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2 LA, PRENSA LIBRE Cuentos del Domingo.
los otros.
el Era su Musa juvenil la alondra Del canto matinal, la muerte fria De sus cantos de amor. la sombría De la luz, de la fe, de la ternura.
De la existencia, en el lindero mismo Donde acaban los goces y comienzan Sienten sembrar en torno sus hogares, Arrúllalos con flores de inmortales; No la encina viril, ni los laureles ¡Dormiste al fin entre la veste pura GUSTAVO BAZ IA PRENSA LIBRE. la antigua bajilla de plata relu dores, por los Campos Elíseos, tartera oculta bajo su mandil ciente sobre el mantel adamascalienos aún de la blanca humare blanco.
do, y las servilletas plegadas to da de las descargas.
Así fué que, a pesar de la reDomingo, 13 de Noviembre.
do alrededor en forma de cucuIII.
vuelta y del apresamiento, el seruchos tiesos y blancos.
Muchas veces había ya entraLos prisioneros iban de cinco ñor Bonnicar comió pastelillos en cinco, formando filas prietas y aquel domingo, lo mismo que do la vieja criada decir al oído compactas.
Para impedir que de su amo: El asado se queALFONSO DAUDET.
ma. los guisantes han hervi convoy se diseminase, les obligaban ir del brazo; y el largo do demasiado.
Pero el se rebaño de hombres, al caminar CINERARIA.
LOS PASTELILLOS.
De pronto prodújose en la ñor Bonnicar se empeñaba en no multitud un empuje terrible; y ntarse la mesa sin los paste hacía un ruido como el de una entre el polvo de la carretera, al paso gimnástico desfilaron lillos: y furioso contra Sureau, copiosa lluvia de tormenta. Al robar de sus párpados la lumbre Aquella mañanita, que era un cantando los pupilos de la Re resolvió ir él mismo ver que El infeliz Bonnicar creía aqueRecogió la postrera melodia domingo, el pastelero Sureau, de pública. Era un hato de pilletes significaba un retardo tan inau. 11o un sueño. Sudoroso. jadeanla calle Turenne, llamó su mar de doce quince años de edad, dito. Al salir, esgrimiendo muy te, descuajado de miedo y de faRegión donde van los que nos dejan Se fué arropado entre la gasa pura mitón y le dijo: con fusiles chassepot, cinturo colérico su bastón, le advirtieron tiga arrastrábase la cola de la Dichosos los que pasan los umbrales Ahí tienes los pastelillos del nes rojos y grandes botas, tan unos vecinos. columna entre dos brujas viejas señor Bonnicar. vete llevár. orgullosos con sus disfraces de. Tenga usted cuidado señor, selos y vuelve en seguida. Pa soldados, como cuando en mar. Bonnicar. dícese que los ver guardiente; y al oirie decir estas que apestaban petróleo y an Las espinas, las rocas, el abismo; rece que los versalleses han en tes de carnestolendas corren con salleses ha entrado en París Que ni huérfanos lloran, ni la muerte trado en París.
tricornios de papel y un grotesco palabras. Pastelero, pasteliNo quiso escuchar nada, ni ilos. repetidas sin cesar entre su último suspiro se confunde El muchacho, que no entendía girón de sombrilla de color de Con el eco postrer de sus cantares.
ni una jota de política, metió los rosa por bandera, entre el barri siquiera el fuego de fusil que ve.
sus imprecaciones, pensaban en nía flor de agua desde Neuilly, torno suyo que se había vuelto ¡Envidiable morir! La tumba casta pastelillos calentitos dentro de su zal de los paseos de la ronda. AAvida de su presa ni siquiera el cañón de alarına tartera, envolvió la tartera en una quella vez le costó mucho trabaloco.
servilleta blanca, y todo ello lo jo al pastelerito conservar el e meciendo todas las vidrieras del bre no estaba en sus cabales. En del Palacio Ayuntamiento estre El hecho es que el pobre hom.
Su cuerpo cubren, sino el tibio lampo De las luces del sol primaverales.
puso, plomno sobre su gorrilla, quilibrio en medio de los empu barrio.
echando escape. hacia la isla de jones; pero su tartera y él habían las subidas y bajadas, al aclarar. Ah, ese Sureau. ese Su se un poco las hileras del convoy, San Luis, donde vivía el señor patinado tanto sobre el hielo y reau!
Bonnicar.
Que ahuyenta de sus pliegues la tristeza!
La mañana era mag jugado tantas partidas de la raipues no le parecia ver allá lejos, con la animación de su ca entre la polvareda que llenaba ¡Los que quedamos, ay, te seguiremos nífica, con uno de esos esplén yuela en plena acera, que los No de rosas y pámpanos centida, minata hablaba solas y ya se los huecos, la blusa y la gorra Mas de crueles espinas la cabeza!
didos días de sol de mayo que pastelillos no les entró miedo veía allá abajo en medio de la blancas del marmitón de casa de llenan los puestos de manojos de ninguno. Desgraciadamente, e. tienda, dando golpes con su bas Sureau. eso le ocurrió diez lilas y racimos de cerezas. sa bullanga, esos cánticos, esos tón de caña en las baldosas, ha veces en el camino! Aquella pesar de las ligeras descargas de cinturones rojos, la admiración, ciendo retemblar los cristales del pequeña ráfaga blanca pasaba Ultimas noticias fuego de fusil y los toques de la curiosidad, dieron ganas al las cornetas en las esquinas de marmitón de dar una caminata llas. La barricada del puente de él, y luego desaparecía en escaparate y los platos de nati ante sus ojos como para mofarse POR CABLE.
las calles, todo ese vetusto barrio en tan buena compañía, y pa de Luis Felipe partió por el eje medio de esa marea de uniforJaponeses y chinos.
de Marais conservaba su apaci sándose del palacio municipal y su cólera.
Había allí algunos fe mes, blusas y harapos.
New York, Noviembre 13. El ble aspecto. Conocíase que era de los puentes de la isla de San derales de feroz talante revolcánAl fin y al cabo llegaron Corresponsal del Herald en Shandomingo en el aire, en. los corros Luis. sin advertirlo tan siquiera, dose al sol en el suelo desempe Versalles al atardecer; y cuando ghay anuncia que el crucero británic de niños, en el fondo de los pa encontróse llevado no sé dóndrado: el gentío vió aquel viejo bur ço Caroline, zarpó de allí las 12 tios, en las niñas mayorcitas ju de, entre el polvo y el viento de dónde va usted, ciudada gués con espejuelos, despechu. das, se sabe que su destino cs Chusan, de ayer; aunque lleva órdenes sellagando al volante frente las aquella desenfrenada carrera.
no?
gado, polvoriento y hosco, todo donde el Horpoise ha estado más de puertas; y aquella pequeña siII.
El ciudadano se explicó; pero el mundo estuvo en acuerdo de una semana alistando varios miHares lueta blanca, que trotaba en me Lo menos hacía veinticinco a la historia de los pastelillos pare haliar que su cabeza era de un de tropas de la India, para ocupar la dio de la calzada desierta, desños que entre los Bonnicar era ció sospechosa con mayor moti malvado. decían: Es Félix isla. Una fuerte escuadra espera la prendiendo en torno suyo costumbre comer pastelillos en vo, cuanto que el señor Bonni Pyat. No. Es Delescluze! llegada del Almirante Fremanth; en grato aroma de masa caliente, Mucho trabajo les costó los Chusan y Woosun, donde hay una acababa de dar esa mañana de domingo. Al medio día en pun car, con su hermoso gabán de los to, cuando toda la familia, gran domingos y sus anteojos con mon cazadores de la escolta condu guarnición de cuatro mil chinos; la combate un no sé que de sencillo y dominguero. Toda la ani el salón, un campanillazo vivo y to de un vetusto reaccionario.
des y chicos, estaba reunida en tura de oro, tenía todo el aspec cirle sano y salvo hasta el patio población demuestra la mayor indifede la Orangerie. Sólo allí pudo los ingleses. Los japoneses expidiemạción del barrio parecía haber Es un espía dijeron los fe dispersarse la pobre grey, estise difundido por la calle de Rivo alegre hacía exclamar a todo el mundo: derales. hay que enviárselo rarse en el suelo, recobrar alienron una proclama anunciando la guéli. Arrastraban cañones, hacíanrra contra el Gobierno Manchú y Ah. Ya está aquí el pas Rigault.
se barricadas; a cada paso gru telero.
Había entre ellos quienes prometen protección a los habitantes Al punto, cuatro hombres de dormían, otros echando juramen. que queden en pos, guardias nacionales afano Entonces, con un gran rebullihogares. Las sos en su tragín. Pero el paste cio de sillas, ese roce de tiesura buena voluntad, quienes no les tos, otros tosiendo y otros baña deserciones del ejército chino contilerito perdió la cabeza. Están de los trajes domingueros y una disgustaba eso de abandonar la dos de lágrimas: Bonnicar, por núan. Los japoneses capturaron en esos chicos tan habituados an algazara expansiva de chiquillos barricada, se llevaron por delante su parte, no tosía ni lloraba. Sen. Talienwan y Kinchoro tres mil y mil dar entre las muchedumbres y risueños anté la mesa puesta, to culatazos al pobre hombre de tado al borde de una escalinata, prisioneros, respectivamente, y perel barrullo de las calles! Los dos esos felices, burgueses insta sesperado.
con la cabeza entre las manos, dos. Amenaza ruptura de las reladieron catorce entre muertos y heridías festivos y de jólgorio, entre lábanse en torno de los pasteli No sé cómo se las arreglaron; escorzada tres cuartos, muerto ciones entre Francia y China.
las apréturas de año nuevo y del llos simétricamente apilados so pero media hora después esta de hambre, de vergüenza y de Carnicería de armenios.
domingo de carnaval, es cuando bre un calentador de plata. bán todos copados por la infan fatigå, volvía repasar mentalLondres, Noviembre 13. El Comás tienen que correr; por eso Aquel díà permaneció muda la tería de línea iban a formar mente aquella tristísima jornada, no les impresionan las revolu campanilla. Escandalizado el se parte de una larga cuerda de su partida de allá abajo, sus con rresponsal de Daily News, avisa que ciones.
nor Bonnicar, miraba su reloj de prisioneros en columna, próxima vidados intranquilos, y ese cu carnicería de armenios en Sacoun. en verdad que daba gusto sobremesa, un antiguo reloj co ponerse en marcha para Versa bierto colocado hasta anocheci se dice que pereciéròn tres mil, enver déšlizarse la gorrita blanca ronado por una garza real relle lles. El señor Bonnicar protes do y que aún le estaría esperan tre los cuales habían muchas mujeres entre los kepis y las bayonetas, na de paja, y que jamás de 1ợstaba más y más, blandía su caña, do; y luego la humillación, las y niños. El embajador británico esevitando los choques, oscilando jamases se había adelantado ni contaba su historia por centécima injurias, los culatazos; y todo, tá averiguando.
gentilmente, ora muy de prisa, atrasado. Los niños bostezaban vez. Por desgracia, parecía tan por un pastelero inexacto.
Reconocimiento.
ora con una forzosa lentitud en tras de las vidrieras, espiando la absurda aquella invención de los. Señor Bonnicar, aquí tiene Londres, Noviembre 14. Notician que aún se traslucían los gran esquina de la calle por donde el pastelillos, tan increíble en me usted sus pastelillos. ex. de Chefoo que la armada japonesa hides deseos de corretear. Qué marmitón solía dar la vuelta y dio de aquel gran trastorno, que clamó de pronto una voz junto a zo reconocimiento anoche al Oeste le importaba él la Batalla? Lo aparecer. Languidecían las con los oficiales no cesaban de reirsė él; y al levantar el buen hombre entre Chefoo y Wei Hei Wei; la escuadra china de Tean Yang se junto fundamental era llegar casa de versaciones; y el hambre, que la de ello: la cabeza, quedó lleno de asomcon lá de Peelang en el golfo de Pi.
los Bonnicar en punto de medio hora del mediodía ahonda con. Bien, bien, viejo mío. ya bro al ver el marmitoncillo de día y recoger al momento la pro sus dócë campanadas repetidas, se explicará usted en Versalles. casa de Sureau (á quien pesca Destrucción de torpederos.
pineja que le aguardaba sobre el hacía párecer muy grande y muy la columna se puso en mo ron con los pupilos de la Repú Londres, Noviembre 14. Un desanaquel de la antecámara.
triste el comedor, despechó delvimiento entre dos filas de casa blica) descubrir y presentarle la pacho de Tokio avisa que el primer un to.
sus chili.
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