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Don Fenelón. El Arte de vivir es el arte de soporlar.
Todo hombre o muñeco. que concreté esta ciencia, tiene que ser un exponente de vida. por su misma palpitación, llegará hasta la raíz de la multitud.
He aquí el secreto de don Fenelon. Su caracteristica básica es el optimismo, Aqui lo tenemos, precisamente captado por la cá.
mara en uno de sus momentos más felices emotivos: resplandeciente como un sol Don Fene ón conoce la maravillosa cien cia de vivir, poniendo entre dos desgracias adyacentes, la rendija de su sonrisa a prueba de bomba. Viene de la desgracia y va hacia la desgracia, pero maestro insigne de la resignación, espíritu fuerte y alma de robustez imbatible, no conoce el decadentismo de la me ancolía: su vida, aporreado, humillado, retorcido, es solamente un orto de esperanza hacia un posible segundo de fe licidad. Algo nos une a todos con don Fenelón. Hay, por debajo de nuestros sentimientos de hombres de carne y hueso, un reconocimiento tácito de que el muñeco tiene un alma popular como un común denominador.
Quizar en la vida del muñeco vayamodescubriendo, como quien levanta la punta de un velo pedazos de nuestras propias an custias, torceduras de nuestro propio desti.
Es este vie amigo y muñeco, la realización de muchas de nuestras desventuras de oficinistas que llegamos tarde, de empleados que quedaron cesantes. de padres agohiados por el deportison de los hitos fuertes y mode.
nos, que discuten de Marx y hablan de Picasso. Hay ulgo denso en don Fenelon que despierta una simpatia subconsciente. Es el punto de contacto, es la irradiación de su misma humanidad, es el descubrimiento de lo propio, llevado a un muñeco.
Pero su sentido llega hasta más allá. Don Fenelon representa la realidad, esa cosa cuajada de pequeños dramitas, de silenciosos derrumbes, de continuos desgarramientos tan diminutos y silenciosos que nadie los goza, aparte del poseedor. Hay en su vida un rosario incesante de diminutas desgracias, como una preparación homeopática de dolor que continuamente está chorreando. El lector lo sabe y lo conoce. Ha llegado a tene: simpalía por el muñeco, cuyos secretos comparte. El compartir los secretos de una persona nos hace amigos de ella. Por eso don ene ón es siendo amigo de todos. un amigo particu ar de cada lector. Ha logrado no sclamente interesar a la masa, en conjunto, forma individual.
Cumplimos un deber de compañerismo, de argelecimiento. al efectuar hoy este homoncin LA HORA le rinde al viejo compañero de periódico. al efectuar este acto hacemos la declaración de que los esfuerzos hechos por nosotros en pro del periódico, no hon alio crue ho valido ese sentido admirable de don Fenelon. él, muñeco humano, debemos un por centaje tan alto de nuestro éxito, que no podemos menos que con el máximun de emoción, rendirle hoy este reconocido y justo homenaje, como es usual decir en estos casos.
NUESTRO HOMENAJE Dexter, Todo cuanto hay de verdad en don Fe.
nelón, hay de irrealidad en Dexter.
Dexter es el concepto de la farsa, creada para agradar y reconfortar con la vida. Dexte no se ajusta a la vida, sino que, como el cine y la novela, y la poesía y el teatro, quie.
re dar una concepción distinta, casi diríamos infantil, del arte de vivir. Dexter nunca le toca una bala. Dexter nunca le falla su pistola. Dexter siempre llega en el momento preciso. Dexter no es en ninguno de sus episodios victima del bandido.
He aquí la diferencia: Dexter triunfa. Fe.
nelón fracasa.
Por esc Dexter llega a los niños. Los niños tienen un concepto de la vida bastante olejado de la realidad. Cuando se es pequeño se cree que las cosas ocurren como una compensación. Así se cree que el bueno triunta y que el malo sucumbe. Por eso, Dex.
tex debe triunfar y los bandidcs sucumben.
Esta proporción justa es la que debiera ser, pero no es. Dexle lo quieren las apetitosas mujeTe que el dibujante pone en sus truculentas y sensacionoles aventuras. cuando extiende el brazo derecho, el golpe es mortífero. Dexter nun co le han puesto un ojo como un tranvia. Debe ser delicioso pensar que la vida es así. 9 rea iza para el público precisamento el fenómeno contrario. Es para el lector lo crue debiera ser. Ese sentido de desquite es lo que ha hecho del cine una industria tan popular.
La gente quiere soñar, a un precio barato, lo que en la realidad no puede ser.
Seria algo repugnante negar a Dexter una inmensa popularidad entre los lectores.
Pero justo es confesarlo, que hay entre ellos también una gran cantidad que quieren ver.
lo aporreado alguna vez, y perdida esa impecable línea de anuncio de sombrero Stetson, cuando se presenta con su gran gabardina de irreprochable corte inglés.
En eso, el muñeco ha perdido su carac.
terística de tal, y toma un hálito de vida. Adquiere humanidad. Esa misma humanidad se la do el lector, al corporizarlo y prestarle alma como un reflejo de sus propias pasio nes. No se verificó quizás en esa misma forma el milagro de la creación?
Otro porcentaje de nuestro éxito lo tiene ests admirable at eta, vencedor de no sabemos cuantas dand as de bandidos teroches.
Su éxito, su astucia, sus conccimientos, hon sido el manjar de todos aquellos que aun creen que la realidad es una sucesión de trivntos lógicos. Nosotros, como viejos comrañeros de ál aunque envidiosos de su forluna, de su atletismo y de su gabardina le ren dimos un homenaie de simpatía. 9 el sensacional agente, es una parte integrante de LA HORA, y forma parte de su alma de periódico intrascendente.
Pero cómo hemos de negar el gusto con el cual veíamos que perdiera su línea de de.
tective imbatible con un pequeño resbalón en la cáscara que nuestra envidia le pondría.
La hora 11 DE OCTUBRE DE 1931 Pág. 31 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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