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LA PRENSA LIBRE COSTA RICA. AMERICA CENTRAL DE Don Manuel Blanco.
Limón 93 Puntarenas Liberia San Mateo 73 17 39 AGENTES el prié del que ascendia bajaba por Alejandro sultó entonces la pluma ros. Las estatuitas de su cuarto, ahora ellos, chorriabs agua sucia.
que durante cuatro horas había chirriu en penumbra, se agrandaban hasta seMuchos años hacia que en la corona do infatigable sobre las cuartillas, y se mejar otros tantos mausolcos; y el, el LA PRENSA LIBRE da ciudad, no llovía así.
acostó, como colegial sorprendido por el mismo se palpaba, las veces, creyónUna hora mais tarde hubo cierto mo maestro: de priza y oscuras. dose de inirniol o de bronce, tal era el Cartago vimiento por las inncdiaciones del tea Empezaba dormirse, vagando el alejamiento de ser rivierte en que se enHeredia Teodorico Alvarado. tro Principal. La gente que salía de el, pensamiento; sin duda, entre los verbos contraba con la desaparición de su paAlajuela Menardo Reyes. era la única que a esas horas transitaba franceses que le traían mal traer, las dre, La Unión José Maria Coto.
Unos cuantos carruajes, pocos, arran últimas miradas de su amada, preciosa Salomon gallera. caron, con las lunas empeñadas por la flor del jardín limeño, y las impresiones la mañana siguiente, eso de las Bagaces Jesús Velázquez.
lluvia, y echando los caballos por las andel drama naturalists que esa noclie hn uueve, muchos coches se apostaron en Simon Amador, chas ternillas resoplidos de vaho, seme bia visto, cuando vino arrebatarle el hilera corca de la casa, y muchas per.
Federico Faerrón jantes a los de una locomotora en movi sueño la voz de su mrdro que le llama soras, más de ochenta, seriamente vesJesús Valverde San Ramón miento; y luego la ciudad quedo oueva ba, poros con voces destempladas, lasti tidas de negro, subieron las escaleras, Florentino Lobo.
mente con sus calles solas, desiertas re meras, extrañas.
yendo sentarse graves y silenciosas en Se solicitar agentes en las demás poblaciones biendo las caricias del agua.
Salto de la cama, se vistió precipita el abierto y enlatado salón.
de la Repúblics.
Un joven que habla salido del teatro damente y salió del cuarto. Entró en el Alejandro las fué recibiendo una llegó a la casa, entró, dió un portazo qne saloncillo.
una, sin hablar, pálido, atónito, y sin llenó de tinieblas el zuguán, y silvando No sé que tiene tu padre. contestar a los apretones de manos que INSERCIONES.
un aire de la Marta de Flotow, enton Está malol.
le daban.
ces de moda, subió ágilmente los maltre Alejandro corrió al dormitorio pa En el dormitorio estaba el anciano, Página negra.
chos peldaños de la escalera que produ terno.
acostado en la elegante caja negra, clajeron destempladas y extrañas notas. Sa padre, anciano ya, pues contaba veteada con botones de plata. Parecía El invierno era ese año crudo, crudi La madre del joven señora de unos setenta y cinco años, parecia como des que dormía sueño tranquilo y profundo.
Bimo.
cincuenta años, pero bien conservada, mayado. Sólo miró dulcemente a su hi Largo rato estuvo contemplándole, Llovia todas las mañanas, hasta el fresca, gruesa, de hermosos colores y de jo, cuando le habló.
pareciéndole que respiraba, que el vienmedio día, sin cesar, y como si no fuera cabellos todavia castaños, por más que El joven salió como un loco de la ca tre se levantaba acompasadamente por terminar nunca, para levantarse luego algunas canas lucieran sus hilos de pis sa, para regresar diez minutos después el funcionamiento regular de la vida, fuerte aire que oreaba las calles; y una ta cerca de las sienes y entre las gruesas con el médico de la familie, que vivia que todavía no creia se hubiese extin.
hara más tarde aparecía el sol; pero un trenzas que le caían por la espalda, es a media cuadra de distancia. guido en ese ser que tanto amaba y que sol de invierno, triste, sin fuerzas, desperaba en el elegante saloncito la llega. Við al enfermo y contra jo ligeramen. no era posible desapareciera para siemmayado como un convaleciente. da de su hijo, leyendo un romance de te las cejas. Luego procedió a luchar pre.
Por las noches, cosa de las nueve, Dumas. de esos llaznas históricos, por abiertamente con la muerte que avanzaUsos hombres llegaron; algunos ami.
volvía la lluvia las andadas, de suerte más que el gran escritor francés, frunza ba con paso lento, pero seguro, hacer gos sacaron Alejandro del dormitorio; que media hora después, las calles se y tuerza ea ellos la historia su real presa en el auciano.
y luego se dejaron oír los martillos gol.
veían desiertas, ostentando sus veredas voluntad.
El resta de aquella noche se hizo in peando!
paralelas, cubiertas de agua manera Cambiaron madre e hijo, algunas paterminable para Alejandro.
Después sacaron en hombros el ataúd, de inmensos espejos bien pulidos. labras, y Alejandro, que así se llamaba Su padre empeoraba, empeoraba has descendieron la escalera.
Las menudas y desiguales piedrecillas el joven, se retiró su cuarto, conforta ta el punto que a la mañana siguiente, Muchos pasos por ella, el arrancar de de las calles brillaban también, heridas ble habitación de soltero rico, preñadas la junta de médicos declaró gravísimo su muchos coches, ayes lastimeros de la por los reflejos del gas.
las paredes de cuadros al óleo, con esta estado, y ninguno de ellos se atrevió, no madre, y luego, luego, silencio horrible, Densa neblina parecía que esfumaba tuitas de bronce en repisas de caoba, siquiera garantizar por su vida, pero silencio de campo santo. los últimos contornos de los edificios, 3: magnífica mesa escritoria, una estante ni auv dar la más ligera esperanza.
las luces de los faroles pestañaban como ría negra tallada, alta, elegante, en la Todo ese día se pasó acudiéndole con Entonces sintió Alejandro una cosa sacudiéndose la qumedad que las rodea que se descubren multitud de libros en cuanto mandaron los médicos. rara en el pecho, algo así como si una ba, semejantes partículas de luz des dastados lujosamente, unos; la rústica Inútil afán. las dos y media de ciclópea mano le arrancara del corazón parramadas en estrechos intermina otros: Dictens, Drudet, Zola, Obuet, la madruga siguiente, el padre de Ale enorme peso, y rompió llorar amargamentel.
bles abismos.
rez Galdós, Valera, Flammarion, Canta, jandro dejaba el mundo de los vivos.
Hacía frío intenso, húmedo; frio de Echegaray, Pereda, están all juntos con Hirió de tal suerte esta desgracia al Moncloa.
ciudad palúdica.
otros ciento, revueltos, confundidos, señal joven, que durante muchos días no acerLas puertas, ventanas y balcones es inequívoca de que el dueño lee, que no tó darse cuenta de lo que su rededor taban cerrados; los escasísimos transeun están allí esos libros por lujo. pasaba.
REMITIDOS.
tes llevaban los cuellos de los abrigos Cuartillas de papel cortadas máqui Sentia honda pena, un dolor agudo en levantados, las manos escondidas en los no, angostas y largas yacen no muy si el pecho, como si lucharan con esfuerLa máscara de hierro.
bolsillos y en la boca el cigarro encendis mátricamentr colocadas sobre la mesa; 203 inauditos dentro de él, por salir a los do.
dos o tres lapiceros, algunas cajetillas de ojos, las lágrimas que no quisieron apa Este es el nombre que merece el auPocas eran todas las precauciones pa cigarrillos, casi todas empezadas, fósfo recer.
tor que ha implantado tantos Reglamenra abrigarse.
ros, periódicos, sin orden ni concierto Todo, en torno suyo, era luto. tos y gran cúmulo de pésimas disposiEl frio se hacía cada momento más se ven en la mesa, que fino tapete de Los horizontes eran oscuros como li ciones en el Ramo de Instrucción Públifuerte y más húmedo, repartiendo por paño deja ver apenas los torneados piés. neas de tinta; el sol alumbraba con in ca de unos años csta parte; disposiciodoquiera tercianas y polmonías. Alejandro, una vez en su cuarto, ocu termitencias como su vela la noche an nes que no han producido ningún efecto La puerta de la casa, una puerta anti pó la butaca que está delante del escri terior; el aire corría llevando envueltos bueno, que estudiadas detenidamente dan gua, en partes agujereada cual bandera lorio, y se puso a escribir.
todos los ayes del corazón: los perfames dolores de cabeza, derraman lo bilis al veterana, y claveteada de gruesas ta Por las cousaltas que a menudo ha del jardín. eran perfumes de dolor, de leyente pries unislas forman un diccionachuelas de cobre, hacía ya cerca de una cía un diccionarið francés, se com duelo; los muebles semejaban mudos rio y nunca se dega conseguir la que es hora que había gemido con voz destem prende bue su labor era traducir alguna testigos de horrible hecatombe; las debido para alcanzar algo bueno granplada, como nota de Viernes Santo, al obra.
fombras apagaban los pasos, como aso de en la ardua tarea de la enseñanza girar sobre sus enmohecidos goznes. Estuvo escribiendo hasta cerca de las ciándose al duelo que respiraba toda la estudio de una ciencia. Quién es el proSólo el angosto postigo, alto, incómo cuatro de las cuatro de la mañana, hora casa, y sus dibujos caprichosos parecia pa motor de ese estado de luto en que se hado, esteaba entreabierno, y entraba por eu que la vela empezó producir inter recla que se borraban para ser reemplaza ya hoy Costa Rica referente este ramo!
el la luz de un farol de enfrente que mitentes llamaradas, como gritos de so dos por gruesas lágrimas de mil colores, tiQuien el culpable de haber dado mueralumbraba el zaguán. El resto del corro de un moribundo que siente esca que le acusaban airadas por no haber te al Reglamento y enseñanza dada por pa.
tio estaba oscuras.
pársele la vida, tomando las sombras llorado!
los respetables inolvidables maestros Eras las once de la noche y llovia, 110 proyectadas en las paredes por las esta La voz de la campana de la iglesia doctores Valerio Fernández Ferrás y Mavía sin descanso.
tuitas, dimensiones colosales, y dando vecina, que hasta a Hegaba, traía en las nuel María Romero? Qué se hizo el Fina garúa cala de través, se precipi saparecían con la momentánea extinción himno de dolor, entonado por cien hijos temático Rodolfo Bertoglio! recuerforma extrañas figuras que luego de vibraciones de sonido, algo así como un gran disciplinista Adolfo Romero y Mataba, como anciosa de mojarlo todo en de la luz; después chisporrotzó, se que huérfanos; Llorando sú suledad.
dos inolvidables. el menor tiempo posible.
jó, lanzó algunos hayes cónicos y se se El ruido confuso, sordo, de la ciudad Un caballero que quebro fué declaLa madera de la escalera, torcida tos pultá dentro del candelero, para volver que áſravés de las cerradas ventanas se rado en quiebra, que aceptó un destino ca, con tramos colocados distancias aparecer iluminando el cuarto por la úl percibia. antojándosele el oleaje de un en ese estado, Labiendo Constitución, es desiguales y que se quejaban al recibir tima vez.
mar de ayes y penas, lágrimas y suspi el responsable de eros actos. y qué se Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Liz ano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.

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