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EL PACIFICO y en beber.
nero.
ración, como antes habíamos dicho, COMO SE VA EL DINERO? Gregoire. El huésped no se movía, de los fines que lleva.
y entonces el camarero se acercó a La ley necesita mucha depuraEl propietario viticultor, Julio lecho y grito: ción, pero ella debe existir, Gregoire, tenia la costumbre de ir Son las ocho, caballero, y aqui todos los años París cobrar sus tiene usted el chocolate.
facturas. Era hombre may rico, y Al rer que Gregoire no se des10 DE MAYO como no le hacía falta el dinero, en pertaba, le tocó en un hombro y vez de girar contra sus clientes, iba luego le asió de una mano, que sol.
Eran las ocho de la mañana de él persona presentarles sus cuen tó en seguida bruscamente. La maese día y estaba yo en la Biblioteca tas.
no estaba yerta.
Nacional, cuando me dieron la no Al placer de pasar algunos días El camarero no pudo reprimir uo ticia luctuosa de la muerte de mi en París, se unía el de regresar grito de sorpresa.
maestro querido, inolvidable amigo, Borgoña con la cartera repleta de. Qué te pasa? le preguntó uno don Pío Víquez. Sentí impre billetes de Banco.
de sus colegas, que en aquel inssión tan desagradable, como la que Estábamos en verano y la gente tante pasaba por el corredor inmeproduce una ducha no esperada; no pensaba más que en refrescarse diato.
frío sintieron mis nervios luego. Entra y mira. Creo que ese postración y ahatimiento.
Julio Gregoire hacía lo que todo hombre está muerte. Don Pío estaba enlazado, se pue el mundo, y un día notó que había. Silencio! exclamó el otro. Pade decir, conmigo, en aconteci bebido más de lo regular y se sintió sa el cerrojo y veamos si tiene dimientos de muchos tiempos atrás; casi ebrio.
fué mi maestro durante cuatro Ardían sus manos y tenía el cere: En un abrir y cerrar de ojos, los cinco años en la Escuela pública, bro en ebullición y la boca comple dos compinches registraron la ropa me quiso y distinguió bastante; luetamente seca.
del muerto, esparcidas por los muego, más tarde, mi profesor en el Pura apagar la sed que le domi bles de la habitación, y encontraron Instituto Nacional, de grata menio naha, entró en un café y se bebió sesenta francos y. varias monedas ria, donde comenzó el tener le dos botellas eá vez de una. de cobre en el chaleco.
nombre como gramático y literato los pocos momentos observo Debe de haber aquí algo más, de gran empuje y de conocedor co que mo muy pocos, del idioma castella do atroz en el estómago, y se diriel líquido le pesaba de un mo dijo uno de los camareros. La gente de provincias no vieno y sus bellezas. Tiempos después gió al hotel donde se albergaba, con ne París con tres luises.
militamos juntos como copartidarios el objeto de acostarse iumediata. Veamos si hay algo debajo de a favor de la candidatura del Licenmente.
los colchones.
ciado don Ascensión Esquivel; desM. Gregoire no ansiaba más que Los dos sujetos removieron el pués, por qué no decirlo, nos sepa desnudarse y respirar libremente en cadáver y vieron la punta de la carsamos del terreno en nuestras ideas políticas, pero no dejamos por (5) la almohada.
su cama, con su cartera debajo de tera que asomaba por debajo de la almobada.
la amistad sincera que nos unía y La cartera coutenia cinco mil Al cabo de un cuarto de hora de el cariñoso trato que nos dábamos francos.
ana caminata que le pareció intersiempre que la casualidad nos jub minable, llegó al Hotel del Meri. Partamos la cantidad! exclamo uno de los ladrones.
taba, diano, cogió su llave y dijo uno Pío Víquez era una de las plumas de los camareros que las ocho de disculpable.
Nú, eso sería una imprudencia inmás bien cortadas que teníamos; la mañana siniese el chocolate, Aquí hay un papel en el qae está como periodista fecundo y clásico. Acto contínuo entró en su cuar inscrito er importe de to cobrado en nadie, entre nosotros, le aventaja. to, se acostó y se durmió, como un París. Cojamos mil quinientus franba. Pa de dulce y sentimental bendito de Dios.
cos cada uno y dejemos dos mil en ritmo; maestro ameno, pues ense Al día siguiente, las ocho en la cartera, Así se creerá que ha taba conversando y, más que todo, punto, el camarero llamó la puer gastado el resto en bromas fran.
buen padre y leal amigo, tal es el ta del cuarto, con arreglo la or cachelas. Ahora lo que conviene hombre que hemos perdido y al que den que había recibido, y nadie le es que no sálgamos juntos, para no yo, uniendo mi lamento al de los contestó. Llamo con mayor fuerza infundir sospechas. Vete y dentro demás, envín en estas mal pergeña y obtuvo el mismo resultado nega. de an breve rato iré dar parte al das líneas, mi despedida.
tivo.
administrador. Llévale el chocolaEn vista de ello, introdujo en la te al 23.
FRANCISCO JOSÉ SABORÍO.
cerradura una de las llaves de que El camarero salió, y su compañe.
San José. 1899.
disponía, y entró en el cuarto de ro dijo para sí: Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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