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EL PACIFICO EL PROSCRITO LECTURA DEL DOMINGO ¿Quieres que cante. Al poeta comigo Rafael Gutieri Quieres que caute cuando dentro el pecho, Siento, deshecho, el corazón morir?
Quieres que cante, cuando el alma mía, En su agonía, No puede sino llanto producir?
Piensas tú acaso que mi lira rota, Pueda una nota producir jamás?
No, porque Dios que nuestros pasos mira Solo me inspira Gritos de bondo dolor y. nada más.
Yo canté como todos en la vida, Cuando querida una ilusión soñé; Mas, ay! de golpe el desengaño tiero, Nubló el lucero Que alumbraba mi senda: el de la fé.
Desde entonces yo vivo silencioso, Sin el reposo que la dicha dá; Fueron mis ilusiones cual la bruma, Como la espuma Que se desbace en el rizado mar. quieres tú que cante? Di es posibleQue en el horrible, eterno batallar En que yo rivo, pueda el pensamiento Dar un acento Que no sea de dolor? Vane soñar!
El que en la senda de la vida, halla Solo la valla del pesar cruel Debe llorar, porque tan solo el llanto Alivia uo tanto Nuestro contínuo, amargo padecer.
Pero tú, que doquier has encontrado Todo sembrado tu camino, sí, De bellas flores que tu planta besan, que no cesan De brindarte su aroma, eres feliz.
Tú, por la dicha siempre acariciado, Tú, que has mirado claro el porvenir, Que no has sentido de la negra pena, La cruel cadena Que los precitos ata, eres feliz.
No como yo, que solo he cosechado El malhadado fruto del dolor; que siento el espíritu yo muerto.
Cruzo un desierto De acerba pena de martirio atroz!
Pulsa tu lira, pues, y que tu canto Sea de mi llanto paño enjugador; Canta, que de tu voz la melodía, En mi agonía Servirá de inmortal consolación.
La expatriación, cuando no se es un perdulario, es la asfixia moral.
Es como 15 cauterización dolorosa que se ejecuta con el fin de in sensibilizar el nervio de los afectos.
El vacío de los cuerpos lo produce la máquina pneumática; el de as conciencias quiere hacerlo, y lo intenta la proscripción.
Los ataques contra el talento son repelidos con la capacidad intelectual; los ataques contra los sagrado del corazón quedan, casi siempre, bajo la impunidad de lo indevolvible: El carcelero abre el calabozo, y la antorcha que disipa la doble oscuridad de la celda y de la noche, vése al prisionero. La escolta aguarda afuera y, luego, en medio de las filas de soldados, camino de un puerto, va el hombre destinado la proscripción.
El buque ba partido y, sobre la elevada proa, donde van los pasajeros de la clase última, se halla el malhechor imaginario, contemplando extático, la. claridad indecis, de la aurora, las borrosas sinuosidades de las montañas de la patria, que van desapareciendo, poco a poco, entre las profundas lejanías de la distancia.
Ni siquiera las lágrimas quemantes de un ADIOS, talvez postrero, de la madre, del hijo o de la esposa, humedecieron aquellas manos que pronto empuñarán el bordón del obligado peregrino. Qué hizo? Cuál su crimen?
Quién sabe si los sufrimientos y miserias que tenga que pasar entre extranjeras gentes, son la expiación injusta del encariñamiento con alguna elevadisima idea, con algún proposito sano, con un sentimiento noble!
Oh mandatarios. procurad ahorrar los dolores de la expatriación a vuestros compatriotas. MALDOXADO SARAMILLO.
Costa Rica, octubre 12 900 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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