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EL PACIFICO Periódico de Intereses Generales EDITOR, CARLOS CLAVERA REDACTOR, SALVADOR JIRON.
Iño IV PUNTARENAS, COSTA RICA, DOMINGO IO DE JUNIO DE 1900 NO 358 Lectura del Domingo Newton era inglés, porque para co. tal día y tal hora se moría, y cinco sas de peso no hay como los ingle minutos después extendía don Anses. Era admirador de Shakespea selmo el certificado de defunción.
Un día de plazo. re, aunque no conocía las obras del Asi anunció don Anselmo la muerinmortal dramaturgo más que por te del padre de Antolín, así ananDon Adelardo Antolín era un tradocciones francesas. Por bondad ció la de su madre. ni aquel sejoven de treinta y dos años. de carácter concedia talento Cal ñor ni esta señora osaron vivir una En otro tiempo, en el de Espron derón y Lope, y hasta mestraba hora más que aquellas que el doeceda pongo por caso no se bubiera cierta admiración por Cervantes. tor había fijado en sus infalibles podido decir, que los treinta y No hubiera permitido que en su pronósticos.
dos años era joven Adelardo, toda presencia insultara ningún extranje Por eso Adelardo mandó llavez que por obra y gracia del ro ro a la pobre España; pero en la mar don Anselmo. Hacia inás manticismo habíanse fijado los trein intimidad no creía en nuestras glo de un año que no le veía, porque ta años para recibir, de golpe y po rias pasadas.
Adelardo había estado viajando rrazo, todos los desengaños maldi Agréguese esto que hablaba por el extranjero, segúu malas lentos de la vida, que así recibidos a. francés, montaba caballo, tiraba guas afirmaron, en compañía de una rrugan y envejecen. las armas, y que era una especie bailarina.
De entonces acá han variado las de Don Juan Tenorio la moder Sin duda por tal motivo lo repicosas: no hay desengaños posibles, na.
queteaba y bailaba tanto el corapor que con el abuso se agotaron Pues pesar de todo, de su ju zón en aquella triste mañana de intodos, y un hombre pnede ser jo ventud, de su ilustración y de su ri vierno, en que tendido en su butaven los treinta y dos años, y has queza, despertó una mañana tosien ca y al lado de la chimenea, espe ta puede llegar a serlo los cuaren do desesperadamente, con la cabe raba con cierta anciedad la visita ta, tomando las debidas precaucio za pesada, el pecho oprimido. el del médico.
cuerpo quebrantado y con palpita Llegó éste. y médico enfermo Adelardo era, pues, joven; era ciones desordenadas del corazón. se abrazaron afectuosamente, además guapo, aunque algo marchiSin embargo, como no sentia fie Después el médico le miró con to por el derroche que hacía de la bre, se levantó, se fue a su despa fijeza, y Adelardo notó algo en el doctor.
vida; era rico, por que disfrutaba cho y se tendió en una butaca.
una renta segura de treinta mil du Más como era aprensivo en sumo Don Anselmo estaba se puso ros anuales; era huérfano desde los grado, y su conciencia no andaba pálido. Sus ojos brillaron por maveinte, como lo es todo aquel muy tranquila ni moral ni física aera extraña. Quería hablar y no quien se le mueren los padres. Te mente y perdónese el adverbio. encontraba palabras. Le cogió las nía talento, aunque buena parte de mandó llamar don Anselmo Sal dos manos al atribulado joven y su cerebro estaba de barbecho. Con gado. que médico había sido de to las estrechó fuertemente.
todo, en los círculos que frecuenta da su familia, y en el cual tenía ab Después los dejó caer con desaba, por instruído se le tenía. en soluta confianza.
liento y él mismo se dejó caer en verdad que sus conocimientos no e Don Anselmo era, en efecto, un el sofá.
ran muchos, pero sí escogidos. Sa gran médico y un sabio enorme: El pobre Adelardo sintió que la bía, en el orden militar, que la inteligencia profunda y poderosa, sangre se le helaba en las venas, y Historia contaba con tres grandes gran fantasía cientifica y larga prác empezó temblar como si estuviera capitanes: Aníbal, Cesar y Napo tica; sus sentencias eran infalibles, en el periodo álgido de unas tercialeón; y en el orden científico, que cuando afirmaba que don Fulano nas malignas.
Newton había descubierto la gravi iba a morirse tal día y tal hora, Al fin esforzándose por sonreír, tación universal. y que además jamás don Fulano le desobedecía, como se había sonreído en el prines.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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