sentido, pero en cambio se habría evaporado hasta el último adarme de la cultura homogénea. del alma hispana, que es madre de una clásica y efectiva solidaridad.
Lg reconquista de América por Europa se contuvo a tiempo per una declaración oportu na, contenida en las pocas líneas de un men saje presidencial. El de Diciembre de 1823, el presidente de los Estados Unidos de América, Mr. James Monroe, manifestó en el recinto del Congreso de la Unión que los con MIERCOLES 18 NOVIEBRE 1936 tinentes americanos, por la condición libre e independiente que han asumido y mantienen, no se deben considerar sujetos en lo su cesivo a futura colonización por ningura potencia europea; y que, por lo tanto, los Estados Unidos consideraban peligroso para la paz y seguridad cualquier esfuerzo realizado por Europa para hacer extensivo su sistema a cualquier parte de este Hemisferio. Terminó diciendo el Presidente Monroe que es imposible que las potencias aliadas extiendan su sistema político a cualquier parte de uno u otro continente, sin poner en peligro la paz de los Estados Unidos, ni sin que nadie pueda creer que los pueblos hermanos del Sur, si se les dejara solos, lo adoptasen voluntariamente. Siendo igualmente imposible, por consiguiente, que el pueblo nortea mericano observe con indiferencia semejante intervención, sea cual fuere su forma.
Esos tres principios contenidos en un sólo párrafo y considerados como la expresión de una misma idea, engendran lo que se ha denominado sistema americano.
La declaración del Presidente Monroe vino a conmover la opinión del mundo hasta sus bases más profundas. Europa se replegó en sus propósitos de conquista y América sintió quitarse el peso de una amenaza que estaba próxima a consumar su destrucción política.
El paladín norteamericano era el afirmador de las nacionalidades del nuevo continen te y el fomentador del pacifismo continental.
Gracias a aquella histórica doctrina. pura en us comienzos y sana en sus intenciones originarias, las repúblicas de América pudieron respirar tranquilas, reparar su economía lastimada por las luchas intestinas y en derezar la proa de suis destinos hacia el puer to seguro de la libertad.
En tal sentido, los proceres hispano ame ricanos consumaron el acto político de su in dependencia; pero la doctrina del de diciembre de 1823, dió oportunidad para que se afirmara la personalidad de los pueblos indo hispanos; para que se consumara el pro ceso de su formación social, y fue, a la vez, la salvaguardia definitiva de su autonomía nacional en ciernes, así como de su pacifismo consubstancial y legitimo.
La doctrina de Monroe, sin embargo, no fue creación del personaje que lleva su nom bre, ni tuvo sus antecedentes exclusivos en el pueblo norteamericano. Nació con Francis co Vitoria en 1510, bajo los cielos salamantinos de Carlos en una concepción adelan tada para su época y utópica por la misma causa. Se desgramó por los labios misticos de un fraile clarividente que soñaba con una América libre y regida por la cutonomía de sus propios hijos, cuando dijo: América no es RES NULLIUNS y por lo tanto, no puede ser objeto de ocupación extraña. La declaró también el tratado de Madrid del año de 1750; se plasmó en el tratado hispano portugués; saltó los mares y se incrustó en el cerebro de John Adarns cuando predicaba la integridad continental; fue alimentada por José Cecilio del Valle, Egaña y Artigas, y por último encontró su manifestacion práctica en el mas preclaro de los ministros de Monroe: el gran John Quinsy Adams. Inglaterra, por medio de su ministro Canning, coadyuvó también a su realización, puesto gue, momentáneamente desligada de la política del Continente, necesitaba, por sus intereses industriales y comerciales, sostener el derecho de los estados del Nuevo Mundo; y, junto con el Ministro americano Rush cris talizó un proyecto que no tuvo madurez, pero que, de llegar a convertirse en realidad, hubiera cambiado el curso posterior de la historia.
Sin embargo, varios años después de pronunciada la doctrina Monroe, por la tenacidad y decisión de Tphn Quincy Adams, que hizo torcer los propósitos iniciales de su jefe tendiente a la colaboración con Inglaterra, el principio sufrió la bifurcación más do lorosa que concebir hayan podido los pueblos del Continente americano.
Los intereses homogéneos, el ansia de expansionismo, copia dei europeo, se hizo cstensible en los sucesores de los primeros iluministas y la dictrina que encarnaba la salvación de veinidiós repúblicas se transformó en el azote de sus mismos pueblos. América para los Americanos primera concepción castiza del abate salmantino y núcleo del monroismo. se convirtió en el concepto de América para los norteamericamos. postrera interpretación del vigoroso Teodoro Roosevelt, amo y señor de la política del Big Stick.
Los años corren. La historia sigue su cur so feliz o desgraciado; pero llega el momento en que la justicia impone su fuerza imponderable y el pensamiento original se determina hacia derroteros depuradores.
Las crisis de la postguerra provocaron el fenómeno de una atmósfera aligerada de petrificaciones tradicionales y complejos de superioridad.
El ambiente se despeja ya; y las circuns tancias operan sobre el critedio norteamerica no. Se retrovierten las ideas, se sacuden los prejuicios y se inicia un corriente de mutua comprensión y simpatía entre los pueblos del sur y del norte.
Él azote de una tempestad económica sin precedentes y las amenazas de un aluvión de sangre, catastrófico, que se vislumbra por ambos horizontes, precipitan los acon tecimientos, tocando a arrebato los bronces de la solidaridad.
El presidente norteamericano preconiza la política del Buen vecino y los principios de Monroe, al conjuro de un espíritu justo y bien concentrado, recobran sus fueros originales y pristinos.
El advenimiento de un régimen en cola boración en común brilla en la inteligencia y en el corazón de los hombres de América.
Pasaron las épocas de la negro honrilla. Las intervenciones quedaron atrás en el álbum siniestro de los hechos pasados. Las doctrina de Monroe ha vuelto a ser lo que fue: defensa de América, solidaridad de americanos, consolidación de la Paz.
Vuelve, sin embargo, a suscitarse la an tigua y debatida cuestión que mantuvo el in terés entre los años comprendidos de 1824 a 1826. Cómo ha de interpretarse la doctri na preconizada por Montce, por lo que afec ta a las relaciones entre dos aqupaciones humanas, idealmente dispares. quién co rresponde la hermenéutica de un sisema que tiende a la defensa de un territorio geográficamente común, pero racialmene dividido en dos facores étnico políticos bien diferenciados. Anglo America o Hispona América? Consituye la doctrina the memorable pledge de que habló Mr. Poinsett en un mo mento de comprometida pero sincera inspiración. Contraen los Estados Unidos una obligación con respecto a la América Hispana. Cómo ha de formularse ese deber?
Continuará siendo un atributo exclusivo de los Estados Unidos o ha de hacerse conjuntamente por las tres Américas?
El intento de trasladar el centro de grave dad americano y transferido de Washington al Congreso de Panamá, fracasó en 1826 por razones demasiado conocidas. América Hispana fue víctima, entonces, de un acusado provincialismo, porque no supo leer fríamente en el libro de su destino. Pero tras las experiencias del pasado y por la mutación que se viene operando en la mente previsoTa del pueblo norteamericano de nuestra época, estamos segurso de que en el próximo Congreso de Buenos Aires las tres fracı ciones del continente actuarán de consuno, buscando en un pacto, genuinamente concertado, la garantía de su mutua independen cia.
Sobre el particular ninguna fórmula pue de ser más concreta, jugosa y equitativa para la continentalización de la doctrina ameri cana que la propuesta por el Presidente de Guatemala, General Jorge Ubico, quien con una justa visión de las cosas y con una previsión política certera, que es hija de su talento, hace una síntesis inobjetable del verdadero espíritu que inspiró el mensaje de 1823. En esos párrafos que copiaremos en seguida palpita el alma de Framcisco Vitoria, del primer John Adams, de Bolívar y Alberdi junto con el sentir profundamente ecuménico de los actos y las obras que caracterizan la acción del presidente Ubico.
El párrafo VI del memorable proyecto del estadista guatemalteco dice asi: Consideran las naciones de América) como un pe ligro para la integridad y soberanía de las naciones del Continente, las intervenciones o agresiones de una potencia extraña contra cualquiera de ellas: y, como una consecuen cia de la solidaridad aquí pactada, se obligan a poner todos sus recursos en defensa del derecho lesionado De aceptarse en la Conferencia de Buenos Aires. como no puede ser menos la ponencia del General presidente de Guatemala, la historia señalará una etapa memorable en los destinos de todo el Continente.
La idea de Bolívar habrá triunfado.
peanran en que entre Tri evan te.
abe: do men ncio de al LA HORA PAGINA TRES Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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