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TECA NACIO OO Ciencias artes Amenidades Comentarios Una Carta de Mario Sancho a Julio Padilla ORO 100 OBOBO OO Cartago, 25 de enero de 1937.
Sr. don Julio Padilla.
San José.
a des queño productor para cubrir sus wances.
Mucho nos duele la condición del peón y mucho también nos interesa la del pequeño productor y hasta la del cafetalero grande de tierras de bajura a quien agobia la misma gabela que pesa sobre los dueños del grano de oro de la meseta central favorecidos por precios más altos y salarios más bajos. Siempre hemos creído que el Estado debe venir en su auxilio y reajustar de algún modo equitativo esos gravámenes sin echar mano al expediente de la elevación del cambio, cuyos efectos, si acaso llegan por un lado a beneficiar a los pequeños, es en grado tal que no compensa los daños que por otro lado les causa con el encarecimiento de la vida. El cambio alto a quienes realmente favorece más es aquellos que menos ayuda necesitan. los que no sólo rehuyen el hombro a las cargas del Erario, las cuales gravitan como se sabe, más sobre la generalidad empobrecida que sobre la minoria privilegiada, y no están sin embargo contentos todavía y pretenden engordar sus entradas al precio de las estrecheces de todos los demás. Ya lo dijo no hace mucho un editorialista del Diario de Costa Rica. El ambio alto es una contribución forzosa de la totalidad de los costarricenses en favor de unos pocos.
Muy lejos nos hallamos de pensar que seamos voto en estas materias económicas, y reconociendo nuestra incompetencia hablamos muy a bulto. Estamos empero convencidos de que el remedio no estará jamás en volver a desatar la especulación sobre el país sino más bien en una reforma sustancial de nuestro sistema tributario. No hay pues que dejarse sorprender por argumentos falaces y menos por el pretexto de que la ley bancaria ha ido en este caso contra la justicia y el libre juego de la competencia. La libertad! Es cosa de oír ahora cómo endechan a la libertad gentes que no están mirando más que a su interés. Aun aquellos que no hobe nada alegaban, en apoyo de su propósito de quitarnos hasta el derecho de leer lo que nos viniera en gana, que la libertad debia estar supeditada a la seguridad y al bien del Estado, parece que ahora piensan al revés. Es el eterno juego de los intereses privados en abierta pugna con el interés general y tratando de conyencer a los simples de que el conflicto de los egoísmos debe producir una comunidad bien ordenada. y que el Estado moderno ha de mirar siempre las demasías del capital con la complaciente sonrisa de un papá bonachón. Como si esta cantada no fuera ya más vieja que el Rey que Rabió y el Caballero de Gracia. Como si el mundo no nos ofreciera el espectáculo de la política intervencionista reduciendo o empeñandose en reducir cada dia a más justos términos los apetitos y el poderío del capital. Como si la historia de la producción moderna, son palabras de un sabio profesor de la Uni versidad de Londres, no fuera la lucha incesante de los gobiernos para reparar los huecos abiertos en los diques ociales por los dueños del poder económico.
Sólo aquí creen los simples y aparentan creer los listos en una teoria liberal mandada ya a recoger como anticrualla inservible en el museo de la historia. claro, los listos siguen hablándole a los simples que la economía dirigida ha sido desechada en todos los países. tal afirman el mismo día precisamente que asume de nuevo la Presidencia de la nación más grande y poderosa de la tierra y en virtud de la mayor suma de suíra gios que jamás hombre de estado ha recibido en el mundo, el mayor y más fervoroso preconizador del intervencionismo estatal. mientras en los Estados Unidos se mantienen y defienden los fueros del ciudadano y se protege y ayuda al hombre olvidado garanlizándole el primero de aquellos fueros, el derecho a la vida, aunque para ello tenga necesidad la gran Democracia de enfrentarse a los prepotentes millonarios de la industria y del comercio, aquí se quiere que nuestro gobierno eche pie atrás que los costarricenses desandemos lo poco que habíamos andado en el camino de la reforma social, Esto debiera ponernos a todos en quardia.
No es necesario ser marxista para darse cuenta de que en un país en que falta la opinión pública instruída y vigilante, los due.
ños del poder económico son o pueden ser de hecho los dueños del poder público. Nada de extraño tiene pues, que hayan controlado hasta hace poco el cambio y que quieran volver a controlarlo si logrom hacer pedazos el freno de la nueva ley bancaria a con támto disgusto están lascendo. Tampoco es un secreto para nadie que ellos controlan, o al menos han controlado basta aquí, los cambios de gobernante, fomentando con su dineTo la propaganda eleccionaria y comprando en una forma u otra la voluntad de los sufra Mi admirado Juan Lanas: Aunque alguna vez me haya oído usted decir que en Tiquicia es insigne torpeza la de poner uno sus opiniones del lado que tiene el corazón, y gran sabiduría, por el contrario, la de disociar mañosamente las palabras de las ideas y las ideas de los sentimientos y aunque estoy harto convencido de la inutilidad de pelear por el bien público en un país donde casi todos lo tienen olvi dado y relegado al desván en que se quar dar las cosas inútiles, aquí me tiene usted batiendo palmas en honor suyo por haberle salido al paso al magnate extranjero que ya comenzab a hablar sin rebozo ninguno de la urgencia de reformar. entiéndase destruir al recién fundado organismo del Ban co Nacional a cuyo cargo está la estabilización de nuestra moneda.
Ho hablado usted recio y claro, al revés de como entre nosotros se acostumbra, y es casi seguro que ciertos espíritus ecuanimes que tienen a gran mérito no decir jamás, pase lo que pase, una palabra más alta que otra, le tildarán a usted de demagogo, de rábido comunista. Este es el premio que nos es pera a cuantos en Costa Rica tenemos todavía la ingenuidad de preocuparnos por la suerte de los desvalidos la temeridad de salir en su defensa. Ya sé que en otras partes también sucede eso mismo y que los espíritus generosos de todo el mundo han tenido alguna vez necesidad de hacer suyo el crito de Anatole France respecto a Francia: Hace cien años que en este envenenado país todo aquel que ama a los pobres es tenido por traidor a la sociedad. Pero aquí, además de ese mote, tenemos el agravante terrible de que los pobres no se dan la menor cuenta de cuándo se les ataca ni cuándo BA les defiende. El obrero nuestro, al menos el que yo suelo ver en este olvidado rincón en que vivo, se preocupa de su condición y de las cosas que pueden afectarla, quizás me nos que de los resultados del campeonato futbolero. en cuanto al campesino, puede decirse sin temor a exagerar que nunca sabe siquiera dónde le aprieta el zapato, entre otras razones, porque no tiene zapatos, no cubstante las buenas intenciones de calzarlo del doctor Peña Chavarría. Los pequeños agricultores y comerciantes tampoco cen grandes esperanzas, a pesar de todo lo que diga Trabajo. Ellos, lo mismo que los señoritos frecuentadores de los cines y de los tés del Hotel Costa Rica, salvo raras excepciones, no cogen el periódico si no es para enterarse de las películas que corren o de las votaciones de las reinas de la helleza. De tal manera que al hombre seriamente interesado en los problemas sociales le está negada hasta la satisfacción de saberse ledo de las personas por quienes batalla. Pienso por tanto, que su actitud es tanto más de agradecer en consideración al poquísimo eco Conte aquí logra el escritor sincero en su lucha descomunal contra el agioel egoísmo, la mala fe y la explotación de los grandes, y la abulia, la ignorancia, el conformismo, la seryilidad y la adulación de los pequeños. todavía no sreo haber dado integra la lista de nuestros males, como tampoco nos la dió completa el inefable doctor Pupo, en las quinientas o más páginas de su libro, tal vez por inadvertencia o porque no quiso aravitar demasiado sobre las prensas del gobierno o sobre la atención de sus lectores. así y todo le salió al doctor su libro mas hinchado crue los perros aquellos que inflaba, por salva sea la parte, el famoso loco de Sevilla ce que nos cuenta Cervantes.
Bravo, pues, amigo Padilla, por haberle dado valientemente el alto a la codicia especuladora que según Ud. está principiando a asomar las oreias, aunque a mi juicio ya las había asomado. orejas y colmillo, desde antes. Recuérdese si no el reportaje que este mismo barón del azúcar y del café dió hace algún tiempo en el que abogaba por un cambio del 600 para impedir la ruina de la industria cafetalera y prometía en pago una alza de salarios a los peones confiando seguramente en que nuestra mala me moria nos habría hecho ya olvidar que ni cuando el cambio estuvo al 700 vieron los trabajadores costarricenses el ansiado aumento de sus jornales. Pero nosotros no somos tan desmemoriados al fin y al cabo, ni lan ciegos que no podamos ver por tela de cedazo y darnos cuenta de que aquí siem pre que uno de estos tagarotes parece interesarse por la suerte de los pobres es que anda tras de alguna golleria. Harto nos es conocida su manera de operar y que consiste en echar por delanle al jornalero y a pe1937 ofregantes. Hay de sobra motivo para estar oprensivo de que esas fuerzas capitalistas que han dominado a Costa Rica en estos últi mos 30 años, sin cuadirse nunca más de su conveniencia y sin importarles un bledo a el hombre premedial costarricense, ya no digamos el obrero y el peón, alcance los más bajos niveles de inferioridad económica, pue dan volver a coger el control de la máquina del Estado.
Contra la esperanza que ya alentába mos de que el país siguiera el ejemplo de oras nacionalidades en el sentido de subordinar como ha dicho recientemente el Presidente Roosevelt. esos poderes de la riqueza al interés común. se yergue de nuevo ante nosotros el espectro del desencanto y nos sobrecoge el dolor de que puedan llegar un día a perderse las preciosas conquistas en cuyo mantenimiento deberían cifrar su mejor timbre de gloria quienes ayudaron a realizarlas. Sería en verdad lamentable que volviéramos a la situación a que nos tenian reducidos los viejos mandatarios, obsequiosos servidores del capitalismo. Estos hombres nos han mandado a los costarricenses durante largo tiempo oyendo y conten tando casi siempre las insinuaciones egoistas de la clase adinerada. Bajo su régimen in justo se ha pauperizado sistemáticamente al pueblo de Costa Rica y lo que es peor, se le ha creado una psicología de mendigo. En vez de hacérsele justicia se le quiere conten iar con ayudas precarias y humillantes, tal objeto se consigue sin parar mientes en que con ello está destruyéndose el carácter aadioncal y fomentándose la vagabunderia y el concepto de que los problemas de la vida se resuelven a base de beneficencia. Ni el patronato Nacional de la Infancia, ni ninquno de los demás puentes que se han tendido sobre las desigualdades de la fortuna en Costa Rica alcanzarán jamás perdón de Dios ni de la historia, cuando se haga el ba Yance de sus buenos y malos resultados y cuando se vea claramente que tales cosas se han hecho en gran parte para eludir los ca: minos de la justicia. Sólo dormido en viejos conceptos de caridad puede contemplar el espíritu digno con alguna complacencia esas nuevas escalas de Jacob que van del cielo de la fortuna a lo infimo de la miseria y por las cuales suben y bajan ángeles ministra dores de consuelo en forma de burócratas, Caballeros Rotarios y Damas de la Misericordia. Es más. Sólo dormido en absoluta in consciencia puede nadie ver sin alarma la realidad dolorosa que tratan de encubrir, mas que remediar, esas organizaciones. un alto empleado del Paironato de la Infancia, sin embargo, le oí hablar una vez con infantil entusiasmo del desarrollo de las actividades de su institución y de la interesantísima es: tadística que ella ha hecho de la enorme pobreza del país. nuestro juicio, tal cosa de biera ser al contrario motivo de alarma, ya que acusa un tremendo desequilibrio en nues.
ira sociedad, cuyo remedio no se hallará por cierto en el incremento de un burocratismo caritativo que tiene todas las trazas de un ejército de salvación que fuera tranquilamen te a la zaga de las iniquidades sociales recogiendo y contando sus víctimas.
Mas que tales obras de salvamento, costeadas dicho sea de paso por la masa desposeída, ya que nuestros ricos carecen de sensibilidad social hasta el punto de inge niarse el modo de escapar aun a las mandas de ley. lo que urge es una política orieniada en el sentido de acabar con la desocupación y los salarios de hambre, abaratarle a la gente pobre los artículos de primera necesidad, grayados hoy. inclusive la hariza en nuestro absurdo arancel de aduaaas, sanearle sus viviendas y educarla en as artes del trabajo, más bien que en los ex pedientes de la pordiosería.
Mientras no se vaya a la raíz del mal, mientras no se organice la República sobre bases de equidad, mientras el mico no contribuya como rico y el pobre como pobre, no podemos hacernos muchas ilusiones. De mi al menos sé decir que ahora acuden a mi me moria, con la aprensión de que todavía resulten ciertas, aquellas palabras de Don An tonio José de Irisarri que se leen en el bres que escribió Donoso usted tuve la amabiHidad de prestarme sobre aquel gran escrifor guatemalteco, promovedor con otros proceres de la independencia chilena, diplomático experto y observador agudo de las cos umbres de los países latinoamericanos, los cuales recorrió casi en su totalidad a lo lar go de su azaroza y andariega esistencias Con esta bella alternativa (los cambios de gobernantes) logramos todos dar y recibir palos: a nuestro custo los damos ya nuss zo pesar los recibimos. En esto consiste la excelencia del sistema alternativo, de ese sis Lema admirable en que hacemos los hom (Pasa a la pág. OCHO)
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