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EL PACIFICO Periódico de Intereses Generales EDITOR, CARLOS CLAVERA REDACTOR, SALVADOR JIRON.
Año IV PUNTARENAS. COSTA RICA, DOMINGO DE JUNIO DE 1900 355 Lectura del Domingo precipitación. y cogiendo de manos a los pies de In matronn y abrazar Descendió Fausto al muelle con Indeciso Fusto, ledo entre caer precipitación, y cogiendo de manos los pies de la matrona y abrazar de los esclavos el taburete de cedro, sus rodillas contestar algo no Fausto y Dafiosa lo presentó Dafrosa, que pron sabía qué Entonces Dafrosa echó tamente, sin hacer incapié, salto atras el velo blanco que envolvía La aguardaba en el embarcadero las puntiagudas piedras. la sa el óvalo de su rostro, y la luz de boca de noche, y cuando divisó lutación, al Ave! que en tembloro las antorchas Fausto pudo ver con lo lejos la barca, que avanzaba al sa voz articulo Fausto, respondió asombro una cara consumida por el empuje de los brazos fuertes de los ella una sourisa triste. echaron dolor, unos ojos marchitos, unas remeros, abriendo estela de luz verá andar hacia la villa, sin que Faus mejillas demacradas; el pelo recodosa en el mar fosforescente, al coto se atreviese ofrecer el antebra gido modestamente con cintas de razón de Fausto se agolpó la san 20 para que Dafrosa se apoyase. lana violeta, no era ya aquella rugre, y sus ojos se nublaron.
Un poco de sobreealiento de la bia vedija, aureola de olor. DraVenía, o mejor dicho, la traían, matrona indicaba sin embargo, que fosa se le babía vuelto el cabello se la entregaban; en su poder iba no hubiese sido supérfluo el auxi tan gris, del gris de las nubes, del lio.
estar aquella por quien tantas vegris de la ceniza seca y hacinada en ces había pasado la noche en vela, En la terraza de la villa, alum el hogar!
drada antorchas fijas en la papor Puedes mirarme impunemente, febril, paladeando acibar, desesperando y mordiéndose los puños de red, estaba dispuesto un refrezco de Fausto añadió ella. Soy otra.
rabia, esperando insensatamente.
bienvenida; leche y frutas, pan de La Dafrosa que conociste no está ¿Insensatamente? Criminalmente flor, peces cocidos. los sencillos ya el en mundo. Después de que se diría mejor. Por aquella que se manjares de que gusta una cristia me contemples, te volverás tu reclinaba en la proa, envuelta en na Se lo hizo observar Fausto a palacio de Roma, dejándeme sola blancos velos, en actitud pensativa, Daforsa, lo cual rompiendo uno de en esta isla donde haré penitencia.
Fausto había descendido a la de los panes, lo llevó los labios, no He sido justamente castigada por lación y al espionaje como un li.
sin hacer antes la señal de la cruz. haberte querido, cariño involuntaberto, echando negra mancha soQuedáronse solos Fausto y la tau rio que yo no podía arrancar de mí deseada.
bre el decoro de su estirpe consuParpadeaban en el fir por más que hacía. Se llevaron lar. mamento turquí, y el aire columpia mi marido para matarle Por ella había deslizado en росо los oídos del Emperador Apóstata, ba bocanadas de esencia de rosas co, y mí me despreciaron. Lo el consejo fatal al exprefecto Fla parpúreas unas rosas que el mis merecía. Ahora los malvados me mo emperador había traído de entregan tí, quizás por creer que viano, y más da una velada, la claridad indecisa de la triple lámpa de ellas el ara de la Afrodita, por ya no hay peligros. Mírame asi: lejandría para adornar con festones tú eres un peligro. Para Dafrosa ra cubicularia, las sombras del cortinaje dibujaron ante los ojos es que se atribuían su aroma virtu despacio, con atención, examíname, pantados de Fausto la pálida figudes como de filtro para enajenar el La Misericordia Divina me ha quicorazón.
tado enteramente mi hermosura.
ra de un varón ilustre marcado en Fué Dafrosa quien rompió el siInmóvil permanecía Fausto, pela frente con el hierro que estimalencio.
netrado de un sentimieto singular tiza los faccinerosos. Pero en aquel instante el musical chapaleteo. Fausto dijo con tranquila diferente de cuantos hasta entonces habían agitado su alma complide los remos ahuyentando remordi melancolía. quien nos dijera que nos encontraríamos así otra vezi cada de romano de la decadencia, mientos y angustias, y de lo pro Cuando yo me confesaba llorando de amigo del refinado filósofo, el fundo de las aguas la voz de las de que no podía olvidarte, iba a César Juliano. No hacía mucho sirenas de la felicidad subía como suponer que el sacro emperador me que, en el palacio imperial, ante las un himno.
desterrase vivir contigo? aras restauradas de la Kaleos helepoEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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